Esclavitud entre hormigas
Ciertas especies de hormigas invaden hormigueros y someten a la esclavitud a sus moradoras.
Las hormigas son esos seres sociales que parecen organizados y justos, pero si las estudiamos detenidamente veremos que pueden llegar a ser muy crueles.
Algunas especies de hormigas realizan de vez en cuando incursiones en otros hormigueros para conseguir esclavas. Tras una cruenta lucha consiguen llevarse a algunas pupas del hormiguero atacado para que esas pupas sean esclavas en su nuevo hormiguero. Aquí la palabra esclava sólo significa que van a trabajar como obreras en el hormiguero de ‘acogida’.
Esto de ser simplemente obrera puede parecer inocuo, pero no es así si consideramos los genes. Recordemos que las obreras normales son estériles y su trabajo y esfuerzo no se invierte directamente en su prole. Pero un análisis cromosómico revela que, aunque no cuiden de su propia prole, sí comparten con las larvas y pupas a las cuidan gran parte de su dotación genética, así que ser obrera sí tiene sentido desde el punto de vista evolutivo si se es un insecto social y se trabaja en el propio hormiguero.
Sin embargo, las pupas esclavizadas de otro hormiguero no comparten sus genes con los huevos, larvas y pupas que cuidan, ya que incluso pueden pertenecer a una especie distinta.
Este método de capturar esclavas nos puede parece sofisticado, pero ahora se ha descubierto algo que riza aún más el rizo.
Ciertas especie de hormiga (Temnothorax pilagens) invade y coloniza otros hormigueros para someter a la esclavitud a todas las obreras que hay en él después de matar a la reina y sin necesidad de llevarse a las futuras esclavas fuera. En la foto de cabecera se puede ver a una Temnothorax pilagens siendo alimentada por una esclava de Temnothorax ambiguus. El descubrimiento ha sido realizado por Terrence McGlynn (California State University) y sus colaboradores. Es la primera vez que se descubre algo así.
Esto es algo muy sorprendente porque las hormigas usualmente son capaces de detectar especies foráneas e incuso individuos porque tienen marcas químicas de olor que las identifican. Cuando es así y descubren hormigas de fuera se muestran muy agresivas hacia ellas para expulsarlas.
T. pilagens suele esclavizar a varias especies, pero Temnothorax ambiguus es su favorita. Estos investigadores marcaron con colores a las hormigas en cuestión de ambas especies en 43 experimentos realizados con hormigueros de plástico en condiciones de laboratorio. Situaban un hormiguero de una especie y del otro cerca para facilitar la invasión.
Descubrieron que las invadidas no sólo no atacaban a las intrusas, sino que las trataban como semejantes. Lo conseguían gracias a que imitaban el olor de las hormigas invadidas. Al oler igual eran tratadas como iguales y así las podían esclavizar sin problemas. Así por ejemplo, descubrieron que compartían 35 de los 36 hidrocarburos que portaban en sus cutículas.
Entre los trucos usados por las invasoras estaba el restregarse contra algunos ejemplares de hormigas invadidas para así impregnarse con su esencia y así impedir ser reconocidas. Luego se comportan con amabilidad dentro del hormiguero invadido pretendiendo ser unas más entre todas para así ser aceptadas.
Además, descubrieron que las marcas químicas de partida eran ya similares en origen lo que indica una evolución a lo largo del tiempo para que la invasión sea exitosa. Estaríamos contemplando una primera fase de una carrera de armamento en la que Temnothorax ambiguus parece que todavía no ha tenido tiempo evolutivo de crear contramedidas suficientes (por ejemplo mejores capacidades de reconocimiento de extraños), por lo que T. pilagens parece que está ganando esta guerra de momento.
Pero Temnothorax ambiguus ya está dando los primeros pasos evolutivos en este sentido para evitar así este tipo de invasiones. Estos investigadores observaron que, una vez realizada la invasión, un cuarto de la población del hormiguero invadido trataba de escapar y de crear una nueva colonia lejos del hormiguero ya invadido. Esto sugiere que al menos algunas de las hormigas sí son capaces de reconocer ya a las invasoras.
Esta estrategia de huida parece ser la mejor, pues en los casos en los que las hormigas invadidas que han reconocido a las invasoras deciden luchar directamente contra ellas la consecuencia es que mueren en el intento. Las invasoras en estos casos usan su aguijón para clavarlo entre la cabeza y el tórax de las hormigas invadidas rebeldes, lo que las paraliza y finalmente mueren.
Desde luego casi parece de ciencia ficción y una mina de oro con la que establecer semejanzas y metáforas. La Naturaleza puede ser cruel, pero siempre nos sorprende.
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Fuentes y referencias:
Artículo original
Foto: Isabelle Kleeberg.
3 Comentarios
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lunes 19 octubre, 2015 @ 9:24 am
¿Podríamos deducir que el acceso a ser animales sociales nos hace malvados como ¿? compensación a la mejora que recibimos en nuestra sociedad por pertenecer a ella?
lunes 19 octubre, 2015 @ 8:17 pm
– Absolutamente sorprendentes los comportamientos de las hormiguitas descritos en este estudio. Me temo que si la Naturaleza no tuviera su puntito de crueldad, no nos sorprendería tanto como lo hace.
– En cuanto al comentario del amigo tomás, pues creo que sí,que se podría deducir. Aunque quizá «malvados», suene un poco fuerte.
– Un saludo, tomás.
viernes 23 octubre, 2015 @ 10:38 am
No sé, amigo «lluís». El caso es que cuando comencé, hace bastantes años a aficionarme a E. O. Wilson, al principio no confié nada en que un mirmicólogo (siempre me recuerda a los mirmidones griegos y es que su etimología es la misma) comparase -en cierto modo- las sociedades de hormigas con las humanas. Pero, poco a poco, me he dado cuenta de la gran relación. Algunas de ellas tienen «animales domésticos» -los pulgones- a los que «ordeñan» como nosotros a las vacas. E incluso, es de suponer que si un pulgón da poco alimento, lo maten, o se lo coman -no sé- de modo que están haciendo es una selección artificial; también como nosotros. Las que con la seda de sus larvas -creo recordar que son las suyas propias- cosen hojas, resulta que si una no da seda ¿qué hacen?. Porque si la abandonan, morirá; o quizá la maten. En ese caso están haciendo una eugenesia y dirigiendo su propia evolución, al menos en una dirección.
Lo que no cabe duda es que de las simples agregaciones, como los ñus, o las colonias de aves, rebaños de bisontes, etc, se pasa a las sociedades, como lobos, leones, licaones, sirucatas -creo-, etc. (En las colonias ya se da una cierta colaboración ante peligros). Y luego están estas sociedades más «perfectas», como las hormigas. La humana no sabría donde ponerla. Creo que, como sociedad, está menos avanzada que las hormigas, aunque el papel de las obreras y el de la misma reina sea tan «esclavo» de su misión. Muy automático y limitado, ¿no?. Porque las sociedades de mamíferos y de aves tienen cierta libertad individual, pero no así las hormigas, abejas, etc.
Un abrazo.