Homo naledi
Descubren una gran cantidad de restos fósiles de una nueva especie de homínido.
La Paleoantropología cuenta con muchas historias fascinantes de hombres, mitad aventureros, mitad científicos, que fueron a sitios remotos del globo a descubrir los orígenes de nuestra especie, luchando contra los elementos y las enfermedades tropicales.
Ahora se suma otra historia más que comenzó en 2013 cuando Lee Berger (Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo) publicó una nota en Facebook, Twitter y LinkedIn solicitando jóvenes delgados y pequeños que supieran de cavernas y que tuvieran destrezas arqueológicas y paleontológicas. La idea era que participaran en una excavación paleoantropológica en una cueva sudafricana. La cueva pertenece al sistema de cuevas Rising Star, que se encuentra a 50 km al noroeste de Johannesburgo.
Algunos expertos del campo criticaron la propuesta, pues les parecía más un circo que una excavación de Paleoantropología seria.
La tarea no era sencilla y Berger no podía hacerla por si sólo, ni siquiera podía bajar a la cámara Dinaledi en busca de los fósiles de homínidos que ahí había. Estos estaban en esa cámara en el fondo de la cueva y para llegar a ellos había que descolgarse por un conducto vertical de 30 metros de profundidad y muy estrecho (20 cm de ancho).
Pero al final consiguieron esos fósiles y resultaron ser muy numerosos. Nada más y nada menos que 1550 restos fósiles correspondientes a 15 individuos diferentes. Son los restos de homínidos más cuantiosos hallados en África hasta la fecha e incluyen restos representativos de casi todas las partes del esqueleto de la especie.
Para poder analizar todos estos huesos, Berguer volvió a recurrir a hacer un llamamiento en un congreso realizado en marzo de 2014 en Johannesburgo para que científicos en sus primeros años de carrera profesional participaran en el análisis.
Esto tampoco inspiró mucha confianza entre los expertos del campo, pues dejar los fósiles a manos inexpertas parecía una mala idea. A Berger le empezaron a apodar Mr Paleodemocracia y a decir que la expedición tenía más bombo y platillo que sustancia.
Los primeros artículos sobre el tema han sido publicados hace unos días y ha resultado ser un caso que posiblemente revolucione la Paleoantropología. Gracias a esta expedición se ha descubierto una nueva especie humana: Homo naledi (naledi significa ‘estrella’ en lengua sotho, idioma hablado en la región en donde está la cueva). Esta nueva especie del género Homo era desconocida hasta el momento. Ahora a Berguer le llueven las felicitaciones.
Lo maravilloso del hallazgo es la gran cantidad de fósiles e individuos que se han recuperado. Esto permite caracterizar a la nueva especie sin que las particularidades individuales afecten a la hora de elaborar una buena descripción. Sin embargo, no se sabe aún cómo H. naledi está emparentado con Homo habilis o Homo erectus, por ejemplo, que son otras especies de homínidos africanas.
Esta nueva especie tiene dientes frontales pequeños, lo que corresponde a humanos modernos, pero posee molares grandes que son más representativos de nuestros antepasados remotos. Además, el cráneo es globular como en los humanos modernos, pero contiene un cerebro pequeño y primitivo. La muñeca sugiere que era capaz de manejar herramientas, pero los hombros y dedos estaban adaptados a trepar a los árboles como los homínidos más primitivos.
En otro ejemplo de mezcla de característica “antiguas” y “modernas” se puede considerar el caso de la pelvis, que en estos seres era similar a la del australopitecus (como Lucy), pero las piernas son más parecidas a las nuestras.
Los otros huesos encontrados de pies, manos o cráneos, pertenecientes tanto adultos como a niños y viejos, también muestran esta combinación de rasgos modernos y simiescos.
Analizar los 1550 restos fósiles fue una tarea hercúlea que necesitó de más de 60 investigadores para dar forma a Homo naledi.
Este homínido era delgado (pesaba entre 40 y 55 kg), bajito (media 1,5 metros de altura), tenía piernas relativamente largas y los pies eran similares a los nuestros, pero poseía unos hombros más primitivos. Su cerebro era del tamaño de una naranja (500 cc).
Un aspecto interesante es el de sus manos. La muñeca es similar a la de los humanos modernos, lo que sugiere que la palma a la altura del pulgar era rígida. Esto permitiría la disipación de la fuerza ejercida sobre un área mayor, un aspecto relacionado con el uso de herramientas. A la vez, el pulgar de estos seres era largo y sus dedos curvados, lo que sugiere que se usaban para subir a los árboles.
Los pies son modernos en sus proporciones, con un dedo gordo alineado a los demás dedos en lugar de ser divergente, esto le permite andar (y correr) mejor de forma erguida. Recordemos que los dedos gordos del pie en forma divergente es propio de seres que se agarran con los pies a las ramas.
Todo esto nos habla de unos seres que caminaban erguidos por el suelo, pero que podían subir a los árboles de manera fácil y sentirse cómodos allí.
Como no se han encontrado otros animales en el lugar, se descarta la posibilidad de que los cuerpos fueran arrastrados por el agua u otras fuerzas naturales. Se está sugiriendo que quizás la cueva hizo las veces de lugar de enterramiento y que los parientes vivos llevaban los cuerpos allí. Otra posibilidad es que un grupo de estos seres se refugiara en la cueva y se quedara atrapado o perdido allí sin poder salir. Quizás, también es posible que los restos fueron transportados allí por algún depredador. Otra explicación es posiblemente la más rocambolesca, pues sostiene que si los restos tienen 300.000 años o menos, entonces estos seres podarían haber sido asesinados por humanos más modernos que arrojaron los cuerpos allí como parte de un ritual.
Si Homo naledi tenían rituales de enterramiento propios entonces eso significaría que además sabían usar el fuego, pues estos seres necesitarían de algún tipo de antorcha para llegar al lugar, pues la cueva parece que siempre estuvo a oscuras aunque su geometría fuera diferente en el pasado. Además, significaría que compartían un conocimiento cultural sobre la mortalidad, como en los demás casos de homínidos con este tipo de rituales.
La Sima de los Huesos en Atapuerca representa hasta la fecha el sistema de enterramiento más antiguo conocido, con 430.000 años. Si se confirma que los restos de H. naledi pueden tener más de un millón de años y que enterraban a sus muertos, entonces estos rituales podrían ser mucho más antiguos de lo que creíamos.
El problema será datar estos restos. La cantidad de carbono 14 que pudiera quedar es escasa para una datación por este método. Por otra parte, las cuevas son también muy difíciles de datar. Se tiene la esperanza, eso sí, de que unos depósitos de calcita de la cueva puedan facilitar la datación. Así que no se sabe aún de qué época son estos restos y cómo encajan en el árbol evolutivo humano.
Los huesos podrían tener millones de años de edad o unos cientos de miles. Si son muy viejos entonces las características que dieron lugar al género Homo habrían aparecido antes de lo que creíamos. Esto podría haber dado con una ramificación temprana en el árbol filogenético y una de esas ramas habría dado lugar al Homo sapiens mucho más tarde.
Si la edad de los restos es intermedia, entonces los aspectos más primitivos de Homo naledi serían el fruto de una evolución en la que se recuperarían rasgos que tenían los australopitecus (cerebro más pequeños, retorno a los árboles, etc.) como resultado de una adaptación al ambiente. Quizás se tratase entonces de un población “reliquia” que habría evolucionado hacia rasgos más simiescos en una región aislada de África, algo similar a lo que le ocurrió a H. floresiensis que se encontró en Indonesia.
Si, por último, los restos fueran recientes entonces sería difícil de explicar cómo una especie con capacidad de usar herramientas habría seguido siendo tan primitiva en algunos aspectos por un periodo de tiempo tan largo. Pero si así fuera quizás habría contribuido con sus genes al acervo genético del Homo sapiens, como también paso con los neandertales.
Berger planea ahora centrarse en la datación de los restos y en la secuenciación del ADN que pudiera quedar en ellos. Tarea esta última también muy difícil porque las condiciones de la cueva no son buenas para conservar ADN. Berger pretende, otra vez, reclutar a jóvenes investigadores para estas labores. Sobre el efecto mediático del descubrimiento afirma: “me siento como si fuera la primera vez en la historia en la que el mundo al completo es traído a un lugar en donde se han descubierto fósiles de homínido.”
El equipo de Berger ha publicado en el repositorio MorphoSource datos sobre los fósiles, esto incluyen escaneados 3D. Invitan a otros investigadores del campo a estudiar los restos para aclarar posible dudas.
En todo caso, Homo naledi tendrá un impacto dramático sobre la interpretación que hagan los paleoantropólogos de la evolución humana.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4760
Fuentes y referencias:
Artículo original I.
Artículo original II.
Fotos: John Hawks / Wits University, Robert Clark/National Geographic magazine, John Gurche / Mark Thiessen / National Geographic, .
9 Comentarios
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domingo 13 septiembre, 2015 @ 6:51 pm
Parece que, después de una década, por fin alguien ha encontrado un uso noble de Facebook y demás redes asociales. :-)
lunes 14 septiembre, 2015 @ 9:54 am
Sin datación fiable, todo está abierto: Máxima espectación.
Si ha sido marqueting bien venido sea por esta vez. 😄
lunes 14 septiembre, 2015 @ 12:57 pm
– Si ha sido marqueting ( que no lo creo, y estoy de acuerdo con lo del «impacto drámatico») habría estado bien como campaña publicitaria de un «zoo», por poner un ejemplo y no extralimitarme.Pero nada más.
lunes 14 septiembre, 2015 @ 9:11 pm
Por cierto, la datación por radio-carbono, ¿pude ir más allá de los 60.000 años?. He leído que algunos paleontólogos ponen en cuestión que estos restos pertenezcan a otra especie de homínido no conocida hasta la fecha, y se extrañan de la falta de datación de estos restos ahora hallados, precisamente porque alegan que hay distintos medios de datación.Sí, es cierto que hay otros métodos de datación que no son el carbono-14, ¿pero servirían para datar esos restos fósiles?.
lunes 14 septiembre, 2015 @ 10:34 pm
Efectivamente, la datación de carbono 14 no es fiable más allá de unos 50.000 años. Así que en este sentido no se puede aplicar.
Hay otros métodos, pero no están asociados a restos orgánicos. Si hubiera cerámica o algo así se podrían usar estos otros. Habrá que esperar y ver.
Sin datación no podemos saber gran cosas sobre cómo se coloca en el árbol filogenético.
martes 15 septiembre, 2015 @ 9:07 am
Lo que me extraña es que, con esa muñeca, que ha parecido capaz de usar herramientas, no se haya encontrado alguna. Claro que podrían no ser de piedra (quizá algún palo o cosa así que ha podido degradarse). De todas formas, habrá que buscar por esa zona para ver si pueden encontrarse restos de otros individuos de la especie y, según en qué estado se hallen, mejorar el conocimiento y las consecuencias de este descubrimiento.
Parece muy razonable lo de una retrocesión hacia los australopitecos.
viernes 18 septiembre, 2015 @ 3:43 am
Me parece más fácil que esta «especie» sea una rama lateral del árbol evolutivo que condujo al homo sapiens, ya que la involución para volver a desarrollar caracteres más antiguos es muy improbable (aunque no imposible), en el caso de homo floresiensis se dio enanismo insular y un aislamiento geográfico que no sucede aquí.
Sería muy importante explorar esas cuevas para encontrar elementos manipulados por este homo naledi para que ayuden a datar los restos.
viernes 18 septiembre, 2015 @ 9:57 am
Como dice Neo en su 5, sin datación correcta, no es posible colocar al naledi en el árbol filogenético. Por ejemplo, una fuerte sequía en una amplia región africana pudo llevar a dividirse una población uniforme con tanta fuerza como un aislamiento insular. No defiendo una regresión; simplemente, pudo ser o no. No lo sabemos.
sábado 19 septiembre, 2015 @ 4:53 am
Pues muy interesantes tanto el apunte de «lluís» como el asunto que comentan «apalank.ator» y Tomás. Parece más lógico situarles como dice «apalank.ator», pero también tiene razón Tomás: una cadena montañosa o un pequeño desierto pueden representar barreras geológicas tan infranqueables como el océano.