Coral y el clima del pasado
Colonias de coral de miles de años de edad nos hablan del clima del pasado. Algunos ejemplares pueden llegar a tener cuatro mil años.
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Un estudio muestra que el segundo grupo más diverso de corales duros evolucionaron en aguas profundas y no en aguas superficiales. Los estilastéridos, se diversificaron en aguas profundas antes de lanzarse a la colonización de aguas someras en tres oleadas sucesivas en los pasados 30 millones de años. Este resultado contradice la teoría establecida que mantiene que los corales y otros animales marinos surgieron en aguas someras y luego emigraron a habitats más profundos.
Los investigadores han estudiado el ADN y fósiles de estos animales y dicen poder reconstruir esta transición hacia el pasado. Además, han desvelado cómo los corales crearon sus esqueletos calcáreos en una carrera de armamentos contra sus depredadores. Todo esto demuestra que los ecosistemas de las aguas profundas son muchos más dinámicos que lo que antes se creía.
Los corales vivos siguen dando además sorpresas a los investigadores. Ahora se sabe que los corales de aguas profundas son espectacularmente longevos. Los datos de carbono 14 demuestran que algunas colonias tienen 4000 años de antigüedad. Así por ejemplo, algunas de estas colonias de la actualidad de la especie Leiopathes glaberrima empezaron a vivir unos pocos cientos de años después de que se construyeran las pirámides Giza.
Muchos de estos animales hacen crecer sus esqueletos de la misma manera que los árboles hacen crecer su tronco, dejando tras de sí anillos de crecimiento concéntricos. Estos anillos nos hablan las condiciones oceánicas de épocas pasadas. De este modo se puede estudiar la circulación marina y temperatura de los mares de siglos pasados. Esta reconstrucción es crítica a la hora de entender el clima de la Tierra en el pasado y poder predecir así el futuro del mismo. Además aclararía discrepancias sobre el cambio climático. Así por ejemplo, el coral nos puede decir cómo absorbía el océano el dióxido de carbono en el pasado.
Estos organismos son equivalentes a los pinos bristlecone, pero se encuentran en peligro debido a su recolección y al uso de malas artes de pesca. Los expertos dicen que es urgente tomar medidas para su protección.
El proyecto TRACES (Trans-Atlantic Coral Ecosystem Study) pretende estudiar la genética de los animales que habitan en las comunidades de los fondos marinos de todo el Atlántico. Este proyecto internacional empezará a finales de este año y en él ya hay unos 100 científicos implicados. Además de la genética de estas especies se analizarán los isótopos de los esqueletos coralinos que permitirán estudiar la climatología de hace siglos.
Los científicos involucrados están de acuerdo en que debemos a las futuras generaciones el asegurarnos de que estos ecosistemas únicos estarán protegidos. Que así sea.
Fuentes y referencias:
Nota de prensa en Eurekalert.
Stanford University.
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