NeoFronteras

Descubren en ratones hormona de la agresividad

Área: Biología,Etología — miércoles, 12 de diciembre de 2007

Según unos investigadores el olor de una proteína pesada presente en la orina es suficiente para hacer que un ratón macho inicie una pelea. Esta feromona, que dispara el comportamiento agresivo, había sido postulada hace tiempo, pero hasta ahora no se había conseguido aislar.

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Los ratones macho atacan con notable agresividad a otros ratones que consideran una amenaza como cuando otro macho invade su territorio, pero toleran sin problemas a las hembras, las crías y a machos castrados.
Lisa Stowers del Scripps Research Institution en La Jolla (California) y sus colaboradores han conseguido identificar la proteína que provoca esta respuesta agresiva. El resultado es interesante porque permite empezar a comprender cómo las feromonas y el cerebro condicionan el comportamiento en mamíferos.
Las feromonas son productos químicos que son dispersados en el aire, y que son segregados por glándulas o excretados por la orina. Al ser detectados por individuos de la misma especie provocan cambios en su comportamiento, generalmente relacionados con la reproducción.
Estos investigadores filtraron la orina de ratones macho y separaron sus distintos componentes por tamaño molecular. Después aplicaron las distintas sustancias encontradas sobre ratones macho castrados para ver cuales provocaban la respuesta agresiva. Encontraron un grupo de moléculas proteínicas de gran tamaño que provocaban dicho comportamiento.
Este tipo de moléculas, hasta el momento, eran sólo sospechosas de jugar un papel en la comunicación química. Se creía que lo ideal es una molécula pequeña, ya que son más volátiles y tienen mayor facilidad de alcanzar el epitelio olfativo que está al fondo de sistema olfativo.
Estas moléculas tienen forma de bolsillo o guante de baseball en donde otras moléculas más pequeñas pueden anidar. Se creía que estas moléculas alojarían feromonas en su interior, pero al sustituir las moléculas que alojaban el efecto disparador de agresividad no disminuía e incluso, cuando se eliminaba toda carga en ellas, el «contenedor» por sí sólo disparaba la respuesta. Era esta proteína pesada la que funcionaba como feromona de la agresividad.
Estas feromonas son detectadas por una estructura denominada órgano vomeronasal, que es un tubo en la base de la cavidad nasal situado directamente detrás del hocico y relleno de neuronas sensoriales. El órgano olfatorio principal (epitelio olfativo) se encuentra detrás y tiene una conexión nerviosa con el cerebro independiente.
Cuando los investigadores etiquetaron este órgano con un tinte fluorescente, que hace que los receptores cambien de color cuando una molécula encaja en ellos, sólo una clase de los receptores producían la respuesta cuando eran estimulados por proteínas urinarias de gran tamaño. Esto les ayudó a estudiar el mecanismo que hay detrás de la detección de esta esencia olorosa.
Aunque estas proteínas son pesadas, llegan sin problemas al órgano vomoronasal y éste manda la señal al cerebro sin que intervenga el epitelio olfativo.
Los autores señalan que además de esta respuesta agresiva las proteínas en cuestión pueden tener otros papeles en el reconocimiento social. La hipótesis de estos investigadores es que estas proteínas pueden transmitir información sobre las características de otros ratones, tales como su género, edad, o estado, aunque esta teoría está sin demostrar. Esperan rociar a hembras y a crías jóvenes con esta esencia en futuros experimentos para ver qué ocurre.
Estos autores advierten que la agresividad en humanos y en ratones dependen de diferentes mecanismos por lo que estas investigaciones no servirán para tratar los niveles elevados de violencia en algunos individuos.
Por otro lado James F. Battey del National Institute on Deafness and Other Communication Disorders (NIDCD) y no implicado en el estudio sugiere que, aunque la feromona identificada por este estudio no se produce en humanos, la región cerebral ligada a este tipo de comportamientos es la misma en ratones y humanos, y por tanto el estudio podría ayudar a entender los caminos neuronales implicados en el comportamiento humano.
Aunque se conoce bastante bien cómo funcionan las feromonas en el mundo de los insectos, sabemos muy poco sobre la influencia de estos compuestos químicos en el comportamiento de los mamíferos y otros vertebrados.

Fuentes y referencias:
Nota en Scripps Research Institution.
Identification of protein pheromones that promote aggressive behaviour (resumen en Nature).
Ilustración: ChinchillaVilla, vía flickr.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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1 Comentario

  1. Rómulo:

    Es increíble como la genética va avanzando. No dejo de pensar sobre los conceptos morales y éticos que puedan plantearse amparados en el deseo de ofrecer al ser humano alternativas que mejore su calidad de vida. Con todo, de buenas intenciones están llenas todas las guerras y batallas sociales, ¿no?

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