Se acelera la destrucción de la Amazonía
En los últimos años está aumentado el área de la selva amazónica brasileña que es destruida.
Parecía que la situación en la cuenca amazónica estaba mejorando y que la destrucción de la misma estaba disminuyendo, pero en los últimos años ha empezado otra vez a empeorar.
Según se cuenta en Nature, la deforestación en la selva amazónica brasileña empezó a remontar en 2015 y desde entonces no ha parado. El dato levanta preocupación sobre que este país pierda una década de progreso en la protección de la selva.
Los análisis de datos de satélite hechos púbicos en pasado 29 de noviembre por parte del INPE (Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais) se São José dos Campos estiman que fueron clareados 7989 kilómetros cuadrados de selva (un área equivalente a la de Puerto Rico) entre agosto de 2015 y julio de 2016, lo que representa un 29% más que el año anterior y un 75% más que en 2012, cuando la deforestación alcanzó el mínimo de 4571 km cuadrados.
En la siguiente gráfica se puede ver la evolución temporal de la superficie clareada en miles de km cuadrados:
Según Daniel Nepstad (Earth Innovation Institute, San Francisco), la actual tendencia muestra la sensación de impunidad de los agricultores y granjeros y, a la vez, la sensación de traición que sienten al no recibir las ayudas prometidas para el desarrollo sostenible prometidas por el gobierno.
La deforestación en Brasil empezó a disminuir a partir de 2005 gracias a los esfuerzos gubernamentales para parar la deforestación producida por la industria de la soja y la ganadería vacuna. Pero esta política se relajó en 2012 cuando muchos políticos presionaron para que así fuera y se permitiera el ‘desarrollo’ a lo largo de la cuenca amazónica.
Mientras tanto el país ha sufrido una recesión económica y varios escándalos de corrupción. Según Paulo Barreto del Imazon (Instituto do Homem e Meio Ambiente da Amazônia), esto ha desviado tanto la atención como los fondos de los esfuerzos para la protección del medio.
Según este activista, el precio de la carne de ternera ha subido según subía el área clareada, lo que es una señal de que grandes agentes económicos están invirtiendo en deforestación ilegal. Espera que, con un gobierno tan débil, la industria de la carne de vacuno tome el relevo y refuerce la prevención de venta de ganado procedente de áreas recientemente clareadas. Según Barreto esto sería en su propio interés debido a la imagen pública de esta industria tanto en Brasil como en el exterior.
Aunque, quizás, lo ideal es que los que vivamos fuera de este país consumamos carne de ternera propia (mejor poca) y no consumamos aceite de soja y derivados.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=5202
Fuentes y referencias:
Nota del INPE.
Foto: Rodrigo Baléia/Greenpeace.
5 Comentarios
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domingo 4 diciembre, 2016 @ 4:10 pm
Por nuestra irracional avaricia y desarrollismo podemos ocasionar nuestra «extinción» y la de otras especies, creo que no nos damos cuenta que la cantidad de oxigeno no es infinita y que el volumen de aire no es infinito ya que tenemos un vecino «Venus» que nos enseña el verdadero riesgo de nuestra inconsciencia por lo dicho y por el calentamiento global, cuidado mucho cuidado.
domingo 4 diciembre, 2016 @ 9:53 pm
Pues socioeconómicamente las próximas décadas serán un puro caos. En el sentido literal de la palabra, cuando un sistema muere el output son exabruptos.
lunes 5 diciembre, 2016 @ 11:22 am
Por supuesto, «gunnar h» que un proceso que se retroalimenta tiene muy mal cariz. Y eso es lo que sucede. No me parece que los sucesos sean proporcionales, sino más que eso. En tal caso, no es la civilización lo que está en juego, sino -¿pararemos a tiempo?- la propia vida.
Exabruptos e inútiles ya golpes de pecho, Dr. Thriller. Resulta incomprensible que la avaricia de unos cuantos nos arrastre por este camino. ¡Si bastaría comparar Haití con República Dominicana! ¿Queremos un mundo arrasado como ese lamentable país donde se come hasta barro mezclado con algún alimento de muy poca sustancia, porque no hay más, para llenar la tripa? En el Madrid sitiado el pan contenía buena parte de serrín, cosa que muchos no saben, pero así fue, y en muchos casos se cocían cinturones y objetos de cuero. Pero el barro es mucho peor. y sin embargo, Madagascar, Borneo, Brasil y alguno más parecen seguir ese camino. La política del desarrollo, incluso a costa de talar los bosques -riqueza para el amo hoy, hambre para hoy y mañana por la ilusoria promesa del político, siempre desarrollista, que en ello le va la lucrativa corrupción-. La estupidez está ya a solo medio plazo. Vende mucho el «sueño americano»: puedes ser indigente hoy, y mañana, con una buena idea y mucho sacrificio, como decían unos queridos compañeros, acabar millonario. Puede ser, pero uno entre millones de desgraciados que vivirán sin asistencia médica y morirán en la calle entre cartones. Esa es, no el sueño, sino la pesadilla americana que a tantos incautos ilusiona.
Pues eso.
lunes 5 diciembre, 2016 @ 11:27 pm
Tomás, los seres humanos somos más limitados de lo que creemos. Y no hay nada más peligroso que ignorar, ni digo ya deliberamente, los propios límites. Es posible que muchos aceptemos esto a nivel individual (dudo que el Club Bulbelborg o como se llame entiendan bien esto, aunque seguro que se creen que sí), pero está claro que las sociedades tienen vida propia (es una retroalimentación mutua constante entre el todo y las partes), y como son un agregado de todos y cada uno de nosotros, pues la conclusión que me queda es la que es.
Las reglas sociales son homeostáticas, se autoorganizan a partir de principios de partida casi siempre aleatorios (en el sentido de que nadie los establece deliberadamente), sin embargo pensamos que podemos dirigir las sociedades a nuestro antojo (basta ver el mundo para constatar esto), que nuestras leyes y nuestras creencias mueven el rumbo de forma significativa, vamos, que somos dueños de nuestro destino al ciento por ciento. No voy a decir que estamos completamente al pairo, porque no es verdad, y ciertamente mucho menos desde que conocemos, al menos desde nuestra perspectiva, las leyes de la naturaleza (o eso pensamos), pero nuestras capacidades son muy pequeñas, mcuho más de lo que queremos admitir. Tampoco diré que las personas somos prescindibles porque las cosas tienen una inercia que atropella a los individuos, aunque más bien tiendo a pensar al revés, que la cantidad de grados de libertad que tenemos hace de cada individuo algo crítico para el futuro, y como no estamos organizamos muy por encima del ruido de fondo…
Eso. Como diría Carl Sagan, somos una especie muy verde. Supongo que adolescente, rompemos cosas y después lo lamentamos.
A ver la fase adulta. Je.
martes 6 diciembre, 2016 @ 6:32 am
Me parece muy interesante sea idea de la retroalimentación entre el todo y las partes. Creo que puede dar mucho de sí en la investigación del comportamiento de las multitudes, de los grupos de presión y de otras agrupaciones. Ya sé que es uno de los componentes de un sistema, pero nunca había pensado en ello fuera del cambio climático o de las máquinas.