NeoFronteras

El precio de la extinción

Área: Medio ambiente — miércoles, 14 de noviembre de 2007

Un equipo internacional de científicos advierte que la extinción de especies reducirá la productividad de las plantas en la Tierra.

Foto
Bosque. Foto: 1981Adam vía Flickr.

En el análisis, recientemente publicado, un equipo de investigadores muestra que según las diversas especies de plantas se vayan extinguiendo en todo el mundo, los habitats naturales contendrán cada vez menos número de especies y serán cada vez menos productivos. Esta situación comprometerá los beneficios y recursos que los humanos conseguimos de la Naturaleza. La reducción de productividad podría llegar a ser del 50%.
Según Bradley Cardinale de University of California en Santa Barbara, y líder del estudio, el proceso mediante el cual las plantas crecen y producen biomasa es uno de los procesos fundamentales más importantes de este planeta.
La productividad de las plantas regula la habilidad de la Naturaleza para fijar el dióxido de carbono de la atmósfera, que es un potente gas de efecto invernadero, y cuyo aumento en los últimos años debido a la actividad humana está produciendo el cambio climático. Además, las plantas producen oxígeno, comida, madera, fibras e incluso biocombustibles. La extinción de especies comprometerá los beneficios que la Naturaleza proporciona a la humanidad.
El estudio consta de 44 experimentos repartidos por todo el mundo que simulan la extinción de especies vegetales y muestran que los ecosistemas con menos especies producen un 50% menos de biomasa que aquellos con niveles de diversidad altos.
Los análisis de estos investigadores proporcionan la más amplia prueba de que los habitats naturales, con gran variedad de especies, son más productivos. Esto ocurre parcialmente debido a que las comunidades diversas son más propensas a contener especies altamente productivas. Pero, y lo que es más importante, los análisis muestran que las comunidades ricas en especies son más productivas porque las plantas son más complementarias entre ellas en cómo usan los recursos biológicos.
Las distintas especies de plantas funcionan como un equipo de fútbol que tenga grandes jugadores que son muy productivos en goles y dominan el juego. Pero estos jugadores no podrían tener éxito sin la ayuda de muchos otros jugadores del mismo equipo no tan productivos en goles. Todos juntos son los que alcanzan el mayor éxito a la hora de que el equipo, como un todo, consiga golear.
En las comunidades de plantas hay grandes «estrellas» y plantas que las apoyan. Algunas plantas son tan productivas que dominan la productividad del hábitat al completo, pero las especies de apoyo las complementan ayudando a aumentar su productividad y la de toda la comunidad.
La extinción de especies es uno los cambios ambientales más pronunciados y graves de nuestro tiempo, y ya muchos científicos afirman que nos encontramos en medio de la sexta gran extinción en masa de la historia biológica del planeta, esta vez por culpa del ser humano. Según algunas estimaciones el 50% de todas las especies conocidas podrían extinguirse a final de siglo.
Cardinale pone de manifiesto que los experimentos realizados hasta el momento probablemente infraestimaban el impacto de la pérdida de especies en los ecosistemas. Desafortunadamente estos experimentos se realizaban durante sólo unos pocos años como para ver los efectos a largo plazo de la poca variedad en especies. En los experimentos que él y sus colaboradores han realizado, y que se prolongan durante más tiempo que el habitual, han detectado fuertes impactos sobre la productividad debidos a la pérdida de especies y han visto que este efecto se incrementa con el tiempo.
Sólo añadir, como lo hemos venido haciendo desde estas páginas, que los ecosistemas (o la Tierra al completo) son sistemas complejos en los que muchas especies están interrelacionadas. Tratar de salvar de la extinción al lince ibérico o al rinoceronte indio no tiene sentido si no preservamos los habitats donde viven, los colindantes, y por extensión los de toda la Tierra. Las plantas y otros «especies inferiores» o poco «simpáticas» a nuestros antropocéntricos ojos son tan importantes como las más famosas y bellas. Ninguna especie es mejor o peor que otra, todas cumplen su función. Una simple y humilde especie de bacteria puede ser fundamental para la supervivencia del resto de las especies de su ecosistema, especies que pueden caer, como las fichas de un dominó, una tras otra en un proceso de extinción imparable y sin límite.
La pérdida de estas especies no sólo nos privará de los recursos y beneficios de los que habla este estudio y de otros beneficios prácticos similares, además nos privará para siempre de todo el conocimiento que podríamos haber adquirido sobre estas especies únicas y de las complejas relaciones que mantienen entre ellas.

Fuentes y referencias:
Nota en University of California – Santa Barbara
Impacts of plant diversity on biomass production increase through time because of species complementarity (PNAS, resumen).

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
Compartir »

7 Comentarios

  1. Martín:

    No creo en el más allá. Toda mi vida, mis recuerdos, mis sentimientos, mis conocimientos… se extinguirán conmigo una vez que haya ido de este mundo. Pasado un tiempo seré borrado de la mente de mis amigos, de la de mis familiares e incluso de la de mis hijos y nietos cuando todos ellos desaparezcan. No quedará nada.
    Quiero pensar, deseo pensar, que en un futuro alguien se sobrecogerá con un Mediterráneo increíblemente azul y que, a través de sus límpidas aguas, vea peces de oro danzar al unísono una coreografía escrita hace millones de años.
    Quiero pensar, deseo creer, que esta persona o alguna otra, respirará el húmedo ambiente de un bosque de hayas y que, sentada sobre el musgo, se explique por qué los poetas imaginaron duendes y hadas, mientras se embriaga con el oxígeno recién liberado gracias al milagro de una fotosíntesis concebida hace miles de millones de años.
    Quiero creer, deseo imaginar, que algunas de estas personas sentirán un placer intelectual inigualable cuando entiendan los procesos ecológicos que hacen que todos los seres vivos de este mundo estén interrelacionen, formando una biosfera que es la única capa planetaria viva de todo el Universo conocido.
    Quiero creer, necesito creer, que en algún momento de un distante futuro habrá otros que se queden pasmados de fascinación ante la increíble exhibición de multitud de seres vivos, todos ellos únicos e irrepetibles, que pueblan esos maravillosos espacios naturales que todavía quedan.
    Necesito creer, necesito saber, que todos estos seres vivos seguirán estando aquí una vez me haya ido, porque aunque los vientos del tiempo hayan borrado por siempre y para siempre mi recuerdo de la mente de los hombres, brillará un atisbo de inmortalidad cuando alguien sienta lo mismo que sentí yo en esos preciosos momentos, porque en esos nuevos momentos reviviré, aunque sea brevemente, de nuevo.
    Salvando a todos estos seres nos salvamos a nosotros mismos, salvamos al mundo y, sobre todo, salvamos la mejor definición posible de lo que es ser humano.

  2. Alejandro Sánchez:

    El problema no es la falta de información, sino la falta de conciencia…La mayoría de las personas solo tienen una conciencia limitada de las consecuencias de sus actos, solo piensan en sus necesidades a corto plazo, no a largo plazo.
    La actual cultura, costumbres y hasta el sistema económico están hechos para cubrir y maximizar más estas necesidades cortoplacistas inconscientes.
    No solo hace falta una economía sostenible, sino una cultura y conciencia sostenible.
    Eso es algo que los científicos, sobre todo los científicos sociales, urgentemente tienen que resolver. Todo lo que pueda ayudar a resolverlo será necesario.

  3. Rompememes:

    Hace tiempo que se sabe en agricultura que cuando se incrementa la diversidad genética en los campos de cultivo, la productividad mejora. Ello se debe fundamentalmente a que los cultivos son «monstruos» (no lo aplico en sentido peyorativo) desde el punto de vista genético: son uniformes genéticamente y carentes de la mayor parte de las capacidades defensivas que poseen sus homólogos silvestres. Han sido seleccionados, primero de forma inconsciente (por el hombre primitivo), y después conscientemente, para producir alimentos aptos para nuestro consumo y para facilitar las labores de recolección. Y eso implica eliminar sus defensas naturales (para que nos los podamos comer y sepan mejor) y homogeneizarlos en tamaño, forma, etc. Esta uniformidad genética y la baja efectividad de sus sistemas defensivos hace que los cultivos sean especialmente susceptibles a los ataques de patógenos, que dan lugar con frecuencia a las plagas y epidemias que se encuentran en la agricultura. Sin embargo, aumentar la diversidad genética en los campos de cultivo reduce la incidencia de estos patógenos, ya que por un lado es más difícil que encuentren muchas plantas susceptibles juntas, y por otro, esa misma diversidad impide que desaparezcan patógenos y parásitos que atacan a esos patógenos de los cultivos, manteniendo sus poblaciones a niveles aceptables para que no produzcan epidemias o plagas.

    Perdón por la extensión, pero espero que esto complemente de alguna forma lo que se dice en el artículo.

    Saludos

  4. RicardM:

    Martín: gracias nuevamente por tu excelente post. Me quedo, no obstante, con tu penúltima frase (salvando a todos estos seres nos salvamos a nosotros mismos). Se ha de persudir al público que la defensa de la biodiversidad no es una idea romántica de cuatro ecologistas iluminados. Es la esencia de la defensa de la especie humana. No se trata de «salvar el planeta». La Tierra ya ha pasado por varias extinciones, algunas catastróficas, y continua girando alrededor del Sol. Se trata más bien de salvarnos a nostros mismos, y deprisa. Yo a esto lo llamo «egologismo».

    Saludos cordiales al equipo de NeoFronteras

  5. NeoFronteras:

    Delegar en manos de organizaciones este asunto del ecologismo no es la solución. Están bien para concienciar, pero no pueden hacer gran cosa. Si los gobiernos no toman medidas no podremos solucionar lo que se nos viene encima.
    El desarrollo e investigación de fuentes de energías renovables o nucleares seguras (que las hay) dependen de los vaivenes políticos. Se invierte cuando el petróleo está caro o cuando, como ahora, tenemos el problema del cambio climático.
    Se han perdido como mínimo 30 años o más en investigación en este campo y ahora quizás no nos de tiempo.
    Urge un programa internacional del estilo de la carrera especial o del proyecto Manhattan para dar soluciones al problema de la energía y del cambio climático. Aunque sólo fuera por evitar más derrames de crudo o la financiación de regímenes totalitarios ya merecería la pena abandonar el petróleo.
    En cuanto al resto de los problemas: superpoblación, contaminación, eliminación de selva virgen… se necesitarían principalmente tomar medidas políticas, aunque la ciencia y la técnica podrían ayudar.

  6. Alejandro Sánchez:

    Con todo respeto quisiera hacer una precisión a los comentarios de tan laboriosa editorial -a quien agradezco desde ya el esfuerzo loable de difundir información científica seria- Ciertamente el tema ecologista es político, pero la política; en la mayoría de las democracias; depende de los pueblos y de su nivel de conciencia sobre la importancia del medio ambiente y la biodiversidad. Excepto en algunos países europeos, la conciencia ecológica es prácticamente nula o mínima. He ahí donde entra la importancia de las organizaciones ecologistas, que son las que intentan crear conciencia en la sociedad. Trabajos de difusión como el de Al Gore son de suma importancia. Lamentablemente el proceso de concienciación y transformación cultural es demasiado lento y posiblemente ya sea muy tarde para muchas especies y plantas. Acelerar ese proceso es el gran desafío científico del siglo XXI.

  7. NeoFronteras:

    Esas organizaciones son necesarias, pero no son la única solución, simplemente porque no toman las decisiones.
    Probablemente tenga razón y haya que concienciar mucho más a la gente. Pero esta labor va a ser difícil tanto en el primer mundo como en el tercero. En el primer caso porque somos tan estúpidos que no estamos dispuestos a renunciar a nuestras supuestas comodidades, y en el segundo porque es muy difícil convencer a alguien que tiene hambre que no esquilme la selva o que no desee tener comodidades como los demás.
    Pero en todo caso no es la gente de la calle la que toma las decisiones, son los políticos. Son los políticos los que deciden firmar o no el tratado de Kioto, o incluso incumplirlo.
    Que unos políticos que viven a todo lujo y en una situación muy privilegiada (incluyendo los autodenominados progresistas), con limusina oficial y alto grado de ostentación de la riqueza, sean tan cortos de ideas como para proponer que la subidas de tarifas de electricidad o agua son las únicas medidas ecológicas tampoco ayuda mucho. Cuando un político vaya en metro entonces será señal de que algo está cambiando, mientras tanto las campañas de utilización de transporte público alentadas por ellos caen en saco roto o incluso suenan cínicas e hipócritas.
    O se invierte en investigación en este campo ya o lo vamos a pasar mal. No estaría de más que la gente concienciada solicitase a su gobierno este tipo de inversiones.

RSS feed for comments on this post.

Lo sentimos, esta noticia está ya cerrada a comentarios.