Recompensa retrasada en mangostas
Las mangostas enanas africanas recuerdan los actos cooperativos de sus compañeros de grupo y los recompensan más tarde, en lugar de inmediatamente como es habitual.
Como ya sabemos todos, el dilema del prisionero no tiene solución a una sola jugada, pero si a muchas. Se pueden elaborar distintas estrategias para que al final aparezca la colaboración y todos salgan ganando de tal modo que si tu rascas mi espalda y yo rasco la tuya.
Así, los humanos pueden intercambiar favores y llevar la cuenta de las transacciones pasadas para así poder recompensarlas en el futuro. Tenemos incluso la conciencia de sentirnos en deuda con otros humanos si en el pasado nos hicieron algún favor y todavía no lo hemos recompensado.
La evolución no opera sobre la nada y muchos de nuestros comportamientos se pueden remontar a nuestros ancestros homínidos y más atrás aún.
Aunque los animales no humanos pueden ser capaces de realizar actos de reciprocidad instantáneos uno tras otro, la posibilidad de retrasar la recompensa es algo que casi nunca sucede y, hasta ahora, sólo se había observado en primates. Así, por ejemplo, se sabe que los monos que son generosos con la comida reciben más tarde más acicalamiento que sus congéneres menos generosos y, además, reciben respaldo en caso de pelea. Pero, en general, parece que en el mundo animal los favores están bajo una memoria a corto plazo.
Sin embargo, según un estudio reciente realizado por investigadores de las universidades de Bristol y Pretoria, este intercambio retrasado sí está presente en las mangostas enanas africanas (Helogale parvula). Estos animales tienen las suficientes habilidades cognitivas como para evaluar los actos de cooperación de sus congéneres y recompensarlos más tarde con la adecuada y proporcionada recompensa. Por tanto, el comportamiento en el que se intercambian bienes y servicios no sería algo exclusivamente humano, ni de los primates.
Las mangostas enanas son los carnívoros más pequeños de África y viven en grupos de individuos de manera cooperativa. El estudio se circunscribe en el proyecto Dwarf Mongoose que analiza desde 2011 el comportamiento de ocho grupos de 5 a 17 mangostas habituadas a la presencia humana en Sorabi Rock Lodge Reserve (Sudáfrica). Cada ejemplar es marcado con un tinte rubio para el pelo para poder distinguirlas y son estudiadas en su ambiente natural para así validar correctamente su comportamiento en condiciones ecológicamente válidas. Además, se las ha entrenado para que se pesen a sí mismas en una balanza y no tener que manipularlas.
Las mangostas, como los suricatos, dependen de que un individuo haga de centinela del grupo. Este se pone erguido sobre un termitero o posición elevada y vigila si se acerca algún peligro (ver foto de cabecera). Durante el tiempo que realizan esta labor emite un vocalización que permite saber al grupo que hay vigilancia y que todo va bien. Si aparece un peligro entonces da una voz de alarma para que el grupo tome medidas.
Estos investigadores pudieron recolectar un amplio conjunto de observaciones y conductas de estos animales y realizar manipulaciones experimentales en su entorno en condiciones naturales.
El estudio es el primero en proporcionar pruebas de que en una población que no es de primates es posible la cooperación contingentes retrasada, es decir, proporcionar una recompensa adecuada a un individuo a cambio de un acto de cooperación realizado por este en el pasado.
Además, proporciona pruebas de que este acto es cruzado, pues la recompensa no tiene que ser necesariamente igual al comportamiento recompensado. Se intercambian, por tanto, distintos actos cooperativos. Así, por ejemplo, se proporciona acicalamiento a un individuo a cambio de los servicios de vigía o centinela que ha prestado.
Fue fácil observar como los individuos que ejercen de centinela reciben muchas muestras de acicalamiento y son bien posicionados en la jerarquía social del grupo. Pero probar una relación causal no fue fácil y fue necesario diseñar un experimento ex proceso.
Los investigadores simularon un centinela extra durante la labor de forrajeo de las mangostas mientras que se reproducía una grabación con las vocalizaciones de vigilancia. Luego, por la tarde-noche y en la madriguera, hicieron un seguimiento de los eventos de acicalamiento, en espacial los que recibía el centinela por su contribución a la comunidad.
Pudieron comprobar que los días en los que la comunidad percibía que la contribución del centinela había sido superior le proporcionaban más acicalamiento que los días en los que su contribución había sido menor por estar presente otro centinela (el que ponían los investigadores).
Se ha considerando durante mucho tiempo que el acicalamiento es un importante servicio en las especies sociales y que se usa como recompensa en varios contextos. Pero la novedad de este caso de las mangostas es que el acicalamiento no se recibe inmediatamente después de hacer realizado la contribución, sino que se da al final del día cuando las mangostas han terminado su forrajeo diario y retornaban a la madriguera.
Aunque la sociedad mangostil es obviamente menos compleja que la nuestra, a un nivel básico parece que sigue la misma regla esencial de «tu rascas mi espalda y yo rasco la tuya».
Sería interesante comprobar si este tipo de relación también se da en otras especies similares, como los suricatos, cuya sociedad es bastante compleja.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com
Fuentes y referencias:
Artículo original.
Dwarf mongoose research project.
Fotos: Shannon Wild y Megan Shersby.
2 Comentarios
RSS feed for comments on this post.
Lo sentimos, esta noticia está ya cerrada a comentarios.
martes 5 junio, 2018 @ 11:17 pm
A ver, hablando por no estar callados
Parece claro que memorizar y llevar una contabilidad es una ventaja evolutiva. Cabe postular que esto requiere ocupar RAM cerebral y dedicar circuitos, y que las especies que no explotan esto a gran escala como otras podría deberse a gestión ajustada de recursos. De ahí que este ejemplo tenga su importancia. Como tampoco sabemos bien (en realidad ni thorra idea) como funciona la memoria y peor aún cuando existe una memoria social de grupo, pues nos quedamos aquí donde estamos.
Pero sí, importante es, y no sólo por esto anterior, sino porque quizá este mecanismo lo estemos pasando por alto en muchísimas especies.
lunes 11 junio, 2018 @ 10:24 am
Sería curioso saber si el vigilante es penalizado por hacer mal su labor; quizá por miedo, por alimentarse prestando menos atención a su deber, o por cualquier otra causa. Es decir, tal como sucede en los centinelas humanos, que no siempre cumplen con su deber.