Nueva terapia prometedora
Consiguen regenerar el corazón infartado de unos ratones gracias a la promoción de su capacidad autorreparadora inducida por sustancias producidas por células madre.
Hay órganos que son fundamentales para supervivencia, como el corazón. Un infarto de corazón puede terminar con la vida de un humano, pero incluso si sobrevive, su corazón no volverá a ser el mismo. La capacidad de regeneración del los tejidos cardiacos es muy escasa. En general el tejido infartado muere y es el resto del corazón el que se encarga de asumir todo el trabajo. Esto viene a cambio de un alto precio: el corazón infartado crece para compensar la pérdida de capacidad de bombeo, mientras que las contracciones son más débiles. Esto hace que suba la posibilidad de morir por esta causa, algo que se da en un 10% de los casos en EEUU.
Todos sabemos de las promesas del uso de células madre en terapias regenerativas, pero no es fácil usar este tipo de células. Debido a su facilidad para convertirse en cualquier tejido, a veces producen tumores formados por células de distinto tipo (teratomas) cuando se usan este tipo de tratamientos.
La inyección de células madre en los corazones infartados no ha tenido el éxito esperado y en algunos casos las consecuencias fueron fatales para el enfermo. Puede que algún día se usen células madre que reparen con éxito y sin riesgos los tejidos infartados de un corazón, pero quizás haya otras alternativas.
Todas las células segregan sustancias para comunicarse con otras células a través de unas vesículas que actúan como módulos de comunicación. Las células madre no son una excepción en este aspecto.
Raj Kishore (Temple University School of Medicine) y su equipo tratan de aprovechar este sistema de comunicación de las células madre para reparar corazones dañados. La idea es que estas vesículas induzcan al corazón a reparase a sí mismo.
Según Kishore se puede aumentar la habilidad del corazón para repararse a sí mismo sin necesidad de las células madre tal cual. Existe esta vía de regeneración del corazón a través del uso de vesículas de células madre.
Estos investigadores están empezando a determinar qué moléculas en particular pueden ser las responsables de la reparación.
En el pasado se creía que las vesículas de las que hablamos formaban parte del sistema de excreción, pero, en realidad, se trata de botellitas con mensaje en forma de sustancias. Sin embargo, no siempre son positivas. Así por ejemplo, este sistema es el que emplea el tumor primario para comunicarse con sus metástasis. Los científicos denominaron a estas vesículas exosomas y descubrieron que casi todas las células los usan.
Kishore y su equipo se plantearon si se podrían usar los exosomas para reparar el corazón dañado y en 2011 publicaron su primer artículo al respecto. Desde entonces el tema se ha convertido en un campo de investigación fértil y hoy en día ya se han publicado 7519 artículos al respecto. Sólo 13 o 14 de estos estudios se centran en el corazón.
La última contribución de este equipo de investigadores es su tercera sobre las aplicaciones de exosomas en tratamientos del corazón. Para realizar este estudio se usó un modelo animal de corazón infartado de ratón. Algunos de estos animales recibieron exosomas de células embrionarias o bien, los de otro grupo, los recibieron de otros tipos de células denominadas fibroblastos. Estos últimos animales hacían de grupo de control.
Los ratones que recibieron los exosomas de las células madre mejoraron mucho su función cardiaca comparados con los que los recibieron de los fibroblastos. El músculo cardiaco sobrevivía al infarto, mostraban menos heridas en sus tejidos y sus células sufrían muy pocos casos de suicidio celular (apoptosis). Además, descubrieron que en este caso la irrigación capilar se desarrollaba alrededor del área dañada, por lo que se mejoraba la circulación y la oxigenación del músculo en ese lugar.
La manera en la que se conseguía esto era a través de las propias células progenitoras cardiacas que, presumiblemente bajo los dictados del mensaje de los exosomas, se reproducían y organizaban para reparar el tejido cardiaco.
Los investigadopres encontraron una abundancia de moléculas regulatorias en forma de microARN en los exosomas denominados miR-294. Cuando los investigadores usaban sólo este tipo de moléculas se conseguían los mismos efectos que cuando se empleaban exosomas completos. Pero, de momento, Kishore no se atreve a asegurar que estas moléculas sean las únicas responsables.
En futuras investigaciones quieren usar la terapia de exosomas y la de microARN para reparar corazones de animales más grandes y de pacientes humanos.
Kishore cree que la mejor manera de regenerar el corazón es aumentar la capacidad de autorreparación que tiene el mismo, de este modo se elimina el riesgo de que aparezcan teratomas y otros problemas.
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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Dibujo: Wikipedia.
1 Comentario
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martes 7 julio, 2015 @ 7:22 am
Resulta asombrosa la complejidad de nuestro organismo. La función de esas vesículas ha debido admirar a los investigadores puesto que ha cambiado el concepto que de ellas tenían.