Lo más parecido a la Tierra hasta ahora
Confirman el mejor planeta hasta el momento que potencialmente podría albergar vida. Tiene un tamaño muy similar a la Tierra y está en la zona habitable de su estrella.
El telescopio Kepler sigue proporcionando resultados espectaculares incluso después de haberse puesto fin a su misión original debido a un fallo técnico. Ahora se ha confirmado con un 99.98% de significación estadística la existencia del exoplaneta Kepler-186f en la zona habitable de su estrella en donde el agua permanecería en estado líquido. Se encuentra, en concreto, en la parte de la zona habitable más alejada de su estrella y tiene un tamaño sólo un 10% mayor que la Tierra. Se cree que los objetos de ese tamaño posiblemente sean planetas de tipo rocoso. El excitante descubrimiento, que algunos han calificado como uno de los más significativos de Kepler, ha merecido la portada de Science.
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Se trata del planeta más pequeño encontrado en la zona de habitabilidad y se encuentra en el sistema Kepler-186, en donde hay, al menos, otros cuatro planetas rocosos. La estrella sobre la que orbitan estos cuerpos es una estrella enana roja (tipo M) que es más fría, pequeña (un 50% el tamaño del Sol) y rojiza que el Sol. Como la zona de habitabilidad está más cerca de la estrella de lo que estaría en una estrella como el Sol, este planeta tarda en completar un vuelta menos tiempo que la Tierra, lo que facilita su descubrimiento y confirmación con la técnica de tránsito, fenómeno este que no es más que una especie de eclipse visto desde la Tierra. En concreto, este planeta tarde 130 días terrestres en completar una órbita y está a una distancia similar a la de Mercurio del Sol.
Ha sido confirmado tanto por el telescopio Keck como por el Gemini usando óptica adaptativa y el instrumento DSSI. Gracias a estas tecnologías se ha conseguido eliminar otras posibilidades como la presencia de otras estrellas que den un falso positivo. La confirmación de este tipo de planetas tan pequeños es muy difícil porque tapan poca luz de su estrella debido a su escaso tamaño.
De nuevo hay que recordar que ningún telescopio es capaz de ver directamente este planeta, sino que su existencia es inferida. Las ilustraciones que acompañan este artículo son eso: ilustraciones artísticas que nos hacer soñar despiertos.
El sistema Kepler-186 se encuentra a 500 años luz de distancia de nosotros en la constelación del Cisne (es hacia donde apuntaba Kepler permanentemente). La estrella enana roja en cuestión es débil y al estar tan lejos es invisible a simple vista, en concreto es 500.000 veces menos brillante de lo que capta el ojo humano. El resto de los planetas supuestamente rocosos del sistema están demasiado cerca de la estrella como para mantener agua líquida en su superficie.
¿Qué es lo que significa este descubrimiento? Hasta el momento Kepler-186 es el exoplaneta con mayores posibilidades de albergar vida de todos los que se conocen. Pero este punto es muy difícil de confirmar. No se sabe si tiene atmósfera y ni siquiera es posible detectar la presencia de agua, pues la toma de un espectro de absorción durante los tránsitos proporciona una señal muy débil que no puede registrase con la actual tecnología. El hecho de que se encuentre a 500 años luz elimina también las posibilidades de tomar una imagen del planeta, incluso con los nuevos telescopios que se pondrán en órbita o entren en servicio en tierra en los próximos años.
Según los cálculos estadísticos debe de haber muchísimos planetas como Kepler-186f en nuestra galaxia. Mucho se ha discutido sobre las posibilidades de vida alrededor de enanas rojas (el tipo estrellas más abundantes en la Vía Láctea). Por un lado, como estas estrellas gastan su combustible nuclear muy lentamente, su larga existencia favorece una prolongada evolución de una supuesta vida allí presente.
Por otro lado, los planetas que orbitan cerca de este tipo de estrellas posiblemente enfrentan siempre la misma cara hacia la estrella debido a las fuerzas de marea, lo que no favorece un clima sosegado al estar un lado congelado y el otro abrasado por su sol. Sin embargo, ciertos modelos sostienen que, incluso así, podría ser posible la vida en un mundo de ese estilo. En este caso de Kepler-186f, al encontrase lo suficientemente alejado, se cree que no sincronizaría su rotación con su órbita y no enfrentaría siempre una cara a su estrella.
Otro de los problemas que presentan las estrellas tipo M es que tienen infancias durante las cuales se emite mucha radiación en forma de partículas cargadas. Incluso ahora la estrella del sistema Kepler-186 emite este tipo de radiación en forma de fuerte viento solar que tiene que llegar a todos esos planetas. Asumiendo que Kepler-186f tiene una composición similar a la Tierra, entonces tiene que tener una tectónica y campo magnético un poco más intensos que los terrestres debido a su mayor tamaño. También debería de tener una atmósfera un poco más densa. Estas características protegerían a Kepler-186f de este tipo radiación y producirían un frecuente espectáculo nocturno, pues estaría bañado en auroras a casi todas las latitudes
También se ha especulado sobre qué se vería en planetas que orbitan enanas rojas. Estas estrellas emiten proporcionalmente mucho más infrarrojo y parte roja del espectro que nuestro Sol. Sobre un planeta así a nosotros el paisaje se nos antojaría rojizo y, si hubiera vida, pasaríamos por alto muchos detalles visuales de ella. La vida que hubiese evolucionado allí habría adaptado su visión a esa iluminación y la percepción de los colores se habría corrido al infrarrojo. La supuesta fotosíntesis allí presente también sería diferente para así optimizar la captación de energía en forma de luz, tanto infrarroja como visible. Posiblemente las plantas de una planeta de este tipo se nos antojarían negras.
Kepler-186f tiene que ser un lugar muy interesante a visitar, pero, por desgracia, nunca podremos viajar hasta allí.
En todo caso, tenemos que sentirnos afortunados de vivir estos tiempos en los que descubrimos otros mundos allí afuera y en los que cada día nos acercamos más y más al descubrimiento de Tierra II.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4409
Fuentes y referencias:
Artículo original.
Ilustraciones: NASA Ames/SETI Institute/JPL-CalTech, Danielle Futselaar.
14 Comentarios
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viernes 18 abril, 2014 @ 8:21 pm
Al principo me emocionaba cada vez que Kepler descubría un «candidato a exotierra», pero ya hasta que no se analice la atmósfera, se sepa la masa, la composión y todo los demás, lo dejo en suspenso.
viernes 18 abril, 2014 @ 10:21 pm
Pues habrá que esperar, y mucho, a tener los telescopios e instrumentos para poder tomar esos espectros.
El ser humano es siempre un ser insatisfecho. Nunca es suficiente y nos acostumbramos rápido a lo que sea. Hace 20 años era inconcebible saber lo que sabemos ahora sobre ese tema. Estamos tan inmersos en la maravilla, en lo asombroso, que ya no lo apreciamos. No reparamos en lo difícil que ha sido saber eso, en los años de desarrollo tecnológico de cientos de ingenieros y científicos. En el trabajo duro y entregado de los investigadores que hacen cálculos día tras día, de noches en vela para conseguir apuntar el mejor de los telescopios con la mejor instrumentación y de este modo empujar el conocimiento un poquito más, añadiendo así otro eslabón a esa cadena intelectual que se prolonga siglos hacia atrás.
sábado 19 abril, 2014 @ 11:37 am
Cuan cierto es el comentario de Neo.Especialmente eso de que nunca es suficiente y nos acostumbramos a todo. Ahora bien el que nos acostumbremos rápido a todo no es completamente malo,teniendo en cuenta que si tomamos las riendas de la evolución, y se consigue que sea menos «ciega y sin propósito», acaso podamos diseñar una especie humana mas hábil, más inteligente,y con mayores capacidades en general, así como conseguir vencer esas terribles enfermedades neurodegenerativas tan devastadoras.
También me parece interesante que dentro de poco se inicie el denominado turismo espacial, aunque sea en vuelos suborbitales pero pudiendo experimentar la denominada «gravedad cero».Cierto que este tipo de turismo será para las personas que se puedan gastar más de cien mil euros alegremente, pero al menos podrá servir para abrir las mentes de los que no las tienen demasiado abiertas, o en eso confio.
sábado 19 abril, 2014 @ 6:29 pm
Ya sabes, querido amigo «lluís» que Unamuno dijo eso de «los nacionalismos se curan viajando». Lo malo es que también dijo «¡Que inventen ellos!». Así que mejor pensemos por nosotros mismos.
Un fuerte abrazo.
domingo 20 abril, 2014 @ 11:02 am
Si nos contentáramos con lo que tenemos nunca habríamos llegado hasta aquí. Saber que hay montones de planetas como la Tierra, y que pueden conocerse e incluso verse, y tener que conformarnos con atisbos …
lunes 21 abril, 2014 @ 8:42 am
Querido «daniel»:
No seas tan impaciente; todo se andará sin pausa ni demora.
Se dice al final del artículo anterior, el del licopodio: «Como ya todos deberíamos saber, la ciencia avanza por el entusiasmo, entrega y sacrificio de unos pocos que sólo tienen la elección de seguir su obsesión» y de ello se hace eco nuestro buen amigo «lluís» en su comentario 2.
Saludos.
lunes 21 abril, 2014 @ 9:45 am
El asunto no es fácil y se paga con dinero de impuestos que la gente no siempre está dispuesta a aportar. La ciencia es cara en general. Por suerte su financiación no es «democrática».
Por otro lado, no se trata de conformismo, sino de apreciar lo que se ha conseguido y de ser consciente de los pasos pequeños que es necesario dar.
martes 22 abril, 2014 @ 8:59 am
Querido Neo:
Ya habrás notado que a veces diferimos en el estilo. En este caso la cuestión es algo más especial. Dices en tu anterior que por suerte su financiación no es «democrática». Yo diría casi lo mismo: Por «suerte» su financiación no es democrática. Y es que las comillas -al menos en mi caso- son una ironía. Porque si la sociedad estuviese bien formada, comprendería la importancia que ya a medio plazo -e incluso muchas veces a corto- tiene la ciencia para la humanidad. La importancia del conocimiento es superior a cualquier otra empresa humana. Y sin embargo la mayoría siente hasta alergia mental por la ciencia.
Yo creo que como «el sentir» es más inmediato -basta dejarse llevar-, no se realiza el esfuerzo de razonar. Y a ello se suma la llamada del dinero. El apego por el nuestro es superior al beneficio que esperamos nos corresponda del avance científico-técnico. Es algo así como ser corto de vista; no ver más allá de un metro. No ser capaces de proyectar un futuro algo más lejano que un año como mucho. El gran capital sabe lo exponencial del beneficio de la inmediatez. Y el individuo, aunque pobre, se contagia.
Un abrazo.
martes 22 abril, 2014 @ 9:43 am
Sí, en un mundo ideal la gente está bien formada, tiene pensamiento crítico, le gusta la cultura, etc. Un mundo así no tendrían el problema de financiación de la ciencia ni casi ningún otro. Pero, aunque se ha mejorado en los últimos siglos en algunos países, la realidad es que nos consume la ignorancia, el fanatismo, el dinero, lo bélico, la natalidad, el nacionalismo, la TV basura, la contaminación, la corrupción política, la envidia…
Las decisiones sobre la financiación de la ciencia se hacen casi de espaldas a la sociedad. Es más, si esta está infrafinanciada es precisamente por esa sociedad que condiciona a la clase política. Parte de culpa la tienen los propios científicos, sobre todo en países como España.
Todo esto no es un reproche, sino una simple descripción.
sábado 26 abril, 2014 @ 8:29 pm
Se que con la edad la adultez lleva a muchos a desconfiar de la humanidad a base de palos que se han experimentado a lo largo de la vida. Yo que aun soy joven os pido que tengáis fe. La gente está ansiosa de conocer, una prueba de ello es la audencia que esta teniendo la nueva serie de Cosmos(que si alguien no ve recomiendo a TODOS).
Lo único que hay que lograr es crear las condiciones necesarias para que la ciencia y la cultura florezca que es la parte difícil, como puede ser acabar con la corrupción o casos en los que no interesa que por ejemplo la energía provenga de fusión nuclear porque cambiaría radicalmente el mercado, pero una vez conseguido eso os aseguro que nosotros los jóvenes con ayuda de los experimentados haremos todo lo posible por contribuir a la humanidad.
Yo que aun no he recibido tantos palos confío en que más gente piense igual y tenga las mismas ganas de explotar nuestro potencial.
domingo 27 abril, 2014 @ 8:59 am
Muy estimado y bienintencionado Juanda:
He de felicitarte y hasta admirarte por tu juventud. Espero y deseo que te dure siempre; al menos en espíritu, que en años y muy a mi pesar, al tiempo no se escapa ni uno sin ser sumado.
A mí es que eso de la fe se me da mal. Pero soy optimista -en el sentido de que no voy por ahí llorando por las esquinas- porque mi mentalidad es así; he tenido suerte y no hay mérito alguno en ello.
Hace muchos años que vi, con mis hijos mayores -es que tengo una, la más pequeña, que no llegó a tiempo-, la serie que mencionas. Y fue, en verdad, ilusionante.
Pero no sé ni en qué cadena ni el horario, aunque acabo de buscarlo siguiendo tu consejo. Si me lo dices te doy las gracias anticipadas.
Un abrazo y mis deseos de que continúes con nosotros para animarnos cuando nos falle el entusiasmo.
martes 13 mayo, 2014 @ 4:27 am
Querido amigo lluís:
Me gustaría ratificar lo que has comentado acerca del cambio de perspectiva que puede derivarse de un viaje espacial. Resultan muy inspiradores los testimonios de astronautas y viajeros que describen experiencias verdaderamente intensas (hasta catárticas).
Hace sólo unos días Neo comentaba que los humanos, a pesar de tener una capacidad de empatía muy superior a la de otras especies, tenemos una marcada incapacidad para escarmentar en carne ajena. Sólo aprendemos que el fuego quema cuando nos quemamos…por eso que me parece muy oportuno lo que propones y otear la Tierra desde el espacio para:
-Alcanzar plena consciencia de que el planeta es UNO.
-Deleitarse viendo el azul de la atmósfera al mirar abajo y estremecerse al mirar arriba y ver esa negrura cósmica tan poco hospitalaria.
-Constatar que desde el espacio no se ven esas fronteras que tan celosamente guardamos.
-Ver que el aire y el agua circulan de un lado a otro completamente ajenos a esas lindes.
-Comprobar que desde allí no soy capaz de distinguir donde está «mi pueblo».
-Que si soy de tal pueblo es por pura casualidad, como decía Montesquieu.
-Si eso que llamo «mis raices» es algo puramente casual, si todos los humanos partimos de una misma Eva común y además no puedo ver mi pueblo desde el espacio, ¿hay algún argumento racional que sirva para sustentar mi aldeanismo?…nuevamente la respuesta es no.
-A partir de aquí, y dado que los humanos cuando perdemos uno de nuestros referentes nos encontramos como desnudos y enseguida buscamos otro con el que identificarnos, se allana el camino para sentirnos parte de algo mucho más grande.
-Y ya aligerados de toda esa carga de chovinismo y folclore se produce un salto cuántico a un estado de energía y de libertad superior. Ya puedo sentir mi pequeñez sin que me abrume o me produzca pesar, sino todo lo contrario: es la dicha de sentirme minúsculo siendo, a la vez, parte de algo inmenso; de ser el mismo polvo de estrellas que todo lo que me rodea; de ser polvo que busca sentido; que se desespera en el cuadro de «El grito»; que odia y se enamora; que ríe y llora; que se hace preguntas y busca significados.
Hace unos días mantuve una conversación con compañeros de trabajo y comentábamos el potencial positivo que tenían programas del tipo «Ponte en mi lugar» o «Perdidos en la tribu» y lo mucho que se crece cuando cambiamos nuestro ángulo de enfoque.
Incluso recordé el caso del actor Cary Grant, decía que toda persona debía tener, al menos una vez en la vida, una experiencia con LSD -algo que no voy suscribir a título personal (porque según la personalidad, más de uno acabaría con algún ataque psicótico, paranoia o ansiedad)- pero entiendo a lo que se refería Grant: lo deseable de una experiencia que profundice en la psique y desdibuje la rigidez de nuestras ideas y prejuicios.
«Nada más triste que mirar la Tierra y no ver más que tierra»
«No hay cabezas más vacías que las de los hombres que las tienen llenas de sí mismos»
Con mi más sincero deseo de que todo esto que soñamos pueda llegar a ser algún día, recibe un fuerte abrazo.
martes 13 mayo, 2014 @ 8:51 am
Queridísimos amigos Miguel Ángel y «lluís».
Sin pretender que sea lo mismo, he podido experimentar la ingravidez y seguramente también vosotros, simplemente buceando «a pelo», con una simple pesa en el cinturón y ya resulta extraordinariamente maravilloso cuando te encuentras con algún pequeño arrecife y ves seres tan distintos a los terrestres en su hábitat natural.
Seguramente será fabuloso tener debajo el azul y arriba el negro estrellado, así que me sumo a vuestro asombro.
Cuando he viajado en avión nada me gusta más que estar junto a una ventanilla y mirar la tierra desde arriba, o los inmensos campos de nubes tan fuertemente iluminados por el sol. Tampoco yo veo esas fronteras. Y respecto a lo que dices, Miguel Ángel, de «mi pueblo», recuerdo un poemita propio de mis doce años o así, cuando uno duda ya fuertemente de lo religioso, pero no sabe a qué carta quedarse y menos allá por los años cincuenta cuando mi madre, creyendo que fumaba, sin ser cierto, me obligó a hacer ejercicios espirituales. Es así -lo recuerdo bastante bien, pero no lo tengo escrito-:
Comencé mi paseo por la vida
naciendo a la deriva;
anduve por las sendas y caminos
buscando entre lo humano, lo divino…
Bueno, no viene a cuento seguir. Solo lo de «la deriva» que también relativizaba mi pertenencia a mi lugar de origen.
Recibid de este amigo todo la empatía que podáis imaginar.
viernes 16 mayo, 2014 @ 1:45 am
Maese «tomás»:
Oye, eso de los ejercicios espirituales como disuasivo del tabaco es magnífico. ¡Cómo no se me habría ocurrido antes! Apuesto a que no te quedaron muchas ganas de empezar a darle al pitillo.
Me ha gustado leer tus versos preadolescentes y comprobar que no cambiamos mucho con el paso del tiempo: 12 años, pero el mismo espíritu curioso en el fondo y apuntando ya muy buenas maneras en la forma. Especialmente ese «naciendo a la deriva» que me ha recordado otros versos de Cecilia que ya he compartido por aquí y que me encantan:
«Andar como un vagabundo,
sin rumbo fijo, sin meta,
a vueltas de veleta,
al soplo del viento al azar.
El caso es andar»
En realidad todos nacemos y vivimos a la deriva. Recibe mi más sincera enhorabuena por haberlo comprendido y un trilloncete de abrazos.