NeoFronteras

Felicidad en sociedades tradicionales

Área: Psicología — domingo, 14 de febrero de 2021

En algunas sociedades tradicionales la felicidad proviene de estar con la familia y de disfrutar de la Naturaleza.

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El crecimiento económico a menudo se usa como una forma segura para aumentar el bienestar de las personas en los países de bajos ingresos, pero un estudio dirigido por investigadores de la Universidad McGill y de la Universidad Autónoma de Barcelona sugiere que puede haber razones para cuestionar esta suposición.

Los investigadores querían averiguar cómo las personas califican su bienestar subjetivo en sociedades donde el dinero juega un papel mínimo, sociedades que, generalmente, no son incluidas en las encuestas globales de felicidad.

Descubrieron que la mayoría de las personas de estas sociedades declaraban niveles de felicidad notablemente altos. Esto fue especialmente cierto en las comunidades con niveles más bajos de monetización y en las que sus ciudadanos afirmaban disfrutar de un grado de felicidad comparable al encontrado en los países escandinavos que, típicamente, tienen la calificación más alta del mundo.

Los resultados sugieren que se pueden lograr altos niveles de bienestar subjetivo con una monetización mínima, desafiando así la percepción de que el crecimiento económico aumenta automáticamente la satisfacción con la vida entre las poblaciones con bajos ingresos.

Para explorar cómo la monetización afecta la sensación de bienestar de las personas, los investigadores pasaron un tiempo en varias pequeñas comunidades pesqueras que tenían diversos grados de monetización, tanto en las Islas Salomón como en Bangladesh, que son países con muy bajos ingresos.

Durante unos meses, y con la ayuda de traductores locales, entrevistaron a ciudadanos tanto de áreas rurales como urbanas varias ocasiones. Las entrevistas se llevaron a cabo tanto en persona como a través de llamadas telefónicas realizadas en momentos inesperados. Estas fueron diseñadas para obtener información sobre lo que constituía felicidad para los sujetos del estudio, así como para tener una idea de sus estados de ánimo pasajero, su estilo de vida, actividades de pesca, ingresos y su nivel de integración en el mercado.

En total, los investigadores entrevistaron a 678 personas con edades comprendidas entre los veinte y los cincuenta años, lo que daba una edad promedio de alrededor de 37 años.

Casi el 85% de los participantes del estudio eran hombres. El número desproporcionado de hombres sobre mujeres en este estudio se debió al hecho de que las normas culturales en Bangladesh dificultaban entrevistar a las mujeres.

En las Islas Salomón, las respuestas a las preguntas dadas por hombres y mujeres no fueron significativamente diferentes. Sin embargo, esto no es necesariamente aplicable a la situación en Bangladesh, ya que las realidades sociales y los estilos de vida de hombres y mujeres difieren mucho. Se necesitará más investigación para abordar si las normas sociales relacionadas con el género impactan la asociación encontrada en este estudio.

Los investigadores encontraron que en las comunidades donde el dinero se usaba más, como en las zonas urbanas de Bangladesh, los residentes informaron niveles más bajos de felicidad.

«Nuestro estudio apunta a posibles formas de alcanzar la felicidad que no están relacionadas con los altos ingresos y con la riqueza material. Esto es importante porque, si replicamos estos resultados en otros lugares y podemos identificar los factores que contribuyen al bienestar subjetivo, podría ayudarnos a eludir algunos de los costos ambientales asociados con el logro del bienestar social en las naciones menos desarrolladas», dice Eric Galbraith, profesor del Departamento de Ciencias Planetarias y Terrestres de McGill y autor del estudio.

Según cuenta Sara Miñarro (UAB), autora del estudio, en sitios menos monetizados las personas informaban que su felicidad les venía de un mayor proporción de tiempo pasado con la familia y de un mayor contacto con la Naturaleza. «Pero con el aumento de la monetización encontramos que los factores sociales y económicos comúnmente reconocidos en los países industrializados jugaban un papel más importante. En general, nuestros hallazgos sugieren que la monetización, especialmente en sus primeras etapas, en realidad puede ser perjudicial para la felicidad», añade.

Curiosamente, mientras que otras investigaciones han encontrado que la tecnología y el acceso a la información de culturas lejanas con diferentes estilos de vida pueden afectar el sentido de las personas sobre su propio bienestar al ofrecer estándares con los que las personas comparan sus propias vidas, este no parece ser el caso de las comunidades estudiadas en estos países.

«Este trabajo se suma a la creciente comprensión de que los apoyos importantes para la felicidad no están, en principio, relacionados con la producción económica», agrega Chris Barrington-Leigh, profesor de la Escuela de Medio Ambiente Bieler de McGill. «Cuando las personas se sienten cómodas, seguras y libres para disfrutar de la vida dentro de una comunidad fuerte, son felices, independientemente de si están ganando dinero o no».

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: Michael Porter, vía Flickr (Creative Commons).

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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20 Comentarios

  1. lluís:

    En definitiva, según este artículo, a mayor ignorancia mayor felicidad. Aunque los de Bangladesh y otras zonas en las que la gente tiene motivos para ser muy feliz, solo hacen que meterse en barquitos de plástico, huyendo a Europa, porque ‘quieren vivir como los europeos’.

    Un estudio muy bucólico, este.

  2. tomás:

    Amigo Lluís: Veo que tergiversas la intención del artículo. Él se refiere al dinero y tú a la ignorancia. De todas formas, cuando yo era joven, alguien me dijo: «Si quieres ser feliz, como me dices, no analices, muchacho, no analices». Y es que el no analizar, tiene mucho que ver con la ignorancia.
    Pienso que tampoco el artículo da en el clavo. Una causa de la infelicidad es ver que los de al lado -por hablar de conjuntos- tienen algún bien de sobra, como comida, por ejemplo, y para tu conjunto eso es muy escaso (Es histórico que muchas guerras han tenido en ello su origen). En realidad eso sucede también con los individuos. Si el poblado que se ve en la foto está aislado y no tiene con quien compararse, bastándole los medios imprescindibles, uno puede sentirse feliz, sea sabio en su ambiente o no.
    Por otra parte, el haber hecho la encuesta en Bangladesh, me parece un solemne error, ya que allí son frecuentísimos los macroprostíbulos donde se explotan sexualmente a las mujeres desde niñas de forma que la gran mayoría nunca conocen la libertad: podemos decir que nacen y mueren internas. Es decir, allí, la mujer es un objeto sexual supeexplotado. No sé si las Salomón son idóneas o no y creo que muy escasos lugares del mundo deben serlo para un estudio así.
    Un abrazo.

  3. Eduardo Rincón López:

    Estoy de acuerdo con lo que dices Tomás.
    A mi no me coge de sorpresa la conclusión a que llegan en este estudio. No obstante, no dicen nada del grado de información, capacidad de análisis, y religiosidad de las sociedades analizadas. Ni tienen en cuenta las condiciones geográficas de su ubicación, en relación a la abundancia de bienes naturales y clima.
    En mi opinión (muy particular), el grado de infelicidad está principalmente determinado por la brecha existente en cada individuo, entre sus deseos, y sus capacidades y posibilidades disponibles de concretizarlos. De tal forma que cuanto mayor e insuperable sea esta brecha, mayor es la infelicidad.
    Estos deseos (en la actualidad la mayoría superfluos) pueden estar creados, por planos politico-economicos equivocados demagógicos populistas. (crecimiento constante del PIB como fin). Y potenciados por la super-comunicación actual. Sin olvidar la propaganda comercial.
    Creo que también se debe tener en cuenta el grado de religiosidad de esa sociedad, pues este, sin duda, entiendo que, influye en el grado de conformismo, ante las imposibilidades de concretizar los deseos, al dejar estos en segundo plano con respecto a los principios religiosos.
    Al fin de cuentas Jesús Cristo abominaba la riqueza y la ostentación, y Buda era sumamente feliz consumiendo poco más que contemplación.
    Me parece que es bastante normal que, estas sociedades que mencionan en el estudio, estén menos contaminadas por la súper-información y al mismo tiempo más influenciadas por religión.
    Abrazos.

  4. David:

    El mito de la Felicidad (planteamiento)

    https://youtu.be/iD48Qtet5-o

    http://vanityfea.blogspot.com/2014/09/el-mito-de-la-felicidad-planteamiento.html

    «Lo que yo sé es que siempre me ha parecido un sarcasmo tremendo el lema cristiano de «la verdad os hará libres». Y no, sobre todo, porque no comparta yo esas concretas verdades reveladas—sino porque creo que la verdad no te hace necesariamente más libre. Ni tampoco más feliz—y menos aún, más popular).» https://garciala.blogia.com/2011/012701-opiniones-sobre-la-verdad.php

    «Y, como ya dijo Platón, sacar a los demás de la caverna es un ejercicio delicado y peligroso. Puede costar la vida, pues las ilusiones son más bonitas que la realidad, y más convenientes, si habíamos edificado en torno a ellas nuestra identidad social y nuestro sistema de valores.» https://garciala.blogia.com/2007/060902-vencer-convencer.php

  5. tomás:

    Es largo tu discurso, amigo David, al ayudarte de esos envíos. De los cuales el más apropiado al tema es el vídeo -mejor, los vídeos- de Gustavo Bueno. Me ha parecido serios, cultos y bien argumentados.
    Diferencia la felicidad del placer, la individual de la que podríamos llamar «general» si es que puede imaginarse así.
    En resumen, que se te agradece la aportación.
    A mi entender, la felicidad tiene mucho que ver con lo que llamamos «paz del espíritu», es decir, convivir con una inquietudes llevaderas.
    Un abrazo.

  6. Lluís:

    Amigo tomás: tanto como tergiversar la intención del artículo, no diría yo, en cualquier caso no fue esa mi intención. No creo que me equivoque mucho si digo que ‘niveles más bajos de monetización’ se corresponden con niveles bastante más bajos de conocimientos ya que adquirir conocimientos por lo general resulta bastante caro y más caro cuanto de mejor calidad sean los conocimientos adquiridos.
    La falta de ‘monetización’ y la ignorancia tienen por tanto una clara relación o al menos eso creo yo. De lo que no tengo la menor duda es que mucho ignorante se siente feliz. Y no se tome esta afirmación como si se tratara de un cierto sentido de superioridad o arrogancia. Todos tenemos mucho de ignorantes, pero otros, por desgracia, tienen un plus de ignorancia, y desde luego la peor ignorancia es la querida, no la que se padece por falta de medios.
    En lo que dices sobre Bangladesh, no puedo estar más de acuerdo.

    Saludos, amigo.

  7. Miguel Ángel:

    Queridos Lluís y Tomás:

    Puede que os resulten sorprendentes los resultados de un estudio sobre felicidad que menciona Martin Seligman en «La auténtica felicidad»: se sometió a examen a un grupo de prostitutas de Calcuta que viven en condiciones que cualquiera tacharíamos de infrahumanas, pero presentaban altos indicadores de satisfacción en cuanto a moralidad, familia, amigos y comida. Su satisfacción general era de 1.93 en una escala de 1 a 3, mientras que la de los estudiantes de la Universidad de Calcuta era 2.45. No hay tanta diferencia como cabría esperarse, para llevar existencias tan distintas.

  8. Miguel Ángel:

    Amigo Eduardo, está confirmado a nivel científico que tener convicciones religiosas incrementa significativamente la felicidad y las expectativas de vida. Pero solo es aplicable a las personas que tienen convicciones religiosas muy firmes: en un estudio que se hizo con un número próximo a 200 monjas de convento de clausura el resultado fue que las monjas que habían entrado en el convento mostrando más ilusión e interés, vivieron más de 90 años, 10 años más que el grupo de monjas que habían entrado más dubitativas.

  9. Eduardo Rincón López:

    Amigo Miguel Ángel, gracias por la información. Mi opinión era intuitiva, no había leído nada al especto de la relación entre felicidad y convicciones religiosas.
    Volviendo al tema de la infelicidad, creo que, también se debe tener en cuenta, el grado de optimismo, con que estimamos se concretizará nuestro futuro propio imaginado, dentro del contexto del futuro global de la sociedad y evolución del entorno (Planeta). De tal forma que cuanto menor sea al optimismo, mayor será la sensación de infelicidad.
    Esto implica que, para llegar a este grado de optimismo, dependemos de:
    Primero: de la capacidad particular de análisis del entorno (como un todo) incluyendo su histórico (pasado más influyente).
    Segundo: la capacidad de acumular, organizar, y efectivar recursos y técnicas para concretizar el futuro imaginado.
    Entonces (por lo menos para mí), me parece bastante claro que, quien posee bastante capacidad de análisis del entorno, propiciado por mayor inteligencia sensibilidad y preparo, seguramente llegará a un nivel de infelicidad mayor que los menos capaces y preparados.
    Ya que, para estos últimos, su horizonte de futuro con sus necesidades propias, es muy próximo y limitado.
    Por otro lado, los más capacitados, tienen su horizonte de futuro más alejado, lo que implica como mínimo incertidumbre, y ansiedad, (dado su mayor capacidad de análisis), creo que, aumentando la infelicidad, por los posibles factores adversos.
    Resumiendo: me parece que cuanto más capaces, inteligentes y sensibles más probabilidad de ser infeliz.

  10. tomás:

    Respecto a tu 7, querido Miguel, la explicación la encuentro en la separación de esos conjuntos. ¿Qué pasaría si esas prostitutas cursasen en la universidad? Al tener contacto con el resto de los estudiantes se darían cuenta de lo triste de su condición. Por otra parte, es de suponer que la ignorancia sea más frecuente entre esas desafortunadas mujeres. Y parece que estamos de acuerdo en lo que dicen Lluís, Eduardo e incluso David: la ignorancia proporciona cierta felicidad. Por otra parte, lo que manifiestas en tu 8, la mayor felicidad de las religiosas que, parece ser, las hace más longevas, a mi entender, su fe es una muestra de ignorancia. No se detienen en analizar, no se cuestionan sus creencias. A los que tenemos mentalidad científica -no conocimiento; basta mentalidad-, no se nos ocurre creer en una ley con fe inquebrantable; siempre admitimos que puede ser sustituida por otra que se acerque más a la realidad. Posiblemente esa mentalidad, que se extiende a todas las circunstancias de nuestra existencia, nos haga más infelices.
    Un fuerte abrazo a todos.

  11. tomás:

    Aunque, pensándolo bien, todos nosotros hemos experimentado y manifestado gran alegría al enterarnos de algún logro científico. Quizá felicidad y longevidad no estén conectadas causalmente.

  12. lluís:

    Al socaire de tu pregunta en 10, tomás, pregunta con mucho sentido, se me ha ocurrido algo que puede ser tomado por una ‘boutade’ pero que a uno no se lo parece tanto. ¡ Lástima que no podamos medir el grado de felicidad de los Neanderthal ! Igual eran la mar de felices!.

    Bueno, no niego que no haya una cierta ironía en esas exclamaciones, también en gran parte motivadas por ese estudio que cita el amigo Miguel Ángel, » La auténtica felicidad», no conozco a su autor ni he leído el estudio, pero hay una cierta línea de pensamiento en determinada psicología/sociología que se empeña en demostrar que viviendo en condiciones míseras y de una indigencia intelectual casi absoluta seríamos plenamente felices.

    Saludos a todos.

  13. tomás:

    Pues no sé, Lluís. No creo que hubiera mucha diferencia entre los neardentales y los sapiens en lo que a la capacidad de ser más o menos felices se refiere. Eso en el supuesto de alguna tribu que no estuviese sufriendo problemas de los que, al final, los llevaron a la extinción. Pero si, por las causas que fuesen, quedaron inadaptados y hubieron de luchar por la supervivencia, durante esa lucha, aunque hubiese sido exitosa, es difícil que pudiesen sentirse felices. Como nos pasa a todos. Recuerda las guerras. Mal asunto. Es para preguntarse por qué caemos en ellas.
    Un abrazo.

  14. Miguel Ángel:

    Querido amigo Eduardo:

    Sobre la influencia del pasado, el futuro que imaginamos en nuestra mente es una proyección de las experiencias que hemos tenido en nuestro pasado. Eso se ha estudiado en el caso de algunos tipos de patologías mentales en las que el sujeto pierde la memoria conservando el resto de funciones superiores del cerebro, y se ha comprobado que, si no recuerdan el pasado, no pueden imaginar el futuro.

    Outro abraço.

  15. Eduardo Rincón López:

    Gracias de nuevo Miguel Ángel, por la información que aportas.
    Me gustaría saber con más detalle si, en los sujetos de esos estudios, la pérdida de memoria aun continuaba en el presente. De tal forma que eran incapaces de recordar por lo menos en algún grado, también el pasado inmediato.
    Encuentro muy extraño que así fuese, pues pienso que, esto implicaría llevar una existencia exclusivamente biológica, por no recordar el pasado, y no poder imaginar el futuro, justamente, por la ausencia de recordar este.
    Espero puedas suministrar mas información sobre este asunto.
    Um forte abraço.

  16. tomás:

    Parece cosa lógica, Miguel. Todo nuestro conocimiento procede de nuestras vivencias y estudios que pertenecen al pasado, por lo que, cualquier imaginación o proyección del futuro, ha de basarse en esa memoria que nos llega -no hay remedio- del pasado.
    Un abrazo.

  17. tomás:

    En cierto modo, Miguel, Eduardo te pregunta cuánto dura el presente en esos enfermos.
    Abrazos a ambos.

  18. Eduardo Rincón López:

    Perdón, donde dije “Existencia biológica” quería decir existencia vegetativa.
    Tomas, creo que el presente no tiene duración, ni en estos enfermos ni en cualquiera.
    Para mí el PRESENTE como mucho dura, el tiempo que, el proceso de PERCEPCIÓN como humanos, empleamos para procesar la información (filtrada) que, en ese instante nos llega del entorno. Conjugarla con los recuerdos pertinentes relevantes al respecto. Acrecentar nuestros deseos (modulados por nuestras capacidades) y elaborar una imagen de futuro al respecto de estas.
    Seguramente todo este proceso tiene una duración temporal, debido a nuestra velocidad limitada de procesamiento biológico. Aunque nos parezca que es instantáneo.
    Muitos abraços para os dois.

  19. Miguel Ángel:

    Dependería del tipo y grado de patología, pero digamos que una memoria suficientemente deteriorada como para no recordar nada de lo vivido el día anterior, queridos ambos.

    Por supuesto, querido Eduardo, hablamos de pacientes incapaces de valerse por sí mismos.

    Abrazos x 2

  20. tomás:

    Sé, amigo Eduardo que, podríamos decir, con permiso de Plank, que la duración del presente es nula, o sea que es solo la separación entre el pasado y el futuro, ninguno de los cuales existe en ese «instante» si es que llega a serlo.
    Así pues yo me refería a la respuesta que nos da Miguel, es decir, a la permanencia de la memoria en esos enfermos.
    Gracias a ambos y un fuerte abrazo.

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