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Actualidad exoplanetaria

Área: Espacio — lunes, 19 de septiembre de 2011

Se presentan nuevos exoplanetas que aumentan la lista de otros mundos. Uno de ellos situado en la zona en la que el agua podría estar en estado líquido.

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Concepción artística de HD 85512 b. Fuente: ESO/M. Kornmesser.

Hasta hace unos pocos años la detección de planetas fuera de nuestro sistema solar no era más que un sueño. Pero en tiempos recientes el ritmo de descubrimiento de este tipo de cuerpos ha estado aumentado sin cesar.
Ya ni siquiera se puede dar el número de exoplanetas descubierto porque cada día se descubre alguno, pero si contamos con los que todavía están sin confirmar ya podemos afirmas que conocemos la existencia de miles de ellos. Se puede decir que estamos en la era de descubrimientos de muchos otros nuevos mundos. En nuestra Vía Láctea habría miles de millones de planetas. Ya podemos soñar con vida y civilizaciones en otros lugares, aunque todavía la detección de vida es una meta lejana. Estamos entrando en un periodo excitante de la Historia.
Hay cientos de investigadores que se dedican a este interesante tema y ya son tantos que organizan congresos internacionales especializados en donde se comunican sus últimos hallazgos. El último de estos congresos, denominado Extreme Solar Systems (ESS) II, se ha celebrado recientemente en el Parque Nacional Gran Teton (EEUU).
Cuando hace décadas se imaginaban otros sistemas solares se hacía copiando los planetas y la configuración del nuestro. Después de estos años se ha descubierto que la diversidad de planetas es tremenda y está más allá de lo que la imaginación daba en tiempos pasados.
Una de las categorías más sorprendente ha sido la de las “supertierras”, supuestos planetas rocosos más masivos que la Tierra.

Uno de los planetas más curioso en ser presentado en sociedad ha sido HD 188753 Ab o Kepler 16b, que ha sido bautizado provisionalmente como Tatooine [1], [2], [3]. Este planeta, como su homólogo de la famosa película, orbita alrededor de dos estrellas a 200 años luz de nosotros. Tarda 229 días en completar una órbita y sería el primer caso de planeta circumbinario. Hasta hace poco se asumía que no podía haber planetas en sistemas de ese tipo.
Lo malo es que este planeta está tan lejos de sus estrellas que su temperatura tiene que ser demasiado baja. Los soles son una estrella roja y otra naranja que orbitan alrededor del centro común de masas con un periodo de 41 días. Están separadas una distancia que es la mitad que la que media entre Mercurio y el Sol.
Desde el punto de vista del planeta ambas estrellas estarán separadas un máximo de 20 grados entre sí. La posible visión, que por ahora sólo podemos imaginar sería muy bonita, casi no habría dos puestas de sol iguales. Aunque esta visión no se podría tener debido a que el planeta, al ser un gigante gaseoso no tiene un superficie sólida con visión del cielo (al contrario que el planeta de la película).
Ha sido descubierto gracias al telescopio espacial Kepler debido a que, según nuestro punto de vista, eclipsa a esas dos estrellas periódicamente. Como las posiciones relativas de los cuerpos respecto a nosotros cambian en el tiempo no se podrán observar tránsitos de este tipo entre 2018 y 2042. Esta técnica ha permitido saber sus propiedades orbitales y tamaño con bastante precisión.
Este planeta tiene un tamaño similar a Saturno, pero es más denso. Esta mayor densidad implica que debe contener mayor cantidad de elementos más pesados que el hidrógeno y el helio. Tarda 229 días terrestres en completar una órbita alrededor de sus soles. Aunque la posibilidad de vida en este planeta con casi nulas, algún optimista sugiere que si tiene una luna rocosa podrían darse agua líquida sobre su superficie con ayuda del calentamiento de las mareas (si la órbita de la luna es pequeña), ya que la distancia a las estrellas es demasiado larga como para que los soles proporcionen el suficiente calor.
En otra película de G. Lucas aparece el planeta Kamino, que está cubierto enteramente por agua. En 2009 se descubrió el exoplaneta GJ 1214 b, cuyas características son compatibles con un planeta océano de ese tipo.

Los de Kepler también han descubierto dos planetas orbitando alrededor de la estrella Kepler 19. Uno de estos planetas, Kepler 19 b, tiene un diámetro doble del terrestre y es uno de los exoplanetas más pequeños conocidos hasta el momento. Pero se sitúa tan cerca de su sol que la temperatura superficial debe ser de unos 500 grados centígrados. Sin embargo, la precisión del método de tránsito ha permitido detectar anomalías en su órbita que revelan la existencia de otro planeta: Kepler 19 c. Este planeta orbitaría muy cerca de la estrella. Esto recuerda a cuando se descubrió la existencia de Neptuno basándose en las anomalías en la órbita de Urano.
La NASA estudia una posible extensión de la misión Kepler, ya que se ha revelado como tremendamente exitosa. Además, para confirmar la existencia de algunos exoplanetas se necesitará más tiempo del que en un principio se pensó.
Geoffrey Marcy, de la Universidad de Berkeley, cree que en dos o tres años Kepler descubra un planeta similar a la Tierra en la zona habitable de su estrella.

Pero los miembros de la misión Kepler no han sido los únicos en desvelar más exoplanetas. Los del equipo WASP han informado del descubrimiento de dos docenas de estos cuerpos y los de HARPS todavía más [4].
HARPS se basa en las velocidades radiales detectadas por Doppler. Usa un espectrómetro ultrapreciso y un telescopio de 3,6 metros situados en el observatorio del ESO en La Silla (Chile). Es capaz de detectar velocidades radiales de sólo 4 km/h (menos de la velocidad a la que un humano camina). Los datos obtenidos por este equipo apuntan a que la mayoría (un 40%, pero probablemente hasta un 70%) de los miles de millones de estrellas naranjas-amarillentas de nuestra galaxia tienen planetas a su alrededor. En ocho años de funcionamiento HARPS ha descubierto 150 exoplanetas.
El equipo de HARPS (High Accuracy Radial Velocity Planets Searcher) ha anunciado el descubrimiento de 50 nuevos exoplanetas, 16 de ellos pertenecientes a la categoría de supertierras. Estudios estadísticos indican que 4 de cada 10 estrellas tienen supertierras a su alrededor.
La más interesante de estas supertierras recientemente descubiertas por HARPS es HD 85512 b, ya que orbita justo en el borde cálido de la zona habitable [5]. Su estrella HD 85512 o Gliese 370 (que es 1800 grados más fría que el Sol) está situada en la constelación de la Vela (bajo nuestro punto de vista, pues las constelaciones no son entes físicos, sino culturales) a sólo 35 años luz de nosotros. Su año dura 60 días terrestres, tiene una masa de 3,6 veces la terrestre y es el segundo exoplaneta en ser descubierto situado en la zona habitable. Se especula con que sus condiciones superficiales sean muy cálidas, húmedas y que esté cubierto en un 60% por nubes, pero todo esto depende del modelo empleado y la imaginación empleada. En principio no se sabe la composición de este planeta.
Se está planeando mejorar el hardware y el software de este instrumento para hacerlo aún más sensible. Esto permitiría detectar planetas de tipo rocoso con la capacidad de poder soportar vida sobre su superficie antes de 5 años. Además se planea instalar una copia de este mismo sistema en el telescopio Galileo en las Islas Canarias para así estudiar también el hemisferio norte.
Incluso se planea instalar un nuevo y más potente sistema, denominado ESPRESSO, en el telescopio VLT que tiene la ESO en Chile. En un futuro lejano se instalaría el CODEX en el telescopio extremadamente grande (E-ELT) que se está planeando construir. Se cree que con el E-ELT se podrán ver exoplanetas directamente, incluido HD 85512b, y buscar biomarcadores que indiquen la presencia de vida.

Mientras que los teóricos trabajan en modelos mejores que expliquen esta fauna exoplanetaria [6] o la estabilidad orbital de planetas [7] con capacidad de soportar vida, podemos deleitarnos con estos descubrimientos a la espera de otros aún mejores.
No sabemos si nuestro planeta es un caso especial o un caso milagroso en nuestra galaxia. Natalie Batalha, del equipo de Kepler, se muestra segura de que los astrónomos finalmente lo averiguarán. “Sabemos qué hacer para contestar esa pregunta. No estamos limitados por la ciencia o la tecnología, sino por la economía”, afirma.

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