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¿Más dinero se correlaciona con una mayor felicidad?

Área: Cooperación,Psicología — jueves, 9 de marzo de 2023

Unos mayores ingresos económicos sí parecen proporcionar más felicidad.

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¿Qué tal la factura del gas o de la electricidad de este mes?, amigo europeo. ¿Qué tal la hipoteca esa a tipo variable o su alquiler? ¿Y qué tal ese kilo de naranjas a 2 euros o esa maceta vacía para sus geranios por 40 euros? Seguro que alguna de esas cosas le produce estrés o ansiedad y, por tanto, algo de infelicidad.

A la vez, le han dicho que el dinero no da la felicidad y que los ricos son gente desgraciada que no sabe ser feliz. Usted debe sentirse bien consigo mismo y, aunque no tenga mucho dinero, tiene entereza, ética, cultura, principios, etc. Parece ser que, para compensar, tiene que tener cierta sensación de superioridad moral. O, al menos, así parece que se lo han vendido. Quizás para que se conforme y no cause problemas.

Mientras tanto, a usted le hacen maniobras ilícitas los conductores del Audi SUV por la autovía que pagó con sus impuestos y pronto será de pago, no le dejan entrar con su utilitario antiguo en la ciudad y ni por ensoñación puede comprarse un auto eléctrico y ser así ecológico como le demandan.

En los EEUU, cuya constitución consagra la búsqueda de la felicidad, hay también adoración por el dinero, así que algunos grupos investigan la relación entre ambas cosas, si es que existe tal relación.

Aunque saber si las personas que ganan más dinero son más felices en su vida diaria parece algo sencillo de resolver, las investigaciones que se han hecho sobre el tema había arrojado resultados contradictorios hasta ahora.

El trabajo publicado en 2010 por Daniel Kahneman y Angus Deaton (Universidad de Princeton) descubrió que la felicidad diaria aumentaba a medida que aumentaban los ingresos anuales, pero por encima de los 75000 dólares se estabilizaba y la felicidad no aumentaba. Por el contrario, el trabajo publicado en 2021 por Matthew Killingsworth (Universidad de Pensilvania) encontró que la felicidad aumentaba constantemente con ingresos muy por encima de los 75000 dólares, sin indicios de una meseta.

Para reconciliar los resultados, los dos grupos se unieron, en lo que se conoce como una colaboración contradictoria, con Barbara Mellers (Penn Integrates Knowledge) como árbitro

En un nuevo artículo muestran que, en promedio, mayores ingresos están asociados con niveles de felicidad cada vez mayores. Sin embargo, al acercarse, la relación se vuelve más compleja, lo que revela que dentro de esa tendencia general, un grupo infeliz dentro de cada grupo de ingresos muestra un fuerte aumento en la felicidad hasta 100 000 dólares anuales y luego se estanca.

«En los términos más simples, esto sugiere que para la mayoría de las personas, los ingresos más altos están asociados con una mayor felicidad. La excepción son las personas económicamente acomodadas pero infelices. Por ejemplo, si eres rico y miserable, más dinero no te ayudará. Para todos los demás, más dinero se asoció con una mayor felicidad en grados algo diferentes», dice Killingsworth (Escuela Wharton de Penn), autor principal del artículo.

Mellers señala que el bienestar emocional y los ingresos no están conectados por una sola relación y que la función difiere para las personas con diferentes niveles de bienestar emocional. Específicamente, para el grupo menos feliz, la felicidad aumenta con el ingreso hasta 100 000 dólares, luego no muestra un aumento adicional a medida que crece el ingreso. Para aquellos en la gama media de bienestar emocional, la felicidad aumenta linealmente con los ingresos. Finalmente, para el grupo más feliz, la asociación en realidad se acelera por encima de esos 100 000.

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Los investigadores comenzaron este esfuerzo combinado reconociendo que su trabajo anterior había sacado conclusiones diferentes. El estudio de Kahneman de 2010 mostró un patrón de aplanamiento donde el estudio de Killingsworth de 2021 no lo hizo.

Killingsworth, Kahneman y Mellers se centraron en una nueva hipótesis de que existe tanto una mayoría feliz como una minoría infeliz. Para los primeros, conjeturaron, la felicidad sigue aumentando a medida que ingresan más dinero. Para los segundos la felicidad mejora a medida que aumentan los ingresos, pero sólo hasta cierto umbral de ingresos, después del cual no progresa más.

Para probar esta nueva hipótesis, buscaron el patrón de aplanamiento en los datos del estudio de Killingworth que había recopilado a través de una aplicación de telefonía móvil llamada Track Your Happiness, creada por el mismo. Varias veces al día, la aplicación hace ping a los participantes en momentos aleatorios, haciendo una variedad de preguntas que incluyen cómo se sienten en una escala de «muy bien» a «muy mal». Tomando un promedio de la felicidad y los ingresos de la persona, Killingsworth saca conclusiones sobre cómo se vinculan las dos variables.

Los investigadores dieron una gran paso adelante en su colaboración cuando se dieron cuenta de que los datos de 2010, que habían revelado la meseta de la felicidad, en realidad habían estado midiendo la infelicidad en particular en lugar de la felicidad en general.

Se puede ver con un ejemplo. Imaginemos una prueba cognitiva para la demencia que la mayoría de las personas sanas superen fácilmente. Si bien una prueba de este tipo podría detectar la presencia y la gravedad de la disfunción cognitiva, no revelaría mucho sobre la inteligencia general, ya que la mayoría de las personas sanas recibirían la misma puntuación perfecta.

Del mismo modo, los datos de 2010 que muestran una meseta en la felicidad tenían una calificación perfecta en su mayoría, por lo que nos informa sobre la tendencia en el extremo infeliz de la distribución de la felicidad, en lugar de la tendencia de la felicidad en general.

Una vez que vieron eso, fueron conscientes de que los dos resultados aparentemente contradictorios no eran necesariamente incompatibles. «Y lo que encontramos confirmó esa posibilidad de una manera increíblemente hermosa. Cuando observamos la tendencia de felicidad de las personas infelices en los datos de 2021, encontramos exactamente el mismo patrón que se encontró en 2010; la felicidad aumenta de manera relativamente pronunciada con los ingresos y luego hay una meseta», dice Killingsworth.

Los dos hallazgos que parecían completamente contradictorios en realidad resultan de datos que son sorprendentemente consistentes entre sí.

Según Killingsworth, estos hallazgos tienen implicaciones en el mundo real. Por un lado, podrían afectar a los impuestos o cómo compensar a los empleados. También son importantes para las personas a medida que desarrollan su carrear profesional y tienen que optar entre distintos empleos y sopesar un salario mayor frente a otras prioridades en la vida.

Sin embargo, agrega que para el bienestar emocional el dinero no es el fin último. «El dinero es solo uno de los muchos determinantes de la felicidad. El dinero no es el secreto de la felicidad, pero probablemente pueda ayudar un poco», añade.

En fin, algunos estaríamos dispuestos a averiguar si sufrimos o no el efecto meseta de la felicidad siempre, pero es solo por curiosidad científica, para comprobar si somos más felices.

Copyleft: atribuir con enlace a https://neofronteras.com

Fuentes y referencias:
Artículo original.
Gráficos: Proceedings of the National Academy of Sciences (2023). DOI: 10.1073/pnas.2208661120.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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6 Comentarios

  1. tomás:

    En este tema creo que una holgura económica moderada permite cierta tranquilidad de ánimo. Siento autorreferirme, pero esta cuestión parece que conlleva una reflexión personal. Mis hijos saben que no me gusta que me hagan regalos, que solo admito libros con la condición de que pueda cambiarlos por otro que me interese más, pero llevan dos veces que se han saltado la norma y en ambas he rechazado el regalo. El año pasado me regalaron un jamón: devuelto. Este año un montón de ropa, cuando me sobra tanta que regalo a quien conozco que la necesita o me desprendo de ella en el contenedor mal conservado al que suelo echar broncas por el deficiente funcionamiento del torno por el que se introduce ropa y calzado. Con la lotería pasa lo mismo: ¿Por qué un premio de 17 millones? ¿No serían mejor 34 premios de 1/2 millón. Porque con ese dinero se pueden arreglar muchísimas cosas. A no ser que tengas un casoplón podemita, puedes liberarte de la hipoteca, o comprarte un buen piso o una casa aislada. En fin, que, en mi opinión, estar moderadamente sobrado es bueno, pero el exceso es absurdo.
    Tengo un cuento en el que un abuelo regala a su nieto una hucha maravillosa que tiene la propiedad de que, en su interior, cada día aparece una moneda de oro más. Pero tiene el problema de que no se puede ni mirar por la rajita ni, por supuesto, romperla para sacar el dinero. Entonces pregunta el niño para qué le sirve. Y el abuelo le responde que para saberse rico, lo que no le satisface mucho, ya que sus amiguitos pueden comprarse chuches y él no.
    Debo escribir otro con lo que mi padre me contaba. Decía que a él le gustaría que cada día, comprase lo que quisiera, siempre le sobrase un solo céntimo en el bolsillo. No es mala virtud la de tal bolsillo.
    El dinero no estoy seguro de que dé la felicidad a todo el mundo, pero tener el suficiente para las necesidades y algún capricho, da bastante tranquilidad.
    A los padres, suerte si os regalan un billete de lotería.

  2. Eduardo:

    Amigo Tomas, sabia filosofía, y aún más al llevarla a la práctica, la tuya.
    Referente al contenido del artículo, me parece demasiado pobre, querer cuantificar el nivel de felicidad/infelicidad solamente por la variable de ingresos monetarios. Claro que esta tiene su influencia, pero existen bastantes mas que la determinan (algunas con influencia mayor) . Como:
    El tipo de personalidad (sensibilidad, envidia, egotismo, altruismo…..) que se ha ido forjando en el individuo, partiendo de su herencia genética y acumulo de vivencias anteriores. Que, por su vez, influye fuertemente, en el nivel de ingresos.
    El tipo de entorno familiar que, con sus defectos, problemas (por ejemplo, enfermedades) o virtudes también es muy importante. Este concepto también se aplica al tipo y nivel de desenvolvimiento de la sociedad en que está inserido el individuo.
    El nivel de dificultad de las metas que el individuo se propone alcanzar con respecto a los medios de que dispone (de capacidad intelectual y físicos).
    Resumiendo: Estas y otras variables no solo deben ser consideradas, sino que son fuertemente DETERMINANTES (primarias) para establecer el nivel de ingresos. Por tanto, creo que el estudio debería tenerlas primero, muy en cuenta.
    En otras palabras, el nivel de ingresos y su relación con felicidad/infelicidad, está fuertemente determinado por las variables que, de por sí y de antemano, ya lo definen. O sea, hay que empezar la casa por los cimientos.

  3. NeoFronteras:

    Es que la falta de dinero sí da la infelicidad o la incertidumbre en tiempos revueltos. El estudio tiene el problema de que choca contra nuestros principios. Nos gustaría pensar que el dinero no da la felicidad y que los ricos son desgraciados de alguna manera, pero no parece que sea así. De todos modos el estudio dice que una parte de la población sí se siente mejor si tiene más dinero. En cuanto al concepto «felicidad» es un tanto ambiguo, claro. Además hay otras cosas. El médico que salva vidas en un país perdido de África se siente realizado aunque tenga 12 horas de trabajo diario. Se siente realizado aunque no nade en el hedonismo.

    Aunque se puede estar no realizado, hacer un trabajo inútil y encima ser pobre.

    Me apunto a la lotería modificada de Tomás, me basta con que me pague lo que queda de hipoteca y el IBI de 30 años. Sería bastante menos que ese 1/2 millón, pero me sentiría más tranquilo.

    Quizás la chica de la lejía tenía razón:

    https://images.squarespace-cdn.com/content/v1/58246230e58c6241793fe164/1478810371512-8PDRT7RYO4MHQKSKLV74/futuropeor.png?format=1000w

  4. Miguel Ángel:

    Las dos gráficas pueden malinterpretarse por el modo en que están representadas, pero en valores absolutos hay poca diferencia en el rango que va de 30.000 a 80.000 de ingresos, y después se alcanza enseguida la meseta.
    En un estudio sobre felicidad que menciona Martin Seligman en «La auténtica felicidad» se sometió a examen a un grupo de prostitutas de Calcuta que viven en condiciones que cualquiera tacharíamos de infrahumanas, pero presentaban altos indicadores de satisfacción en cuanto a moralidad, familia, amigos y comida. Su satisfacción general era de 1.93 en una escala de 1 a 3, mientras que la de los estudiantes de la Universidad de Calcuta era 2.45. No hay tanta diferencia como cabría esperarse por llevar existencias tan distintas.

  5. Miguel Ángel:

    Otro aspecto sobre el que ya hemos hablado en otras ocasiones es que la felicidad tiende a mantenerse en un estado basal incluso en las situaciones más adversas…

    …Pero, ¿se puede ser feliz cuando hace un mes que están invadiendo tu país y quieren matarte?…

    https://www.youtube.com/watch?v=M-x-ujiB-oE

    ¡¡Y roza la poesía el fenómeno!!

    Batalla totalmente perdida para Putin, porque si Zelensky ya es enorme, solo conseguirá que se convierta en infinito si le asesina. Lo que sí nos haría a muchos es daño, porque se ha colado en nuestros corazones.

  6. tomás:

    Ciertamente, querido Miguel. Has dado en el quid de la cuestión: que ese presidente, anteriormente humorista, nos cae muy bien; lo queremos, lo contrario que a Putín, que nos parece un nuevo Hitler. Olvidamos que tanto la OTAN como los simpatizantes de Rusia están haciendo muchísimo daño al planeta, además de ponerlo al borde de una guerra atómica, que los recursos que deberían irse hacia los lugares más necesitados, se están tirando al invertirse en armas lo cual solo sirve para llenar los bolsillos de la industria armamentística, que el que podría ser el granero de Europa, haya sido derruido, que su reconstrucción, cuando sea posible, será costosísima. En resumen, que ha convertido a un gran país -aunque tan corrupto como Rusia- en un solar de muros derrumbados, hierros retorcidos y fosas comunes. Desearía que triunfase, que agotase la paciencia del pueblo ruso y que tuviera que retirarse como les sucedió a los Usados en Vietnam.
    A ver si hay suerte, que la cosa está muy dura. Mis ánimos al valiente.

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