¿Por qué una mala memoria es buena para usted?
Nuevos modelos de forrajeo sugieren que hay que introducir cierta aleatoriedad en la búsqueda de comida en lugar de revisitar siempre los mismos sitios.
En años recientes ha ocurrido una pequeña revolución en el estudio del patrón de forrajeo de los animales. Se han usado diversos métodos para seguir y registrar los movimientos de animales a lo largo de periodos de tiempo relativamente largos y científicos expertos en computación han desarrollado modelos que pueden reproducir el comportamiento de distintos seres vivos.
Lo curioso es que estos modelos están basados en mayor medida en caminos aleatorios. En estas simulaciones el paso siguiente a dar por una entidad (agente) es independiente de los realizados previamente. La memoria tiene poco o ningún valor para estas criaturas.
Estos modelos aleatorios funcionan bien en procesos inanimados, como el movimiento browniano o el movimiento de billetes, pero también capturan el comportamiento del zooplacton, los depredadores marinos o a los monos araña.
Esto sorprendente porque muchos animales han desarrollado una buna memoria que les permite realizar un sofisticado análisis de coste-beneficio: ¿debo visitar de nuevo el árbol frutal en el que me abastecí la semana pasada o debo de gastar tiempo y energías buscando uno nuevo?
Es fácil imaginar que una buena memoria conferiría beneficios significativos a todo animal forrajeador. Pero esto no es tan directo, según Denis Boyerl de la Universidad Paul Sabatier en Francia, y Peter Walsh, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Estos investigadores han creado uno de los primeros modelos computacionales que tienen en cuenta la habilidad de la criatura para recordar localizaciones en donde forrajeo exitosamente en el pasado y visitarlas de nuevo.
El modelo muestra que, en un entorno cambiante, revisitar viejos lugares favoritos generalmente no es la mejor estrategia. Resulta que en lugar de eso es mejor una estrategia de aproximación inyectar elementos de aleatoriedad en patrones de forrajeo regulares. Esto mejora la eficacia del forrajeo en un factor 7, según estos investigadores. Claramente, las criaturas de hábitos no tienen tanto éxito como sus primos oportunistas.
Esto tiene sentido. Si uno depende de los mismos árboles frutales para el sustento, entonces estará en dificultades si esos árboles mueren o son despojados por los rivales. Así que una búsqueda constante de nuevos recursos compensa, incluso si consume en sí mismo muchos recursos. Según estos investigadores, el modelo de forrajeo típicamente gasta la mitad del tiempo de viaje si se revisitan localizaciones previas, una actividad que tiene reminiscencias en las rutas de viaje usadas por los animales.
Concluyen que la memoria es eficaz porque permite a los forrajeadores encontrar comida sin el esfuerzo de buscarla. Pero un uso excesivo de la memoria impide que el forrajeador actualice sus conocimientos en un ambiente que cambia rápidamente.
Este resultado arroja luz sobre las fuerzas que deben controlar la evolución de la memoria y la inteligencia. Tómese una simple pregunta como ejemplo: si la habilidad de recordar es tan buena cosa, ¿por qué la evolución no nos ha proporcionado algo así como una memoria fotográfica? La respuesta según el modelo de Boyer y Walsh es porque hubiéramos muerto de hambre cuando el supermercado local cerró.
La siguiente cuestión es, desde luego, cuáles son las mejores estrategias cognitivas para explorar memorias imperfectas. Esperemos que lo podamos recordar el suficientemente tiempo para hallarlas.
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Fuentes y referencias:
Nota en Technology Review.
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4 Comentarios
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viernes 11 junio, 2010 @ 9:44 am
La presencia del «error» en los procesos biológicos es algo que siempre me ha fascinado. Teóricamente, la vida podría haber evolucionado de manera que el error (de copia del ADN, de atrapar una presa, de recordar una dirección postal) no existiera en absoluto; la vida podría ser determinista. Sin embargo, esto no se da prácticamente en ningún caso. Supongo que se debe a dos factores: que la vida se da en un entorno básicamente inestable; y que es imposible, para cualquier forma de vida concreta, computar completamente esa inestabilidad, debido a la inmensa complejidad de la misma.
La duda que me queda es si la Vida (con mayúsculas) como conjunto de todo lo vivo, puede, ella sí, computar esa complejidad y, de este modo, asegurar su eterna pervivencia en un Universo inestable.
Saludos.
viernes 11 junio, 2010 @ 1:28 pm
Estimado Ramonmo: Cuando hablas de «error» en los procesos biológicos», parece ser que debemos entender que algo que debiera seguir un proceso conocido y «normal dentro del mundo de los seres vivos» -hasta donde la ciencia nos permite decirlo así-, puede tomar un rumbo inesperado. Pero resulta que esa palabra, tan usada, hemos de emplearla e interpretarla según contexto. Y sucede que los ejemplos que das son dispares. En el primero, «copia de ADN», puede tratarse de una mutación, o un «entrecruzamiento» poco frecuente; es decir, habríamos de referirnos más bien a lo aleatorio, afinando bien en este concepto. En el segundo, el felino -por ejemplo- elige equivocadamente una presa que le va a superar en la huida y su esfuerzo le resultará baldío – aquí parece más apropiado el empleo de este término. En el tercero, se trata de un olvido que nada tiene que ver con ninguna acepción de error.
Podríamos hablar de error en el proyecto de un edificio -se cae por ello-, en la concepción de una teoría -un modelo es la del «éter»-, etc. Los ejemplos para emplear la palabra son muchos, pero no puede utilizarse siempre. Y mucho menos -esto es lo más importante- deducir que, por esa causa, la vida no es determinista -te ruego repares en la curiosa paradoja de esta frase-. Sí que es abrumadoramente compleja. Es muy posible que estemos de acuerdo en su inestabilidad básica. También en que estas dos últimas cualidades, íntimamente unidas e interdependientes -para mí, la inestabilidad está comprendida en la complejidad- nos llevan a concluir una imposibilidad en la computación de lo vivo.
Sobre tu último párrafo, los conocimientos científicos nos llevan a una finitud asegurada, como máximo termodinámica, pero según los procesos astronómicos conocidos, mucho más cercana.
Lo siento, pero no recuerdo si quería decir algo más. Mi mala memoria os protege mejor a vosotros de mi incontinencia gráfica que a mí, como pretende el artículo. Un cordial y olvidadizo saludo.
domingo 13 junio, 2010 @ 2:20 pm
Como bien dice el articulo la relación coste-beneficio no es tan directa y gracias a ello es que la inteligencia es inteligencia, a esta relación habría que sumarle al menos dos factores mas: tiempo y lugar y de ello derivaría que ser «osado» (entendido como quien introduce mayor aleatoriedad en sus decisiones) puede ser ventajoso en un momento y desventajoso en otro.
En un grado de inteligencia la aleatoriedad se podría plantear así «¿buscar comida en otro lado?», en un grado mayor de inteligencia habría que introducir un elemento conceptual «¿es conveniente buscar comida en otro lado?»..
La respuesta posiblemente estará afectada por el factor grupal, un individuo osado puede ser beneficioso para el grupo, pero muchos de ellos pueden llevar a todo este al fracaso, entonces todo el grupo regula el grado de osadía.
En las sociedades humanas uno puede observar que las religiones, leyes la ética y la moral son los que cumplen esta función reguladora.
domingo 20 junio, 2010 @ 2:43 am
Una persona culta, de aspecto distinguido, acento extranjero, dicta una clase. Vacila por momentos, y trata de buscar la palabra precisa, que proverbialmente olvida. Sus alumnos, entonces, van completando las frases con lo cual consigue el interés de casi todos.
Un abuelo vuelve a contar su vieja historia. Empieza bien, pero, al cabo olvida ciertos detalles. Sus nietos o sobrinos completan jubilosos los vacios, y corrijen ciertos otros aspectos.
Una chica cree reconocer a una ex-pareja, se disculpa, no es la persona. Pero el interlocutor, movido por la curiosidad del falso reconocimiento, consigue volver a ver a esta dama.
Un alumno tiene clase de teatro, lo cual lo asusta no poco. Pero esa mañana olvida su compromiso, y asiste a otra clase en la cual no estaba inscripto, se da cuenta de su doble error poco después, pero le parece muy divertido.
¿Qué tienen en común éstas, y otras situaciones? Que la conducta humana, más que por la memoria, esta guiada por el olvido significativo, en palabras conductistas, por las contingencias manipulativas de refuerzo, y refuerzo exploratorio.