NeoFronteras

El agua terrestre no procede de los cometas

Área: Espacio — sábado, 13 de diciembre de 2014

Los datos obtenidos por Rosetta, recientemente publicados, indican una alta proporción de deuterio y descarta a los cometas de periodo corto como fuente del agua en la Tierra.

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Los planetas, y la Tierra en particular, se formaron como subproducto de la formación del Sol en el disco protoplanetario que le circundaba. Pero los planetas de tipo rocoso estaban hace 4600 millones de años en una zona interior demasiado caliente como para conservar el agua y otras sustancias volátiles, pese a que en la nebulosa que dio origen al Sistema Solar había agua. Por tanto, la Tierra sería una bola rocosa carente de agua al principio y el agua tuvo que venir después.
Los escombros que había hace miles de millones de años en el Sistema Solar eran muy numerosos y caían sobre los planetas frecuentemente. Sólo hay que mirar la Luna para darse cuenta del bombardeo que significo esos primeros tiempos. Y si caían cuerpos sobre la Luna también lo hacían sobre la Tierra. Por esta razón se pensó que el agua vendría a bordo de esos cuerpos que cayeron por aquel entonces. Lo más natural era pensar que fueran los cometas los principales responsables de este aporte de agua, pues, como siempre se ha dicho, son “bolas de nieve sucia”.
Puede parecer un sistema escaso para proporcionar el agua terrestre, pero, aunque el 71% de la superficie terrestre este cubierta por el agua, la cantidad de agua en la Tierra es, en realidad, muy poca en volumen y menor en cantidad absoluta de la que hay en la luna Europa de Júpiter, por ejemplo. Así que no se necesita una fuente para el agua terrestre que se poco más o menos que inagotable.
Lo difícil es encontrar pruebas directas de este fenómeno, pues hay que visitar cometas para poder realizar análisis que nos digan que el agua que contienen se parece al de la Tierra.
La “firma” a buscar suele ser la relación deuterio/hidrógeno (D/H). Si esa razón coincidiera en el agua terrestre y en el hielo de los cometas entonces se tendrá la prueba. Como todos sabemos ya, el deuterio no es más que un isótopo pesado del hidrógeno.
No hace falta aterrizar sobre los cometas para medir este asunto, ya que basta tomar un espectro para saber esa relación. Se ha venido haciendo en cada misión espacial que se ha enviado a un cometa. La última vez ha sido la misión Rosetta, que está visitando el cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko.
En 1986 se midió la relación deuterio/hidrógeno en el cometa Haley, pero, para sorpresa de todos, no coincidía con la terrestre. Esta relación era el doble en este cometa que para el agua terrestre. Incluso se llegó a decir que las medidas quizás hubiera un error (“no dejes que los experimentos malogren un bella teoría”, como dijo aquel).
Los cometas Hyakutake y Hale–Bopp se acercaron al interior del Sistema Solar en 1996 y 1997 respectivamente y se pudo medir esta relación isotópica con telescopios en tierra. De nuevo la relación era diferente a la del agua terrestre. La teoría empezaba a hacer aguas.
Entonces se encontró una posible explicación a la no coincidencia de las medidas. Halley, Hyakutake y Hale–Bopp eran cometas de periodo largo que provenían de la nube de Oort, que se encuentra mucho más allá de Plutón. Otros cometas que podrían ser el origen del agua en la Tierra provienen del cinturón de Kuiper que está sólo un poco más allá de Neptuno. Se puede decir que Plutón no es más que el cuerpo más destacado del cinturón de Kuiper. En los últimos años se han ido descubriendo más cuerpos en dicho cinturón, pero no los miles de objetos demasiado pequeños que hay allí como para verse con telescopios en tierra. Las perturbaciones gravitatorias del pasado hicieron que algunos de esos objetos adquirieran órbitas elípticas que los lanzan al interior del Sistema Solar periódicamente. Es lo que llamamos cometas de periodo corto. El núcleo de un cometa mide normalmente unos pocos kilómetros de ancho.
En 2010 se analizó esta relación isotópica del cometa Hartley 2, que proviene del cinturón de Kuiper. Se descubrió que era muy similar a la terrestre, así que se creyó que por fin encajaban todas las piezas. Así que sólo había que esperar a los datos que Rosetta iba a tomar de 67P/Churyumov–Gerasimenko (otro cometa procedente del cinturón de Kuiper, aunque ya con un órbita muy interior) para confirmar la nueva variante de la teoría.
Tras la llegada al cometa en agosto pasado, Rosetta puedo medir la razón D/H de este cometa. Resultó ser 3,4 veces superior a la del agua terrestre. Es incluso la mayor relación D/H medida hasta el momento en un cometa y un resultado muy sorprendente. Los cometas del cinturón de Kuiper expanden los posibles valores de la razón D/H con una dispersión estadística mayor de lo esperado.
La pregunta que nos podemos hacer es si esta relación D/H sirve realmente para este propósito, dada esta ancha dispersión estadística.
Así que, según los datos obtenidos hasta el momento, los cometas, de cualquier tipo, contribuyeron en pequeña cantidad al aporte de agua en la Tierra.
¿De dónde viene entonces el agua terrestre? Lo más probable es que fueran los asteroides los que aportaran la mayor cantidad de agua a la Tierra. Muchos de ellos tienen una notable cantidad de agua y además se sabe que la razón D/H de estos cuerpos es parecida a la terrestre gracias a los meteoritos que caen de vez en cuando.
Puede que los meteoritos procedentes del cinturón de asteroides sean una amenaza para la vida, como los dinosaurios ya comprobaron en su día, pero sin ellos no existiríamos, pues sin agua no es posible la vida.

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Fuentes y referencias:
Artículo original
Foto: ESA.

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3 Comentarios

  1. Miguel Ángel:

    Y, como siempre, todo ocurre en el devenir de la suma prácticamente infinita de casualidades:
    Svetlana Gerimenko estuvo a punto de tirar a la basura la foto del cometa porque creían que estaba mal revelada.

  2. Miguel Ángel:

    Perdón, Gerasimenko.

  3. tomás:

    Entre otras muchas cuestiones, me pregunto si -dado que los planetas rocosos y la Luna tenemos una dirección preferente de desplazamiento- ¿no deberíamos observar (sobre todo en la Luna, donde es más fácil por su prácticamente nula erosión) una zona con muchos más cráteres?

    Por otra parte, ¿no pudo suceder que en la formación de la Tierra por acreción el agua tardase mucho en llegar a la superficie, tanto como la formación del núcleo, el manto, y la corteza? Si así fuera, el agua no se habría perdido por el calor del Sol y podría haber coincidido su afloramiento con un alejamiento suficiente. En ese caso no se precisarían cometas ni más asteroides que los que concurrieron en la formación de nuestro planeta que habrían aportado su agua. Porque la gravedad hubo de ser, en principio pequeña y siempre débil al lado de los materiales que había de ir separando ayudada por la creciente temperatura interior al aumentar la presión. En fin, es sólo un elucubrar.

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