Visualizan planetas en dos sistemas planetarios
Dos equipos de astrónomos logran visualizar exoplanetas en sendos sistemas planetarios. Uno usando telescopios en tierra y el otro el telescopio espacial Hubble.
La posibilidad de ver otros mundos, algunos quizás como la Tierra excita nuestra imaginación. Sabemos que hay un montón de planetas ahí fuera, pero hasta ahora no estábamos seguros de haber visto directamente ninguno de ellos, ni de tipo terrestre ni gaseoso. Desde que hace más de una década se empezaran a detectar planetas fuera de nuestro sistema solar se ha logrado inferir la existencia de más de 300 exoplanetas. Esto se consigue porque o bien la interacción gravitatoria hace bailar la estrella alrededor de la cual gira o el exoplaneta, al pasar por delante del disco estelar (fenómeno conocido como tránsito), eclipsa la estrella un poco y ésta parpadea. Pero ver directamente uno de estos exoplanetas ha resultado ser una tarea muy difícil, en general están demasiado cerca y son demasiado poco luminosos para verlos al lado de sus brillantes estrellas. Recientemente se dieron a conocer algunos candidatos a exoplanetas «visibles» que ya cubrimos en esta web, pero ahora ya podemos decir que los humanos hemos visto de seguro exoplanetas. No en un sistema solar, sino en dos.
El primer equipo de astrónomos, dirigido por Christian Maurois del instituto NRC Herzberg de la Columbia Británica, ha usado los telecopios Keck y Gemini, en lo alto del volcán Mauna Loa de las islas Hawai, para tomar fotos de la estrella HR 8799, que se encuentra a 128 años luz de nosotros en la constelación de Pegaso. Orbitando alrededor de esta estrella se pueden ver tres exoplanetas, todos gigantes gaseosos mayores que Júpiter, que forman parte del primer sistema planetario que se ha logrado fotografiar.
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Según Ray Jayawardhana de la Universidad de Toronto «la era de la visualización directa de exoplanetas está ya aquí». La gran ventaja que ofrece la visualización directa es que se pueden obtener espectros de los planetas y así averiguar su composición y otros parámetros físicos.
En este caso se estima que sus masas están entre unas cinco y unas trece veces la masa de Júpiter, pero esto es difícil de calcular con precisión. Son planetas relativamente jóvenes (unos 50 millones de años) que todavía emiten luz propia.
HR 8799 y sus planetas forman una especie de versión ampliada del Sistema Solar externo, con tres cuerpos gigantes y gaseosos que orbitan lejos de su estrella y que serían los equivalentes a Saturno, Urano y Neptuno, pero a diferencia de nuestro caso orbitan a mayor distancia (25, 40, y 70 UA). La presencia de estos planetas masivos en esta zona exterior deja espacio para otros cuerpos del tamaño de Júpiter en órbitas más internas, o incluso para planetas más ligeros similares a la Tierra que todavía no podemos ver porque la tecnología actual no lo permite.
HR 8799 es una estrella 5 veces más brillante que el Sol y una masa de 1,5 la de éste. Cuenta con un disco de polvo a su alrededor muy masivo.
En el segundo caso un grupo de científicos dirigido por Paul Kalas, de la Universidad de Berkeley, usó el telescopio espacial Hubble para observar directamente un planeta en torno a Fomalhaut, una brillante estrella en la constelación de Piscis Australis situada a tan solo 25 años luz de distancia. Fomalhaut es una estrella ya conocida en el Neolítico debido a su brillo y ha formado parte de la mitología de diversas culturas. Es una estrella más caliente que el Sol y unas 16 veces más brillante.
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La confirmación de la naturaleza planetaria del objeto vino de tomar fotos separadas por 21 meses y comprobando que el candidato a planeta (denominado Fomalhaut b) se movía al orbitar la estrella. El planeta tarda 872 años terrestres en completar una órbita alrededor de Fomalhaut. Kalas cree que su planeta puede tener una masa de unas tres veces la de Júpiter. La foto fue posible gracias al coronógrafo que incorpora la cámara del telescopio Hubble usada para las fotos y que puede bloquear la luz de la estrella. Fomalhaut b se encuentra a una distancia unas diez veces la distancia de Saturno al Sol.
También en este caso se trata de un sistema solar muy joven en el que todavía se aprecia el disco de polvo que lo rodea y en el que los planetas están todavía calientes y por tanto emitiendo luz propia, principalmente en el infrarrojo. Estos discos de acreción (y en concreto este) ya habían sido observados en el pasado alrededor de diversas estrellas.
Estos dos hallazgos son importantes porque los teóricos en formación planetaria tienen ahora a su alcance nuevos sistemas sobre los que poner a prueba sus teorías y modelos. Estos resultados añaden más datos sobre la formación y evolución temprana de los sistemas solares en los que se acaban de formar planetas. Además son pasos clave hacia la detección de planetas similares a la Tierra en el futuro.
Fuentes y referencias:
Noticia en Observatorio Gemini.
Noticia en la web del Hubble 1.
Noticia en la web del Hubble 2.
Podcast sobre el tema en Science.
Noticia en Scicence.
Podcast en mp3 de NPR (inglés).
Exoplanetas en NeoFronteras.
Ilustración de cabecera: ESA, NASA and L. Calçada (ESO)
4 Comentarios
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sábado 15 noviembre, 2008 @ 2:09 pm
Es extraño que aún no haya ningún comentario aquí. Es realmente difícil visualizar directamente exoplanetas (difícil y bastante tedioso, según me contó un amigo astrofísico, son horas y horas y más horas de buscar «puntitos sin colorines» en el espacio profundo). Creo que esto es un hallazgo sensacional, «una mina de oro», vamos. Quien sabe si no esta demasiado lejos el día en que podamos ver un planeta de características semejantes a éste que nos da cobijo, pero que empieza a poner «mala cara», por tener que soportar tanto inconsciente, cuando no, energúmeno, directamente.
domingo 16 noviembre, 2008 @ 2:19 pm
Esta noticia fue cubierta por medios de comunicación «tradicionales» y de ahí el escaso interés despertado aquí. Normalmente se intenta cubrir otras noticias que han tenido menos éxito en llegar a los medios, pero como en NeoFronteras se ha ido cubriendo este tema de los exoplanetas se decidió finalmente cubrirla.
Aunque es verdad que la gente normal da por sentado este tipo de descubrimiento. Creen que es fácil apuntar un telescopio y ver otros planetas. No son conscientes del increible esfuerzo científico, tecnológico y personal que hay detrás. No ven el inmenso abismo que hay entre ciencia y ciencia ficción. Esto supone la prueba más evidente de que el sistema educativo y la sociedad hace aguas por todas partes y que no es capaz imbuir la menor cultura científica en las personas. Muchas gente del pasado hubiera dado cualquier cosa por conocer una pequeña fracción del conocimiento que ahora disfrutamos y que, sin embargo, la mayoría de la población actual desprecia profundamente.
domingo 16 noviembre, 2008 @ 4:25 pm
Las causas del declive de la ciencia y de un cierto odio hacia ella que se puede detectar fácilmente en amplias capas de la población, quedan magníficamente retratadas en el más que interesante libro del conocido químico y periodista Carlos Elías, «La Razón estrangulada». Su faceta de periodista le ha permitido entrar en los entresijos del mundillo mediático, uno de los mayores responsables del declinar de la ciencia. Pero hay muchos más responsables, en opinión de Elías, incluso señala, y no sin razón, a algunos o bastantes científicos que deben cargar con parte de culpa. Me permito sugerir que quienes no lo hayan leído, lo hagan.
domingo 16 noviembre, 2008 @ 11:13 pm
La indiferencia de mucha gente respecto a los logros de la ciencia es más bien ingratitud. Como decís bien, pocos se dan cuenta del trabajo que subyace debajo de cualquier logro o cualquier descubrimiento. Y esa indiferencia suele prosperar entre los que nunca han hecho ese esfuerzo por conocer, los que , a veces, han recibido todo gratuitamente y creen que todo es gratis y se recibe sin esfuerzo. Inmadurez, como individuos y como especie. Lo malo es que cada treinta años, más o menos, podemos encontrar otra generación de inmaduros que eche por tierra el esfuerzo de la anterior. Este descubrimiento es como atisbar, en la bruma del enorme desierto del universo, un lejano barrio donde poder asentarnos en un futuro más o menos lejano. Por lo menos, ahora sabemos que están ahí.