NeoFronteras

Geoingeniería y enfermedades infecciosas

Área: Medicina,Medio ambiente — viernes, 22 de abril de 2022

La adopción de algunas medidas de geoingeniería para mitigar el cambio climático propagaría enfermedades como la malaria de forma desigual.

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Imaginemos que alguien suelta un virus mortal y, al poco tiempo, trata de vender la vacuna contra él. Sería algo inmoral, obviamente. También sería absurdo, pues es mucho más barato y eficaz no soltar ese virus.

Con el clima pasa algo similar. Desde hace tiempo hemos chocado contra los límites climáticos de la Tierra, pero, en lugar de dejar de emitir gases de efecto invernadero (o intentarlo), hay ciertos intereses para que se adopten soluciones de geoingeniería que limiten la subida de las temperaturas. Esto se ve como una oportunidad de negocio.

Además de ser opciones increíblemente caras, los científicos que han estudiado este tipo de propuestas siempre llegan a la misma conclusión: no constituyen ninguna solución y generan otros problemas.

El último de esos estudios señala que la geoingeniería climática tendría repercusiones masivas para la salud de miles de millones de personas. En concreto, la malaria se propagaría aún más en los países tropicales y de forma desigual.

Los científicos del Centro Médico de la Universidad de Georgetown y colaboradores han realizado la primera evaluación de cómo la geoingeniería climática podría afectar a la incidencia de enfermedades infecciosas. El estudio se centra la propuesta de geoingeniería que bloquea parte la radiación solar.

Una de esa propuestas en esta modalidad consistiría en inyectar aerosoles en la estratosfera que reflejen la luz solar entrante, lo que, supuestamente, detendría temporalmente el calentamiento global. Aunque se han estudiado otros aspectos de esta aberrante propuesta, rara vez se han estudiado sus impactos potenciales en la salud.

Otro problema es que se seguirían emitiendo gases de efecto invernadero mientras que habría que ir reemplazando los que se inyectan en la estratosfera, por lo que se llegaría a un estado cada vez más desequilibrado e inestable. Todo mientras que otros aspectos, como la acidificación de los océanos, se descontrolaría aún más.

«Las implicaciones del estudio para la toma de decisiones son significativas. La geoingeniería podría salvar vidas, pero la suposición de que lo hará por igual para todos podría dejar a algunos países en desventaja a la hora de tomar decisiones. Si la geoingeniería trata de proteger a las poblaciones en la primera línea del cambio climático, deberíamos poder medir los riesgos y los beneficios, especialmente en términos de cargas de salud desatendidas, como las enfermedades transmitidas por mosquitos», dice Colin Carlson (Centro de Ciencias y Seguridad de la Salud Global en el Centro Médico de la Universidad de Georgetown).

El equipo de ocho investigadores de varios países utilizó modelos climáticos para simular cómo podría ser la transmisión de la malaria en dos escenarios futuros, con y sin geoingeniería, con niveles medios o altos de calentamiento global.

Los modelos identifican qué temperaturas son más propicias para la transmisión de enfermedades por el mosquito Anopheles e identifican cuántas personas viven en áreas donde la transmisión es posible.

En escenarios de calentamiento medio y alto, se predijo que el riesgo de malaria cambiaría significativamente entre regiones, pero en el escenario de alto calentamiento las simulaciones encontraron que mil millones de personas adicionales estaban en riesgo de contraer malaria en un mundo en donde se ha aplicado esta propuesta de geoingeniería.

«En un planeta que hace demasiado calor para los humanos, también hace demasiado calor para el parásito de la malaria. Enfriar el planeta podría ser una opción de emergencia para salvar vidas, pero también revertiría el curso de esos declives», dice Carlson.

El estudio sigue la estela de un comentario publicado en Nature Climate Change por Christopher Trisos (Universidad de Ciudad del Cabo en Sudáfrica) y colaboradores en 2018. En él, los investigadores propusieron una hipótesis ahora confirmada en el nuevo estudio: debido a que la transmisión de la malaria alcanza su punto máximo a los 25 C, el enfriamiento de los trópicos mediante la geoingeniería podría, en última instancia, aumentar el riesgo de malaria en algunos lugares, pero también podría aumentar el riesgo en el día presente.

«El potencial de la geoingeniería para reducir los riesgos del cambio climático sigue siendo poco conocido y podría introducir una serie de nuevos riesgos para las personas y los ecosistemas», dice Trisos.

Carlson sostiene que uno de los hallazgos más sorprendentes fue la escala de posibles desarreglos entre regiones. Por ejemplo, en ambos escenarios, los autores encontraron que la geoingeniería podría reducir sustancialmente el riesgo de malaria en el subcontinente indio incluso en comparación con la actualidad. Sin embargo, ese efecto protector se vería compensado con un aumento del riesgo en el sudeste asiático. Esto podría complicar la realidad geopolítica de la intervención climática.

«Nuestro estudio destaca que las primeras líneas de la injusticia climática no son un bloque monolítico, especialmente cuando se trata de la salud», dice Carlson.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto: CC/ James Gathany

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5 Comentarios

  1. tomás:

    En efecto, sería inmoral lo que señala el primer párrafo. Pero, al menos en otros campos de la actividad humana se hacen cosas similares. Por ejemplo se venden o proporcionan armas a grupos para que ataquen a otros, posiblemente compatriotas, y así, iniciar una guerra que procurará beneficios a la industria militar: en resumen, se ayuda a cualquier desestabilizador de un sistema político. Y eso sí que es beneficio inmediato, con armas que se quedan obsoletas incluso sin usar por que el potencial enemigo las ha mejorado; beneficio inmediato para la industria armamentística que pagamos los ciudadanos.

    Ciñéndonos al artículo me parece una barbaridad impensable -pero pensada- de inyectar aerosoles a la atmósfera. ¡Claro que se ve como una oportunidad de negocio! También debiera verse, por la cantidad de trabajo y beneficio para la biomasa que generaría, limpiar los océanos, y las tierras. Pero como tal beneficio sería a largo plazo, no se considera. Diría, sin seguridad de acertar, que la propuesta para una urgencia contra la fiebre del planeta -algo así como una aspirina antes de ir a urgencias- sería una sombrilla, quizá semitransparente, pero solo cuando la voluntad de reducir emisiones de GEI, prohibida la tala y promovida la repoblación forestal fuese un hecho, porque de no hacerse así, pudiera servir como incentivo para seguir quemando más combustible fósil.
    Yo no creo que todas las geoingenierías sean igualmente prejudiciales. Unas lo serán más, otras menos, unas así y otras asá. Porque si se ha vivido con un mucho menos GEI y han aumentado rapidísimamente desde la revolución industrial, y mucho más respecto a mediados del pasado siglo, ello indica que el planeta tiene recursos para adaptarse, aunque, como es obvio, todo tiene un límite y, al parecer, o estamos cerca o hemos llegado.

  2. tomás:

    Como veo que mis compañeros están un poquito vagos, voy a desarrollar ligeramente la idea de la sombrilla a ver si alguno se anima a contradecirme o a apoyarme; el caso es que haya movida.
    Creo que lo ideal sería que su tupidez -o estupidez si propongo una barbaridad- fuese manejable, es decir que aumentase o disminuyese según las necesidades de nuestra Tierra. Claro que, para ello habría de crearse una comisión científico-social -nunca político, por favor- responsable de ese control.
    Pienso que el gran problema sería su descomunal dimensión, pues sería del orden del diámetro terrestre, que puede minorarse -no sé cuanto- considerando que la emisión electromagnética que nos llega de la periferia solar es mínima, mientras que la de su diámetro enfrentado a la Tierra es máxima. Su órbita habría de ser paralela a la de nuestro planeta.
    Las ventajas son: 1º Si nos equivocamos totalmente, puede retirarse.
    2º Al ser manejable podría, si la concebimos muy sofisticada, afectar con diferente intensidad a unas y otras zonas.
    3º Puede ser extremadamente liviana.
    4ª Podría, quizá, utilizarse como defensa ante una tormenta solar que considerase peligrosa. Esto depende de su diseño y propósitos totales.
    Entre las desventajas, estaría su precio, dadas sus medidas descomunales, así que habría de construirse por etapas y supongo que por humanos que ensamblasen sus partes.
    Bueno, he ahí mi contribución a la posible discusión.

  3. Eduardo:

    Amigo Tomás.
    Especialmente, para mantener viva la discusión en la página.
    Le veo, varias serias dificultades, a la idea de la sombrilla espacial.
    Creo que, se debe tener en cuenta que, la radiación posee un momento lineal no despreciable, que al impactar en la sombrilla la empujaría hacia la Tierra.
    Dado su inmenso tamaño. ¿Como se evitaría que la presión de la radiación incidente en ella, no la empujase ¿. La presión de la radiación es algo ya comprobado, e incluso existen proyectos de velas solares, o extra sistema solar, propulsadas por potentes láseres ubicados en Tierra.
    Se puede argumentar que, artificialmente se podrían adicionar algunos dispositivos que contrarrestarían este movimiento. Esto conlleva considerable gasto de energía, suministrada desde Tierra, con su consecuente huella ecológica. Sin contar las dificultades técnicas de su implantación y mantenimiento.
    Suponiendo que se superasen las dificultades técnicas y económicas de construcción de estos dispositivos adicionales. En este caso la energía debida a la presión de radiación se iría acumulando en la sombrilla en forma de calor, probablemente provocando su desestructuración.
    Espero que siga la discusión (diversión) al menos para mí.

  4. Eduardo:

    Ahora se me ocurre que, el proceso de mantener la sombrilla estacionaria, sim caer hacia Tierra, se podría conseguir colocándola cerca (un poco más alejada de Tierra) del Punto de Lagrange L1, en el sentido del Sol. Aunque esto disminuiría en gran medida el consumo de energía extra. Aun seria necesarios dispositivos adicionales para corregir las perturbaciones gravitatorias provocadas por los movimientos relativos de los astros cercanos.

  5. tomás:

    Gracias, mi querido e inteligente amigo por tu estupenda aportación.
    Estoy de acuerdo en tu advertencia de que la presión de la radiación habría de ser tenida en cuenta, porque sin duda, se produciría. La solución es la que propones: dotar a la pantalla de pequeños motores repartidos por la superficie del círculo de la manera más conveniente.
    Sin embargo no sería preciso aportar la energía que necesiten desde la Tierra, pues ¿qué mejor y más inmediata que la misma radiación para proveerlos de ella? También magnífica la idea del Lagrange L1. He calculado de forma algo primitiva su distancia y me sale -redondeando- 1,5 millones de km, salvo error -tan posible en mí- u omisión, (aprovechando que suele usarse como excusa), distancia que me parece excesiva para cualquier reparación, así que pienso que deberíamos aproximar la sombrilla muchísimo. Yo apostaría por algo así como los satélites más alejados. Podría tenerse en cuenta (para minorar esa superficie) que al igual que las zonas periféricas del Sol no son muy importantes, tampoco las zonas de la Tierra donde amanece y anochece, lo son. Sumadas ambas consideraciones, la dimensión de la superficie minoraría mucho. Claro que también sería importante proteger los polos, así que quizá su forma debería ser algo ovalada.
    El mantenimiento de su posición ideal, sería cosa de esos motorcitos gobernados desde tierra.
    A ver si hay suerte y alguna de nuestras inteligencias astronómicas -aprovecho los dos sentidos de la palabra- no echa una mano.
    Un fuerte abrazo.

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