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Un tercio de los acuíferos en peligro

Área: Medio ambiente — domingo, 21 de junio de 2015

Estamos agotando un tercio de los acuíferos más importantes del mundo sin ser conscientes de ello.

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Según dos estudios recientes, los humanos estamos agotando ya un tercio de los acuíferos más importantes del mundo sin saber que pronto pueden secarse.
El agua subterránea es una fuente importante de agua dulce para consumo, la agricultura y la industria en muchos lugares, sobre todo en zonas secas. Pero el agua que contienen los acuíferos de esas zonas secas es agua que se ha ido acumulando a veces durante muchísimo tiempo y la estamos consumiendo a un ritmo muy superior al de su reposición. Lo que podría ser un recurso renovable se está convirtiendo en un recurso fungible.
En zonas costeras secas la reducción del nivel de los acuíferos hace que entre agua marina, por lo que esos acuíferos se vuelven salobres y entonces el acuífero se pierde irreversiblemente para la escala humana.
Además de toda esta sobreexplotación, está la contaminación por pesticidas, fertilizantes y productos químicos de esas mismas aguas. Ahora, una de las nuevas causas de contaminación de los acuíferos es la fractura hidráulica, que consiste en introducir agua a presión cargada de productos químicos en las rocas del subsuelo para así extraer hidrocarburos.
Pero la sobreexplotación en sí es ya un gran problema que no se puede cuantificar adecuadamente. Es sencillo saber la cantidad de agua que hay en un embalse, pero medir la cantidad de agua que hay, que entra y que sale de un acuífero es mas complicado, principalmente porque está en el subsuelo.
Ahora se ha conseguido medir este tipo cosas en 37 cuencas hidrográficas del mundo usando los datos tomados por satélite gracias a la misión GRACE de la NASA, misión que consiste en dos satélites que miden el campo gravitatorio local.
En este caso se trataba de medir el campo gravitatorio que se da en las distintas cuencas y comprobar cómo ganan y pierden agua sus acuíferos. Al fin y al cabo, el agua tiene una masa y si se repone o se extrae tiene que cambiar la fuerza del campo gravitatorio localmente. Este sistema permite incluso medir el ritmo al que se extrae el agua de esos acuíferos.
Los resultados no son alentadores. Entre 2003 y 2013, de esas 37 cuencas, en 21 los niveles de agua declinaron. Y en 8 de esas 21 no se repusieron en absoluto de manera natural. Sólo en 5 de esas 21 se repuso el agua ligeramente.
Como era de esperar, las cuencas hidrográficas que se encuentran en las regiones más secas, como las de la península Arábica, son las que tienen una muy mala perspectiva. Y lo que es peor, cuando se comparan estos resultados con datos antiguos de otras épocas recolectados por otros métodos, se puede comprobar que el 90% de las cuencas de estas zonas se quedarán sin agua.
En algunos de estos lugares se trata incluso de agua fósil con miles de años de antigüedad que se extrae a un ritmo muy superior al de su reemplazamiento.
Este problema se suma a la contaminación de los ríos y lagos, a la fusión de los glaciares y al cambio de régimen en el patrón de las nevadas en las montañas que está provocando el cambio climático. Cada vez hay menos agua dulce limpia a repartir entre la población humana.
Pero, además, el crecimiento de la población acelerará este agotamiento del agua dulce. Esto es especialmente acusado en muchos lugares de África, en donde el clima es seco, pero en los que la población humana está teniendo un crecimiento explosivo.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4699

Fuentes y referencias:
Artículo original I.
Artículo original II.
Foto: Jeanne Menj, vía Flickr.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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1 Comentario

  1. tomás:

    Pues la cuestión es clara: los estados han de preocuparse por la calidad de las aguas además de que su uso esté justificado y que se utilicen los medios más modernos para que la agricultura reciba lo que precise sin utilizar medios derrochadores imposibles de sostener. Y por supuesto una vigilancia de la industria.
    Pero llegamos a lo más difícil: hay que disminuir la población. Quizá a la mitad de la actual, como -poco más o menos- estimó Lovelock. Eso trae problemas de todo tipo que hay que resolver; pero es que no queda otra. Es decir: control estricto de la natalidad, dentro de un acuerdo de todas las naciones. Estoy seguro de que hasta los que ya no puedan reproducirse se rebelarán contra esa invasión del estado en lo más íntimo de las libertades de la humanidad. Ello nos lleva a una divulgación de lo que está sucediendo para que se comprenda una medida así.

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