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Un nuevo estudio paleontológico acerca la fecha del origen de las plantas con flores a lo que sostiene la genómica.

Según el registro fósil, las plantas con flores, o angiospermas, aparecen hace unos 80-100 millones de años durante el Cretácico. Además, esta aparición es brusca en dicho registro, algo que ya impactó en época a Charles Darwin, que lo describió como un «misterio abominable».

Hay dos problemas, el primero es que sabemos que el registro fósil es incompleto, por lo que las flores podrían haber surgido antes y puede que no podamos demostrar. Aunque hay algunos estudios paleontológicos que apuntan a una aparición mucho más temprana, estos son escasos y discutibles.

El segundo problema es que, cuando se hacen análisis genéticos de distintas gimnospermas para tratar de reconstruir el origen de su árbol filogenético, se llega a la conclusión de que la aparición de las primeras flores se tuvo que dar mucho antes de lo que dice el registro fósil.

Ahora, un equipo internacional de paleontólogos añade una pieza más al rompecabezas y ayuda a resolverlo. Según ellos, las plantas con flores habrían surgido unos 100 millones de años antes de que aparezcan en el registro fósil, durante el Jurásico.

Según ellos, la falta de fósiles se debería a una baja probabilidad de fosilización y a la escasez de las primeras angiospermas.

«Un grupo diverso de plantas con flores vivió durante un largo periodo de tiempo a la sombra de helechos y gimnospermas, que eran dominantes en los ecosistemas de la época. Esto me recuerda a cómo los mamíferos modernos vivieron un largo tiempo discretamente en la época de los dinosaurios antes de terminar siendo el componente dominante de las faunas modernas», dice Daniele Silvestro (Universidad de Friburgo).

Las angiospermas son globalmente, y de lejos, el grupo de plantas más abundante y diverso en los ecosistemas modernos, sobrepasando a helechos y gimnospermas. Este tipo de plantas incluyen casi todos los cultivos de los humanos y son la base de su ganadería. Según este estudio, antes de ser dominantes, estuvieron en los ecosistemas regidos por los helechos y gimnospermas durante más de 100 millones esperando su oportunidad.

Según Philip Donoghue (University of Bristol), aunque no esperan que su estudio cierre definitivamente el debate acerca del origen de las angiospermas, lo que sí hace es proporcionar una fuerte motivación para buscar plantas con flores jurásicas en el registro fósil, en lugar de sólo hallar indicios en los genomas de esa aparición.

Para poder llegar al resultado, estos investigadores usaron un modelo complejo al que alimentaron con una gran base de datos global de fósiles de plantas con flores. Los datos recopilados vienen de 700 publicaciones y los forman más de 15000 especies de plantas, incluidas palmas, orquídeas, girasoles y legumbres. En ningún momento se incluyeron datos genómicos o árboles evolutivos genéticos.

«El debate científico se ha polarizado desde hace tiempo entre los paleontólogos que estiman la antigüedad de las angiospermas basándose el fósil más antiguo y los biólogos moleculares que usan esta información para calibrar la evolución molecular de acuerdo al tiempo geológico. Nuestro estudio muestra que estas visiones son demasiado simplistas y que el registro fósil debe ser interpretado», dice Christine Bacon (Universidad de Gotenburgo).

Según esta investigadora, una lectura literal del registro fósil no puede usarse para estimar de forma realista el momento de origen de este grupo de plantas. En su lugar hay que desarrollar nuevos modelos matemáticos y usar simulaciones computacionales para resolver el problema de una forma robusta.

El estudio señala que un aparición más temprana de las angiospermas de lo asumido hasta ahora y que los resultados genómicos de árboles filogenéticos que sitúan esa aparición temprana no son el resultado de algún artefacto del análisis genético, sino que están apoyados por datos paleontológicos.

Según Alexandre Antonelli (Royal Botanic Gardens, Kew), comprender cuándo las plantas con flores empezaron a diversificarse a partir de un grupo insignificante hasta llegar a ser la piedra angular de la mayoría de los ecosistemas terrestres nos muestra que la Naturaleza es dinámica.

«El devastador impacto humano sobre el clima y la biodiversidad podría significar que las especies exitosas del futuro serán muy diferentes a aquellas a las que estamos acostumbrados ahora», añade.

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