Visión lingüística del color
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Unos científicos han encontrado que nuestra percepción del color depende si los vemos con el hemisferio izquierdo o derecho de nuestro cerebro. El hemisferio izquierdo del cerebro, que es el principal encargado del lenguaje, puede reconocer los diferentes colores más rápido que los distintos sombreados de un mismo color. Así este hemisferio vería el mundo a través del filtro del lenguaje. Los investigadores dicen haber demostrado cómo el lenguaje puede alterar la manera en la que vemos el mundo.
Naturalmente esta no es la primera vez que se propone que el lenguaje afecta las facultades cognitivas del cerebro. Ya en los años treinta Benjamin Lee Whorf propuso una hipótesis controvertida que decía que la estructura del lenguaje afecta la manera en la que la gente piensa. Estudios posteriores demostraron que e algunos casos esto es hasta cierto punto cierto, pero la idea de que el lenguaje afecta nuestra percepción del mundo ha estado abierta hasta ahora.
Richard Ivry y sus colaboradores de la Universidad de Berkeley conjeturaron que el estudio de la visión humana en cada hemisferio cerebral por separado podría suministrar pistas sobre este asunto.
El lenguaje es procesado principalmente en el hemisferio izquierdo y además opera con la información proveniente de la parte izquierda de las retinas de ambos ojos.
Debido a la óptica del ojo la parte derecha de nuestro campo de visión cae sobre el lado izquierdo de nuestras retinas, de este modo los investigadores hipotetizaron que los colores percibidos en el campo derecho podrían sentir en su procesamiento la influencia del lenguaje en mayor medida que los situados al otro lado y que son procesados por el hemisferio derecho que casi no tiene facultades lingüísticas.
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Para probar esta idea se mostraba a unos voluntarios una figura con cuadrados verdes iguales dispuestos en un círculo. Unos de los cuadrados era ligeramente distinto y podía ser situado al lado derecho izquierdo o derecho en diversas posiciones. Se solicitaba a los voluntarios que localizasen este cuadrado y se cronometraba el tiempo de reacción.
Además, el cuadrado distinto podría ser del mismo tono de color que los demás, pero un poco más claro u oscuro; o bien podría tener un tono más azulado.
Cuando el cuadrado especial era colocado a la izquierda los voluntarios lo detectaban en el mismo periodo de tiempo independientemente del tipo de cuadrado.
Cuando el cuadrado especial era colocado a la derecha los sujetos del estudio necesitaban más tiempo para detectar el caso del verde sombreado que el de tono azulado.
Según los investigadores debido a que el cuadrado azulado tiene un nombre diferente el hemisferio izquierdo encargado del lenguaje podría percibir la diferencia de color más rápidamente que los distintos sombreados de un mismo color.
En otro conjunto de pruebas se solicitó a los sujetos que memorizaran una serie de palabras durante estos tests visuales para que el hemisferio izquierdo estuviera ocupado con algo, y tal como se pensaba el tiempo de procesamiento pasaba a ser el mismo debido a la falta de ayuda prestada por ese hemisferio. Con esto se demostraba que eran efectivamente las facultades lingüísticas las que proporcionaban la ventaja.
Ahora este equipo de investigadores estudia el mismo efecto con objetos de la vida cotidiana en lugar de colores para ver si su nombre afecta a su percepción.
También sugieren que sería interesante estudiar por separado los lados izquierdos y derechos de las obras de determinados pintores para ver si hay este tipo de efecto.
Referencia: Gilbert A. L., et al. Proceedings of the National Academy of Sciences.
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