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Sobre la evolución de los peces con mandíbulas

Área: Paleontología — martes, 12 de julio de 2011

Los peces con mandíbulas no reemplazaron a los que no tenían mandíbula por estar mejor adaptados o ser mejores.

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Muestras fósiles de mandíbulas inferiores fósiles de hace 400 millones de años. De izquierda a derecha, y no a escala, las mandíbulas pertenecen a: un pez predador de 8 metros, un pez pulmonado, un pez con hocico tipo pato, un pez de arrecife, un pez emparentado con los animales terrestres y uno relacionado con los tiburones. Fuente: Simon Powell.

Quizás lea esta nota a última hora de la noche una vez que ya ha dejado todos sus quehaceres diarios. O puede que quizás lea esta nota mientras desayuna por la mañana mientras mastica una tostada con mascarpone y mermelada de moras silvestres. Si es esto último espero que recapacite sobre este acto de masticar que está realizando mientras lee esto.
Si puede masticar es porque tiene mandíbulas, al igual que el 99% de los vertebrados modernos. Todos ellos, incluyendo a nosotros mismos, proceden de una línea evolutiva que se remonta hasta los primeros peces con mandíbulas. Pero previamente, no había peces con mandíbulas, eran vertebrados que ahora sólo nos lo recuerdan las lampreas.
Hace 420 millones de años, los peces que dominaban las aguas de este planeta eran peces extraños cubiertos de escudos protectores como los placodermos. En ese mundo extraño los peces con mandíbulas similares a las que tienen los peces ahora eran minoritarios y tenían bocas variadas y raras a nuestros ojos. Esas estructuras bucales poco tienen casi nada que ver con las actuales mandíbulas.
Hasta ahora se creía que los peces con mandíbulas estaban mejor adaptados que los previos sin mandíbulas, así que fueron arrinconando a éstos últimos hasta que prácticamente desaparecieron. Esto es lo que dice la teoría tradicional que hasta ahora no había sido puesta a prueba. Philip Anderson, de la Universidad de Bristol, sostiene que esta teoría está equivocada.
Este investigador ha comparado datos paleontológicos y estudiado diversos diseños de los primeros vertebrados con y sin mandíbulas. Sorprendentemente, sus resultados indican que los distintos mecanismos anatómicos de alimentación de los primeros animales con mandíbulas parece que no tuvieron efecto sobre la diversidad de peces sin mandíbulas de la época. Estos peces sin mandíbulas compartieron ecosistemas con los primeros peces con mandíbulas durante 30 millones de años hasta que empezaron a declinar notablemente. Pero cuando estos peces sin mandíbulas empezaron a desaparecer no fueron sustituidos inmediatamente por peces mandibulados. Muy al contrario, no parece haber pruebas de una inmediata prosperidad de peces con mandíbulas una vez tuvieron libre el espacio ecológico para diversificarse.
Los peces con mandíbulas alcanzaron una diversidad estable en sus aparatos de alimentación muy pronto en su evolución y mantuvieron esa escasa diversidad incluso bajo los cambios medioambientales intensos acaecidos durante el Devónico.
En estudios previos se había sugerido que la aparición de los vertebrados con mandíbulas en los ecosistemas estaba ligada a un evento de oxigenación documentado sucedido hace 400 millones de años, pero estos resultados colocan esta diversificación de los vertebrados con mandíbulas bastante antes.
Estos investigadores esperan que estos nuevos métodos para asignar la variación en sistemas funcionales se pueda aplicar al estudio de grupos extintos en tiempos de transiciones dramáticas, como durante las extinciones masivas y los eventos de radiación evolutiva.
Los grupos que engloban a la mayoría de peces, así como a nuestros antepasados tetrápodos están restringidos a sólo unos pocos tipos de mandíbulas y sistemas de alimentación, mientras que los extraños grupos extintos como los placodermos y peces mandibulados de esa época muestran una amplia gama papeles ecológicos en su alimentación.
Anderson dice que es interesante especular cómo serían los vertebrados terrestres si esa diversidad no hubiera desaparecido una vez concluido el Devónico. Piense en eso cuando mastique su tostada de desayuno, si las cosas hubieran sido distintas ahora quizás su boca y mandíbula serían muy distintas. Y si los peces sin mandíbulas no hubieran desaparecido ahora quizás tuviera un embudo dentado por boca. Puede vengarse de este pensamiento desagradable comiendo un plato de lamprea.
Por cierto, si es capaz de oír como lo hace es porque parte del sistema de huesos que formaba la mandíbula de nuestros remotos antepasados terrestres emigró para formar el yunque, el martillo y el estribo. Aunque esta es otra historia que ya hemos contado por aquí.

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Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.

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2 Comentarios

  1. tomás:

    Creo que la frase en negrita bajo el título y que resume el contenido del artículo, debiera ser: «Los peces con mandíbulas no reemplazaron a los que NO tenían mandíbula por estar mejor adaptados o ser mejores».
    Interpreto que no hubo una dinámica de competitividad directa, sino que la casi extinción de los no mandibulados se debió a otras causas y que su desaparición dejó un gran nicho que fue ocupado con éxito por unos determinados peces con mandíbulas que, en ese momento no eran excesivamente numerosos. Pero imagino que para darse esto, la extinción hubo de afectar menos a los mandibulados.
    Saludos

  2. NeoFronteras:

    Estimado Tomás:
    Pues sí, obviamente faltaba un «no» en el encabezado. Fue corregido. Gracias por señalarlo. Últimamente se cuelan demasiadas erratas.

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