Sobre la seguridad de la conducción autónoma
Según la estadística con la que se cuenta hasta el momento, los conductores humanos tienen menos accidentes que los coches de conducción autónoma.
Hace un tiempo hablábamos en estas mismas páginas sobre la ética del coche de conducción autónoma. ¿Compraríamos un coche que está programado para salvar al máximo número de personas en caso de accidente aunque sea a costa de nosotros y de los nuestros?
En ese tipo de estudios se parte de la base de que la generalización de los coches de conducción autónoma redundaría en una significativa reducción de los accidentes de tráfico o, al menos, en el número de víctimas.
Según las actuales estadísticas, en EEUU mueren anualmente 33.000 personas en accidentes de tráfico. Una cifra que parece muy elevada y que justificaría, en principio, el entusiasmo por el coche de conducción autónoma.
Varias empresas están desarrollando este tipo de conducción, pero ninguna la ha comercializado aún. Aunque Tesla ya incluye en sus automóviles un sistema de conducción semi-autónoma de tal modo que si el sistema no sabe resolver un situación delicada salta la alarma para que el conductor (que debe estar al volante e todo momento) tome el control de la situación.
Sólo tres compañías tienen licencia en California para operar vehículos de conducción autónoma experimentales: Google, Delphi y Audi.
Google lleva experimentando tanto tiempo con sus autos (de estética discutible) que ya ha generado una estadística de esta nueva tecnología sobre la que hacer análisis.
Un estudio reciente pone en duda la mejora en la siniestralidad al volante al usar la conducción autónoma. Según su resultado, la implantación de este tipo de tecnología produciría más accidentes que en la actualidad, en la que los coches son conducidos por humanos.
Brandon Schoettle y Michael Sivak (University of Michigan Transportation Research Institute, UMTRI) han comparado la seguridad de la conducción autónoma basándose en la base de datos de Google con la existente sobre conducción normal.
De 2012 a septiembre de 2015 los coches de Google han estado envueltos en 11 accidentes de los cuales dos terminaron con heridos en los 1,9 millones de kilómetros recorridos. Eso viene a significar 5,5 accidentes por millón de km.
Sin embargo, en el caso de la conducción humana se dieron 1,2 accidentes por millón de km en el mismo periodo de tiempo.
Al parecer, y según Google, los accidentes en los que se vieron envueltos sus coches fueron culpa de los otros conductores y dichos accidentes fueron menos severos que otros accidentes y sin consecuencias fatales.
Otro factor a tener en cuenta es que, en el caso de los coches de Google, siempre se registraron los accidentes por pequeños que fueran, pero muchos conductores normales no informan de los accidentes menores que tienen. Se estima que en EEUU el 60% de los pequeños choques entre autos normales no se denuncian y que el 24% de los que causan alguna herida tampoco.
Teniendo en cuenta este factor se alcanzan los 2,5 accidentes por millón de kilómetros si el conductor es humano. Es decir, la mitad que en los autónomos.
Pero, según advierten Schoettle y Sivak, la conducción autónoma puede ser mucho más peligrosa de lo que parece, pues sus pruebas no se realizan en situaciones complicadas como en áreas nevadas. Tampoco hay buena estadística para cuando es de noche. Encima California, que es por donde circulan los coches autónomos experimentales, cuenta con mejores carreteras que en el resto de EEUU y tiene una menor tasa de accidentes en general.
Un aspecto que tampoco han podido estudiar es la posibilidad de que el comportamiento que los demás conductores humanos esperan de los demás autos entre en conflicto con el comportamiento real de los coches de conducción autónoma. Otra posibilidad es que el conductor normal se distraiga cuando se encuentra con uno de estos coches tan singulares y que ello provoque un accidente.
Es de suponer que esta tecnología se desarrolle aún más y que con ello mejore su siniestralidad. Y, de todos modos, todavía queda por acumular una mejor estadística.
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Fuentes y referencias:
Artículo original
Sobre la ética del coche de conducción autónoma
Foto: Google.
11 Comentarios
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lunes 2 noviembre, 2015 @ 12:25 am
Para otras cosas el cerebro humano es una basurilla, pero para tareas como la conducción está bien pertrechado. De hecho, la mayor parte de la masa cerebral está implicada en la visión y el movimiento y los maneja bastante bien. Incluso las personas que pierden un ojo pueden volver a conducir con cierta solvencia a pesar de percibir un mundo plano.
El problema es que es víctima del cansancio, de las distracciones, de las ilusiones visuales y otros atajos que le llevan a conclusiones erróneas…todo eso no afecta al programa y mi apuesta es que en unos años acabará pasando lo que con los programas de ajedrez.
lunes 2 noviembre, 2015 @ 8:33 am
Efectivamente, el progreso es imparable y la conducción automática acabará siendo insuperablemente mejor que la humana. Ya veo a los Hamilton, Vetel, Alonso, etc., con las manos en unos bolsillos de descanso mientras sus F1 logran los podios o el farolillo de cola.
En cuanto a la ética, habrá que ir en primera opción a salvar el mayor número posible de vidas y sólo en segunda a salvar previamente la de los pasajeros o/y la del conductor. Pero habrá de ser hecho por ley.
Y, para no perder mi maniática costumbre: donde pone 5´5, léase mejor 5´8, ya que 11: 1´9 = 5,789…
Oye, Miguel Ángel: ¿esto no será una enfermedad? Podría llamarse «correctofilia». El término no es bonito, pero puedes pensar otro mejor con esa idea y quizá, si lo investigas, acabe llamándose la enfermedad de Miguel Ángel, como la enfermedad de Crohn, pero quitándome la referencia que tú tomas (que no Tomás) -y quizá me libre de ella-.
lunes 2 noviembre, 2015 @ 9:32 am
Será «divertido» cuando una tormenta solar afecte a todos estos autos. O cuando un informático se cuele en el sistema operativo de uno de estos para matar a alguien. O cuando un terrorista islámico meta un virus en la cadena de montaje que actúe en una fecha concreta.
lunes 2 noviembre, 2015 @ 10:51 pm
estimado, ese comentario del terrorista «islamico» esta demas y no va con con usted y con esta pagina.
que terroristas occidentales tenemos varios…el terrorismo y las dictaduras no tienen apellido ni son patrimonio de un solo sector.
cariños.-
martes 3 noviembre, 2015 @ 1:00 am
Se dice en el comentario «terrorista islámico». No se dice «islámico» a secas. Por tanto los islámicos no tienen por qué sentirse ofendidos, ya que ser islámico no implica que se sea terrorista. Es verdad que hay muchos tipos de terroristas y algunos no son islámicos.
Aunque lo mejor para que no haya ni se mencionen a los terroristas islámicos es que no haya islámicos que se metan a terroristas. Igual que no hay terroristas budistas.
Aunque, si nos empeñamos, siempre podemos cogérnosla con papel de fumar.
martes 3 noviembre, 2015 @ 4:28 am
Mi buen amigo Tomás:
Pues nada, podemos proponerlo a ver qué pasa. Siempre tendremos tiempo para retractarnos en caso necesario. Ahora bien, no creas que me seduce eso de que llevase mi nombre, no soy de los que buscan la fama. Tampoco la «gloria», que ya he tenido la suerte de encontrar en los labios de mi mujer.
Y es que me gusta definirme como el protogonista de «La náusea» de Sartre: «flojo, lánguido, obsceno».
Lo que no puedo negar es que me encantaría aportar algo verdaderamente útil a mis semejantes, mejor algo grande, capaz de salvar al planeta. Pero solo me movería la satisfacción personal, el deseo de poder morirme algún día con la sensación de haber jugado bien mis cartas y haber sido útil a los demás.
No creo en otro tipo de grandezas.
Además, me considero muy pequeño, minúsculo, simple polvo que solo es lo que es por el fruto de infinidad de casualidades y de cuyo resultado no tengo mérito alguno que me pueda atribuir. Seguramente todo me ha venido ya dado. Y no es falsa modestia: a vosotros también os considero muy pequeños…creo que todos lo somos.
Y, de Sartre paso a Cecilia, que también me define muy bien en su «Nada de nada» o en su «Andar»:
«Andar como un vagabundo,
sin rumbo fijo, sin meta,
a vueltas de veleta,
al soplo del viento al azar…
No dejo rastro ni huella,
por no ser ni soy recuerdo,
yo paso haciendo silencio
sin ser esclavo del tiempo.
Por límite, el horizonte,
y por frontera, la mar,
por no tener, ni tengo norte,
y no sé lo que es llegar».
Abrazos con existencialismo.
martes 3 noviembre, 2015 @ 9:18 am
¡Caramba, Miguel Ángel! ¡Vaya paliza que me has dado! Pero voy a concordar y contradecirte en lo que pueda, que no me callo ni debajo del agua.
Para empezar, pido mil perdones, pues de tu maravillosa esposa -no tengo el placer de conocerla personalmente, pero ha de serlo por fuerza si ha sabido escogerte- no sabía que, además, se llamase Gloria (¡Mira que olvidarte de poner mayúscula inicial!) Así que libad cuanto podáis, gozad del amor que, por fortuna, os ha tocado, y consideradlo lo primero en vuestras vidas, junto con el exquisito cuidado de vuestra hijita.
He de darte la razón en que «flojo, lánguido y obsceno» es tan extraordinaria y breve descripción como el «feo, católico y sentimental» del, para mí, nuestro mejor y más completo escritor nacional, que, aunque con menor factura político-filosófica que Sartre es, literariamente, insuperable. Si no recuerdo mal, describe de esa manera al Marqués de Bradomín en sus Sonatas.
¡Menos mal que no te consideras grande! Es trivial considerarme pequeño, pero es que si pequeño te consideras tú, ¿no seré yo mínimo?
Ya sé que tu encomiable ilusión es acabar habiendo sido útil. También la mía, pero no tengo una profesión tan adecuada como la tuya para ejercerla cotidianamente. Hago lo que puedo y he de conformarme con tan poco.
Y no puedo estar de acuerdo con Cecilia o, mejor dicho, con identificarte con el «nada de nada» ni «nada de nadie» de esta cantante de muy personal voz, para mí muy agradable transmitiendo una cierta inseguridad. Tampoco eres un camino sin destino. Tú, mi querido Miguel Ángel, estoy seguro de que eres muchísimo para un montón de gente. Esto sin contar a tu familia o tus amigos entre los que me cuento.
Recibe un fortísimo abrazo.
martes 3 noviembre, 2015 @ 9:48 am
A «claudio» y Neo:
Eso, no hay que cogérsela con papel de fumar, no cosa, por delicada higiene, nos mojemos.
Terrorismos hay muchos y todos son aborrecibles. Pero, en este momento de la historia, el fundamentalismo islámico es la fuente más abundante.
Y hay diversos modos de ser terrorista. Igual me da que el fundamentalismo sea sionista, que capitalista, que cristiano, que militarista…; póngasele el apellido que se desee. Tirar bombas indiscriminadamente a la población es terrorismo; cortar el cuello también; hacer que un tren descarrile, lo mismo, ocupar territorios de otros y tirarles las casas, matándolos de paso, idéntico. ¿Vamos a convertir la guerra entre ejércitos en terrorismo? Porque ese parece ser el camino. Pronto se justificará envenenar las fuentes o propagar virus letales. Todo sea por una causa «justa» -en la mente del fundamentalista, claro»-.
miércoles 4 noviembre, 2015 @ 10:32 pm
Volviendo al tema del día… me pregunto cómo será el universo de los automóviles autónomos. Supongo que será un mundo sin errores, regido simplemente por las normas de tráfico y los requerimientos de la máquina, sin lugar para un ceda el paso elegante ante otro coche con prisas, sin esa maravillosa propiedad humana que es la empatía, que nos permite adivinar que al que llega por la izquierda dando bandazos no le va muy bien el día y es mejor dejarlo pasar, sin la amabilidad que suaviza nuestras relaciones… porque ¿ cómo se puede traducir «amable» al lenguaje de programación ?
jueves 5 noviembre, 2015 @ 8:20 am
Querido «petrus»:
La cosa es bien sencilla. ¿No habrá de ir el conductor en su puesto? Pues en esos casos, toma el mando, que debería bastar con que pusiera las manos al volante y lo automático queda inmediatamente desconectado. No se en loa aviones, pero debe ser algo así.
Un fuerte abrazo.
viernes 6 noviembre, 2015 @ 1:04 am
Hay algo que me gustaría ver en una sociedad donde todos los coches este automatizados e interconectados con los mas cercanos y es el tiempo de espera en los semáforos.
Actualmente desde que arranca el primer carro hasta que arranca el ultimo de la cola pasa mucho tiempo y la cola es muy larga en parte por eso.
Pero estos carros podrían arrancar todos a la vez. A la misma velocidad del de adelante y en el mismo momento. Por lo tanto en cuanto se pone el verde arrancar hasta el ultimo de la cola a la vez.
Si se frena un carro por el motivo que sea todos los de atrás se podrían detener a la vez. En el mismo momento.
Y un ejemplo que me llamo mucho la atención era cruces sin semáforos donde los carros de una dirección pasaban entre los espacios que dejaban los carros de el otra dirección entre ellos. ¡se cruzaban!.
Claro que en un mundo así no se puede permitir la conducción manual, al menos en la ciudad.