Recrean la sensación de presencia extraña
Unos investigadores consiguen con un truco mecánico reproducir la sensación de que hay una presencia fantasmal.
Los fantasmas existen, pero sólo en la mente como fenómeno neurológico. Así se desprende de un estudio reciente.
Los pacientes con ciertos desórdenes neurológicos, psiquiátricos o personas normales en situaciones extremas dicen algunas veces que sienten una presencia extraña de manera inexplicable y persistente. Normalmente se describe una presencia que se siente, pero que no pueden ver. A veces se le atribuyen cualidades de demonio o de ángel de la guardia y el fenómeno se da en muchas culturas.
Así por ejemplo, en 1970 el montañero Reinhold Messner, según bajaba exhausto con su hermano del Nanga Parbat, dijo que a su lado derecho apareció súbitamente un tercer montañero unos pasos por detrás, justo fuera de su campo de visión. Era invisible, pero estaba ahí, o, al menos, así lo creía Messner.
Otro caso similar fue el de Frank Smythe, que en 1933, según intentaba en solitario subir el Everest, tuvo la sensación de que alguien subía escalando con él, justo detrás de él. Incluso cortó un trozo de un pastel que llevaba consigo para ofrecérselo al escalador invisible.
Historias similares han sido relatadas por numerosos montañeros, exploradores o supervivientes de desastres.
Este fenómeno de sentir una presencia es diferente de otro tipo de alucinaciones corporales, como la experiencia fuera del cuerpo según la cual el yo puede estar fuera observando su propio cuerpo, o diferente del efecto doppelgänger en el que uno ve e interacciona con un doble suyo. En estas alucinaciones hay una componente visual que no tiene el fenómeno de sentir una presencia extraña y que tiene un aura más mística. En este caso uno está convencido de que hay alguien, pero no ve u oye nada especial.
En un nuevo estudio realizado por Olaf Blanke (EPFL) y sus colaboradores se ha podido recrear esa presencia mediante un ingenioso truco y, por tanto, se ha podido dar una explicación racional y sencilla al fenómeno.
Estos investigadores han mostrado que la sensación de que hay una presencia es el producto de la alteración de las señales sensomotoras del cerebro, señales que están involucradas en la generación a la auto-consciencia mediante la integración de nuestros movimientos y la posición del nuestro cuerpo en el espacio. En el experimento se interfirió la señal sensomotora de unos voluntarios de tal modo que el cerebro no podía identificar esas señales como pertenecientes al propio cuerpo, sino que eran interpretadas como pertenecientes a algún otro.
La pista para este hallazgo vino de la mano del estudio de doce pacientes con desórdenes neurológicos (principalmente epilépticos) que habían experimentado esta clase de “apariciones”. Los análisis de resonancia magnética nuclear de sus cerebros mostraron que había una interferencia entre tres regiones cerebrales: el córtex insular, el córtex parietal frontal y córtex temporal parietal frontal. Estas regiones están relacionadas con la autoconsciencia, el movimiento y el sentido de la posición del cuerpo en el espacio; juntas contribuyen al procesamiento de la señal multisensorial, que es importante para la percepción del propio cuerpo.
Para realizar el experimento los investigadores implicados vendaban los ojos al voluntario de turno y se le decía que realizara movimientos con un sistema robótico. El robot tenía dos componentes: un maestro y un esclavo. A los voluntarios se les pedía que movieran el brazo del robot maestro con una mano. Esto hacía que el robot esclavo detrás de ellos les tocara la espalda (ver foto). Básicamente con ello se conseguía que los voluntarios tocaran sus propias espaldas. Además recibían una retroalimentación táctil del brazo del robot maestro en sus manos, por lo que sentían que se tocaban la espalda. Como resultado se producía una discrepancia espacial, pero, como los movimientos del robot estaban sincronizados, el cerebro del voluntario era capaz de adaptarse.
Después lo investigadores introducían un retraso temporal de medio segundo entre el movimiento del voluntario y el toque del robot. Bajo esas circunstancias asíncronas se distorsionaba la percepción temporal y espacial y se pudo reproducir la ilusión de la presencia fantasma en algunos casos. La sensación que era todavía más frecuente cuando se eliminaba la retroalimentación táctil.
Los voluntarios no sabían el propósito del experimento, pero al cabo de tres minutos de empezar la parte asíncrona se les preguntó qué sentían. Muchos de ellos informaban de una fuerte sensación de presencia, incluso cuando no creían en fantasmas. Para algunos el sentimiento era tan fuerte que pidieron que se parara el experimento.
Nuestro cerebro posee varias representaciones de nuestro cuerpo en el espacio. Bajo circunstancias normales es capaz de unificar estas representaciones en una única percepción de uno mismo. Pero si hay un mal funcionamiento por alguna causa (sea por un problema neurológico o por la acción de un brazo robótico), entonces el cerebro puede recrear una segunda representación de nuestro propio cuerpo que no es percibida como propia y que se interpreta como una presencia.
Esta sensación de que hay una presencia suele suceder a montañeros cuando están por encima de los 6000 metros de altura, bajo condiciones de extrema fatiga, en donde el nivel de oxígeno es bajo y hay una privación de sensaciones externas en un paisaje blanco y gris monótono. No hay otros humanos, ni colores, ni animales… Bajo estas circunstancias se inducen estados alterados de consciencia en el cerebro, que junto a la actividad motora bajo extrema fatiga genera la distorsión sobre las señales sensomotoras y, entonces, se produce el fenómeno.
Según estos investigadores el experimento ha conseguido inducir la sensación de una presencia extraña en condiciones de laboratorio por primera vez. Además, demuestra que esta sensación puede aparecer bajo condiciones normales mediante la creación de un conflicto en las señales sensomotoras.
El sistema robótico imitaba las sensaciones de algunos pacientes con desórdenes mentales o gente sana bajo circunstancias extremas, por lo que se confirma que el fenómeno está causado por una alteración de la percepción del propio cuerpo por parte del cerebro.
El resultado puede ayuda a entender algunos de los síntomas que sufren los pacientes con esquizofrenia. Estos pacientes suelen tener alucinaciones o ilusiones asociadas con la presencia de una entidad cuya voz pueden llegar a oír o cuyas acciones pueden sentir. Esta percepción se puede atribuir a un mal funcionamiento de los circuitos cerebrales que integran la información sensorial con el movimiento del cuerpo. Quizás se puedan desarrollar terapias que ayuden a estos pacientes a diferenciar entre uno mismo y los demás a raíz de este nuevo resultado.
Pero, por desgracia, incluso después de este estudio, seguirá habiendo gente que crea en los fantasmas y otros seres sobrenaturales.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4539
Fuentes y referencias:
Artículo original
Foto: Alain Herzog/EPFL.
8 Comentarios
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miércoles 12 noviembre, 2014 @ 1:03 am
También recuerdo haber leído que el oído humano es capaz de «sentir» el volumen de aire ocupado en una habitación con los sonidos casi imperceptibles (reberv) que existan, y cuando éste volumen cambia es porque alguna presencia lo está ocupando, por tanto se puede sentir si alguien entra.
sábado 15 noviembre, 2014 @ 3:51 am
«Seguirá habiendo gente que crea en los fantasmas y otros seres sobrenaturales»: si tuviésemos un poquitín de idea de cómo funciona el cerebro sabríamos que no debemos fiarnos de nuestras percepciones NUNCA, ni siquiera en los momentos de máxima lucidez.
Pero justamente es al contrario: sobreestimamos nuestras capacidades. Consideramos que tenemos una visión correcta cuando, en realidad, sólo vemos aceptablemente lo que está en el centro del campo visual; creemos que nuestras decisiones son racionales cuando elegimos cosas tan importantes como la pareja, el trabajo o la casa que vamos a comprar, pero la realidad es que la que decide es la parte inconsciente…
Un caso único y muy impactante de montañeros es el de Lincoln Hall que, en una expedición al Everest, sufrió un edema cerebral y fue abandonado a 8.600 metros de altitud creyendo que estaba muerto. Sin embargo, para sorpresa de todos, fue hallado vivo al día siguiente, después de pasar toda la noche en la zona de la muerte, aislado, con edema cerebral y sin bombonas de oxígeno…algo que no se creía posible.
Cuando le encontraron estaba sentado en el borde de una arista con el traje abierto. Se había quitado la ropa porque estaba sufriendo los efectos de la penúltima fase de la hipotermia, que consiste precisamente en una sensación de calor paradójica motivada por vasodilatación.
http://montanismo.org/dejado-por-muerto-en-el-everest
También sufrió alucinaciones: si no me falla la memoria, cuando le encontraron en la arista, dijo que iba a ir nadando hasta un barco estaba viendo. Tuvo suerte de que le encontrasen justo en ese momento ya que si hubiese seguido su pálpito se hubiese caído por el borde de la arista hacia el abismo.
http://www.youtube.com/watch?v=qM49-bNThss
Nuestras percepciones, nuestros pensamientos…todo es pura ilusión.
sábado 15 noviembre, 2014 @ 11:19 am
Hombre, Miguel Ángel, ¿»…todo es pura ilusión»?. Me recuerdas a Segismundo: Sueña el rey que es rey, y vive…
No hay, en efecto, «ángel de la guarda», aunque algún Miguel tenga vocación de ese oficio. Los que son así suelen ejercer de médicos, enfermeros, bomberos, de voluntarios en organizaciones de ayuda y dedicaciones de ese cariz. Nunca los verás en el verdadero sacrificio de dedicarse a la dolorosa política, ni incluso sin cobrar; ¡los muy miserables! que diría alguno de los múltiples honorables que nos asisten para que nuestra vida sea más ordenada y llevadera.
El caso es que me ha impactado tu «NUNCA». Pienso que la realidad es una, aunque con esto de la MC, Dr. Thriller me lo pusiera tan duro. Pero la realidad que yo percibo, sin duda difiere de la tuya. Aunque estemos juntos (separados por escasos diez centímetros), el árbol que vemos, por poner el sentido más preeminente en los humanos, ya no exactamente igual. Y no digo, si eres, además, esos diez centímetros más alto. Pero esa misma realidad, captada por una abeja es asombrosamente distinta. Por tanto, es seguro que la evolución nos a llevado a las distintas especies a percibir la realidad del modo que es la que más conviene a nuestras necesidades. O, mejor dicho, que percepción y necesidades están íntimamente relacionadas.
Es impactante el vídeo de Lincoln Hall que recomiendas. También lo fue la peli que vi anoche: «El santuario». Es la aventura de un equipo que se mete en la sima más grande de la Tierra. Pero, en fin esto no viene al caso.
Tú habrás visto muchos más, pero yo he tenido ocasión de contemplar delirios en los que el enfermo percibe como realidad indiscutible lo que es mera ilusión. Así que lo más difícil es conocer el estado de nuestra mente.
Y eximo a nuestros compañeros amigos de soportar más filosofía barata.
Un fuerte abrazo.
sábado 15 noviembre, 2014 @ 11:23 am
Perdón: En el tercer párrafo debería poner: «… nos ha llevado…». Lo siento.
domingo 16 noviembre, 2014 @ 4:12 pm
Al hilo de lo que cuenta Miguel Ángel, algún día se contará la verdadera historia de la moral de los alpinistas profesionales.
lunes 17 noviembre, 2014 @ 10:25 am
No puedo saber exactamente a que se refiere Neo en su comentario, pero, precisamente sobre el tema de los intentos muy arriesgados en los que para remediarlos han de ponerse en juego incluso vidas de otras personas, tuve una conversación con un amigo hablando sobre el vídeo recomendado por Miguel Ángel.
Nuestra charla se centró más bien en la validez de la razón que resumo, copiando a alguien cuyo nombre no recuerdo, aunque sé que fue inglés: «porque está ahí». Para ambos aquello tenía poco sentido. Aunque si sólo es él mismo quien pueda verse gravemente afectado por las consecuencias, parece una decisión personal que no tiene por qué discutirse.
lunes 17 noviembre, 2014 @ 10:42 am
Subir montañas es algo maravilloso y la razón de «porque están ahí» es la mejor, porque eso es lo que hace el ser humano: explorar, llegar donde no ha llegado nadie…
Abandonar a un montañero a 8000 m porque los demás «creen» o quieren creer que ha muerto es discutible.
martes 18 noviembre, 2014 @ 9:16 am
Querido Neo:
Si alguien «quiere creer» que su compañero está muerto, es más que vergonzosa tal actitud; posiblemente hasta criminal. En ese tipo de previsibles situaciones es cuando el móvil de «porque está ahí» no me resulta válido. Si uno conoce la alta probabilidad de tener que ser rescatado con peligro cierto para otros, esa razón no me sirve. Otra cosa es que arriesgue su vida como más le plazca, que para ello cada uno es dueño de la suya, y si es por romper fronteras e ir más allá en cualquier conocimiento, su valor es admirable. Por eso me parecen extraordinarios los bomberos o los voluntarios que, sabiéndolo, ponen en peligro su salud y su vida ayudando a combatir epidemias como las del ébola.
Por cierto, no veía ocasión para excusarme ante Teresa Romero por una frase de mi comentario 6 en el artículo «Aceleran los esfuerzos contra el ébola». Escribí: «El no decir en urgencias su dedicación me parece culàble…» Luego relativizaba esa afirmación. Ahora parece que eso no es cierto, sino que forma parte de esa actitud que, en las catástrofes, echa la culpa al muerto. Me siento mal por haber creído a la prensa, con seguridad informada por los responsables políticos -bueno, por los irresponsables, como suele suceder-. Sinceramente lo lamento y me alegro infinitamente de que todo haya salido bien para mi admirable Teresa, que quiere seguir en la dura y peligrosa brecha y que ofrece su actual estado de inmunidad para ayudar a los demás.
Cordiales saludos, estimado Neo, porque, además, no creo que estemos muy alejados en nuestras opiniones al respecto.