Extinguimos especies mil veces más rápido de lo normal
El ser humano fuerza una tasa de extinción 1000 veces superior a la normal, más de lo que se creía hasta ahora.
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El final natural de toda especie terrestre es la extinción. Unas se extinguen al poco de aparecer y otras están entre nosotros desde la noche de los tiempos. Todo depende también de lo que consideremos especie. El caso es que hay un ritmo constante de extinción y un ritmo constante de especiación según el cual aparecen nuevas especies.
Si no hay cambios bruscos en el entorno, este proceso de desaparición de especies es lento y esas especies que se extinguen pueden ser sustituidas por otras. En ningún caso el ritmo de extinción es superior al de especiación por razones obvias salvo por causas extraordinarias y puntuales. Los estudios genéticos nos dicen que, en promedio, aparece una nueva especie de vertebrado cada 10 millones de años.
La situación cambia cuando se produce una extinción masiva y muchas especies se extinguen directamente o debido al efecto dominó. Los ecosistemas tardan muchos millones de años en recuperarse después de uno de esos eventos. El último en darse fue hace 65 millones de años y se llevó por delante a todos los dinosaurios.
Ahora estamos inmersos en otro proceso de extinción masiva, esta vez inducido por la actividad humana. Lo difícil es cuantificar el ritmo de esta extinción. Un nuevo análisis arroja malas noticias al respecto. El ritmo de extinción actual es 1000 veces superior al natural, lo que constituye la cota superior de las estimaciones anteriores. La razón de este nuevo resultado es que anteriormente se había subestimado la extinción actual y se había sobreestimado la natural de hace entre 10 y 20 millones de años.
El estudio ha sido realizado por Stuart Pimm (Duke University) y sus colaboradores. Es una actualización del trabajo que hizo este mismo investigador en 1995 y que situaba el ritmo de extinción entre 100 y 1000 veces superior al natural.
Uno de los problemas era que hace 20 años no se contaba con todos los datos necesarios para realizar una buena estimación. Ahora se cuenta con amplios datos sobre grupos de animales y sobre su distribución geográfica. La idea es comparar estos datos de extinción con lo que se daba hace millones de años, cuando el ser humano no intervenía en los ecosistemas.
La nueva estimación no está determinada por una aceleración reciente en la extinción en estos 20 años, salvo en el caso de los anfibios debido a una plaga reciente de hongos que está diezmando las poblaciones de estos animales.
Los ecosistemas funcionan metafóricamente como un avión moderno. Se puede quitar un tornillo (una especie) del avión (ecosistema) y el avión sigue funcionando (el ecosistema sigue funcionando). Se pueden ir eliminando piezas y componentes y seguirá volando más o menos sin problemas, pero, llegados a un punto, el avión no puede volar y se estrella (el ecosistema colapsa). Todavía no hay herramientas científicas fiables que permiten evaluar la salud de los ecosistemas y que predigan cuánto falta para su colapso total. Pero todos los indicadores señalan que las actuales políticas de explotación y destrucción del medio, llevadas a cabo por los humanos, no favorecen en nada la conservación de los ecosistemas, sobre todo la de los más ricos en especies.
Un ritmo de extinción 1000 veces al natural no puede mantenerse durante mucho tiempo sin que ocurra un desastre absoluto y los científicos aseguran que tarde o temprano pagaremos el precio por ello.
Los científicos implicados y del ramo están realizando mapas de biodiversidad que ayuden a establecer políticas de conservación.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4446
Fuentes y referencias:
Artículo original.
4 Comentarios
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sábado 31 mayo, 2014 @ 9:09 pm
Para echar una mano en la labor conservacionista, todo ciudadano con un smarphone puede ya poner pronto su granito de arena. Hay proyectos como iNaturalist consistentes en una aplicación para Iphone o Android con la que los usuarios puedan fotografiar las especies con las que se encuentran e identificarlas. La información recolectada por esta comunidad de usuarios puede servir para promover su conservación.
Aplicación: inaturalist.
domingo 8 junio, 2014 @ 5:15 pm
Es tremendo ver como estamos destruyendo todo a nuestro paso por este planeta. Ademas esta nueva estimación se quedara corta en poco tiempo.
Por cierto, voy a probar la aplicación que comentáis a ver que tal es.
lunes 9 junio, 2014 @ 4:57 pm
Una noticia tan triste que ni siquiera nos hemos animado a comentar…
La curiosidad me ha llevado a indagar sobre el caso del sapo dorado de Monteverde que aparece en la foto. Fue durante años emblema de la biodiversidad de Costa Rica.
Me ha conmovido Martha Crump, una herpetóloga que se dedicó a estudiarlos y también la persona que avistó el último ejemplar en 1989. Nos deja un bonito testimonio de la primera vez que asistió a un ritual de apareamiento de estos sapos describiéndolos como «estatuas, joyas deslumbrantes en el suelo del bosque» y refiéndose a esta visión como lo más increíble que había experimentado nunca.
miércoles 11 junio, 2014 @ 10:15 am
Pues creo recordar que tenemos un par de compañeros que tienen la fortuna de ser de Costa Rica: «r» y Fantomo. Supongo que la desaparición de esa joya de sapito les dolerá. Pero es que la tragedia no va a respetar países ni siquiera a los que se preocupen por su propia naturaleza. Ha de ser labor universal.
También yo lo lamento.