Cómo conservar 2/3 de las especies de plantas
Eligiendo cuidadosamente las regiones a preservar, con sólo un 17% de la superficie firme de la Tierra protegida se podría evitar la extinción de dos tercios de las especies de plantas.
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Vivimos una crisis en la biodiversidad sin parangón desde la última extinción masiva. El ser humano con su comportamiento está llevando a la extinción a multitud de especies. A unas directamente y a otras a través de la destrucción del medio en el que viven.
La Historia nos enseña que toda civilización que no ha sabido administrar bien sus recursos ecológicos ha desaparecido. En la actualidad parece que hemos olvidado este hecho fuera de toda ideología y nos creemos hechos de ectoplasma divino y capaces de vivir fuera de todo ecosistema natural. Pero la verdad es que la biodiversidad es el agua que bebemos, el aire que respiramos, la comida que comemos o las medicinas que nos administramos. Además la biodiversidad es irrecuperable en una escala temporal histórica (sí geológica) y un bien cultural y científico incalcualble.
Queremos tener el último modelo de automóvil o smarphone y de esto no se salvan ni los profesores universitarios. Pero nuestras acciones tienen consecuencias y el biodiesel que se añade al combustible de nuestro coche empuja a la extinción a los orangutanes de Borneo o la soja que consumimos proviene de la destrucción de la selva del Amazonas.
La situación es ya imparable y revertir la tendencia es muy difícil. Quizás ya nos tengamos que conformar con salvar a sólo una parte del patrimonio ecológico de la Tierra. ¿Cuánta superficie tendremos que conservar para evitar la extinción de una parte de las especies? Según expertos de la Universidad de Duke basta con preservar el 17% de la tierra virgen del mundo para evitar la extinción de dos tercios de las especies de plantas.
Este grupo internacional de investigadores ha llegado a esa conclusión gracias al uso de un modelo computacional con el que han identificado las regiones del planeta más pequeñas que contienen el mayor número de especies vegetales.
Según sus autores el trabajo permite alcanzar la meta propuesta por la Convención para la Diversidad Biológica de 2010, que proponía tratar de conservar el 60% de las especies de plantas y el 17% de la superficie. “para alcanzar esta meta necesitamos proteger más tierra, en promedio, que la que protegemos en la actualidad y mucho más en sitios clave como Madagascar, Nueva Guinea y Ecuador”, dice Stuart L. Pimm. “Nuestro estudio identifica regiones de importancia. El próximo y lógico paso a dar será tomar las decisiones locales tácticas dentro de estas regiones para asegurarse la conservación de la superficie más crítica”, añade.
La especies vegetales no están distribuidas al azar por el planeta, sino que ciertas áreas como América Central, el Caribe, el norte de los Andes o ciertas regiones de África y Asia tienen mucha mayor biodiversidad vegetal que el resto al tener un mayor número de especies endémicas que no pueden ser encontradas en ningún otro sitio. Pero son precisamente estas especies endémicas las que están en un mayor peligro de extinción.
Estos científicos combinaron distintas regiones para así maximizar el número de especies en un área mínima. Para ello tuvieron que identificar las regiones con el mayor número de especies endémicas en función del área de las mismas, lo que necesitó del análisis de los datos relativos a más de 100.000 especies de plantas con flores recopilados por los Reales Jardines Botáncos de Kew en Reino Unido. El estudio se pudo realizar gracias a un complejo algoritmo realizado por Lucas N. Joppa y Piero Visconti, ambos del Microsoft Research’s Computational Science Laboratory.
Como resultado obtuvieron un mapa cuyo código de colores revelaba la densidad de especies endémicas. Con ello se pudo averiguar qué regiones son prioritarias para su conservación.
Además hicieron lo mismo con aves, mamíferos y anfibios encontrando que los lugares eran los mismos. Por tanto los sitios a priorizar a la hora de conservar las plantas son los mismos que para los animales, como era lógico pensar a priori.
Pimm dice que la fracción de terreno protegido en zonas de alta prioridad aumenta cada año gracias a la creación de parques nacionales y gracias a que se devuelve una mayor autonomía a la gente nativa de esos lugares.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4185
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.
6 Comentarios
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sábado 7 septiembre, 2013 @ 8:58 pm
Ese es el problema. Es el 17% en promedio, seguro que es suficiente con el 1% de Islandia… y el 67% de Papua.
sábado 7 septiembre, 2013 @ 10:41 pm
El problema es que asumen que con sólo el 17% protegido será posible mantener las condiciones climáticas y eso no es posible. La selva del Amazonas o de Borneo necesitan de algo más que una pequeña región para mantener su régimen de lluvias. Si se conserva sólo una pequeña parte entonces no habrá clima que la mantenga y desaparecerán también esas pequeñas regiones.
Y cuando todo la superficie terrestre esté cubierta con cultivos, salvo ese supuesto 17%, para mantener la superpoblación y nuestro consumo, ¿qué pasará al día siguiente cuando nazcan tropecientos mil niños? ¿Se podrá seguir manteniendo esos parques del 17%?
Triste época la nuestra en la que la Naturaleza ya está sólo en los parques nacionales.
martes 10 septiembre, 2013 @ 2:14 am
«Ningún tonto tira piedras contra su propio tejado», ¡ja!
martes 10 septiembre, 2013 @ 6:30 pm
Estimado Miguel Ángel:
Como comunidad quizás tiremos piedras a nuestro tejado común, pero lo percibido por cada individuo es que no importa si tiramos piedras a ese tejado si con ello obtenemos un beneficio cortoplacista particular.
miércoles 11 septiembre, 2013 @ 9:03 pm
Querido Neo:
Es un buen ejemplo de autoengaño. Y esa misma perspectiva cuenta con la anuencia del sistema capitalista (eso cuando no es fomentada por los gobiernos del modo más descarado e irresponsable).
Lo peor es que, a corto plazo, pueden quedar contentos tanto el gobierno en cuestión (exhibiendo unas décimas de subida en el PIB) como el individuo particular con su mendrugo de pan para hoy.
Una partida de Monopoly termina cuando uno de los jugadores arruina a todos los demás, pero en la que estamos embarcados no habrá ningún ganador: acaba todos perdiendo y el tablero destrozado. Y ya sin tablero, ni siquiera podremos empezar una nueva partida en la que hacer las cosas mejor.
Usted suele hacer hincapié en la importancia de no caer en la inacción, pues bien, aquí nos los jugamos absolutamente TODO, cualquier otro tema del que podamos hablar palidece al lado de éste. De poco nos servirá seguir hablando de fomentar la investigación científica o nuestras conversaciones sobre el cerebro o el bosón de Higgs si nos olvidamos del asunto que tenemos entre manos.
Ayer leí una frase de Nadal, el tenista, que decía que cuando un partido se le pone cuesta arriba lo más importante para él (independientemente de que al final pierda) es no irse con la sensación de no haber intentado algo diferente para cambiar las cosas. Eso es, ¿por qué no intentamos algo diferente?
¿Por qué seguir jugando a ese Monopoly cuando un juego de colaboración podría llevarnos a un final completamente diferente en que todos ganan?
Es de vital importancia que caigamos en la cuenta, pero somos muy recalcitrantes: hace poco pusieron un documental sobre la situación actual de la pesca en la Isla de Pascua. Desde hace bastantes años ya no hay pescadores profesionales en la isla y los corales del arrecife están en bastante buen estado, pero sigue sin haber pesca porque, aunque ya no se ganan la vida con ello, sigue habiendo isleños que salen a pescar con fines recreativos en sus días de descanso.
Las imágenes mostraban un coral saludable, pero con muy pocos peces y la mayoría ejemplares jóvenes muy pequeños. Acompañaron a unos isleños en su barca que no pararon de protestar por la mala situación de la pesca: sólo pescaron un pez y dijeron que era bastante pequeño, ¡pero no lo devolvieron al agua!
Si esta gente no ha escarmentado teniendo la historia que tienen se antoja aún más difícil que otros escarmienten en carne ajena, pero imposible no es y rendirse debe ser lo último.
Como posible solución han pensado en implementar una reserva del mismo modo que se hizo en la isla de Sala y Gómez que es la más próxima a Pascua y está llena de peces.
jueves 12 septiembre, 2013 @ 9:29 am
Me sumo a las razones de Neo y al sentir de Miguel Ángel: Aunque todo indique que las cosas seguirán del mismo absurdo modo, los que estamos concienciados, los que notamos que este sistema social de injusticia y corrupción, de consumo desaforado, nos lleva a la hecatombe, no debemos dejar de luchar por convencer a los demás hasta nuestro último aliento.
Un fuerte abrazo.