Dieta de limitación horaria
Las moscas que tienen acceso ilimitado a la comida, pero sólo durante una determinada franja horaria de 12 horas, envejecen menos y están más sanas que las que tienen acceso de 24 horas a la comida.
Los seres humanos estamos diseñados para la escasez de alimentos. Evolucionamos durante millones de años en un entorno en el que no había supermercados ni frigoríficos a los que ir en el momento que sintiéramos algo de hambre o gula. En la actualidad nuestros cuerpos siguen tolerando bien la escasez, pero no la abundancia. En general una anoréxica que no esté en las últimas tiene mejores analíticas que una persona obesa.
Encima estamos diseñados para comer cuando vemos comida. Un paseo a la cocina para tomar agua puede llevarnos, además, a comernos unos bollos si estos están a la vista. Lo mejor es guardar la comida en armarios para no verla.
Encima, la comida, sobre todo los dulces, producen una satisfacción instantánea con la que tratamos de compensar la vida ajetreada, llena de ansiedad y, a veces, triste y vacía que llevamos.
Este tipo de características aumentaban nuestra supervivencia y éxito reproductor en el pasado, por eso eran seleccionadas por la evolución. Ahora es al contrario, pero esperar hasta que la evolución opere de nuevo llevaría un tiempo muy superior a las posibilidades de supervivencia del género humano.
De todos modos puede que esta época de abundancia desaparezca pronto, dados los problemas energéticos, de cambio climático, contaminación, colapso ecológico y crecimiento exponencial en el que estamos sumidos.
El caso es que ahora se está empezando a descubrir que lo que comemos y cuánto comemos es tan importante como cuándo lo comemos. De nuevo, nuestros antepasados de la sabana africana, no se despertaban por la noche para ir al frigorífico a comer cualquier cosa que hubiera allí.
Así por ejemplo, las personas que en la actualidad cenan más tarde o comen por la noche suelen tener más problemas cardiovasculares que las que no lo hacen.
En unos experimentos con ratones se vio que los ratones que tenían una limitación de horario a la hora de comer comida a su libre disposición no engordaban y estaban más sanos que los ratones de control que podían comer a cualquier hora, pese a que ingerían casi la misma cantidad de calorías. Entre otras cosas eran menos proclives a desarrollar diabetes de tipo 2.
El problema es desligar los efectos psicológicos de los meramente metabólicos. Así que unos investigadores de la Universidad de San Diego y del Instituto Salk han realizado un experimento de dieta de limitación horaria con moscas de la fruta.
Al parecer, las moscas de la fruta sometidas a este tipo de dieta envejecen menos y tienes menos problemas de salud que las del grupo de control sin este tipo de restricciones.
Lo más interesante quizás ha sido descubrir que los genes responsables del ciclo circadiano son parte integral en el proceso, aunque todavía no lo puedan afirmar categóricamente.
Girish Melkani y Satchidananda Panda usaron moscas de la fruta porque, además, han sido usadas mucho en el pasado como modelo para investigar las bases genéticas de diversos problemas de salud en el ser humano, incluyendo las enfermedades cardiovasculares.
En el experimento realizado se usaron dos grupos de moscas de la fruta de dos semanas de edad. Al primero se le dio una dieta estándar a la que podían acceder las 24 horas del día. Al otro grupo se le dio la misma dieta pero con un acceso de sólo 12 horas al día. A lo largo de varias semanas estos investigadores anotaron cuánto comían las moscas y midieron una serie de indicadores de salud relacionados con el sueño, el peso corporal y la fisiología del corazón.
A las tres semanas las moscas con la restricción de 12 horas dormían mejor, no ganaron tanto peso como las otras y tenían corazones más sanos. Todo pese a que la cantidad de comida total consumida era similar. El mismo resultado fue observado al cabo de cinco semanas. Las moscas de la fruta viven unos 60 días.
En otra tanda de experimentos comprobaron, además, que los beneficios de la dieta de restricción horaria no solamente beneficiaba a las moscas jóvenes, sino también a las de más edad. Siempre se obtienen beneficios independientemente de cuándo se aplique.
El análisis del ARN de las moscas en distintas fases del experimento permitió identificar tres caminos genéticos relacionados en el proceso: el anillo del complejo TCP-1 que ayuda en el plegamiento de proteínas, los complejos mitocondriales de cadenas de transporte de electrones y genes responsables del ritmo circadiano.
En otros experimentos vieron que las moscas manipuladas genéticamente con versiones del TCP-1 y genes circadianos no funcionales no presentaban beneficios cuando se las sometía a la dieta de restricción horaria.
Sin embargo, las moscas que tenían genéticamente manipulados los complejos mitocondriales de cadenas de transporte de electrones sí mostraron los beneficios de la dieta en cuestión.
Los investigadores nos saben aún cómo estas tres vías trabajan juntas y será necesaria realizar más investigaciones al respecto.
Este resultado, junto al de los ratones, indica que el patrón de comidas tiene un gran impacto sobre nuestro cuerpo y cerebro. Aunque todavía sea pronto para extrapolar los resultados a humanos, según estos investigadores. Los humanos no consumimos el mismo tipo de comida a lo largo del día y nuestro estilo de vida nos impone unos determinados horarios de comidas.
Pese a todo, Melkani se muestra optimista sobre la posibilidad de que estos resultados puedan algún día aplicarse al ser humano para que así la salud de todos salga beneficiada. “La dieta de restricción horaria no requeriría que la gente cambiase drásticamente sus estilos de vida, sólo los momentos del día en los que podría comer. El mensaje que llevarse a casa es entonces eliminar los snacks de por la noche”, dice Melkani.
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Fuentes y referencias:
Artículo original
Foto: André Karwath/ Wikipedia.
5 Comentarios
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martes 24 marzo, 2015 @ 1:20 am
Me llamó la atención lo de que las moscas con dieta restringida no ganaron peso. Jamás se me había pasado por la cabeza el concepto de obesidad entre insectos.
miércoles 8 abril, 2015 @ 8:09 am
Hola Raddek:
Puedes informarte sobre eso un poco con algún detalle más y completando en artículo en: http://www.xatacaciencia.com/biologia/los-insectos-tambien-pueden-sufrir-obesidad. El filtro me impide poner la letra debida en xatacaciencia; concretamente, delante de la tercera «a». No logro comprender esa manía a la «k».
Explica que, a pesar de almacenar grasas, confirmando, de paso, su mayor mortalidad, su exoesqueleto les impide aumentar de volumen. Es un post sencillo y divulgativo.
Saludos cordiales.
miércoles 8 abril, 2015 @ 8:13 am
¡Asombroso!: Radek no tiene problema, se pone azul la dirección cuando, en realidad una letra está cambiada, y, por último la entrecomillada «k» es aceptada. No lo entiendo.
jueves 9 abril, 2015 @ 2:02 pm
Gracias Tomás!
Ya veo que luego del botox vendrán los exoesqueletos para evitar engordar.
viernes 10 abril, 2015 @ 8:21 am
Muy ingenioso tu remedio. Eso me recuerda aquellos sostenes -ahora sujetadores- que usaban las mujeres en los 60 -creo-, duros y puntiagudos, y que todavía pueden verse bajo las blusas en las películas de aquella época. Eran como una coraza de castidad provocadora y muchas veces engañosa. ¡Traidoras!