Billones de insectos emigran cada año
Los radares revelan que de dos a cinco billones de insectos cruzan cada año solamente el Reino Unido, lo que a escala planetaria tendría un gran impacto para los ecosistemas.
Muestro planeta presenta estaciones, lo que influye en las posibilidades de supervivencia de algunas especies.
Así por ejemplo, muchas aves huyen del frío invierno europeo y se refugian en sitios más cálidos. También son conocidos los casos de peces que emigran. Incluso se conocían algunos casos de insectos, como las famosas mariposas monarcas que realizan largas emigraciones.
Un caso bonito recientemente descubierto por científicos del CSIC ha sido el de la mariposa Vanessa cardui. Esta mariposa cada año realiza un viaje de ida y vuelta entre Europa y África, puede llegar hasta la sabana tropical africana superando las montañas y cruzando el Mediterráneo y el desierto del Sáhara en un viaje de 4.000 kilómetros.
Parecería que estos casos de las mariposas sean únicos, pero un reciente estudio pone de manifiesto que no es así. Los insectos son unas criaturas pequeñas a las que no se les da mucha importancia, por lo que nos fijamos menos en ellos que en, por ejemplo, los vencejos.
Pero lo que nuestros ojos no ven o no quieren ver, lo puede ver un radar especialmente diseñado para el tamaño de estos animales. Un sistema de este tipo instalado en el Reino Unido ha revelado que de 2 a 5 billones de insectos cruzan las fronteras de este país cada año, lo que significa una movilización de varios miles de toneladas de biomasa.
Los datos recopilados durante 10 años revelan, además, que puede que estos insectos de todo tipo lleguen a recorrer cientos de kilómetros al día.
El resultado es realmente sorprendente y ha hecho replantearse la ecología del planeta si es extrapolado a otras partes del mundo. Es de suponer que emigraciones incluso superiores se produzcan en otras zonas, como por ejemplo en la selva amazónica o sobre la selva del río Congo.
Esto significaría una gran movilización de biomasa y, por tanto, de ciertos elementos químicos que alteraría la concepción que tenemos sobre los ciclos biológicos de los elementos, sobre todo en el caso del nitrógeno y el fósforo. Al ser la vida de los insectos corta comparada con la de otros seres vivos, sus cuerpos fertilizarían el suelo con esos elementos, por lo que moverían grandes cantidades de estos nutrientes a lo largo de todo el globo. El proceso sería similar al impacto que tiene el plancton marino en los océanos.
Todo empezó cuando en los años noventa del pasado siglo algunos científicos británicos empezaron a instalar radares permanentes para vigilar a los insectos, sistemas que incluso podía discriminar tamaños. En principio la idea era prevenir los efectos de las langostas y otras plagas.
Hace ya tiempo Jason Chapman (University of Exeter) y sus colaboradores hallaron que ciertas mariposas y polillas que vivían en el norte de Europa en verano emigraban al sur, aprovechando vientos favorables, antes de que llegase el invierno.
Ahora, Chapman, Gao Hu (Universidad Agrícola de Nanjing en China) y otros colaboradores han analizado los datos disponibles de estos radares desde 2000 a 2009.
Estos radares son capaces de detectar insectos de tamaño medio (como las mariquitas) y grandes (mariposas, escarabajos de agua) que vuelen entre los 150 y 1200 metros de altura. Para contabilizar a los insectos más pequeños se tuvieron en cuenta las muestras recolectadas con globos.
Los radares dieron cuenta de 1320 migraciones en masa durante el día y de 898 por la noche en el curso de esa década. El sentido de emigración es hacia el sur en otoño y hacia el norte en primavera. Además coincide con vientos favorables de hasta 58 km/h. De algún modo los insectos tienen una idea de adónde quieren ir y cuándo hacerlo, lo que es sorprendente para unos pequeños animales con una sistema nervioso bastante simple.
Los científicos esperan conseguir recursos económicos para vigilar la emigración con radares meteorológicos, algo que ya se ha financiado para aves.
Esta vigilancia podría ser de suma importancia para saber si la actividad humana altera estas emigraciones. Según Eric Warrant (Universidad de Lund) si debido a esta influencia humana una gran proporción de estos insectos son eliminados, entonces podría haber consecuencias catastróficas para ciertos ecosistemas.
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Fuentes y referencias:
Artículo original
Foto: Eugenio Morales Agacino / Wikimedia Commons.
8 Comentarios
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domingo 8 enero, 2017 @ 10:50 pm
No sabemos N-A-D-A. Pero tenemos una arrogancia de aquí te espero.
A saber cómo serán los flujos de seres vivos aún más pequeños. El amigo este hindú, no recuerdo ahora el nombre (los nombres hindustanes son algo complicados para los de lenguas romances, y eso que son indoeuropeos también), este de la panspermia y demás Church of Fringe Science, este veía de todo lloviendo desde arriba. Desde Venus no creo que venga (aunque vaya usted a saber), pero del V Pino, terrícola, está claro que sí.
lunes 9 enero, 2017 @ 7:52 pm
Dr. Thriller:
Sí, hay muchas cosas que no sabemos, pero decir que hay muchas cosas que no sabemos es un argumento carente de sentido y sustancia. Si se reitera sobre él incluso resulta cansino.
lunes 9 enero, 2017 @ 11:19 pm
No era un argumento en este contexto. No puede serlo por sí mismo, ni en este caso. Era sólo una expresión de asombro, pues seguramente improcedente, es lo que tiene la logorrea (reiterativa). Antes (más bien) o después se genera ruído que hace (in)armónicos imprevistos e indeseables.
miércoles 11 enero, 2017 @ 7:31 pm
Habría que mirar bien el resto del mundo, porque me parece que se quieren escapar de la Tierra. Pero, pobrecitos, no saben cómo.
miércoles 11 enero, 2017 @ 10:12 pm
Sería la panespermia al revés, ¿no?
Es un tema que en la literatura del tema se discute poco. Cierto que la Tierra tiene una barrera gravitatoria muy superior a la de Marte, por ejemplo, pero 4 eones es una cantidad de tiempo para hacer de todo. Ciertamente no hay ningún indicio de que existan microorganismos (no digamos macro) de origen terrestre en ninguna parte. Esto reduciría la transmisión de vida tipo terrestre a probabilidades infinitesimales, al menos en las circunstancias de este sistema.
El caso del tardígrado se hizo enormemente famoso, pero se echa a faltar un estudio de resistencia de diversos microorganismos expuestos al espacio en diferentes condiciones. No es tema menor que el proceso no tenga lugar porque el viaje sea esterilizante que porque el destino lo sea. Un estudio que parecería asequible podría ser indagar si existen aún microorganismos en las sondas (y módulos tripulados) lunares, digamos en entornos muy favorables (el gradiente térmico lunar ya es suficiente por sí mismo como esterilizante radical), pero lo cierto es que mirándolo en profundidad me da que no iba a ser sencillo.
jueves 12 enero, 2017 @ 11:32 am
La paspermia desde otra estrella es sumamente improbable porque incluso de la estrella más proxima llegarían poquísimos fragmentos, incluso durante el eones. Además, si el viaje dura más de lo que puede resistir el ARN o el ADN, no hay nada que hacer. Y la radiación cósmica no es que facilite precisamente la preservación del material genético.
Cosa distinta es entre planetas próximos. Tenemos pruebas de impacto en laboratorio que han resultado positivas y otras con el resultado contrario. Sobre pruebas en el espacio con microorganismos, ahora solamente recuerdo la que se hizo con extremófilos del acantilado de Devon, y sobrevivieron.
jueves 12 enero, 2017 @ 11:54 am
Bueno, si la paspermia es posible lo más seguro es que haya vida en Marte, porque seguro que tenemos extremofilos que pueden sobrevivir allá. Si no…
domingo 15 enero, 2017 @ 12:48 pm
De acuerdo con las observación de Miguel Ángel. Panspermia, pero no muy lejana, pudiera ser.