El valor de los grandes árboles
Los árboles más viejos son los que más crecen y más dióxido de carbono consiguen fijar.
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Una manera de fijar el dióxido de carbono es usar los árboles. Estos secuestrarán el carbono en sus tejidos retirándolo de la atmósfera gracias a la fotosíntesis. Es muy importante tener en cuenta este efecto a la hora de tratar de remediar los efectos de calentamiento climático.
Una posibilidad sería plantar bosques que realizaran esta labor como una política de remediación. Otra sería conservar los bosques que ya hay.
Si sólo tenemos en cuenta este aspecto del fijado de CO2, hasta ahora se creía que los árboles jóvenes son los que más contribuyen al fijado de este gas, por lo que plantar nuevos bosques sería más efectivo que conservar los antiguos. Sin embargo, la destrucción de un bosque primario devuelve a la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono que los árboles jóvenes tardarán mucho tiempo en fijar. Lo mismo ocurre si se talan grandes árboles selectivamente. Encima, los árboles más grandes y viejos son los que mayor valor ecológico tienen en los ecosistemas.
Pero además una nueva investigación afirma que los grandes árboles fijan mayores cantidades de carbono cada año porque crecen mucho más que los jóvenes.
Nathan Stephenson (US Geological Survey, Three Rivers, California) afirma que los árboles que más biomasa añaden al ecosistema son los más grandes y esto se da en cualquier parte del globo en donde se ha mirado. Simplemente los árboles no paran de crecer. En grandes individuos la norma es una acumulación de 600 kg de biomasa anual.
En la literatura científica sobre el tema se decía que en un bosque la biomasa total aumenta hasta que se alcanzar un límite en la madurez y a partir de ahí se mantiene estable en ese límite. Además se decía que se da una reducción en el crecimiento a nivel individual en los árboles más viejos.
Stephenson y sus colaboradores (un gran grupo internacional de investigadores) analizaron datos de 673.046 de 403 especies distintas, tanto de clima tropical como templado de todo el mundo. Algunos ejemplares estudiados tenían hasta 80 años de edad.
Encontraron que los árboles más grandes ganaban más masa cada año en el 97% de las especies estudiadas. Esto se debía a que un árbol grande tiene más hojas y ramas cada año.
En términos humanos es como si nosotros siguiéramos acelerando nuestro crecimiento después de la adolescencia en lugar de reducirlo. Si fuéramos como los árboles, un humano llegaría a pesar media tonelada en su edad adulta y una tonelada en su jubilación.
La diferencia de este estudio con los anteriores es que se centra en los árboles individuales, mientras que en estudios previos se tenía en cuenta sólo el carbono almacenado en el conjunto de todo el bosque.
Pero calcular el crecimiento al nivel individual no es fácil porque los investigadores toman los datos generalmente a la altura de una persona (ellos mismos) y luego extrapolan el crecimiento para las partes que están por encima. Pero resulta que los árboles más grandes añaden más biomasa precisamente por arriba, de un modo que la relación no es tan proporcional como la que se asumía en los cálculos. Pero si se tiene en cuenta este efecto el resultado es sorprendente. Así por ejemplo, en los bosques templados de EEUU los grandes árboles mayores de 100 cm de diámetro suponen sólo el 3% de los individuos, pero dan cuenta del 33% del crecimiento.
Este estudio es una extensión de otro estudio anterior de 2010 en el que se analizaron los casos de Sequoia sempervirens y Eucalyptus regnans. Ambos pueden medir más de 100 m de altura. Los investigadores en ese caso escalaron varios árboles de estas especies para tomar medidas del dosel a gran altura del suelo. Este nuevo estudio confirma que lo hallado para estos dos casos también se da en los demás árboles.
Aunque las hojas de los árboles viejos y grandes son menos eficientes que las de árboles jóvenes, lo compensan teniendo muchas más. Un árbol grande puede ser menos eficiente a nivel individual, pero fija más carbono. En los bosques maduros los árboles viejos dominan el crecimiento hasta que, al final, estos son derribados por culpa del viento, los hongos los descomponen o el fuego lo quema. La idea de que un bosque viejo es decadente es sólo un mito absurdo.
El nuevo resultado permite resolver las aparentes contradicciones que había respecto a este asunto. Los árboles jóvenes crecen rápido en una escala relativa y les cuesta menos tiempo doblar su tamaño que un árbol viejo, pero este último crece mucho más en la escala absoluta.
El estudio también tiene implicaciones en la administración de los bosques, así como en la maximización de la explotación maderera de los mismos. Además permite mejorar los modelos climáticos que tienen en cuenta el fijado biológico del dióxido de carbono.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4316
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.
Foto: Jason Hollinger, vía Flickr.
11 Comentarios
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lunes 20 enero, 2014 @ 9:58 am
Estoy de acuerdo con el papel de los árboles en el asunto y yo mismo cultivo unos doscientos, algunos ( tal vez una docena )con cerca o más de quinientos años . Y añado: siete mil millones de humanos plantando un solo árbol cada año, ( cada 100 m2), serían una fuente de vida y oxígeno incalculable. Lo llamaría la tasa biológica compensatoria que procuraría compensar el desgaste que cada uno ocasionamos a la biosfera con nuestras actividades artificiales… repoblando al año , calculen, más o menos, una superficie como España y Francia, casi nada… No me elijáis para legislar, porque tengo ideas extrañas, como veis. O aplicad el cálculo a España, con cuarenta millones de plantadores y tiestos con plantitas en todos los balcones y ventanas, al año La Rioja forestada, je je , en diez o doce años nos faltaría tierra para plantar en el país más forestado del mundo,( lo que sigue, leedlo con humor sano ) el milagro español, los impuestos los paga la madera, la lluvia ha aumentado el 30%, la ganadería el 45%, el presidente dice que no le importa seguir al frente del país, la prima de riesgo sigue bajando hasta el -5%, los setecientos mil parados que aún quedaban se encargarán de la limpieza de los bosques, etc etc … Soñar es gratis , saludable y no paga IVA ( por ahora) . Saludos
lunes 20 enero, 2014 @ 11:08 am
Yo tengo un ciprés (criado desde la semilla) en mi terraza desde hace bastantes años y lógicamente no crece demasiado, pero esta sano como una lechuga. A partir de ahora le trataré (aún) mejor. La veteranía es un grado. Suele decirse que los viñedos viejos producen menos pero de más calidad. Con los árboles es más y más.
Petrus, si cada español planta un árbol viene Montoro y nos arrea un impuesto de, digamos, 10 euros al año para financiar el déficit eléctrico y todos tan contentos… «Semos» así.
Saludos
lunes 20 enero, 2014 @ 11:30 am
El IVA es como los grandes árboles. Cuanto más grande es, más crece. Y como los grandes árboles, ayuda a disminuir el carbono ( componente de la celulosa del papel moneda ) presente en monederos y carteras. Poco es, pero es una ayudita.
lunes 20 enero, 2014 @ 4:47 pm
Estimado Petrus:
Enhorabuena por cuidar de esos 200 árboles. Y sí, en España habría que plantar muchos más.
lunes 20 enero, 2014 @ 10:14 pm
Petrus, si quieres bellotas de roble, en verano voy a un lugar familiar donde hay un imponente roble (superviviente de un antiguo bosque), al final del verano siempre he tenido la costumbre de recoger bellotas de las que caen, una barbaridad de ellas, como me gusta el senderismo, me las meto en una bolsa y en lugares donde no ha llegado el progreso, les doy una oportunidad. No deja de sorprender la naturaleza si uno la deja funcionar. Como caso favorito, en una horrorosa variante que le dicen de una carretera, ya se sabe, donde había una curva que obligaba a los conductores a reducir por prudencia ahora hay una trinchera con una recta que tiene muchos más accidentes que nunca (porque la gente va fostiada y no reduce), hay un montón de roblecitos en un talud próximo. Oí alguna vez a alguien decir que no sabía de dónde habían salido xD. Que conste que no me mato nada, simplemente lanzo las bellotas y nada más.
martes 21 enero, 2014 @ 12:08 pm
La noticia me parece muy interesante. Yo me dedico a la modelización de la reforestación en zonas semiáridas, y por lo que veo tendré que rehacer mis modelos en función de estos datos.
Aprovecho la ocasión para felicitar al doctor Zavala por este expléndido trabajo.
Por cierto, la historia que cuenta Thriller me recuerda mucho al famoso cuento de Jean Giono, «El hombre que plantaba árboles». Aquí tenéis un enlace a la película del cuento: https://www.youtube.com/watch?v=fkmLrNmhLeU
Un saludo
jueves 23 enero, 2014 @ 2:01 pm
Dr Thriller: eso mismo he hecho durante años, cuando mis hijos eran pequeños, también con bellotas de encina y de carrasca…
incluso conozco a alguien que se dedicó un tiempo a repoblar pino piñonero en áreas mal repobladas… creo que es un magnífico entretenimiento para los niños y jóvenes. Enhorabuena por los robles. Yo, de aquellos años tengo algunos hijos biológicos dispersos porque el ganado lanar, sobre todo,y las cabras en lo que deja el lanar, se encargan de malograr casi todo.
Y sí, ha habido por ahí personajes repobladores de valles enteros.
Aunque hoy, con legislaciones tan retorcidas, es posible que multaran al que vieran sembrando en terreno público especies «no programadas». Siempre se les puede decir que estamos escondiendo frutos secos para conejos y ardillas en invierno, lo que por otra parte, puede ser lo que ocurra…
jueves 23 enero, 2014 @ 7:51 pm
Es una pena que sólo las cumbres de las montañas sean de dominio público. En muchos otros lugares no se pueden plantar árboles porque las tierras son de alguien.
También esa absurdo que se pongan pegar en cuanto a las especies que se plantan. Salvo los eucaliptos, si la climatología favorece, se pueden plantar todo tipo de árboles sin problemas ecológico. El castaño lo trajeron los romanos a la península ibérica ya ahora lo consideramos autóctono. Otro tipo de árbol fue llevado a las islas británicas por los romanos y ahora casi todos son clones del primero.
Es una pena que el experimento con sequoias de Cabezón de la Sal no se extendiera más.
Pero por otras geografías se pueden plantar encinas o robles. Incluso abedules y otras especies menos abundantes. Sería también interesante buscar especies adecuadas y flexibles para las medianas de las autovías. Así los coches del otro lado no deslumbran por la noche.
viernes 24 enero, 2014 @ 5:59 pm
Estimado Contestano:
Muchas gracias por tu envío. Es un cuento precioso, contado con serenidad, sin florituras. Y muy a propósito con el tema que tratamos.
Como relata Neo, yo estaba entre los que piensan y/o pensaban que los arbolillos jóvenes absorbían más dióxido. Y, claro, proporcionalmente a su masa, así ha de ser, pero no de forma absoluta: a poco que crezca o engrose un gran árbol captura más. Ahora me parece elemental.
Saludos cordiales.
viernes 24 enero, 2014 @ 6:03 pm
Estimados «petrus» y Dr. Thriller:
Habéis alcanzado en mí la dimensión de admirables. Un fuerte abrazo de agradecimiento por vuestra preciosa costumbre y recreo. Ah, si fuéramos muchos como vosotros!
sábado 25 enero, 2014 @ 10:04 am
Gracias, Tomás, me has alegrado el día… además es una actividad lúdica muy educativa y gratificante que habría que propagar entre niños y adultos , como se hace con esas cartas intimidatorias de » Fulanito no lo hizo y a los diez días le salió un grano en …». Hablando de grandes árboles, en España me asombraron algunas magnolias de los parques de Sevilla, que me parecieron los mayores que haya visto nunca en los países europeos que conozco. Este otoño he arrancado un manzano , enano, que solo daba pulgones y problemas. En compensación procuraré plantar otro ejemplar, de pera conferencia, posiblemente, que es un fruto sabroso donde los haya.
Y como penitencia por el arrancamiento, prometo echar unas cuantas bellotas y piñones ( por lo menos mis diez anuales) en otros tantos hoyos en los bordes de alguna finca propia o de algún familiar comprensivo, o …