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Un antidepresivo transforma a los peces en «zombis»

Área: Psicología — domingo, 14 de febrero de 2021

Peces expuestos al Prozac presentaban menos diferencias en su comportamiento, reduciéndose el espectro de personalidades.

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Quizás los humanos que vivimos los tiempos actuales somos demasiado infelices. Parece que nuestra naturaleza no termina de encajar con nuestro estilo de vida, aunque tengamos muchas de nuestras necesidades básicas cubiertas.

Entre las medidas algunos toman medicamentos para evitar el malestar que sufren y la infelicidad que padecen, sean ansiolíticos o antidepresivos. Aunque algunos de ellos confiesan que, tras el tratamiento, no se sienten mejor, sino que ya no les importa el sentirse mal.

El resultado de esto es un consumo desmedido de estos fármacos que, obviamente, terminan en el desagüe tras orinar. Estas aguas viajan entonces hasta, en el mejor de los casos, una estación depuradora en donde no se retiran estas sustancias, por lo que terminan en los ríos en donde hay peces y en donde beben otros animales.

Pero no hay tanta diferencia entre los peces y los seres humanos, por lo que estos se ven afectados por la presencia de tantos psicotrópicos en su medio.

Esto es algo conocido desde hace ya bastantes años y los científicos han descubierto todo un conjunto de efectos sobre los animales causados por estas sustancias, tanto en el laboratorio como en estudios de campo. Así, entre otros efectos se sabe que afectan al emparejamiento, a la emigración o a la ansiedad.

Pero estos hallazgos están basados generalmente en un promedio al combinar medidas sobre todos los individuos del grupo. Para aclarar un poco toda esta cuestión Giovanni Polverino (University of Western Australia en Perth) y sus colaboradores se preguntaron si los cálculos tapaban la importancia de las percepciones sutiles que se podrían tener acerca de los animales individuales.

Así que se fijaron en un antidepresivo en concreto: fluoxetina, que es el principio activo del Prozac. Querían saber si este fármaco cambiaba el comportamiento de todos los miembros del grupo de manera similar o si había ciertas «personalidades» que se veían afectadas más fuertemente.

Encontraron que la exposición a largo plazo a esta sustancia hacia que los peces de tipo guppie actuaran de manera más similar, eliminando algunas de las diferencias de comportamiento típicas que los distinguen. Esto es un problema, pues potencialmente haría que las poblaciones de peces fueran más vulnerables a los depredadores y otras amenazas.

Para llegar a este resultado los investigadores capturaron primero 3500 ejemplares de guppie (Poecilia reticulata) en el noereste de Australia. Después los distribuyeron en distintos tanques de agua y dejaron que trascurrieran seis generaciones (2 años). Las condiciones en los tanques eran las mismas salvo por la concentración de fluoxetina. En un tanque no estaba presente esta sustancia, en otro había los niveles que se pueden encontrar en la naturaleza y en el tercer caso una dosis similar a que se puede encontrar en las zonas de descarga de aguas residuales.

Entonces se les colocó en un nuevo tanque de fondo blanco que en una esquina tenía parques oscuros que simulaban lugares para ocultarse y que en el medio natural les serviría para ocultarse de los depredadores.

Los peces criados en condiciones limpias tenían una amplia gama de comportamiento. Unos iban rápido a la esquina d ellos parques oscuros, mientras otros eran más perezosos. Por el contrario, los peces expuestos a la fluoxetina presentaban menos diferencias y la mayoría eran moderadamente activos, por lo que su comportamiento era como la de un pez promedio. Básicamente, el espectro de personalidades era mucho más estrecho. Los peces drogados se comportaban como «zombis» que no tenían ya individualidad alguna, según dice Polverino. «Esta caída en la variabilidad es algo que nunca había visto antes», añade.

Curiosamente, la sustancia no afecta a todos los comportamientos de la misma manera. Así, la dispersión en el tiempo que pasaban en los parches oscuros era la misma para todos. No está claro por qué sucede esto, aunque una posibilidad sea que ocultarse de un depredador es algo más crítico para la supervivencia, por lo que el comportamiento es menos sensible a los efectos del antidepresivo.

Algo similar puede que les ocurra a otros tipos de animales. Kathryn Arnold (University of York) ha descubierto que la fluoxetina del ambiente afecta a los estorninos y estos están menos interesados en el apareamiento, algo que también ha sido observado en humanos.

En el pasado se llegó a decir que los animales expuestos a estas sustancias terminarían por acostumbrándose a ellas y que recuperarían su comportamiento normal al cabo de poco tiempo. Sin embargo, el estudio de Polverino apunta a que el efecto a la largo plazo de la exposición a antidepresivos puede modificar el comportamiento y que los efectos persisten a través de varias generaciones.

No está claro cómo traducir el hallazgo a las condiciones silvestres. Posiblemente dependa de las amenazas particulares a la que estos peces se vean sometidos. Puede que les facilite encontrar comida o pareja, pero también que sean presas más fáciles de los depredadores.

Obviamente harán falta más estudios para dilucidar estas cuestiones.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Nota de prensa.
Foto: Wikimedia Commons.

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