NeoFronteras

Una isla remota recubierta de basura

Área: Medio ambiente — jueves, 18 de mayo de 2017

Las playas de la isla desierta Henderson situada en el Pacífico sur son las que más desperdicios acumulan de todo el mundo.

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Imagine, amable lector, que le dicen que va pasar unas vacaciones en una remota isla desierta del Pacífico Sur. La idea suena agradable, ¿verdad? Sin embargo, puede que al final le tocase compartir la isla con 18 toneladas de desperdicios plásticos.

La noticia ha aparecido estos días en los informativos de televisión. Una expedición científica liderada por Jennifer Lavers (University of Tasmania) a la isla Henderson ha descubierto que sus playas están recubiertas por parte de la basura plástica que los humanos arrojamos al mar.

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La isla Henderson es un pedazo de tierra inhabitado de unos 5 km de largo que está a 5000 km de cualquier continente. Sin embargo, presenta la mayor densidad de contaminación sólida de todo el mundo, consistente en un 99,8% en plásticos.

Este equipo de investigadores ha contabilizado 38 millones de trozos de plástico sobre sus playas que suman 18 toneladas de basura. La densidad de plásticos y similares es de 671 trozos de plásticos por metro cuadrado. Estos fragmentos miden más de 2 mm y llegan a una profundidad de 10 cm. Calculan que cada día se añaden 3570 trozos de plástico en una sola de sus playas. No parece que estos investigadores hayan contabilizado los microplásticos.

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Hace ya tiempo nos hicimos eco en NeoFronteras de la famosa “isla” de plástico que flota en el Pacífico norte. Se trata de una región de este océano en donde las corrientes concentran los plásticos flotantes. Una región similar se descubrió en 2013 en el Pacífico sur que se forma por motivos similares. Esta mancha de basura tiene una densidad de 400.000 partículas plásticas por kilómetro cuadrado.

La isla Henderson se sitúa justo al borde de este gigantesco vórtice sur de basura y por eso se depositan en sus playas tantos desperdicios.

Los plásticos han revolucionado la industria desde el pasado siglo y cada vez se produce una mayor cantidad de ellos. La producción anual en los años cincuenta era de una 1,7 millones de toneladas. En 2014 fue de 311 millones de toneladas y sigue aumentando.

Se usan en todo tipo de cosas, pero sobre todo sobre todo en envoltorios, envases y bolsas de sólo un uso que se tiran a la basura. La venta de productos desechables incrementa considerablemente este tipo de deshechos. Finalmente, la gestión de las basuras no siempre es la adecuada y muchas veces termina simplemente en el mar en donde es arrastrada por las corrientes marinas. Los productos orgánicos se degradan, pero los plásticos no, sólo son troceados en fragmentos cada vez más pequeños.

Es triste ver, por ejemplo, colillas en las cumbres de las montañas, bolsas negras de plástico atrapadas a miles en los espinos de la sabana africana o playas cubiertas con pajitas de refrescos.

Las playas de la isla Henderson son un ejemplo más. En ellas los investigadores han encontrado botellas, bolsas, pajitas, encendedores, cubiertos de plástico, maquinillas de afeitar, cepillos de dientes y restos de aparejos de pesca (boyas, redes y cabos).

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Las etiquetas encontradas sobre algunos de estos objetos indican que algunos de estos desperdicios proceden de Asia y Europa, pero la mayoría proceden de Sudamérica, posiblemente debido a las corrientes marinas. Estos desperdicios han estado acumulándose durante décadas. Así por ejemplo, se han encontrado soldaditos de plástico que eran populares en los setenta. Al ser inhabitada nadie limpia las playas de esta isla y la basura se acumula.

Los fragmentos de plástico son un serio problema para el aparato digestivo de numerosas especies marinas y representan una barrera en las playas para animales pequeños, sobre todo invertebrados, pero también para las tortugas que necesitan poner sus huevos en esas playas. Se estima que en el mundo hay más de 200 especies de animales en riesgo de ingerir fragmentos plásticos. Son una amenaza para el 55% de las aves marinas del mundo.

El peligro de los microplásticos en el mundo todavía se está evaluando, pero ya se sabe que es un problema directo para pequeños animales. Los grandes pueden verse afectados por ellos debido a la capacidad de los plásticos para absorber y concentrar sustancias tóxicas, como pesticidas y similares.

Según Lavers la contaminación plástica marina debería ser puesta a un nivel de amenaza contra la humanidad similar al del cambio climático. “Como el cambio climático, tiene un efecto de legado. Pones dióxido de carbono en la atmósfera o plástico en los océanos y ambos se quedarán ahí”, añade Lavers.

De momento no hay planes para limpiar las playas de esta isla.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=5540

Fuentes y referencias:
Artículo original.
Fotos de las playas de Henderson: Jennifer Lavers, University of Tasmania.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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9 Comentarios

  1. Dr. Thriller:

    ¿Qué efectos tiene desparramar plásticos en la zona superficial del océano, para el clima? Respuesta fácil, barata y errónea: ninguno. Probable respuesta real: no lo sabemos, pero con certeza que negligibles no. Además, es que no son pocos, como estamos viendo y como no debería de ser difícil de calcular, conociendo la tasa de producción y la de reciclado o recogida o almacenamiento, que evidentemente es infra-ínfima. Que además, antes o después, estos plásticos acabarán degradados mayormente en CO2 (y toda una panoplia de otros compuestos tóxicos).

    ¿Qué efectos tiene la comunicación con los submarinos nucleares en los cinturones de Van Allen? Me acabo de quedar pasmado leyéndolo:

    http://arxiv.org/pdf/1611.03390.pdf

    Como dicen en el artículo, ya no conocimos nunca los cinturones en su estado prístino.

    La ignorancia es que la carga el diablo. Lo que no me explico es cómo nadie ha podido pensar nunca que las acciones no tienen consecuencias. Pero pedir principio de prudencia donde ya no lo hay ni de responsabilidad es pedir peras al olmo.

  2. Tomás:

    Esto, quizá de forma tan acongojante, era de esperar. Pienso que ha de haber cinco inmensas islas de basura girando lentamente en el Atlántico-Norte, en el Sur, en el Pacífico-Norte, en el Sur y en el Indico (incluso es posible que también en este haya dos, puesto que en él existe una corriente en sentido horario entre el paralelo 15º S y el ecuador y otra en sentido antihorario entre el 15º S y la corriente antártica). Lo que no quita para que existan otras menores repartidas por el mundo. A este tema tan preocupante me he referido varias veces.
    Habría que poner un sistema de barcos que recogiesen y otros que transportasen esas inmensas acumulaciones de basura. Pero es un problema económico, porque no sé cuando tal acción resultaría rentable. Lo cierto es que no basta con no tirar al mar; hay que limpiar. No tardando, la ingesta de toda esa porquería llegará a nosotros en forma de pescado, si no ha llegado ya, y quizá esté teniendo efecto de forma que desconocemos.
    No solo las abejas mueren por el polen envenenado, lo cual no estaba previsto al usar insecticidas, también nos puede llegar el turno por imprevistos cuya presencia patente presenta el artículo.

  3. JavierL:

    Pues muy de acuerdo que si la naturaleza lo junta deberíamos aprovechar para recogerlo… Ciertamente Es un tema que debería proponer, organizar y ejecutar la ONU creo

  4. Miguel Ángel:

    Es sorprendente que la isla de Henderson estuviese habitada en el pasado ya que no dispone de fuentes permanentes de agua dulce. Pero lo estuvo, y hay unas cuántas páginas dedicadas a la isla de Henderson en «Colapso», se cree que mantuvo muy pocos habitantes, porque solo se encontraron 19 refugios, una pequeña vereda empedrada y losas de una cámara mortuoria.

  5. Tomás:

    No tiene mucha agua dulce pero sí la hay. Especula Diamond sobre si su final fue debido -esto seguro- al aislamiento por cese de su comercio con la isla mayor Mangareva y alguna otra menor cercana de las Pitcairn. El aislamiento y su muy escasa población -unas docenas de personas- que pudieron acabar sin descendencia por el real tabú del incesto, ya que antes del aislamiento, con el comercio había intercambio de parejas, lo que permitía hijos viables. Como causa general y remota del cese del intercambio y los viajes, piensa Diamond en algún cambio medioambiental más la colonización, que modificó la flora y fauna que habían hecho posible la vida de los humanos desde hacía miles de años y que propició su fin en unos muy escasos cientos
    o incluso unas cuantas generaciones.

  6. lluís:

    Parece muy interesante el enlace suministrado por Dr.Thriller. Lo he empezado a leer. Se agradece el envio. Y recordar una vez más que la energía (la basura) ni se crea ni se destruye sólo se transforma (o se recicla).

    Un saludo a todos.

  7. Miguel Ángel:

    Sin embargo, esos pocos habitantes tuvieron un impacto devastador en la isla de Henderson:
    Cinco de las 9 especies de aves terrestres, así como las colonias de 6 especies de aves marinas, fueron exterminadas.
    En los yacimientos arqueológicos de la costa nordeste, se ha podido constatar también signos de sobrexplotación de algunas especies de moluscos.

  8. Tomás:

    Muy importante, querido Miguel lo que dices en tu última frase, porque eso sucedió, según cuenta nuestro magnífico autor, en la isla de Pascua con los cauris, y está sucediendo ahora en nuestros mares con toda especie comestible. Prueba es que desde hace tiempo se nos advierte: «pequeñines no, gracias», que no sé si es o debería ser «pezqueñines no, …» y que ayer mismo escuché por radio que los trozos visibles de plástico ya superan el número de peces o que su masa es mayor que la de los seres vivos marinos, no recuerdo bien; solo me quedó una trágica impresión, la de que somos una isla de Pascua planetaria.
    Un fuerte abrazo.

  9. Tomás:

    Pero aún hay más. En otro documental sobre el mismo tema en el que se exponían estudios de científicos de primera categoría, resulta que esas islas casi continentales de basura, parecen ser un problema distinto; al menos de forma importante. Con esa imagen nos daba la impresión de que serían una especie de Mar de los Sargazos en cada gran parcela oceánica: Pacífico Norte, Sur, Atlántico Norte, Sur, Índico Sur y posiblemente Norte. Resulta que no es tan así. En realidad lo que existe, además, es una inmensa cantidad de plásticos de tamaño micro y hasta nano que ya han transformado el ecosistema marino en una especie de sopa que alcanza decenas de metros de profundidad para los que flotan -evidentemente los que no lo hacen se van al fondo y el problema es otro-. El microplástico forma ya parte integrante del ecosistema marino, al parecer, de forma irreversible porque, entre otros fenómenos poco y mal conocidos, resulta que microorganismos, sobre todo bacterias, tienen una fuerte tendencia a unirse a estos microplásticos -y solo unas pocas son capaces de degradarlos en sus componentes -por ejemplo, en el polietileno en carbono e hidrógeno-. Y no todas esas bacterias son inocuas para la cadena alimenticia. Básicamente, estamos comiendo ya microplásticos en toda comida de origen animal; no solo en el pescado.
    Podríamos describir el ciclo: bolsas y envases de plástico de los alimentos comprados en el súper -> desechos -> ruta terrestre hasta el mar -> conversión en microplásticos -> alimento del plancton -> peces y todo animal que se alimenta de plancton -> pesca -> súper -> nuestro plato -> nuestro cuerpo. Así, la bolsa con la que transportamos la inocente lechuga, termina en nuestro estómago.
    Y, desgraciadamente, no parece que el microplástico entre y salga de nuestro organismo sin producir efecto alguno.

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