¿Nueva especie Homo?
Restos genéticos sugieren que hace 40.000 años habría otra especie Homo compartiendo el mundo con humanos modernos, neandertales y quizás con el hombre de Flores.
Uno de los temas científicos que más interesan a los seres humanos es el de la Paleoantropología. Saber sobre nuestros propios orígenes parece que nos fascina. Pero que nos interese no significa que sepamos bien sobre el tema, ni siquiera lo poco que los científicos del campo saben al respecto.
Uno de los prejuicios o malentendidos más común es colocarnos (¿auto-entronizarnos?) como la cumbre de un proceso evolutivo en permanente progreso. No es así, somos fruto de la casualidad y nuestra aparición en la Tierra no era inevitable. De hecho, pudo surgir perfectamente una especie inteligente durante la era de los dinosaurios sin necesidad del advenimiento del reino de de los mamíferos. La evolución no tiene una dirección específica y menos aún hacia un progreso en pos de organismos cada vez más complejos. La evolución funciona en todas las direcciones y tiene éxito allá donde encuentra un hueco. Por eso las ballenas perdieron sus extremidades y volvieron al mar o ciertos parásitos se simplifican hasta la mínima expresión. La evolución no tenía “necesidad” de crearnos, ni estaba dirigida hacia nosotros cuando dio con los Homo gracias a la contingencia.
Otro de los prejuicios que normalmente aparece es la secuencia en escala de progreso de unos homínidos sucediéndose unos a otros, cada vez menos encorvados y cada vez más “modernos”. En realidad, la Naturaleza, a través de procesos de especiación y evolución, radió varias especies de homínidos a lo largo de millones de años. De este modo, la manera correcta de ver la evolución del género Homo (o de cualquier otro grupo de especies) es a través de un árbol filogenético. Ese árbol fue podado reiteradamente por diversos procesos de extinción y ahora sólo quedamos los Homo sapiens sapiens. Muchos de esos mal llamados “eslabones perdidos” que se encuentran de vez en cuando no son nuestros antepasados directos, sino una rama paralela que desapareció.
Si la estructura evolutiva es la de un árbol surge inmediatamente la pregunta de si dos o más de alguna de esas especies convivieron en el tiempo en la Tierra. Se ha podido demostrar que en algunos casos así fue, al menos con especies viviendo en distintas partes del mundo.
Para el caso de compartir el territorio la situación es menos clara y todavía hay debate científico al respecto, sobre todo en las especies más recientes como Homo sapiens (nosotros) y Homo neandertalensis (hombre de neandertal) en Europa. En este caso se llega al colmo de los prejuicios y contaminación política e ideológica al sugerir algunos que fuimos nosotros los que liquidamos a los neandertales a base de violencia e incluso canibalismo, aunque las pruebas al respecto sean inexistentes. Lo más curioso es que los que normalmente opinan así suelen ser miembros de la progresía política, los mismos que sostienen que el hombre es bueno por naturaleza y sobre esa idea edifican su proyecto de edificio político.
Todo se complica aún más por la dificultad de encontrar restos fósiles de unas especies que tampoco eran muy abundantes y sobre un periodo geológico de sólo unos pocos millones de años. Los huesos que se encuentran a veces no están propiamente fosilizados (mineralizados), sino que simplemente se han conservado hasta el día de hoy. A veces no hay huesos y sólo tenemos herramientas de piedra y, a veces, ni siquiera eso.
Toda esta introducción sirve para prepararnos sobre la importancia de un descubrimiento reciente acerca del descubrimiento de una nueva especie Homo. En unas cuevas de Siberia se han encontrado restos de ADN humano de sólo 40.000 años de edad. Este ADN apunta además hacia un linaje antiguo y distinto a los conocidos lo que lo haría coetáneo tanto del ser humano moderno como del hombre de neandertal. El descubrimiento apuntaría, por tanto, a que Asia estaba ocupada en ese tiempo no sólo por neandertales y sapiens, sino además por una tercera especie humana desconocida hasta ahora. Este hallazgo sería el descubrimiento más excitante realizado en el campo sobre ADN antiguo de los últimos tiempos.
Este descubrimiento complica una vez más la historia evolutiva humana reciente, ya de por sí bastante complicada desde que se descubrió el hombre de Flores (o “hobbit”), un supuesto humano de pequeño tamaño que vivió en la isla de Flores y cuya naturaleza está aún debatiéndose en círculos académicos sin llegar a ninguna conclusión (razón por la cual las noticias al respecto no son cubiertas por NeoFronteras). Por un lado están los que afirman que era un sapiens con deformidades y por otro los que dicen que era una especie distinta.
Si al final se confirman todos estos hallazgos se podría llegar a la conclusión de que, con al menos cuatro especies coetáneas, la biodiversidad humana de hace 40.000 años era bastante notable. El árbol filogenético tendría al menos cuatro ramas “vivas con hojas” en esa época.
La historia sobre este hallazgo comienza en 2008 cuando Michael Shunkov y Anatoli Derevianko, de la Academia Rusa de Ciencias en Novosibirsk, encontraron un hueso de dedo en la cueva Denisova, en las montañas Altai de Rusia. La cueva, que tiene una amplitud arqueológica temporal que cubre 100.000 años, tiene tanto restos neandertales como de humanos modernos en forma de herramientas de piedra y restos óseos. El hueso que nos ocupa fue datado por radiocarbono con una edad comprendida entre hace 48.000 y 30.000 años.
Más tarde, Svante Pääbo, Johannes Krause, y sus colaboradores de Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzip (Alemania) molieron 30 miligramos de ese hueso y extrajeron una secuencia de ADN mitocondrial de 16.569 bases de longitud gracias a una nueva técnica desarrollada por el grupo de Pääbo. Entonces compararon esa secuencia con las presentes en 54 personas vivas de distintas partes del mundo, restos genéticos de humanos de hace 30.000 años de otra localización rusa y con secuencias genéticas de seis neandertales.
La gran sorpresa fue hallar que, mientras que las secuencias neandertales diferían en 202 posiciones de nucleótidos, la diferencia respecto al hombre de la cueva Denisova difería en 385 posiciones respecto al hombre moderno.
Comparando estos datos con los datos genéticos disponibles sobre el chimpancé y el bonobo pudieron calcular que el nuevo homínido compartió con los neandertales un antepasado común hace un millón de años, por lo que se separó del linaje común antes de que lo hicieran entre sí neandertales y humanos modernos. Por tanto el hueso en cuestión pudo pertenecer a una especie humana extinta que emigró de África mucho antes de que lo hicieran nuestros “parientes” conocidos.
Svante Pääbo no se pudo creer el resultado y según sus propias palabras “sonaba demasiado fantástico como para ser verdad”.
No se sabe muy bien quién era este homínido. Estos investigadores sostiene que era demasiado tarde para el Homo erectus, que emigró de África hace unos 1,8 millones de años. Y es demasiado pronto para H. heidelbergensis, que apareció en África y Europa hace 650.000 años y que muchos investigadores consideran el antepasado común de neandertales y humanos modernos. Se especula que quizás se trate de una especie pre-heidelbergensis o una post-erectus (por decir algo).
De momento el equipo de Pääbo no ha dado al nuevo linaje un nombre, al menos hasta que se sepa más acerca de él. El próximo paso será la secuenciación de ADN nuclear de ese mismo trozo de hueso. Quizás, si tiene suerte, podamos saber más sobre esta misteriosa especie humana, sobre todo si consiguen secuenciar casi todo el genoma. Si es así, sería el genoma humano más antiguo en ser secuenciado hasta la fecha.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3052
Fuentes y referencias:
Nota de prensa del Instituto Max Planck.
Noticia en Science.
Articulo original en Nature (resumen).
Foto cabecera: Entrada a la cueva Denisova. Fuente: Nature.
36 Comentarios
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miércoles 31 marzo, 2010 @ 6:02 am
Magnífico artículo
Alguien puede opinar sobre lo que piensa sobre
16/10/09
ADN y Geometria Sagrada, El Santo Grial , los Armónicos del Corazón, Autoconciencia
http://misteriosyverdadesdelmundo.blogspot.com.BASURA/2009/11/adn-y-geometria-sagrada-el-santo-grial.html
Yo no se que pensar Gracias
miércoles 31 marzo, 2010 @ 10:42 am
Estimado khinecapa:
Es muy fácil saber qué pensar, pues lo que señala es simplemente basura pseudocientífica. Por favor, no enlace más ese tipo de contenidos.
miércoles 31 marzo, 2010 @ 2:57 pm
Estimado Neo
Mi inclinación, por rigor, es el método científico. Usualmente distingo el grano de la paja. Pero en aras a una mentalidad más abierta, encontré intrigante este tema del ADN. Y dada la seriedad de tu página, a la que me sumo, he querido recabar si hay algo de verdad sobre la estructura del ADN como lo expone DAN WINTER Gracias
miércoles 31 marzo, 2010 @ 3:08 pm
Apreciado khinecapa:
El problema surge cuando alguien usa vocabulario científico para este tipo de fines, pues es más difícil separar el grano de la paja. Se da incluso en la publicidad, sobre todo en cremas rejuvenecedoras, cuando se utilizan palabras que suenan a ciencia para dar legitimidad a un producto.
Un saludo
miércoles 31 marzo, 2010 @ 3:29 pm
¿Dan Winter? Este señor es pura y simplemente un cantamañanas que pretende montarse otra religión.Y, lo digo porque algo he leído sobre sus alucinaciones; pero la verdad es que ya lo tengo olvidado.Lo único que me queda en la mente es eso de que me pareció un santón, una especie de gurú «tecnologizado».
Lo de las cremas rejuvenecedoras es publicidad claramente engañosa, y ni siquiera entiendo como se permite este tipo de sandeces….» de la ciencia de los genes..» dice uno de esos embaucadores anuncios..en fin, hay lo que hay y es bastante descorazonador.
miércoles 31 marzo, 2010 @ 4:16 pm
Lo interesante es que la paleoantropología esta migrando de discutir diferencias insignificantes en fósiles escasos y mal conservados a pruebas de genoma.
miércoles 31 marzo, 2010 @ 5:45 pm
Estimados Neo y LLuis
Gracias por vuestros comentarios Veo que teneis catado a este Dan Winter, del cual no tenia ninguna biografia. Saludos cordiales.
miércoles 31 marzo, 2010 @ 6:31 pm
Para el que le interese, aquí va una página interesante que acabo de encontrar para desenmascarar a las pseudociencias desde el rigor científico.
miércoles 31 marzo, 2010 @ 6:38 pm
Aquí esta el enlace que se me ha olvidado colgar
http://www.sindioses.org/directorio/escepticismo.html
Una buena página, para separar el grano de la paja, cuando es difícil efectuar esta tarea, cuando se camuflan en un supuesto lenguaje científico que despista hasta al más curtido. Gracias
miércoles 31 marzo, 2010 @ 9:40 pm
Interesante artículo aunque en el fondo no me gusta. Ahora puede que tenga otro nombre que recordar. En fin, punto para la evolución al «escoger» usar ADN. Despues de todo 40.000 años no son amables con ninguna macromolécula, ojalá el ADN nuclear no se halla dañado demasiado.
Khinecapa, te tengo un buen consejo para separar el grano de la paja. Si es extremadamente entretenido de leer tíralo a la basura. Es una lástima pero los mejores oradores suelen ser simples charlatanes (incluyendo políticos y abogados).
Peden írsete muchos granos como esta página pero te aseguro que eliminas toda la paja.
jueves 1 abril, 2010 @ 12:45 pm
Pues a mí no me gusta la noticia. A pesar de ser biólogo no comprendo el sentido de utilizar de manera cuantitativa el ADN para distinguir entre especies. Una especie está compuesta por los individuos capaces de tener entre ellos descendencia fértil. Dado que esto es imposible de comprobar en restos fósiles deberíamos ser más cautos y atribuir el estatus de especies diferentes únicamente en el caso de encontrarnos con disparidades morfológicas muy notables.
Evidentemente, descubrir una nueva especie «viste más» que encontrar una simple «raza». Creo que el afán de notoriedad de los investigadores nos va a llevar a multiplicar el número de especies humanas casi con cada nuevo descubrimiento.
De momento, yo sigo aferrado a mi teoría particular de que, desde Homo erectus, sólo ha habido una especie humana. Mucho habrá de progresar nuestro conocimiento de la dinámica del ADN (saber qué cambios son relevantes en el proceso de especiación y cuáles no) para que me tome en serio noticias como ésta.
Un saludo.
jueves 1 abril, 2010 @ 2:33 pm
Pues mira Ramonmo yo he pensado lo mismo más de una vez, sobre todo en esas distinciones demasiado sutiles entre Homo Erectus y Homo Heidelbergensis o entre humanos modernos y «homo sapiens arcaicos» que no se diferencian morfologicamente en casi nada.
El punto es la cultura. Los «verdaderos humanos» tienen tecnología sofisticada y pensamiento simbólico complejo que no están presentes o solo en forma muy rudimentaria en otros hominidos ¿eso nos hace una especie diferente?
jueves 1 abril, 2010 @ 4:26 pm
Estimado Ramonmo:
Las pruebas que se tienen son las que se tienen y por eso ni siquiera se han planteado dar un nombre a la supuesta nueva especie. Estos científicos se muestran cautos. Por esta razón desean secuenciar el ADN nuclear y despajar así dudas.
Las pruebas genéticas son tan buenas o incluso mejores que otras si se tiene la suficiente información. Otra cosa es que con una par de secuencias se atrevan a decir algo categórico.
En cuanto a la distinción entre especie y raza a veces es demasiado sutil o confusa, siendo más un deseo del ser humano por ordenar mentalmente el mundo que una realidad natural.
Y como se puede observar este tipo de temas siempre son polémicos y contrasta con que una nueva o no especie de medusa no importe a nadie.
jueves 1 abril, 2010 @ 8:25 pm
Ya imagino que en un yacimiento todo se examina cuidadosamente y es de suponer que las distintas especies de Homo estén separadas verticalmente, pero no pueden hacer análisis de ADN de todo lo hallado por lo que me pregunto qué habrá llevado a los antropólogos a analizar un huesecillo por allí perdido porque, para hacerlo, forzosamente hubieron de sospechar que no era de neandertales o sapiens, de los que, al parecer había mucho material.
¿Por qué sospecharon y cómo sabremos su aspecto? ¡Qué lástima que ya no esté Cuvier entre nosotros! Él, a partir de ese pequeño trozo de la última falange del dedo meñique nos lo hubiera descrito con todo detalle, incluso nos sacaría de la duda de si fue niño o niña.
Porque decís que es ADN mitocondrial y entre las muchas cosas que no tengo claras está el saber si en una misma especie una clase de mitocondria puede sustituir a otra sin más consecuencias que un mejor -o diferente- metabolismo celular, sin que ello afecte al ADN de la especie. Incluso creo recordar que hay quien dice que mitocondrias paternas pueden ir a albergarse en las células musculares si logran penetrar en el óvulo.
Por otra parte, en algún momento, el ADN mitocondrial hubo de ser el mismo entre dos especies estrechamente emparentadas y recientemente separadas. ¿Y si la diferenciación comenzó por ahí? Pero también sabemos que hubo una Eva mitocondrial, por lo que su madre debió tener otro tipo de mitocondria, sin que por ello cambiase la especie.
En fin, que sospecho algún tipo de interacción entre los ADN mitocondrial y nuclear, pero no consigo documentarme. ¿Alguien conoce literatura sobre esto? Candidatos Neo y Ramonmo, ¿se os ocurre algo?
Un cordial saludo.
viernes 2 abril, 2010 @ 4:27 am
Tomás, las mitocondrias son, se supone, procariotas incorporados por las células eucariotas para realizar el proceso de respiración celular que ellas no podían realizar por si mismas. Aunque no pueden reproducirse solas tienen ADN propio, muy sencillo que se pasa de madres a hijos pues las mitocondrias de los espermatozoides jamas entran al óvulo durante la fecundación. Es mas fácil de secuenciar y de seguir en el tiempo por ello.
viernes 2 abril, 2010 @ 10:20 am
Tomás, hay que tener en cuenta que, en este contexto, la especiación ha de consistir en cambios morfológicos, y esos cambios han de darse como modificaciones del desarrollo embrionario. Las mitocondrias prácticamente sólo contienen los genes que codifican las proteínas necesarias para su función (y creo recordar que ni siquiera todas); los genes que regulan el desarrollo embrionario son nucleares. Por lo tanto, los cambios en el ADN mitocondrial son irrelevantes en cuanto al proceso de especiación en un sentido estricto. Pero sí sirven para estimar la «distancia genética» entre individuos. Lo que parece que se asume (a mí me parece que es asumir demasiado) es que a partir de cierta distancia genética ya tenemos dos especies diferentes.
En realidad, con el ADN nuclear ocurre lo mismo y se utiliza de la misma forma. La razón es que no conocemos bien la relación entre los genes y el proceso de especiación.
viernes 2 abril, 2010 @ 11:30 am
La realidad es que no tenemos un buen criterio para definir especies distintas. Puede que dos especies muy parecidas morfológicamente (o casi iguales como alguna especie de mariposa) no puedan tener descendencia fértil y dos muy distintas sí. Se especula, por ejemplo, que neandertales y humanos modernos pudieron tener descendencia fértil.
Si nos vamos al microcosmos la cosa es peor pues las bacterias pueden intercambiar genes de un «pool» común a muchas especies.
La verdad es que el proceso de especiación es algo que todavía no sabemos cómo se produce en general.
Los resultados de ADN mitocondrial son siempre controvertidos, pero este resultado es un buen indicio a la espera de los resultados de ADN nuclear.
La genética puede ser de una ayuda inestimable, otra cosa es que seamos capaces de interpretar bien los datos por carencia de conocimientos, pues no se sabe bien la función de gran parte del ADN.
Ahora, hagamos un ejercicio de ciencia ficción. Supongamos que secuenciamos el genoma completo del neandertal y de este otro supuesto homínido. Supongamos además que los clonamos y que sabemos evitar posible problemas, generando varios de estos individuos. Entonces habría de nuevo estos homínidos andando sobre la faz de la Tierra y muchas preguntas quedarían contestadas sin necesidad de interpretar unos huesos (su capacidad de lenguaje, su capacidad de abstracción…). Esto es algo que no está tan lejano al alcance de la tecnología como creemos.
¿Sería ético hacer algo así? ¿Qué fantasmas habría que quitarnos de la cabeza previamente?
viernes 2 abril, 2010 @ 9:34 pm
Muy estimados JORge, Ramonmo y Neo:
Agradezco muchísimo vuestras respuestas, pero comprendo que no todas mis preguntas se pueden contestar. ¡Qué mal correspondo a vuestra amabilidad!: Pido ayuda y luego discuto. Pero bueno, esto es una especie de tertulia y sé que me lo vais a perdonar.
¿Por qué sospecharon? Quizá alguien, además del descubridor, lo sepa. ¿Como sabremos su aspecto? Supongo que el trabajo de los antropólogos dirá algo, o es posible que nunca lo sepamos.
Alguna cuestión no está en forma de pregunta, pero es importante -tercer párrafo de mi 14- pues es de suponer que, de alguna manera, han de afectarse mutuamente los dos ADNs cuando los diversos tipos de mitocondrias se especialzan en diferentes órganos del cuerpo, lo que ha de requerir relacionarse con los genes que producen las proteínas que obligan a las células a emigrar hacia uno u otro lugar para formar el sistema o el órgano correspondiente.
JORge, puedo compartir parcialmente tus opiniones. Las células eucariotas creo que en principio fueron autosuficientes para realizar el proceso de respiración, pero perdieron esa facultad cuando se produjo la endosimbiosis, en el Proterozoico, y me parece que existen o han existido eucariotas unicelulares -creo que no pluricelulares y quien sabe si eso propició su inicio- que no encierran mitocondrias. Si así no fuera no hubieran estado vivas para fagocitar las mitocondrias. Lo que supongo sucedió es que esto mejoró mucho el rendimiento.
Por lo visto, hay muchas clases de mitocondrias en el organismo humano y, seguramente, en todo aquel que disponga de ellas. Hay quien opina que no todas ellas quedan fuera del óvulo y algunos sostienen que permanecen, como digo en mi 14 en las células musculares, pero otros dicen que son eliminadas, imagino que por digestión -llamémosle así-.
Pero estoy de acuerdo contigo en que son procariotas, en que ahora ya no podrían ser autosuficientes, en que tampoco podrían serlo ya las células y en alguna cosa más.
Ramonmo: Es más importante el cuarto párrafo: No niego lo que dices, pero no es posible que la evolución se reduzca a cambios morfoñçogicos. Estos han de tener su origen tanto en el ambiente exterior como en el interior del organismo. Las mitocondrias necesariamente han de evolucionar de una forma que ha de depender del medio en que viven, el citoplasma, pero este evoluciona con, entre otros condicionantes, el conjunto de la célula y esta, junto con todo el organismo y, si hay, como presumo, relación entre ADNs, no es imposible una influencia mutua. Te parece difícil que ello conduzca o facilie el origen de una nueva especie, o de una «variante o generación» tal como la Eva mitocondrial, pero si admites que «a partir de una cierta distancia genética (del ADN mitocondrial) ya tenemos dos especies diferentes»: ¿cómo no reconocer con esto algún papel del ADN mitocondrial en la evolución del ser?
Neo: estoy de acuerdo en que: 1º, no tenemos un buen criterio para definir especies distintas. 2º, no sólo la morfología, como afirma Ramonmo y le contradigo, es resultado de la evolución.
Me asombra el que dos especies distintas, -aunque supongo que no muy lejanas genéticamente- pero muy diferentes en su forma, puedan tener híbridos fértiles. Pero si eso sucede en las plantas con frecuencia ¿por qué no en alguna especie animal?
También me convence la afirmación de lo poco que sabemos de la función de gran parte del ADN. Añado: y yo menos.
El ejercicio de ciencia-ficción se las trae. Pone en un compromiso terrible a cualquier conciencia, a toda ética. Yo no me atrevería a corregir así a la naturaleza. Porque ¿qué otro fin que no sea estudiar esos ancestros y saber de nuestra evolución nos mueve a esa intención? ¿Seríamos capaces, si los «reconstruimos», de permitirles, quizá, sobrepasarnos en capacidades y superarnos en al pirámide social? Y si resultan ser inferiores intelectualmente a nosotros ¿intentaremos «civilizarlos» o les prepararemos un territorio donde queden protegidos de la extinción como intentamos hacer sin mucho éxito con bonobos, chimpancés, delfines, gorilas u orangutanes? ¿O quizá nos comportaremos con ellos como son tratados los indios en las reservas de USA? Ya ves, Neo, que mis fantasmas son muchos y parece que fuertes. Me tendrías que dar alguna razón muy, pero que muy convincente. El caso sería distinto con una especie a la que no reconozcamos conciencia, pues no podría presentar competencia alguna contra el sapiens y es muy posible que respetásemos su dignidad.
Un muy cordial saludo, amigos JORge, Ramonmo y Neo y, otra vez, mi profundo agradecimiento por la cortesía de responderme y por ayudarme a meditar. Perdón por extenderme tanto.
viernes 2 abril, 2010 @ 10:33 pm
Estimado Tomás:
Supongo que si recreáramos a esos homínidos se les concederían todos los derechos que tenemos los humanos actuales. Aunque no sé si les permitiríamos nacer fértiles.
En cuanto a los indios de las reservas se les pierde mucha simpatía cuando uno va por allí. Son bastante materialistas (nada de manitú y filosofía india) y buscan siempre sacarte los cuartos. Aunque es patético verles aparcar el SUV brutal (como si fuese un caballo en el exterior de un Saloon) en la entrada del Burguer King y verles deglutir hamburguesas, aunque haya decoración «india» en el lugar.
viernes 2 abril, 2010 @ 11:18 pm
Creo que lo que tomás preguntaba originalmente era que si es viable sustituir las mitocondrias de un organismo por las de otra especie. Salvo por el problema que supone sacar todas las mitocondras de una célula y ponerle otras sin matarla creo que sí, es posible. Hay una tendencia evolutiva a que el ADN mitocondrial se reduzca y se incorpore al nuclear, pero es algo que se ve comparando levaduras con reptiles por ejemplo. No es algo que se vea como regla dentro de un mismo grupo (al menos hasta donde se) así que si las especies son cercanas creo que podría funcionar. Despes de todo habría una versión de los genes presentes en las mitocondrias originales. Habría que ver si «son compatibles» pero si vamos al caso hay especies de parásitos que pueden prosperar eficazmente en el interior de organismos de especies cercanamente emparentadas cuando la tendencia general es que se especialice en una. Las mitocondrias serían un caso extremo de esto pero desde mi punto de vista no es imposible.
Para ayudarte a buscar te sugiero que busques por transporte de proteínas a la mitocondria y apoptosis (una de las formas de iniciarse está mediada por genes mitocondriales). Lo ideal sería que consiguieras en una bibleoteca «La Célula» de Bruce Alberts.
sábado 3 abril, 2010 @ 3:03 pm
Recrear especies extintas es algo que ronda en las mentes de todos desde parque Jurásico pero supongo que empezaremos por animales recién extintos, como el tilacino y nos moveremos hacia grandes mamíferos del pleistoceno en vez de antepasados humanos.
Al igual que los que piensan en lograr híbridos humano/chimpancé la idea, creo, resultaría repugnante para la mayoría. Ya tenemos bastantes problemas los humanos para entendernos entre nosotros para añadir otras especies inteligentes a la ecuación.
sábado 3 abril, 2010 @ 6:31 pm
Estimado Neo, respondiendo a tu 19:
Bien, les concederíamos todos los derechos que tenemos los humanos actuales. Me agrada saber que, al menos, tu y yo y estoy seguro de que también todos nuestros compañeros de web, pero ¿tanto confías en esta sociedad? A la vista de lo que hay, no creo que fueran otra cosa que objeto de estudio y de curiosidad; quizá hasta de turismo. De tal manera podríamos respetar ese derecho a ser fértiles -que no tendríamos autoridad moral alguna para negarles- y así continuar el negocio. ¡Parece que debo tener algún sentido empresarial!
En cuanto a los indios americanos, no tengo el gusto de conocerlos, pero por lo que cuentas, su actual estado carece, en general, de la dignidad que se les hizo perder. El que alguien no me inspire simpatía no implica el menosprecio. No han elegido estar como están.Quizá podrían haber luchado para conservar sus costumbres o integrarse desapareciendo; no lo sé. Tampoco les presupongo nada parecido al «buen salvaje» en su tiempo. Pero el que ahora sean como dices que son, no influye en mi juicio de que se ha abusado y se está abusando de ellos. Creo.
Por lo demás, me sumo a la opinión de JOrge en su 21.
Un cordial saludo.
sábado 3 abril, 2010 @ 6:43 pm
Perdona JAvier: Debe ser que no me he explicado correctamente. No me refiero a sustituir las mitocondrias de un ser por las de otra especie. De todas formas, el que sea teóricamente posible es una información que te agradezco y que me asombra, por eso de los anticuerpos, pero ya veo que luego hablas de «compatibilidad».
La tendencia evolutiva a que el ADN mitocondrial se reduzca y se incorpore al nuclear también la desconocía y, en cierto modo confirma mi sospecha que es a lo que me refería -bueno, ya no estoy muy seguro-: Pretendía fundamentar con alguna opinión más enterada que la mía que las mitocondrias evolucionan y que su ADN se relaciona con el nuclear por el mero hecho de la existencia de nuestra Eva mitocondrial. Ello ha de tener como consecuencia algún papel del ADN mitocondrial en la evolución de la especie.
Gracias por indicarme el libro y un cordial saludo.
sábado 3 abril, 2010 @ 7:15 pm
Estimado Ramonmo:
He vuelto a releer tu 11 y también yo me he extrañado siempre del apoyo buscado en la diferencia cuantitativa en los ADNs cuando, además no sería posible establecer una cifra más o menos concreta. Pero tu, mejor que yo, sabes lo inseguro que es el sexo. Bueno, no me refiero a eso que estás pensando; quiero decir que en la reproducción sexual, una descendencia fértil, no garantiza al 100% que se trate de la misma especie.
Y como resulta que hay tantos ejemplos, sobre todo en plantas, de híbridos fértiles, me pregunto si no será a causa de que haya alguna proteína común o que se fabrique «ad hoc» capaz de engañar al sistema y ello permita una fertilidad, en general imposible.
¿Podrías darme tu opinión?
Un cordial saludo.
sábado 3 abril, 2010 @ 8:12 pm
Estimado Tomás:
No pretendía despreciar a los indios norteamericanos, sino describir su situación. Sobre todo cuando ésta es decepcionante respecto a lo que uno se imagina.
En cuanto a lo del cruce entre especies no es tanto la posibilidad de que dos especies distintas obtengan el milagro de lo híbridos, sino que dos especies no se han separado lo suficiente como para no tener ya hijos fértiles. La diferencia entre algunos pinzones de Darwin de las Galápagos depende de una pequeña secuencia de ADN no codificante que regula el gen que determina el tamaño del pico. Un cruce seguro que es viable entre esas especies aunque no está claro que esa rara la pareja se atraiga entre sí ni que la descendencia tenga éxito en la vida.
Hay un documental bastante bueno de la PBS («What Darwin Never Knew”) que explica algunos conceptos sobre evolución, sobre todo respecto a la especie humana. Algunos de los resultados expuestos aparecieron en su día aquí.
Así una pequeña mutación permitió el debilitamiento de los músculos de la mandíbula y esto posibilitó el crecimiento del cráneo. Otras mutaciones más complejas permitieron el crecimiento del cerebro. Esas pruebas son genéticas y nos están proporcionando una visión sin igual respecto a lo que nos hace «humanos».
PD:
El P2P funciona para descargarse ese tipo de documentales, aunque el número de semillas es reducido comparado con otros productos «culturales».
sábado 3 abril, 2010 @ 9:28 pm
Amigo Neo (por tu 25):
Estoy seguro de ello. No podría imaginar tal cosa de ti. Pero he vuelto a releer tu comentario y el mío y, desde luego, da la impresión de que te reproche algo de eso. A veces, sin querer, puedo caer en la incorrección. Lo siento.
En cuanto a los pinzones, parece ser que ya no se reconocen por las maniobras de cortejo y, en algún sitio he leído que Darwin no percibió que ya eran especies distintas. Pero la realidad es que no estoy seguro de que, quien eso escribió, hiciera alguna prueba de cruce entre ellos con un estudio serio. La verdad es que sería un buen aporte para la ciencia hacerlo con distintos especímenes.
Respecto a los músculos de la cara humana ¿no será un debilitamiento de toda la musculatura? Es pura especulación, pero parece raro que un chimpancé bastante menos pesado sea más fuerte que un hombre.
Un afectuoso saludo.
domingo 4 abril, 2010 @ 1:13 am
Tomás, mi criterio ha sido siempre que si cruzamos dos especies distintas y resulta que tienen descendencia fértil, entonces es que eran la misma especie.
De todos formas, he de reconocer que se trata de una solución maximalista que, en la práctica, causa bastantes problemas; por ejemplo al decidir quién (y quién no) figura en una lista de especies amenazadas, con las consecuencias en política medioambiental que ello conlleva. Por ejemplo, hoy en día se discute si en Norteamérica hay una, dos o tres especies de lobos diferentes; cuantas más haya, más espacios naturales habría que proteger para mantenerlas. Otro ejemplo: en España se da una especie de pato muy raro, la malvasía, que sólo cría en el Parque Nacional de Doñana y alguna otra laguna de Andalucía. Pues bien, esta especie se hibridó hace años con una malvasía americana que le daba descendientes fértiles. Se dio entonces la circunstancia de que, para proteger la pureza genética de la especie autóctona, se organizaban batidas de caza en las que un ecologista, equipado con dibujos de los híbridos más frecuentes, indicaba a los cazadores qué ejemplares había que abatir y cuáles no.
Quizá debiéramos considerar la cosa de la siguiente manera: una especie es un ente abstracto constituido por todas las combinaciones viables de un acervo genético dado. En este contexto una combinación viable sería la que permitiera la supervivencia en la naturaleza y el cruzamiento fértil de sus individuos portadores. Eventos históricos o influencias ambientales pueden favorecer a unas combinaciones del acervo frente a otras, creándose así especies, subespecies o variedades «concretas», circunscritas a territorios y momentos también concretos, como los tres lobos o las dos malvasías (o, en mi opinión, los Homo).
Lo importante, entonces, sería conservar los acervos genéticos completos. Por ejemplo, veo probable que al aparecer los híbridos de malvasía no haya habido en realidad ninguna pérdida de genes, sino una reordenación de los mismos y cambios en su expresión, así que no habría porqué matar a esos animales. Simplemente se asumiría que la baraja de genes «tipo malvasía» se ha reordenado de forma diferente, lo que, en realidad, no representa ningún problema. Si se quisiera sería posible, y relativamente fácil, recuperar dos los tipos originales mediante cruzamientos selectivos.
Hemos de considerar que es más importante mantener la diversidad genética de la biosfera (diversidad que es la mejor garantía de pervivencia de la misma) que las especies en sí, aunque muchas veces sea difícil distinguir entre una cosa y la otra.
domingo 4 abril, 2010 @ 1:10 pm
«Sonaba demasiado fantástico para ser verdad». En palabras del físico y filósofo Einstein, el asombro es una cualidad esencial de la Ciencia. El método científico, prosigo, es mucho más que el modelo experimental, o, simplemente causal mecanicista, o aleatorio. No estamos seguros, pero la sincronicidad, la resonancia o eco interior de pensamientos, sentimientos y acciones humanas, nos califican o no como observadores legítimos de un exterior objetivo que es, también, una codificiacion cerebral construida, o sea, parte de nosotros. La metafisica es, simplemente, el universo desconocido, y la poesía y la música, como pensaba Pitágoras, estan más cercanas a la inteligencia abstracta, y empiricopositiva, de lo que «parece».
domingo 4 abril, 2010 @ 9:21 pm
Muy estimado Ramonmo:
Muchísimas gracias por tu atención. Esta noticia está resultando de lo más instructivo e interesante, no sólo por sí misma, sino por las aportaciones de comentaristas como tú. Aunque dices que no te gusta -como tampoco a JOrge y parece que a JAvier- esa opinión se debe, creo entender, a que los nuevos hallazgos parecen complicar nuestro árbol evolutivo a veces por intereses intelectualoides.Pero el mundo es como es y no como quisiéramos que fuese, tal como se dice.
Me ha parecido acertadísima tu definición de especie, porque la das ccomo 1º «Un ente abstracto», es decir, un concepto, una construcción que tiene una base objetiva pero con muchos atributos de subjetividad, como sucede con el concepto. 2º Está compuesta por un «acervo genético», lo que interpreto como igual número de ¿cromosomas? suficientemente iguales -puede haber trisomías, etc, pero suelen dar individuos enfermos- pues no creo que te refieras exclusivamente a los genes cuya cantidad variará algo incluso en un mismo cromosoma de individuos de la misma especie ¿?. 3º Mencionas una «combinación» y, más tarde, al referirte a la malvasía una «recombinación» de los genes, que necesariamente ha de tener sus consecuencias de expresión. 4º Ha de ser viable, es decir conseguir una supervivencia en la naturaleza. 5º ¡Alto, no sigas! Si nos paramos aquí y estoy en lo cierto al interpretarte, fíjate que habrías salvado el límite de la reproducción sexual.
Además constituiría una definición estrictamente genética y bastaría contar y comparar en las especies vivas -lo que ya se hace pero sin esa intención tan estricta- para dar por buena tal definición. ¡Es decir, sería falsable!
¿Qué te parece obviar esa última parte? Si así fuera podría aplicarse a amebas o bacterias y a toda reproducción asexual.
Si es posible aceptarlo no habría leído jamás una tan perfecta, completa y resumida definición de especie. Lo morfológico vendrá por añadidura o no vendrá… Como insinúas con las malvasías.
Ruego y espero impaciente una respuesta. Un entusiasmado saludo.
domingo 4 abril, 2010 @ 10:29 pm
Bueno, más que decir si es viable o no hacer un transplante de mitocondrias quería expresar lo relativamente poco que cambian, al menos en las regiones importantes. Si un gen pasara de las mitocondrias al nucleo todos los días no sería ni siquiera posible considerarla.
Con el tema de la definición de especie universal creo que es una pérdida de tiempo. La más usada no se aplica bien ni en casos de hibridismo ni con cualquier cosa que sea asexual, que me atrevo a decir es la forma más común de reproducción. La usada en bacterias por ejemplo (organismos procariotas que comparten el 70% del genoma) no es práctica ni para los que trabajan con ellas gracias a la transferencia horizontal de genes. Y las que tratan de hacerlo con todos como la de Rammono son demasiado ambiguas, al menos yo no me sentiría cómodo trabajando con ellas.
En lo que a mi respecta, cada rama de la biología debería trabajar con la definición de especie que más le sirva. Despues de todo la categoría de especie se creó para poder clasificar a los seres vivos y estudiarlos. Eso si, si alguien logra una definición universal y práctica sería merecedor del premio nobel. Hasta entonces tal cosa no es más que una utopía más.
lunes 5 abril, 2010 @ 1:05 pm
Amigo JAvier: Estoy de acuerdo en que merecería un premio Nobel. Lo que dices de la transferencia horizontal es un inconveniente relativo, ya que si es suficientemente alta -pero ¿cuanto?- debería considerarse un cambio de especie.
Quizá en estos casos hubiera de considerarse el comportamiento frente a antibióticos por ejemplo o según el ph o la temperatura del medio o su especialización en el ambiente en que viven; en suma, su «conducta» además de su forma externa. En resumen que la idea de aplicar una definición específica para unicelulares, incluso diferenciada para procariotas, también es muy interesante si la de Ramonmo no fuera posible, aunque me interesa mucho su opinión y la espero con impaciencia.
Recibe un cordial saludo y mi agradecimiento por tu aportación a clarificar mis exiguos conocimientos.
lunes 5 abril, 2010 @ 6:39 pm
Tomás, aunque di mi definición pensando en los seres vivos de reproducción sexual creo que en principio sería posible aplicarla a también a los de reproducción asexual y a los procariotas; sin embargo, no es que yo sea un experto en el tema y es posible que exista algún problema que no haya visto.
Lo que sí tengo claro es que, aunque fuera correcta, se trataría de una definición, hoy por hoy, poco operativa en la mayoría de los casos, ya que requeriría, o bien de un conocimiento exhaustivo de la genética de los «entes» implicados, o bien hacer un número muy elevado de experimentos. Considero que los procedimientos de la sistemática actual para la determinación de las especies son (y seguirán siendo en el futuro cercano) una buena aproximación para el trabajo día a día de la ciencia biológica, aunque con efectos indeseables como el que creo detectar en el artículo.
Un saludo.
martes 6 abril, 2010 @ 10:30 pm
Ese es el problema tomas, los plasmidos (ADN circular pequeño no relacionado con el ADN genómico y que son lo que suelen compartirse)tienen en su lista de genes enzimas que degradan antibióticos o permiten a las bacterias portadoras sobrevivir en otros medios. Hay uno de ellos por ejemplo que hace que la E. Coli pase de ser na bacteria inofensiva que vive en el intestino a causar infecciones renales. En cuanto a la forma tienes esféricas, alargadas alargadas retorcidas (cocos, bastones y espirilos) y tienes pocas cosas más.
Justo ahora estoy cursando Microbiología y estoy en el módulo de bacterias, aún no he llegado a la clase de introducción a su taxonomía pero por lo que han comentado se basa en estructuras que requieren demasiados genes como para ir en un plásmido como son la estructura de la pared celular o la presencia, número y ubicación de los flagelos.
sábado 10 abril, 2010 @ 9:17 am
Muy estimado JAvier:
Como tengo tanto interés en este artículo y en vuestros comentarios, he vuelto a releerlo todo y me dejas una duda en tu 30: Cuando hablas del 70% del genoma ¿te estás refiriendo a que una misma especie de bacteria puede tener entre sus individuos sólo el 70 % en común o a que el dominio bacteria tiene ese % en común entre -al final- las diversas especies que lo componen?
Recibe un afectuoso saludo y excusa el abuso a que os estoy sometiendo.
sábado 10 abril, 2010 @ 4:13 pm
No es ninguna molestia Tómas, pero ten en cuenta que no soy más que un estudiante. No tomes lo que diga como que las cosas son así y punto.
Me refería a los individuos de una misma especie. Hay que tener en cuenta que son genomas pequeños en los que suelen insertarse los de distintos virus que se hereda y pueden terminar en algún momento causando una infección si se dan las condiciones o ser parte permanente del genoma de la desendencia de la bacteria, incluso pueden dar origen a nuevos genes útiles para la bacteria. Si le sumamos que sus ADN polimerasas suelen ser menos precisas que las eucariotas, y que además cuando hay un error grave en la replicación del ADN no sufren Apoptosis (suicidio) como en los organismos pluricelulares, nada más que un 70% de similitud ya no es tan descabellado.
En lo personal creo que el problema es que al ser organismos con un genoma tan pequeño y una transferencia horizontal de genes tan común que es demasiado fácil que con un cambio pequeño se cambien las carácterísticas de la bacteria. Supongamos por ejemplo que una bacteria que posee flagelos solo en los extremos se infecta con un virus que se inserta en el genoma y lo hace sobre un gen importante a la hora de ubicar los flagelos y ahora los tiene distribuidos por todos lados. Genéticamente no es muy diferente a como era antes, pero si uno la ve en un microscopio la puede confundir perfectamente con otra que de por si tubiera los flagelos de esta forma. ¿Es entonces una nueva especie o no?
Algo similar pasa con los plásmidos, hasta donde se no llevan la información necesaria (en cantidad) como para decir que uno lleve los 40 y tantos de genes que participan en la formación y funcionamiento de los flagelos. Pero pueden llevar codificadas enzimas que les permitan usar nutrintes que sin el plásmido no podría y cambiar completamente el comportamiento de la bacteria (como el caso de E.Coli que dije en el 43).
En el sentido contrario, una baceria que no tubiera ningún virus insertado en el genoma puede tener no se si un 30% menos pero si un disparate menos de pares de bases que notra que se comporte igual y tenga 2 o 3 virus dentro. Ya, me diras que son virus que se insertaron, pero estrictamente hablando son secuencias que se heredan de generación en generación y que pueden quedarse ahí indefinidamente. Sobre todo si se dañan impidiendo la reaparición del virus.
Saludos
martes 13 abril, 2010 @ 9:45 pm
Como tengo tanto interés en este artículo y en vuestros comentarios, he vuelto a releerlo, he esperado algún comentario más -por si acaso- y he sacado algunas consecuencias que os expongo:
1º El intento de definir «especie» no iene por qué ir dirigido a su utilización técnica como para realizar cualquier trabajo biológico no es importante admitir, o no, a los virus como seres vivos. No se trata de utilidad sino de conocimiento.
2º El término «especie» es un concepto convencional no bien determinado, al menos por ahora.
3º El acervo genético, que entiendo -interpretando a Ramonmo- como el conjunto de todas las variantes cromosómicas viables de una especie, es lo que puede definirla como tal. Entonces, lo inverso, es decir: la especie será el conjunto de individuos que comparten un acervo cromosómico semejante. El problema está en hasta donde ha de llegar la semejanza.
4º La morfología, que no es otra cosa que un fenotipo externo fácilmente identificable por la vista, tiene gran importancia, sobre todo en paleontología y a falta de mejor indicativo, pero no toda, en la distinción de especies.
5º El estudio del ADN cada vez toma más importancia en la diferenciación de especies, pero parece difícil, si no imposible una cuantificación. Quizá los biólogos habrán de buscar algo más , pero ¿qué?. Esa incógnita es la clave…
6º Con el ADN bacteriano la cosa se complica si, como dice JAvier, para hablar de la misma especie puede uno conformarse con el 70% del genoma.
6º Si hay una tendencia a que el ADN mitocondrial se incorpore al nuclear, aquí se da una posibilidad de modificación genética, quizá a larguísimo plazo, pero se da.
7ºAtendiendo a lo que dice JAvier en su 33, los plásmidos pueden ser responsables de nuevas cualidades, como resistencias o cambios de ambiente. Pero no pertenecen al ADN reproductor o quizá también se van incorporando a él en el curso de una evolución que ha de ser mucho más rápida y elástica que en los pluricelulares. De ello puede derivarse un cambio de especie pues, ¿qué razón hay para considerar que sólo el ADN «original» ha de determinar la especie? Los plásmidos -creo- que también se heredan en la partición o en la gemación, por tanto es posible que no desaparezcan jamás, como los virus que menciona JAvier en 35. Si así fuera, creo que debería considerarse otra especie al cambiar el plásmido. Con ello, las especies aún serán más inumerables,pero eso no es razón para que no se admita.
8ºENtonces, una descripción de especie podría ser: Es un concepto convencional que corresponde a un conjunto de individuos con un acervo cromosómico semejante, que en la reproducción sexual suele estar aislado reproductivamente de otras especies, aunque se dan excepciones sobre todo en plantas e invertebrados debidas a una especiación reciente, y que en las reproducción asexual presenta variaciones genéticas más importantes, sobre todo en unicelulares por la facilidad que tienen de permitir la penetración en su citoplasma de formaciones genéticas capaces de procurarles una importante elasticidad que puede modificar su capacidad adaptativa.
Me agradaría recibir alguna opinión de vuestro mejor conocimiento, sobre todo si incurro en algún error. De todas formas, gracias en especial a JAvier,Neo, Ramonmo, JOrge; recibid mi más cordial saludo y excusad mi insistencia.