Simbiosis entre carnívoras y murciélagos
Unas plantas carnívoras han evolucionado para convertirse en refugio e inodoro de los murciélagos en una relación simbiótica mutualista.
Las plantas carnívoras son fascinantes. Como viven en suelo pobres en determinados elementos se las han arreglado para tomar esos elementos de los insectos y pequeños animales que caen en sus trampas. Para ello usan unas enzimas que permiten digerir los compuestos orgánicos que componen sus cuerpos. Algunas de las trampas que utilizan tienen incluso movimiento. Otras, en cambio, tienen métodos más pasivos, como las plantas jarro. Las nepentes son unas de las plantas jarro más bonitas y se presentan en distintas especies repartidas por muchas localizaciones. Se estima que hay unas 120 especies de nepentes sobre las cuales no se sabe prácticamente nada.
Una nepente (Nepenthes rafflesiana, variedad elongata), oriunda de las selvas de Borneo, ha ido un poco más allá de simplemente esperar a que caigan algún insecto en sus jarros y delega parcialmente en unos murciélagos la obtención de los elementos que necesita.
Esta nepentes consigue insectos de una manera indirecta a través de las heces de los murciélagos, animales cuya dieta se basa en insectos. Por tanto, esta planta carnívora ha dejado casi de serlo para a ser una planta coprófaga.
Este tipo de plantas carnívoras normalmente atrae a los insectos con aromas florales, néctar y una decoración visible bajo luz ultravioleta. Cuando se introducen en el interior la pared resbaladiza hace que caigan al líquido digestivo. Pero esta especie de nepente en concreto tiene unos jarros que son unas cuatro veces más grandes que los jarros de especies emparentadas y tiene un volumen bajo de líquidos digestivos. Además tiene menos aromas y patrones ultravioletas. El número de insectos que cae es siete veces menor de lo normal.
Además posee una faja para impedir que el mamífero resbale y que así se evite que se caiga y ahogue en el líquido digestivo. Estas características, junto a la forma del propio jarro, hacen a estas trampas adecuadas para que pequeños murciélagos se alojen en ellas durante el día.
Ulmar Grafe y sus colaboradores inspeccionaron 400 de estas plantas y encontraron en ellas 32 de estos murciélagos (Kerivoula hardwickii hardwickii), animales de menos de 4 cm de tamaño. Equiparon a 17 de estos murciélagos con radiotransmisores para así estudiar sus hábitos. Descubrieron que todos ellos dormían siempre en los jarros de esta nepentes.
Además, descubrieron que el 33.8% del nitrógeno foliar de la planta procede de las heces de los murciélagos, un porcentaje de nitrógeno muy superior que otras plantas de la misma especie que no tienen inquilino.
La planta atrae a los murciélagos para que se cobijen en sus jarros a salvo de los elementos y depredadores, y éstos depositan sus excrementos en ellos además de atrapar algún que otro insecto parásito del mamífero. Las dos especies se benefician una de la otra. Esta simbiosis mutualista entre una planta y un mamífero, que es más dependiente de la primera que del segundo y no al revés, es la primera en ser encontrada entre plantas carnívoras y murciélagos. Sin embargo, otros murciélagos de la misma especie no tienen por qué refugiarse en los jarros de esta especie o en cualquier otra nepentes.
Los murciélagos también pueden alojarse en otras especies bastante menos apropiadas (N. bicalcarata y N. ampullaria), por tanto este sistema de plantas y murciélagos es un buen modelo, según los autores, para estudiar relaciones mutualistas y de explotación.
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Fuentes y referencias:
Noticia en Science.
Artículo original.
Artículo original (completo).
Noticia en Science.
Cóctel digestivo de plantas carnívoras.
Foto cabecera: Holger Bohn.
5 Comentarios
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lunes 31 enero, 2011 @ 8:01 am
«Simbiosis mutualista entre una planta y un mamífero, que hace al segundo más dependiente de la primera que al revés». Opinión que parece dudosa al seguir leyendo: «Sin embargo, otros murciélagos de la misma especie no tienen por qué refugiarse en los jarros de esta especie o en cualquier otra nepentes.»
Por tanto no todos los individuos de la especie necesitan a las nepentes. Pero antes se dice que «el número de insectos que cae es siete veces menor que lo normal», lo que parece obligar a estas plantas a consumir heces de murciélago Supongo que cada planta tendrá varias flores, por lo que podrá conformarse con que quizá sólo una albergue un murciélago.Podríamos saber si el murciélago es imprescindible si se comprobara que toda planta nepente alberga, al menos, un murciélago.
En ese caso estaría absolutamete clara la afirmación contraria: el murciélago depende menos de la nepente que a la inversa.
lunes 31 enero, 2011 @ 8:20 am
Es el problema de no prestar la debida atención. La respuesta está en la frase: «…descubrieron que el 33´8% del nitrógeno foliar de la planta procede de las heces de los murciélagos, un porcentaje muy superior que OTRAS PLANTAS DE LA MISMA ESPECIE QUE NO TIENEN INQUILINO.»
Pero el tema queda en tablas, pues ninguno de ellos parece imprescindible para el otro. En fin…
lunes 31 enero, 2011 @ 9:41 am
Estimado Tomás:
El error que señala ya ha sido corregido. En cuanto a lo demás lo interesante es precisamente que la simbiosis mutualista no es perfecta. Uno no depende del otro totalmente.
Es una simbiosis que se está estudiando cuando está «a medio evolucionar», todavía a medio camino de una simbiosis total.
lunes 31 enero, 2011 @ 11:41 am
Siempre me inquietó como ciertas especies de orquídeas se mimetizan con algunos de sus huéspedes es seguramente una estrategia que le llevó miles o millones de años desarrollar pero que también habla del génesis de la propia inteligencia humana.
martes 1 febrero, 2011 @ 8:10 am
Gracias, Neo. Es muy interesante haber encontrado un estado intermedio que puede acabar en un mutualismo total.
Y sí, estimado Diego Tentor, mucho tiempo ha debido transcurrir para conseguir la inteligencia humana; según como se mire, podría considerarse desde la aparición de los mamíferos, o incluso desde que los primeros ganglios neuronales empezaron a merecer el título de cerebros. Sin embargo una vez conseguida, esta gran complejidad y eficacia puede llevarnos, si no a la desaparición -salvo guerra total- sí a un declive descomunal que intuyo inevitable.