NeoFronteras

Economía de mercado microbiana

Área: Biología,Cooperación — domingo, 12 de noviembre de 2017

Exploran las paradojas en los sistemas de intercambio económico de metabolitos entre microorganismos.

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El ser humano está básicamente condenado si sigue con el mismo sistema relación entre sí y con el medio ambiente. El sistema económico que sufrimos se dirige hacia su propia destrucción y la de la biosfera, desastre del que sólo se podrá salir después de millones de años.

La única vía que podría paliar todo esto es la cooperación y entenderla es un objetivo de la ciencia. Para ello se usan modelos matemáticos, sociológicos o incluso microbiológicos.

Los microorganismos pueden luchar o cooperar, sea dentro de la propia especie o con otras. Estos producen muchos de los recursos metabólicos que necesitan para sobrevivir, pero, al tener membranas celulares semipermeables, algunos de estos productos pueden escapar al ambiente. Como los microorganismos viven en comunidades en las que puede haber otros microorganismos, pueden tomar del medio los productos liberados por otros microbios. Además, pueden responder a ese ambiente en el que se encuentran y ajustar en consecuencia lo que ellos mismos producen. Si nos fijamos bien, no es más que un sistema económico relativamente sencillo en el que hay un mercado en el que se intercambian productos. Sin embargo, es un sistema que los humanos no comprendemos bien.

Ahora, unos investigadores del Instituto Santa Fe describen en un artículo de Nature Communications tres dinámicas paradójicas en un comunidad microbiana simple y autoauficiente compuesta por dos tipos de microbios que producen bienes que son valiosos tanto para ellos como para los demás.

La primera paradoja, a la que han llamado «la maldición de ineficacia decrecida», el microorganismo A es más eficiente en producir cierto metabolito que el B. Por tanto el microorganismo B no tiene incentivo para producir este metabolito y detiene su producción del mismo. Pero, al ahorrar el gasto en la producción de este metabolito, entonces se reproduce más rápido. Al final, la proporción de la población global constituida por A será más pequeña.

La segunda paradoja es «la maldición de la ineficacia creciente». En este caso los organismos pueden ser mejores en la producción de bienes de tal modo que la población total crece casa vez más despacio. Esto ocurre porque se da lugar a una falta de especialización en donde ambos tipos de microorganismos producen los dos metabolitos y es cada vez menos eficiente, por lo que se crece más despacio.

Estas dos paradojas asumen que los dos tipos de células toman sus propias decisiones metabólicas de forma independiente.

La tercera paradoja es la que han llamado «la maldición del control». En ella un tipo de microbio puede manipular al otro para que siga una determinada estrategia. El manipulador puede inicialmente aumentar su porcentaje en la población total, pero al final experimenta grandes pérdidas. Dependiendo del plazo de tiempo en el que se dé la asociación, puede ser más beneficioso competir contra otros microbios que explotarlos.

Comprender este tipo de paradojas en la economía microbiana podría ser importante para el diseño de comunidades microbianas que generen productos o para entender mejor el microbioma humano. De entrada, parece que se puede saber qué microbios se beneficiarían más de ciertas estrategias de vivir en estas economías metabólicas.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=5822

Fuentes y referencias:
Artículo original.
Ilustración: Nature Communications.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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14 Comentarios

  1. Tomás:

    Primero felicitar a Neo por el resumen del artículo original, que es un rato difícil de seguir y por el trabajo que ha debido costarle dada su extensión. Y sí, la comunidad microbiana parece de mercado o, diría, de «corralito».
    En la llamada «paradoja de la maldición de ineficacia decrecida» -yo le llamaría decreciente, pero tal cosa es una menudencia-, A es más eficiente en producir el bien necesario y B se aprovecha de ello, disminuyendo la energía dedicada a ese menester, que puede utilizar en reproducirse más, con lo que llega un momento en que han de superar el número de individuos que pueden sobrevivir de la explotación de los A. Por tanto habrá de alcanzarse un equilibrio, porque al disponer los B de menores recursos, dejan de poder reproducirse a tal ritmo. Veo en esto ni más ni menos que un funcionamiento ya previsto en «El Capital»: la clase dominante explotará a la clase trabajadora dejándoles en el mínimo para sobrevivir; nada más. Pero en los humanos se incita a la reproducción de los A con premios a la natalidad, con la religión, etc., para que los B mantengan su exceso de energía tomada de los A.
    Bueno, como el artículo es muy fecundo ya seguiré mañana, Dios mediante, que aquí parece necesario. Como dice la canción un poco modificada:
    «Al que nace desgraciado
    desde microbio comienza,
    desde microbio comienza
    a vivir martirizado».

    Abrazos y felicitaciones por tu laboriosa entrega, querido y admirado
    Neo de tu incondicional amigo, que por ello me tengo. A disponer.

  2. lluís:

    Pues sí, Tomás. Tienes toda la razón del mundo. Me acabo de leer el artículo original,y efectivamente,es una rato difícil de seguir y su extensión, considerable. Así que tiene mérito ese resumen que hizo Neo, aunque quizá hay alguna cosa » lost in translation», pero no desvirtúa tal resumen.

    De todos modos las paradojas surgen en todos los casos estudiados y en «El Capital», un libro que en realidad casi nadie ha leído, o terminó de leer y que cuesta mucho de digerir, se da un reduccionismo del tipo «estos son los buenos» y «aquellos son los malos».

    Un abrazo, tomás.

  3. Tomás:

    Para ser honesto, he de confesar que solo he leído partes de «El Capital», pero me pasé varios años -como tres, calculo- con quien fue mi alma mater en ideas políticas, mi muy recordado y querido Antonio Castaño, significado comunista en el Madrid republicano antes de la guerra civil que, aunque pasó algún tiempo en la cárcel, milagrosamente se libró de mayores males porque, al parecer le confundieron con su hermano que huyó a Méjico y a quien llegué a conocer. Comentábamos pasajes, junto con escritos de Engels. Era un admirador, casi adorador de Lenin, así que padecía de cierto fanatismo que justificaba cualquier hecho de Stalin. Yo procuraba callar en ese tema porque no estaba de acuerdo. Pero me quisieron mucho, tanto él como su esposa, y yo a ellos, a los que nunca olvidaré.

    En cuanto a la división que haces entre buenos y malos, yo nunca lo he visto con tal simplicidad. Creo que en nuestra naturaleza está el egoísmo que lleva al abuso del poderoso contra el débil, pero si este tomase el lugar del primero, actuaría de igual manera, salvo muy honrosas excepciones. (Saliéndome del tema hasta nuestro admirado Mandela parece que tuvo dinero en el Paraíso; no me extrañaría que hasta Teresa de Calcuta o el mismísimo Abraham estén en los «papeles» junto al «Bigotes» y gentuza así. Es que una parcelita en el Paraíso siempre es algo atractivo).
    Sinceramente pienso que sus contradicciones pueden dar al traste con el «capitalismo+economía de mercado» con su mentira-excusa de la libertad del individuo. Que lo mismo sucedió con el comunismo. Pienso que la corrupción fue la causa de su final. También la ignorancia y ferocidad de seres como Stalin, K.rushchev y siguientes, con el paréntesis de Gorvachov -imagino-, porque luego ya hemos visto lo que ha habido.

    En cuanto a la parte del artículo que comento en mi 1, me pregunto ¿qué sucederá cuando los «robotijos» ocupen el puesto de la clase más baja? No lo tengo claro y quizá tu opinión sea interesante. ¿Darán acceso a los lumpen a una mejor vida, o los harán innecesarios y podrán ser objeto de su aniquilación? Pero, en ese caso, ¿quién comprará los bienes producidos?

    Abrazos, querido amigo.

  4. Tomás:

    En cuanto a la segunda paradoja, no veo claro su paralelismo con nuestra humanidad, pues la tecnología hace que la producción de cualquier bien sea más eficiente -aquí el problema estará en el agotamiento sucesivo de los recursos-, y si bien la población se reproduce con menos hijos por pareja, la medicina pienso que facilita el aumento de población a un ritmo similar al histórico (pero es mera suposición).

    En la última: «la maldición del control», puede que la robotización a la que me refería en mi 3, pudiera llevarnos a una sociedad donde todo el mundo disfrutase de un estado de bienestar casi sin dar ni un palo al agua. Pero no sé. Algo me dice que ciertas personas, para ser felices, precisan ser más que otros, ser superiores. Ahí me tienes a mí mismo intentando ser superior en ateísmo al súper W. W. de nuestro común amigo «petrus». ¿Será así?

    Un fuerte abrazo.

  5. Miguel Ángel:

    Yo he estado leyendo la parte de la noticia original sobre las tres paradojas por si había algún desacuerdo en la traducción, pero creo que esa parte está perfectamente trasladada.

  6. Miguel Ángel:

    …»trasladada», en vez de » traducida». Neologismo electrofanfarronobritánico a las tantas de la mañana.

  7. Tomás:

    Has de saber que en el introito de mis cuentos he utilizado «electrofanfarrónico» en tu honor, aunque confieso su origen ajeno a mí. A ver si tengo preparados unos 50 para esas calçots que mencionaste.
    Abrazo de elefante. ¡Es que no te conformas ni con el abrazo del oso! Pues oso, digo eso.

  8. lluís:

    En cuanto a lo de los «robotijos», tomás, pues la verdad es que no lo tengo muy claro, hay quienes dicen que nos liberaran de trabajos mezquinos, aburridos, repetitivos y nos permitirán tener una mejor calidad de vida, al menos, hasta que seamos definitivamente «transhumanos», si es que hay tiempo suficiente para que eso llegue, y hay quienes piensan que nos traerán muchos males, y los «lumpen», serán claramente suprimibles. A estos agoreros no les hago mucho caso. De hecho los robots hace tiempo que ya están entre nosotros, y la verdad es que podemos convivir perfectamente con ellos.

    Quizá llegará un momento en el que se tenga que pagar impuestos por la tenencia de robots,o que los paguen los propios robots. No sé, pero lo que tengo muy claro es que el futuro, de haberlo, va a ser muy distinto del tiempo presente. En 2100 este mundo que ahora conocemos podría ser perfectamente irreconocible para nuestras mentes actuales.

    Abrazos, amigo.

  9. Miguel Ángel:

    ¡Pues ya te imaginarás la alegría que me das, mi queridísimo Tomás! Quizás recuerdes que ese palabro lo saqué de una historieta de Mortadelo y Filemón, así que no me adjudiques la autoría, que lo que me complace es ver cuántas afinidades compartimos.
    Con los calçots estoy mucho más tentado todavía después de probar la salsa romesco, así que tengo intención de ir a verte muy a principios de primavera, creo que todavía los hay.

    Sobre los robots que comentas con Lluís, el otro hace unos días sacaban en la tele el caso de una empresa que había sustituido a los trabajadores que colocaban los palés por robots. Sin embargo, presumían de no haber despedido a ninguno, incluso habían duplicado su plantilla porque la empresa se había hecho mucho más rápida eficiente.

    Muchos abrazos, con elefantiasis.

  10. Tomás:

    Os contesto a la vez porque la respuesta es una: si por eliminar el «lumpen» entendemos que sus componentes dejan de serlo y adquieren un mejor estatus, estupendo. Y me alegra muchísimo la evolución de esa empresa; solo quisiera que hubiese mejorado las condiciones laborales de los trabajadores sustituidos.
    Espero que no se arrime mucho al abrazar tu elefante, pues un pisotón con las patas como columnas, pero inflamadas y tumefactas debe planchar el pié al que le toque.

  11. Miguel Ángel:

    Pero si la empresa ha crecido en tan poco tiempo, es a costa de haberse hecho con portes que antes realizaban otras empresas. Si esas empresas no se robotizan a su vez, tendrán que cerrar o despedir a algunos trabajadores.

  12. Tomás:

    Entonces, más en general, quiero decir en cualquier tipo de empresa, un aumento importante de productividad -sea o no sea mediante robots- ¿ha de significar necesariamente destrucción de empleo en la competencia? Es posible que sí, por ejemplo lo vemos con los supermercados que han fulminado al pequeño comercio de barrio. Además esas tiendas, aunque exigían mucho sacrificio por parte de sus dueños y empleados, diría que permitían un mejor nivel de vida para el conjunto, e incluso solo para el empleado, mientras que en las grandes superficies los sueldos son muy bajos e inseguros.

    En otro orden, podrá decirse que, en general, a menos personal preciso para tareas rutinarias, más necesidad de especialistas en fabricar robots, pero eso solo sirve para una sociedad en desarrollo ilimitado, lo cual sabemos que es imposible tanto por el agotamiento de las materias primas como por el inevitable incremento poblacional. O sea que más robots implican, por fuerza, menos puestos de trabajo.

    Abrazos.

  13. Miguel Ángel:

    No encuentro forma de refutar lo que acabas de decir.
    Abrazos pues.

  14. Tomás:

    No es preciso refutar. Podría bastar con una semana de tres días de trabajo humano, por ejemplo, manteniendo los salarios a un nivel suficiente para permitir una vida digna y alguna cana al aire de cuando en cuando, o sea, disfrutar de ella y no sufrirla, como a muchísimos les sucede.

    Mil abrazos irrenunciables.

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