Sobre la evolución del sentido de la justicia
Un artículo reciente revisa los resultados sobre al aparición en la evolución animal del sentido de justicia.
Según un estudio realizado por investigadores de las universidades de Georgia State y Emory, la respuesta humana a la injusticia evolucionó para así apoyar una cooperación a largo plazo.
El sentido de justicia es una idea social que no puede ser medida, así que para comprender la evolución de esta idea en humanos Sarah Brosnan (Georgia State University) ha empleado la última década en estudiar las respuestas de comportamiento en otros primates ante una asignación igual o desigual de una recompensa entre ellos.
En su artículo publicado en Science revisa junto a Frans de Waal (Emory University) su propia literatura científica acerca de la respuesta hacia la desigualdad en primates, así como otros estudios de otros investigadores.
Aunque la justicia es importante en humanos, no se sabe cómo apareció. Bronan y de Wall hipotetizan que evolucionó y, por tanto, algunos de sus elementos pueden ser vistos en otras especies.
“Este sentido de la igualdad es la base de montones de cosas en la sociedad humana, desde la discriminación en el sueldo a la política internacional”, dice Brosnan. “En lo que estamos interesados es en por qué los humanos no están contentos con lo que tienen, incluso si es suficientemente bueno, si algún otro tiene más. Lo que hipotetizamos es que esto es importante porque la evolución es relativa. Si estás cooperando con alguien que toma más de los beneficios devengados, consigue más a tus expensas. Por tanto, nosotros empezamos a explorar si las respuestas a la desigualdad eran comunes en otras especies cooperativas”.
Brosnan y de Waal comenzaron sus estudios sobre el trato justo en monos en 2003 y terminaron siendo los primeros en el campo en informar sobre este asunto en especies no humanas, según Brosnan. Este artículo, titulado «Monkeys Reject Unequal Pay», ha sido publicado en Nature.
En el primer estudio los monos capuchinos marrones se agitaban y se negaban a realizar la tarea cuando su compañero animal recibía una recompensa superior por esa misma tarea. Desde entonces Brosnan ha comprobado la respuesta a la desigualdad en nueve especies de primates, incluidos los humanos. Ha encontrado que las especies sólo responden a la desigualdad cuando los individuos cooperan rutinariamente con otros miembros de esa especie con los que no están emparentados.
Sin embargo, la respuesta a recibir menos que el compañero no es él único aspecto del trato justo. Para un sentido real del trato justo además tiene que importar si obtienes más. Brosnan y de Waal hipotetizan que los individuos deberían estar dispuestos a renunciar a un beneficio para así alcanzar resultados iguales y estabilizar valiosas relaciones a largo plazo. Hasta el momento esto sólo ha sido hallado en humanos y en sus “parientes” más cercanos: los simios.
Renunciar una ganancia que te beneficia para así ganar los beneficios de una relación a largo plazo requiere no sólo la habilidad de pensar acerca del futuro, sino además del autocontrol de renunciar a una recompensa”, dice Brosnan. “Esto requiere mucho de control cognitivo. Por tanto, nosotros hipotetizamos que muchas de especies responden negativamente a obtener menos que el compañero, lo que constituye el primer paso en la evolución del sentido de justicia, pero sólo unas pocas especies son capaces de dar el salto a la segunda fase en la que se da el auténtico sentido de la justicia”.
Esta entrada es una traducción de de la nota de prensa oficial.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4503
Fuentes y referencias:
Artículo original.
Moral animal.
3 Comentarios
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viernes 26 septiembre, 2014 @ 10:04 am
Algo muy a tener en cuenta es que el sentido de justicia tiene tantas facetas, tantas ramificaciones que puede resultar difícil, para quien pretenda ser justo, no violar alguno de sus principios fundamentales.
En mi modesta y poco ilustrada opinión, aunque no por ello deje -en justicia- de ser válida, ha de tener mucho que ver con la ética; también con la igualdad. Desde luego mucho menos con el derecho aunque socialmente aceptemos a éste como un referente de la justicia. Hasta con la democracia, aunque esa mitad más uno que nos hemos puesto como frontera me parezca una solución muy simplista. Pero, así, de pronto, tampoco se me ocurre otra mejor. Bueno, sí: una segunda vuelta si la primera no obtiene una mayoría suficiente, algo menos apurada que ese uno victorioso.
En algún lugar leí que es justo dar a cada uno lo que le corresponde o lo «que es suyo». Pero también lo encuentro indefinido, porque ¿como determinamos lo que le corresponde? o ¿como nos aseguramos la licitud de lo que es suyo?
¿Como puede parecerme justo que una persona disponga de -pongamos porque hay múltiples ejemplos- mil veces lo indispensable para vivir y otro haya de pasar los inviernos tapado con cartones y alimentándose de lo que se tira en un restaurante o un supermercado?
Sea que lo indispensable fuese tener una cama, una mesa, una pequeña cocina y el alimento indispensable para no perder peso, agua y jabón para la higiene y alguna cosilla que se me olvide. ¿Es justo que alguien no tenga, ni de lejos, para tal conjunto? Y sin embargo tal situación no va contra derecho, ni tampoco el que haya bastantes que dispongan, como digo de, al menos y como poco, cientos de veces de ese mínimo. Es más, existen casos, algunos verdaderamente escandalosos en que el propio juez -politizado, claro- se ha incluido gabelas de todo punto abusivas pero por una ley que, con sus colegas, ha aprobado él mismo; así que su acción es legal. Es por ello que el derecho no me sirve como referente cierto de justicia. Quizá en unos pocos casos sí, pero nada más. Las leyes en la que se basa el derecho aplicado siempre las hacen aquellos a quien aprovechan esas leyes y sus reglamentos.
Se habla mucho ahora del Derecho a decidir. Y utilizo ahora la mayúscula porque me refiero a uno de los fundamentales. Suele ser opinión compartida que el Derecho de uno ha de concordar con el Derecho de otro o de otros. Es decir que no es algo que uno tenga de forma ilimitada.
Pero veo que me estoy metiendo en un terreno muy de actualidad pero al que yo mismo, en un comentario reciente, recomendé evitar. Así que me interrumpo, me callo y os digo hasta la próxima.
La única utilidad que puedo encontrar a mi escrito es que alguien se vea invitado a meditar. Amen.
domingo 28 septiembre, 2014 @ 12:25 pm
Un directivo de una empresa suele cobrar cientos de veces más que cualquiera de sus trabajadores. Ahora mismo el 1% más adinerado posee el 46% de todos los activos globales. Esta misma gente evade impuestos legal e ilegalmente.
La pregunta es a quién sirven los políticos, ¿al 99% o a ese 1%? El dinero compra muchas voluntades.
martes 30 septiembre, 2014 @ 9:16 am
Pues está clarísimo: sirven a quien puede mover la puerta giratoria cuando el mandato político termine. Y, desde luego, no son los desfavorecidos.