Bola de nieve con charcos
Según las últimas pruebas durante el periodo Criogénico hubo, al menos durante un tiempo, aguas abiertas en algunos lugares de los océanos terrestres.
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Las glaciaciones del cuaternario de hace unos pocos miles de años son viejas conocidas de la cultura popular, pero estas glaciaciones son meras anécdotas comparadas con otros fenómenos glaciares mucho más intensos que acontecieron hace mucho tiempo. Se acuñó el término “bola de nieve” para describir el aspecto de nuestro planeta hace 700 millones de años. Según este modelo, la Tierra estaría cubierta por entero de hielo y nieve desde el polo al ecuador.
El final de esta época dio lugar a la aparición de los primeros animales complejos y a la explosión del Cámbrico. Algunas teorías que explican esta radiación de vida ya las hemos visto en NeoFronteras. Fundamentalmente se cree que una mayor abundancia de oxígeno permitió animales anatómicamente más complejos, su movilidad y la aparición de la depredación.
Desde que se propuso hace dos décadas se ha discutido sobre el alcance real de esta superglaciación. En concreto se ha discutido si había o regiones que no estaban cubiertas por el hielo. Una bola de hielo perfecta hubiera puesto en aprietos a la vida de este planeta, incluso si hubiera agua líquida bajo ese hielo.
Ahora un nuevo estudio sobre rocas de la época aporta pruebas de que parte de los océanos terrestres permanecieron sin congelar durante ese evento, al menos en algún momento.
En algunos de los escenarios que se habían planteado los océanos estaban completamente cubiertos de hielo, bloqueando así la liberación de oxígeno producido por el fitoplancton a la atmósfera. Esto habría afectado, por tanto, al curso de la evolución. Aunque los modelos climáticos apuntaban a que incluso bajo muy baja temperatura algunas partes del océano permanecerían sin hielos, el registro geológico no parecía corroborarlo. Sólo se encontraban rocas de la época lamidas por los hielos pero también signos de flujo de hielo, algo que sugería que quizás la glaciación no fue tan severa.
Daniel Le Heron, de la universidad de Londres, y sus colaboradores han encontrado pruebas sólidas en rocas australianas de que durante el Criogénico hubo aguas abiertas en los océanos terrestres. El criogénico duró 220 millones de años y estas rocas datan de hace 700 millones de años, justo de mitad de ese periodo.
Esas rocas se formaron a partir de sedimentos marinos y presentan estructuras en forma de capas de distintos colores características de las minidunas de arena en miniatura que se forman por el oleaje. Las capas indican que las corrientes de agua que las formaron alternaron repetidamente su dirección. Estas oscilaciones son producidas por las olas generadas durante las tormentas a profundidades someras de unos 200 metros. Esto es un claro signo de que los mares de la región estaban abiertos y no cubiertos por el hielo.
Estas estructuras generadas por las olas son las primeras del Criogénico que se identifican como tales, lo que sugiere que los geólogos deberían buscar rocas similares en otras localizaciones y así determinar la extensión de las regiones libre de hielo durante este periodo.
De todos modos, este resultado no significa que siempre hubiera partes de los océanos libres de hielos durante todo el Criogénico, ya que 220 millones de años dan para mucho.
Justo encima de esta roca hay otras capas en donde las estructuras creadas por las olas están ausentes. Esto sería un signo de que el océano abierto se congeló a partir de entonces en ese lugar. Pero por encima de esas capas, que ponen de manifiesto la existencia de mares calmos y helados, hay otra capa de sedimentos de grano fino que contiene grava, gravilla y piedras, algunas de las cuales con un tamaño similar al de una pelota de softball. Estas rocas “fuera de lugar” cayeron al fondo del mar gracias al avance de un antiguo glaciar que se estaba fundiendo. Según los investigadores, esta crónica de piedras que caían se repitió según se daban los episodios de avance y retroceso de glaciares, cuando la Tierra se estaba calentando cerca del fin del Criogénico, y que por tanto está claro que el periodo de reinado de aguas abiertas cae dentro del Criogénico.
Después del Criogénico vendría el Ediacarense o Ediacárico, último periodo de la era Neoproterozoica, pero esa es otra historia.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3365
Fuentes y referencias:
Noticia en Science.
Artículo original.
3 Comentarios
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miércoles 19 enero, 2011 @ 7:55 pm
Estimado Neo: No sé si podrás contestarme, pero como seguro que esa moneda no es un euro ni, por el color, uno de sus divisores ni, por eliminación, uno de aquellos grandes «duros, pesetas o 100 p. de plata», ¿cual es aproximadamente su tamaño? Sospecho que ha de ser algo así como una moneda de 10 céntimos. Si he acertado, no es preciso que te molestes en responderme.
Es que me tienen intrigado las alturas de los «peldaños» de las «Trampas de Siberia». Sí, ya sé que poco tiene que ver una cosa con otra, pero a estas últimas les calculo entre cincuenta y cien metros. Bueno, perdón por irme del tema, pero ¡me gustaría tanto saberlo sin tener que ir hasta allí!
Un saludo.
miércoles 19 enero, 2011 @ 10:27 pm
Apreciado Tomás:
La pista fundamental es la Cruz del Sur que aparece en la moneda (se ve mejor en la foto de la referencia). Una rápida búsqueda en Internet arroja el resultado: dos dólares australianos. Mide 20,5 mm de diámetro.
jueves 20 enero, 2011 @ 7:15 am
Gracias Neo. Entonces es como nuestra moneda de 0’5 €, y de color similar; el de la foto me había despistado pues parece ser plateado. Se ve que la foto tergiversa el color, incluso en lo de «bandas blancas y grises», que me parecen azuladas, aunque mi leve daltonismo quizá me engañe.
Un saludo.