NeoFronteras

Teoría de la mente en simios

Área: Etología,Psicología — sábado, 8 de octubre de 2016

A cierto nivel, los simios son capaces de anticipar los pensamientos de los demás, algo que se creía exclusivamente humano.

Foto

Los seres humanos tendemos a predecir lo que piensan y sienten los demás. Esto de ponerse en lugar del otro nos permite anticiparnos a las acciones de los demás.

Es lo que se llama “teoría de la mente”. Es asumir que los otros tienen mente y que se tiene la habilidad de atribuir deseos, intenciones y conocimientos en los demás.

Los humanos asumimos que hay otras mentes e intentamos inferir qué piensan esas mentes. Creemos, además, que esta es una facultad estrictamente humana. Pero unos experimentos recientes demuestran que los grandes simios también tienen esta facultad, algo que se suma a muchas otras cualidades descubiertas con anterioridad.

Esto es algo que parece muy difícil de probar, pues los simios, en general, no nos cuentan, a diferencia de los humanos, lo que piensan sobre las creencias de los demás.

En un artículo recientemente publicado en el que se describen esos experimentos, se muestra que estos grandes simios son capaces de inferir las creencias de otros, incluso cuando esas creencias contradicen la realidad y entonces son capaces de anticipar el error. Es similar a cuando un humano ve una comedia y le hace gracia el error que va a cometer uno de los protagonistas. Así que, en este caso, nada mejor que rodar unas pequeñas secuencias diseñadas para ser vistas por simios, como veremos a continuación.

Además, el hallazgo contradice los estudios previos que sostenían que los humanos éramos únicos a la hora de reconocer los deseos, creencias y pensamientos de los semejantes. Sólo los chimpancés parecía que tenían alguno de estos aspectos. Sin embargo, desde hace décadas se han podido observar comportamientos en simios que sugieren una comprensión social bastante compleja.

En estudios previos se vio que los niños por debajo de cuatro años fallaban los tests en los que se intentaba medir este aspecto, así que se asumió que para que exista una teoría de la mente que permita comprender las creencias falsas de los demás era necesario que existiera un pensamiento sofisticado, algo que sólo se desarrolla en humanos más tarde y que se supone no está en los simios.

Pero ya en 2007 se demostró, a través del estudio de su mirada, que los bebés de hasta 25 meses parecían darse cuenta de cuando un actor iba a alcanzar incorrectamente un objeto que había sido movido sin que el actor lo viera, pero que sí había sido visto por el bebé. Así que, inspirados por este método de estudio, un grupo de psicólogos estudio el asunto de la teoría de la mente en chimpancés (Pan troglodytes), bonobos (Pan paniscus) y orangutanes (Pongo abelii).

Christopher Krupenye (Instituto Max Planck) y Fumihiro Kano (Universidad de Tokio) estudiaron el tema en el santuario de Kumamoto, en donde hay este tipo de animales.

Así que los investigadores rodaron una serie de cortos en los que había dos actores que interaccionaban entre sí, uno que hacía de humano y otro vestido como un traje de ‘King Kong’. En cada serie de episodios se empezaba por una premisa: el humano buscaba o bien una piedra o bien a King Kong. En una de las series el humano apaleaba un montón de paja en el que, supuestamente, se había ocultado King Kong y en la otra la persona levantaba una de las dos cajas en la que supuestamente había una piedra que había sido robada.

Para un humano estas escenas son tan tontas como las de una comedia del cine mudo, pero para los simios representaban un conflicto social. Los escenarios, además, eran raros para impedir que los simios no se encontraran con situaciones familiares.

En ambas series de episodios la persona buscaba en el lugar equivocado, que era el último lugar en la que lo había visto, pero que había sido deslocalizado fuera de la vista o no del humano, pero siempre a la vista del espectador. Los episodios terminaban con los humanos retornando a la escena y acercándose a lugar equivocado (vacío de piedra o King Kong).

A los simios (14 chimpancés, 9 bonobos y 7 orangutanes.) se les mostró estos episodios en un monitor mientras un sistema medía hacia dónde miraban sus ojos.

Según Krupenye a estos animales les gusta el drama y cuando hay una confrontación entre individuos tienen curiosidad acerca de lo que pasará después.

A diferencia de otros experimentos, aquí no hay comida implicada, algo que puede tener consecuencias no buscadas de autocontrol. Sólo tienen que recordar lo que ha pasado. Además, el seguimiento de la vista permite no usar sistemas de comunicación con los experimentadores, como el empleo de algún tipo de lenguaje, que tienen una demanda cognitiva muy alta.

Al final del episodio los ojos de los treinta simios estudiados se dirigían hacia una de las dos localizaciones. Entre 2/3 y 3/4, dependiendo del experimento, se dirigían hacia el sitio en el que el humano miraría y antes de que este lo hiciera. Además, el actor que hacía de humano intentaba representar su papel sin hacer indicaciones previas de hacia dónde se dirigía para evitar dar pistas.

Es decir, los simios son capaces de anticipar dónde buscará el individuo el objeto, aunque el simio sabe que no está ya allí. Esta predicción de los simios indica que comprenden las creencias erróneas de los demás, según Kano.

Diversos especialistas del campo se muestran sorprendidos por este resultado y algunos de ellos, como Valerie Kuhlmeier (Queen’s University en Kingston, Canada), proporcionan otras explicaciones alternativas, como que los simios puedan usar cierto conocimiento de reglas abstractas, como que el actor tienda a mirar objetos en el lugar en los que los vio y que el simio pueda reconocerlo.

Es de suponer que el resultado levante polémica en el campo que tarde un tiempo en ser resuelta.

Los investigadores implicados pretenden ahora extender este estudio para ver si los simios pueden predecir acciones de los demás en contextos más sofisticados y ver si son capaces de exhibir otras formas de creencias falsas más complejas.

Este resultado y otros que nos hablan de lo cercanos a los humanos que están estos seres contrastan con su situación en la Naturaleza. Todos los grandes simios están en peligro de extinción y son eliminados por la superstición, como los gorilas en África, por la destrucción de sus hábitats y, sobre todo, por la codicia humana insaciable. Un ejemplo lo tenemos en los orangutanes que son quemados vivos en Indonesia cuando se prende la selva para plantar palmas de aceite. Un negocio inmoral que ahora se está trasladando a África.

Multitud de productos de alimentación llevan aceite de palma, sólo hay que leer la etiqueta para saberlo. Si quiere poner su grano de arena, querido lector, sólo tiene que consumir otras cosas, tal y como ya hacen muchos.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=5094

Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: NeoFronteras.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
Compartir »

11 Comentarios

  1. Miguel Ángel:

    Pensamiento abstracto + capacidad de preveer + interés por el dramatismo
    Un Gran Hermano de primates les atraería tanto o más que a nosotros.

    En un programa de Redes comentaban que los primates no sabían engañar, pero he visto recientemente un documental que desmonta esa hipótesis: la escena mostraba un grupo de primates comiendo fruta caída en el suelo cerca de unos árboles . Uno de los primates, de rango inferior, no podía acceder a la mejor fruta, entonces, emitió el sonido correspondiente a «serpiente» provocando que los demás se subieran a los árboles.

  2. Tomás:

    Desde luego, la foto de la ilustración tiene mucho que ver con «El pensador» de Rodìn. Incluso me parece más pensante aún con la muchísima fuerza que tiene la escultura; pero esa mirada… Se nota que es su mente la que trabaja.

  3. Miguel Ángel:

    Justamente ayer pusieron un documental en La 2, «Pacífico», y sacaron las mansiones que se están construyendo en Borneo los magnates del negocio del aceite de palma. Megamasiones a lo bestia, acordes con lo que permite el mismo sistema económico que también permite y se nutre de la miseria de miles de millones de personas.
    Con este tipo de comportamiento basado en explotar los recursos lo mas rápidamente posible, no sólo no demostramos ser mas avanzados que los gorilas: es que ni siquiera demostramos ser más listos que una plaga de insectos. Y correremos su misma suerte.

  4. Tomás:

    Tienes toda la razón, amigo Miguel pero, a pesar de la opinión de Neo, ¿nos la merecemos? ¿Todos seríamos tan insolidarios y bestialmente ambiciosos? ¿Generalmente sí?
    Hay una «institución» que multiplica la capacidad perniciosa del capitalismo: las sociedades anónimas, impulsoras desde que se fundó la primera, allá por principios del siglo XVII para las empresas de colonización. En ellas no hay responsabilidad personal; no se puede meter en la cárcel al que, aún a sabiendas, hace daño irreparable a los demás: Aznarcollar, Prestige -no digo ya cuando la propiedad de la carga pertenece a una, la del barco a otra, con banderas de naciones imposibles (como Mongolia, Bolivia o Moldavia y supongo que algún país más)-, Bhopal en La India, e incontables etc. más. Creo que en el Pretige se culpó solo al capitán… Vergonzoso. Y en España aún tenemos un montón de irresponsabilidades -solo monetarias- pendientes; personales, pocas o ninguna: Talidomida, por ejemplo. ¡Vaya tribunales, mucho más preocupados por el formalismo que por la justicia!
    Yo no creo que todos seamos iguales en esos casos. Hay capitanes, como el del Costa Concordia, que escapan a la primera de cambio y solo piensan en sí mismos y hay héroes que se sacrifican por los demás, como muchos bomberos, por ejemplo, muy por encima de su deber, incluso muriendo en su empeño.
    Yo no creo que la humanidad toda sea responsable. Lo único que es toda la humanidad es víctima, incluso esos deleznables egoístas.
    Ala, ya me he enfadado. No sé si se nota.
    Chao.

  5. petrus:

    Los depredadores, por lo menos los grandes, también parecen ser capaces de prever las acciones de las presas,como hacen las leonas colocándose en puestos de caza estratégicos antes de atacarlas. Muchos perros traen la correa en cuanto el dueño pronuncia salir y, en general, en los animales encontramos atisbos de cierta inteligencia racional que los hace parecer casi humanos. Los gestos de precaución que exhiben casi todos antes de comer algo inusual, mirar en todas direcciones antes de comer y respetar las normas de jerarquía esperando al jefe… de hecho, hay muchas personas que hablan a sus mascotas como si fueran capaces de escucharnos ( por lo menos de oírnos). Creo que tenemos tendencia a considerarlos más inteligentes y humanos de lo que son, asimilando sus conductas a las humanas. Tal vez en lo automático e instintivo sí que seamos prácticamente iguales, y solo nos quede como propio lo reflexivo, la referencia al yo, la autoconciencia . Pero esto es adentrarnos en terrenos conflictivos.

  6. Tomás:

    Que hay atisbos de racionalidad es un hecho. Y aun más que atisbos. El uso de herramientas -muy primitivas, sí, pero herramientas que han debido escoger entre otras o modificar: palitos que se han desfoliado para meterlos en los termiteros, piedras entre las que se escoge el tamaño y dureza apropiados (no sirve un terrón por su poca consistencia), etc., lo demuestra. O sea, muy similar a como empezó en eso la humanidad.
    Hasta diría que tienen algo más que la sensación de la gravedad. Por ejemplo, el leopardo que se lanza sobre la gacela que pasa bajo la rama donde este la espera, no se deja caer sin más, pues perdería la presa además de llevarse un buen tortazo; se impulsa hacia el lugar donde ella estará cuando él llegue. O sea una especie de tiro parabólico. O si lo hace dejándose caer, es porque la gacela aún no ha llegado al lugar del choque.
    En cuanto a entender las palabras, silbidos o señales del hombre, no solo «como si fueran capaces de escucharnos (por lo menos de oírnos)». Me basta para convencerte que recuerdes como trabajan los perros de los pastores. No solo obedecen -y por tanto entienden- sino que, a veces, actúan por iniciativa propia porque saben que ese es su cometido. Y esto sucede en otras muchas áreas donde el perro es capaz de cumplir una misión: caza, arrastre de trineos, cosecha de trufas, etc.
    No es necesario recordarte los juegos de delfines, orcas, etc, obedeciendo señales humanas.
    Un cuanto a la autoconsciencia tomando como prueba su reacción ante el espejo, me remito a chimpancés, orangutanes, elefantes, delfines y, creo que macacos, urracas, algunas especies de loros, etc.
    Si tenemos en cuenta el lenguaje, este existe en todas las especies cuyos individuos no son solitarios: chimpancés, gorilas, lobos, leones, hormigas, abejas… y a mí me parece una habilidad muy importante. Pero incluso en los solitarios, algunos cefalópodos, resultan asombrosos.
    Está comprobado que las urracas pueden contar hasta siete -creo que no más-.
    Y ya no te digo sobre las emociones. Estoy convencido de que han de ser muy similares a las nuestras en muchos de ellos dado que el sistema límbico precede al córtex cerebral. Solo tengo que ver la alegría del perro al ver al amo, o cómo esperan atados a una farola al dueño que se ha metido en la tienda, con la vista fija en la puerta esperando su salida; muchas veces impacientándose por la tardanza. Cómo muchísimos protegen a sus crías aun a costa de su vida; hasta los cocodrilos.

    En resumen, amigo «petrus», que te has quedado corto en la apreciación de lo animal.
    Abrazos

  7. Tomás:

    ¿Por qué en terrenos conflictivos?

  8. Miguel Ángel:

    Se puede decir incluso que las emociones y sentimientos son más intensas en otros mamíferos que en los humanos. El motivo es que esa minicapa «racional» que nos diferencia del resto, la usamos para no dejarnos llevar tanto por las emociones.
    Sin embargo, esto tiene su contrapartida, porque los animales viven la emoción mientras dura. Viven el momento, un poco como sucede con los niños pequeños. En cambio, los adultos parce que tenemos un monstruo interior que se queda meditando el peligro o la desgracia, aunque éstos ya hayan pasado hace tiempo. Neurotizamos el sufrimiento y lo elevamos a la décima potencia.

  9. Tomás:

    Creo que te comprendo. Además, si no recuerdo mal, tu especialidad es la neurociencia, por lo que debo tener muy en cuenta tus opiniones.
    Sí, posiblemente, los animales han de tener emociones más intensas. Precisamente anteayer, mientras recorría en bici una carretera solitaria aunque bastante bien asfaltada que solo va a los campos, oía claramente fuertes lamentos de un perro, más no pude localizarlo. Me hizo pasar un mal rato. Pero a lo que vamos: luego, en los humanos, viene lo que tú dices. Pero también algunos animales recuerdan. No sé si con su dueño, pero con otra persona, los perros guardan manía o rencor, no sé, si alguien les ha hecho daño; es común recordar que el elefante se venga de su cuidador si ha sido cruel con él, y yo sé el caso de un loro que no podía ver a un primo mío. Verlo y erizársele las plumas de la cabeza era simultáneo y todo fue porque metió un lápiz en la jaula con la intención de rascarle entre las plumas. El pobre intentaba hacerse amigo del loro, y llegó a acercarle tanto la cara que el loro le agarró la nariz al muy imprudente. ¡Y no soltaba! Acudimos mi padre y yo a ayudar y lo conseguimos, aunque supongo que algún daño causaríamos al animal, de forma que ya tampoco a mí me quiso luego. Pero a mi padre «lo perdonó», supongo que por ser su dueño: a los pocos días ya le cogía chocolate de los labios, como antes -que es lo que mi primo pretendía-, maniobra que yo temía y dado lo visto, con razón.
    En resumen, que también los animales tienen memoria, mediada según sus características.
    Un fuerte abrazo del abuelo Cebolleta.

  10. Miguel Ángel:

    ¡Pues ya lo siento!, pero no por tu primo, sino por el loro: no es un animal doméstico. Si lo tienes metido en una jaula, se aburrirá soberanamente y no tardará en entrar en depresión arrancándose las plumas. No cabe esperar otra cosa si a un cerebro inteligente -como ellos tienen- cincelado para una vida variada e interesante, le quitas prácticamente todo: volar, estar con otros congéneres, buscar comida. Y nuevamente tenemos otro gran paralelismo con lo que nos pasaría a la mayoría de nosotros si nos aíslan y enjaulan.
    Y si lo sacas y logras establecer una buena interacción con él, inmediatamente demandará estar contigo las 24 horas. Te perseguirá a todas horas y graznará si cree que te largas.
    Esa mala reacción ante el enclaustramiento y la falta de estímulos seguramente ocurre en todos los mamíferos incluidos los más pequeños como hámsteres o ratones. No les falta razón a los animalistas cuando se quejan del maltrato psicológico que sufre un ratón de laboratorio, y lo mismo con las vacas y cerdos que explotamos para nuestro consumo.
    Muchos de estos animales viven un 30% menos que lo que vivirían sí les diésemos un poco de espacio, sol, estímulos como buscar comida, tener sexo…

    Abrazones.

  11. Tomás:

    Tienes toda la razón, pero eso ocurrió hace ya, más o menos, veinticinco años y ni el loro ni mi primo existen. En esa época pocos estábamos concienciados fuertemente con el maltrato animal. Las mentalidades han cambiado mucho desde entonces. De todas formas, este no se arrancaba las plumas; se pasaba la vida silbando y charrando imitando a mi padre que no vivía conmigo en aquel tiempo, sino con su esposa, y parecía sano y feliz. Ellos no podían suponer ni de lejos que el mantenerlo en una jaula estuviese mal, aunque ya existiesen movimientos animalistas.
    Te devuelvo esos abrazones.

RSS feed for comments on this post.

Lo sentimos, esta noticia está ya cerrada a comentarios.