NeoFronteras

El gigante amable del Cámbrico

Área: Paleontología — domingo, 30 de marzo de 2014

Al menos un anomalocárido evolucionó durante el Cámbrico para vivir del filtrado del zooplancton marino.

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Hay otros mundos y una vez estuvieron en este. De hecho, el mundo biológico de hoy en día, tal y como lo conocemos, no sería como es si en el pasado remoto hubiera sido de otra manera.
A comienzos del Cámbrico hubo una explosión de vida animal sin igual. En ese Big Bang biológico se generaron todos los fila conocidos que incluye el de los cordados, es decir, que incluye el nuestro.
Entre todas las especies que evolucionaron en ese mundo pretérito estaba Pikaia, nuestro más remoto antepasado, pero también muchas otras que también se extinguieron para siempre. Nadie hubiera apostado por el pequeño y débil Pikaia en un mundo dominado por artrópodos de todos los tamaños. Pero hacer predicciones en evolución es muy complicado.
La evolución genera continuamente nuevas formas de vida y la contingencia hace que permanezcan durante más o menos tiempo en este planeta. Pueden convertirse en reliquias biológicas aún vivas o en efímeros seres que casi no tuvieron una oportunidad.
El mundo del Cámbrico se nos atoja remoto, exótico, casi alienígena. Conocemos a los seres que lo poblaron gracias los fósiles que nos dejaron, pero siempre tendremos una imagen incompleta a la espera de hallar un nuevo ejemplar. Fósiles que hay que buscar en sitios casi inaccesibles y que convierten a la profesión de paleontólogo entre las pocas relacionadas con la ciencia que tienen algo de aventura real. A veces es necesario realizar expediciones a las montañas Rocosas Canadienses como hace un siglo hiciera Walcott en Burgess Shale a lomos de unos caballos, a la enigmática isla de Ellesmere para descubrir los primeros peces que se atrevían a emigrar a tierra firme o, como en el que caso que vamos a relatar, al norte de Groenlandia.
Un grupo de paleóntologos de la Universidad de Bristol viajó al norte de Groenlandia en busca de fósiles cámbricos. Entre sus hallazgos se encuentra una nueva especie de anomalocárido, pero, en este caso, se trata del gigante amable del Cámbrico y no del temible depredador.
La Paleontología cuenta con la ventaja de usar el mismo sistema de clasificación que se usa en la taxonomía de plantas y animales vivos que ya desarrolló Lineo en su tiempo. Los nombres no están basados en palabras anglosajonas o chistes discutibles (gluon, quark…), sino que se basan en el latín. De este modo los nombres de seres remotos ya extintos adquieren una sonoridad especial: Opabinia, Nectocaris, Odontogriphus, Canadaspis, Odararia, Anomalocaris…
En ese mundo cámbrico, reinado por los artrópodos, había un depredador gigante: Anomalocaris. Eran los seres más grandes del momento. Algunos ejemplares pudieron llegar a los dos metros de longitud y es posiblemente el animal más icónico de la época. Se conocen varias especies y todas ellas tienen unos apéndices con los que atrapaban a sus víctimas y las llevaban a su boca circular.
Este artrópodo pertenece al grupo de los anomalocáridos, grupo que cuenta con varios géneros. El grupos de investigadores de la Universidad de Bristol ha descubierto una nueva especie de anomalocárido denominado Tamisiocaris borealis. En esta especie los apéndices frontales evolucionaron para funcionar como una red y así atrapar el plancton marino de una manera similar a como lo hacen las ballenas hoy en día.

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Se trata de una especie que vivió hace 520 millones de años, era de gran tamaño y se alimentaba de los animalillos en suspensión (zooplancton) de hasta medio milímetro de tamaño. Hasta ahora se creía que los animales filtradores de la época se reducían a esponjas y otros seres anclados al lecho marino.
Este modo de alimentación en el que una gran animal de movimiento lento vive de filtrar el agua marina ha sido encontrado por la evolución varias veces a lo largo de la historia de la vida. Así por ejemplo, los tiburones ballenas o las mismas ballenas que viven de ese modo. Pero a la vez hay tiburones u orcas que son depredadores de animales de gran tamaño. La idea es que algunos depredadores se especializan en este sistema de alimentación en respuesta a la carrera de armamentos evolutiva y que finalmente les hace cambiar de nicho ecológico.

Tamisiocaris barrería con sus “redes” el agua frente a él y así recolectaría pequeños animalillos. De vez en cuando llevaría los apéndices cargados con esta comida hasta su boca.
Este descubrimiento nos dice que los ecosistemas cámbricos eran más complejos de lo que en un principio pudiera parecer. Así por ejemplo, como el sistema de alimentación de Tamisiocaris requiere de un consumo elevado de energía debía de recuperarla en su alimentación, por lo que los mares cámbricos tendrían que tener una vida planctónica rica y abundante. Tantas especies de aninomalocáridos nos dice también que la variedad de especies de la época era muy elevada. Los anomalocáridos no eran algo raro, no fue un experimento fallido de la evolución como en un principio se pensó, eran un grupo de animales bajo una gran explosión en diversidad y, por tanto, de gran éxito evolutivo.
Seguro que, escondidos en alguna roca remota, todavía hay fósiles que nos darán más sorpresas y que completarán la imagen que tenemos del Cámbrico.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4395

Fuentes y referencias:
Artículo original.
Dibujo: Rob Nicholls, Palaeocreations.
Foto: Jakob Vinther, University of Bristol.

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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5 Comentarios

  1. Miguel Ángel:

    El mismo nicho que ocupa también la manta-raya que también es un animal muy grande, aunque no tanto como el tiburón ballena o la ballena azul que es el mayor de los gigantes pudiendo llegar a pesar más de 100.000 kilos.

  2. tomás:

    Decía el día 3 que no había visto comentarios de Miguel Ángel. Pero veo que hay aquí uno del día 2. Es por mi peculiar forma de leer los artículos.

    Querido amigo Miguel Ángel:
    No creas que he ignorado tu amable comentario 22 en neofronteras.com/?p=4364. Como digo me encantaría conocerte, aunque te expongo mis dificultades actuales y las que supongo tendríais, tanto tú como otros compañeros, a no ser que os pillase de vacaciones por Tarragona.
    Puse una adivinanza -tonta afición- en neofronteras.com/?p=4358, pero, o no la viste o no la resolviste; quizá tampoco nadie la acertó o a nadie interesó.
    Así que pedí permiso a Neo para poner mi correo. Lo obtuve y aquí está: maesetomas1@gmail.com
    Es que me agradó mucho el título que me otorgaste; está a disposición tuya y de todo aquel que de ésta especie de comunidad lo desee. Ya te contaré en qué acertaste respecto a mí en ese comentario-retrato.
    Un fuerte abrazo.

  3. Miguel Ángel:

    Querido Neo:

    Muchas gracias por darle el visto bueno a «tomás» para poner su correo.
    Un fuerte abrazo con todo mi reconocimiento.

    Maese «tomás»:

    Al no ser más explícito en el encabezamiento, no me percaté de que había información oculta en los versos siguientes. A decir verdad, menos mal que has insistido y lo has explicado, de lo contrario no me hubiese enterado de nada.
    Te acabo de mandar un correo.

    Celebro que te haya gustado lo de «maese», y doblemente, porque me acabas de recordar que tenía pendiente hacerle un pequeño homenaje a ese estupendo maestro de Literatura que mencioné hace algunos meses:
    Era profesor de secundaria, pero solía decir que prefería el antiguo apelativo de «maestro» al de «profesor». Sabía captar la atención de la clase con su fuerza, buen humor y entusiasmo. Ahora está enfermo de Alzheimer y con este pequeño tributo quisiera tornar todo su sufrimiento en la alegría que el mismo supo brindarnos.
    Aún recuerdo su primera lección en una clase de treintaytantos chicos y chicas de 15 años, empezó recitando un poema del que aún recuerdos fragmentos aunque ha pasado 26 años. Lo he buscado en la red pero sólo he encontrado un trocito:

    «Perdóname la dicha de cada tarde.
    Perdóname el amor esmalte y noche,
    perdóname también todos los besos,
    con que formo guirnaldas en tu pelo…»
    *Y recuerdo que acababa: «perdóname el amor, perdóname»

    Nos quedamos todos absortos, con los ojos como platos…un fuertísimo abrazo y todo mi agradecimiento para Luis García-Camino Burgos.

    Y para todos los amigos de la página.

  4. Miguel Ángel:

    *El autor: el propio Luis Garcia-Camino. Parece ser que el poema está editado en el libro «Mil años de poesía española».

  5. tomás:

    Querido amigo Miguel Ángel:
    Te he contestado y algo de almas gemelas debemos tener, pues yo tengo todo un poemario dedicado a los números y a un maestro ideal, especie de compendio de los maestros que he tenido y que nunca olvidaré; también a un niño ideal.
    La figura del maestro la tomé de D. Cosme Andrés, una magnífica persona, de aquellas que fueron castigadas con el hambre en la, al menos para muchos, larguísima posguerra.
    Queda descrito en varios de los poemas así:

    El maestro arrugado,
    de voz descalabrada
    e hirsuto pelo blanco,
    se estremece;
    este calor humano deja helados
    los huesos de los viejos.

    Sirvan también estos versos como homenaje a todos mis maestros, a este en especial y también para Neo que, aunque no puedo imaginarlo como este, tanto me está enseñando.

    Un fortísimo abrazo.

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