Alteración inducida del juicio moral
Consiguen alterar tecnológicamente el juicio moral que las personas tienen sobre las intenciones de otras de manera temporal.
Sin juicio moral la sociedad humana, o incluso el propio ser humano, desaparecería. Esa vocecita que nos dice lo que está bien y lo que está mal es fundamental para controlar nuestro comportamiento y controlar el de los demás. El juicio moral que nos permite juzgar a los demás reside una región específica de nuestro cerebro. ¿Qué pasaría si pudiéramos alterar esa región en el cerebro de alguien? ¿Podríamos controlar así su juicio moral? ¿Haríamos que tuviera una moral más laxa frente a las acciones de lo demás?
Neourocientíficos del MIT, liderados por Rebecca Saxe, han mostrado que efectivamente pueden modificar el juicio moral de la gente mediante la perturbación de esa zona específica del cerebro. El hallazgo podría ayudar a revelar cómo el cerebro construye la moralidad.
Para juzgar moralmente a terceros necesitamos frecuentemente inferir sus intenciones, una habilidad conocida como “teoría de la mente”. Por ejemplo, si un cazador dispara a un compañero en una partida de caza necesitamos saber qué estaba pensando: ¿tenía celos secretos o simplemente confundió a su amigo con un pato?
En estudios previos se había mostrado que la región cerebral conocida por unión parietal temporal (o TPJ en sus siglas inglesas) se activaba fuertemente cuando pensamos acerca de las intenciones de los demás, sus pensamientos o creencias. En el nuevo estudio los investigadores perturbaron temporalmente la actividad de TPJ mediante la inducción de una corriente el cerebro, inducción que se conseguía gracias a la aplicación de un campo magnético desde el exterior del cráneo. Encontraron que la habilidad del sujeto de hacer juicios morales, que requerían la comprensión de las intenciones de terceros (como por ejemplo en un intento de asesinato fallido), se veía alterada.
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Según Liane Young (autora principal del artículo de PNAS en donde se publica este trabajo) el estudio ofrece una prueba llamativa de que la TPJ derecha, que está localizada en la superficie del córtex por encima y detrás del oído derecho, es crítica a la hora de elaborar juicios morales. El resultado es también asombroso, ya que bajo circunstancias normales la gente está muy segura y es consistente de esta clase de juicios morales.
“Normalmente se piensa que la moralidad forma parte de un comportamiento de elevado nivel. Ser capaz, con un campo magnético aplicado a una región específica del cerebro, de cambiar esto es realmente pasmoso”, dice Young.
Los investigadores usaron un técnica no invasiva denominada Estimulación Magnética Trascraneal (o TMS) para interferir selectivamente en la actividad cerebral de la TPJ derecha. Un campo magnético muy intenso, aplicado a un área pequeña del cráneo, crea unas corrientes débiles que interfieren en la actividad nerviosa de las neuronas situadas justo debajo, siendo el efecto temporal.
En uno de los experimentos los voluntarios fueron expuestos a 25 minutos de TMS antes de que realizaran un test o prueba en el que se describían varios escenarios sobre los que tenían que tomar un juicio moral en una escala de entre 1 (absolutamente prohibido) y 7 (absolutamente permitido).
En un segundo experimento se les aplicó un pulso magnético de medio segundo en el momento en el que a los sujetos se les pedía el juicio moral. Así por ejemplo, se les preguntaba si era permisible que alguien dejara que su novia cruzara un puente que sabía que era inseguro, incluso si ella terminaba al otro lado sin sufrir ningún daño. En ese caso un juicio basado solamente en el resultado mantenía al perpetrador sin culpa, incluso aunque aparentemente tenía intenciones de causar daño.
En ambos experimentos los investigadores encontraron que se alteraba la TPJ derecha y los sujetos eran más proclives a juzgar los intentos de causar daño como moralmente permitidos. Por tanto, los investigadores creen que la TMS interfirió con la habilidad de los sujetos a interpretar las intenciones de los otros, forzándolos a basarse en la información del resultado final para realizar el juicio.
El próximo paso de estos investigadores será estudiar el papel de la TPJ derecha en el juicio sobre gente que es moralmente afortunada o no. Por ejemplo, un conductor borracho que atropella a un peatón sería desafortunado comparado con otro conductor borracho que retorna a casa sin sufrir percances, pero el primero tiende a ser juzgado más duramente.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3057
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.
Dibujo cabecera: Christine Daniloff
10 Comentarios
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lunes 5 abril, 2010 @ 1:38 pm
Si nos atenemos al título de la noticia y a su breve desarrollo posterior, el que pueda alterarse el juicio moral no es nada nuevo. Con psicofármacos, drogas prohibidas o con el cotidiano alcohol se hace todos los días miles de veces.
Otra cosa es que se haya detectado el lugar del cortex donde eso sucede y que se haya hecho mediante TMS. Son cosas distintas.
Pero, bueno, todo progreso es bienvenido.
Un saludo.
lunes 5 abril, 2010 @ 3:20 pm
Lo que dice Tomás es totalmente cierto : Un par de copas de buen vino y uno se vuelve más tolerante con los defectos del prójimo. Excepto en los controles de alcoholemia, claro…
Saludos
lunes 5 abril, 2010 @ 11:10 pm
Personas expuestas a radiaciones magnéticas dimanantes de motores eléctricos, aparatos defectuosos de alta tecnología, acopio de antenas celulares, y similares, aparte de tener riesgos medicos objetivos, podrian alterar sus juicis morales…sin ironia, es así.
martes 6 abril, 2010 @ 8:38 am
A Juan Díaz:
Yo diría que sí. ¿Alguien sabe algo concreto sobre esto?
Un saludo.
miércoles 7 abril, 2010 @ 3:01 pm
Vaya por dios:
Ahora resulta que los cámpos magnéticos afectan al ser humano… ¡cuántas veces se ha dicho lo contrario por parte de los expertos de turno!
Habría que ver qué intensidad tiene dicho campo y si es comparable con alguno al que se someta uno usualmente.
Está más que demostrado que las ondas cerebrales se ven afectadas al hablar por el móvil (la perturbación dura varias horas incluso después de dejar de hablar). El cómo afecta esto al cerebro es lo que merece ser estudiado, el efecto sobre las ondas es incuestionable… excepto para el ministerio y las compañías, claro.
Suerte!
jueves 8 abril, 2010 @ 12:18 am
Parece que no se ha captado bien el sentido de la noticia. Ésta no trata sobre el efecto de los campos magnéticos sobre el cerebro, sino sobre otro tema.
La TMS existe desde hace muchos años y se basa en campos magnéticos muy potentes, cerca de lo máximo que tecnológicamente el ser humano es capaz de generar.
Un teléfono móvil o cualquier otro dispositivo del estilo emite radiondas y no es exactamente lo mismo. El campo magnético de esas radiondas son de una intensidad que está muchísimos órdenes de magnitud por debajo del que usa el TMS.
jueves 8 abril, 2010 @ 9:35 am
Estimado Neo: El sentido de la noticia es tan sencillo que dudo que alguien no lo haya captado bien. Por otra parte, que su tema estricto derive, en los comentarios, hacia cuestiones laterales es cosa común aquí y me parece una de sus virtudes.
El 2º párrafo de tu 6 no lo comprendo, pues creo que el ser humano no genera grandes campos magnéticos.Quizá quisiste decir otra cosa.
Cuando en mi 4 pido más información «concreta» sobre el tema que Juan Díaz inicia en su 3, precisamente la califico así para descartar todo aquello producto del miedo popular indeterminado hacia lo desconocido. Por ello puedo estar de acuerdo con el 2º párrafo de Emilio: «Habría que ver qué intensidad tiene dicho campo y si es comparable con alguno al que se someta uno usualmente.», aunque no con el resto del comentario.
Si lo que temes es que esto se desvíe al polémico temor acientífico que menciono, también estoy de acuerdo en que ello podría conducirnos a una de esas teorías conspiratorias que aquí, con buen juicio, se pretenden evitar. Pido disculpas si he contribuido a ello.
Tu última frase es concreta respecto a los teléfonos móviles. Yo me refería a potentes campos magnéticos, como los que pueden darse en las proximidades -imagino que muy cercanas por aquello de lo inversamente proporcional a la distancia- de grandes alternadores o transformadores, etc. También por la evidencia comprobada del efecto del campo magnético terrestre sobre animales migratorios, lo que lleva consigo un efecto sobre sus cerebros aunque, en este caso esté justificado por la existencia de estructuras con moléculas de sustancias magnéticas.
Con este comentario sólo pretendo dejar clara mi posición al respecto y, si fuera el caso, sumarme al repudio de lo conspirativo, aunque reconozco que, a veces, los límites no están definidos; basta considerar el negacionismo de la actual situación de las posturas respecto a los recursos del planeta, por ejemplo.
Recibe un cordial saludo.
jueves 8 abril, 2010 @ 9:34 pm
Estimado Tomás:
He añadido la palabra «tecnológicamente» a mi comentario anterior, creo que así se entiende mejor. Los campos producidos por la actividad cerebral son obviamente minúsculos.
Los campos producidos al lado de transformadores tampoco son muy intensos.
Sí son bastante intensos los producidos en transportes ecológicos como el metro o el tren.
Ninguno de ellos llega a la intensidad de los producidos por el TMS o por los imanes del LHC.
Para hacernos una idea de lo que es un campo magnético intenso sirva esta referencia: http://neofronteras.com/?p=62
viernes 9 abril, 2010 @ 9:41 am
Estimado Neo: No había caído en los transportes que mencionas -supongo creadores de más intensos campos en el metro por la colocación de la maquinaria bajo los vagones, a poca distancia de los pies de la gente- y, en efecto, funcionan a base de potentes motores, transformadores y cables de transporte de alto voltaje. Sólo había pensado en los alternadores y dinamos de centrales eléctricas, grandes motores de empresas y cables de alta tensión.
Heido a la noticia que mencionas y, desde luego, es una altísima magnitud la del campo generado y su contenido es concordante con esta noticia.
Lo que me resulta asombroso es que dada la poca intensidad del campo magnético terrestre, sea capaz de guiar a las aves en sus migraciones, porque ello implica una sensibilidad cerebral al magnetismo muy alta, al menos en aquellos animales que posean esas especializaciones.
Un cordial saludo.
martes 13 abril, 2010 @ 4:21 pm
Tomas: busca «criptocromos» en el Google. Es sorprendente.
Saludos