Vulnerabilidad de parásitos frente al cambio climático
La desaparición de los parásitos debido al cambio climático tendría graves consecuencias sobre los ecosistemas.
Imaginemos que volamos en un gran avión sofisticado a 10.000 metros de altura y empezamos a jugar a un juego porque estamos muy aburridos en un vuelo transatlántico. Este juego consiste en que vamos quitando tornillos y componentes del avión.
Si retiramos un número de estas piezas vemos que no pasa nada y que el avión sigue volando. Lo malo no es ya quitar piezas, que en sí lo es, sino que, como no somos ingenieros aeronáuticos, no sabemos la importancia o función de las mismas. Así que las retiramos al azar.
Unos pasajeros dicen que por qué no retirar uno de los vidrios de las ventanillas porque, al fin y al cabo, es un tanto opaco y no deja ver bien el paisaje.
Algunos miembros del pasaje se empiezan a poner nerviosos y dicen que se pare el juego. El negacionista, que además está ganando dinero con unas apuestas sobre el asunto, dice que siga el juego, que, como todo el mundo puede ver, el avión sigue volando por lo que no pasa nada malo. Cuando empieza a notarse vibraciones extrañas, el negacionista dice que eso es normal y que, total, no tenemos suficiente experiencia pasada como para afirmar que lo que ocurre sea anormal.
Obviamente llega un momento en que al retirar una pieza se sobrepasa un umbral crítico y el avión se estrella sin remedio muriendo todos los ocupantes, tanto los jugadores, como los preocupados, como a los que no les importaba nada, como el negacionista. El vuelo de un avión no tiene un comportamiento lineal, puede volar o no, pero no puede medio-volar. Es como estar vivo o muerto, no hay estadio intermedio.
Si sabemos de ingeniería aeronáutica podemos jugar a ese juego como quien juega a la ruleta rusa. En ese caso podemos retrasar el desastre, aunque este sea inevitable. Si no sabemos de ingeniería aeronáutica entonces, simplemente, nos estrellaremos mucho antes.
Pues bien, nuestra relación con el clima y con la Naturaleza es exactamente el mismo que el juego antes descrito. Aunque el primero nos parezca una insensatez y esto otro lo hayamos ya asumido como algo normal. Hurgamos en la Naturaleza retirando especies, sobreexplotando, contaminado, colapsando ecosistemas y finalmente cambiando el clima con nuestras emisiones. Todo ello esperando que no pase nada cuando si siquiera sabemos lo que hacemos ni lo lejos que está el umbral crítico. Porque los ecosistemas o funcionan o colapsan, no hay ecosistemas que medio-funcionen. No son sistemas lineales.
A veces se eligen especies paraguas simpáticas, como los osos panda, para que protejan a todas las demás, pues sólo la protección de su ecosistema puede salvarlas a todas. Pero a nadie se le ocurre elegir a un sapo o a una serpiente como animales a proteger.
Pero las especies como los osos polares no son las únicas amenazadas por el calentamiento global. Un estudio reciente de investigadores de UC Berkeley sugiere que el fenómeno amenaza a los parásitos.
Puede que los parásitos (como el Schistorchis stenosoma de la foto) nos parezcan muy antipáticos, pero su desaparición tendría graves consecuencias sobre los ecosistemas.
En la mayoría de los estudios realizados sobre parásitos y ambiente se ha investigado cómo puede afectar a los animales que son infectados, sobre todo a los humanos. Pero se ha investigado poco sobre la función que desempeñan los parásitos en los ecosistemas y cómo están conectados con la salud y diversidad de los mismos.
En estudio previos se ha podido comprobar que los parásitos son 10 veces más vulnerables a la extinción que los animales a los que infecta.
En este nuevo estudio, el primero en ser tan amplio de su tipo, los investigadores sugieren que los parásitos son más susceptibles de extinguirse debido al cambio climático que cualquier oro grupo taxonómico. Predice que la pérdida de parásitos puede desestabilizar los ecosistemas de muchas maneras, como aumentando la virulencia de las enfermedades o alterando la cadena trófica o incluso alterando la fisiología de los animales que eran infectados por los parásitos.
Los parásitos de animales de sangre fría, los que viven dentro de cuerpos grandes, los específicos de ciertos animales y los de ciclos de vida compleja son más vulnerable que el resto.
Estos investigadores han propuesto un protocolo para identificar parásitos vulnerables mediante un conjunto de factores de riesgo clave. Estos incluyen su especificidad, la complejidad de su clico de vida y la tolerancia al clima.
Ahora quieren seguir investigando el asunto y pretenden responder a ciertas cuestiones de la ecología de los parásitos, por ejemplo, si la filogenia del animal al que infecta predice o no la extinción del parásito o si la extinción de parásitos se concentra en ecosistemas particulares. Además, sugieren proponer cómo la distintas ramas de la Ecología pueden usarse para identificar lagunas en los datos sobre parásitos.
“En última instancia, nuestra meta en esta revisión es actuar como catalizador para futuros esfuerzos de investigación y diálogos acerca de la importancia de tema, poco estudiado, de la vulnerabilidad de los parásitos frente al cambio climático”, dice Carrie Cizauskas.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=5255
Fuentes y referencias:
Artículo original
Foto: Smithsonian Institution.
10 Comentarios
RSS feed for comments on this post.
Lo sentimos, esta noticia está ya cerrada a comentarios.
martes 17 enero, 2017 @ 1:08 pm
Me parece que se aborda muy bien la vulnerabilidad de los parásitos frente al cambio climático, pero muy pobremente la importancia de los parásitos en los ecosistemas, dice:
«Predice que la pérdida de parásitos puede desestabilizar los ecosistemas de muchas maneras, como aumentando la virulencia de las enfermedades o alterando la cadena trófica o incluso alterando la fisiología de los animales que eran infectados por los parásitos»
Es un gran «puede». Y tomando en cuenta cuanto nos esforzamos por desparasitarnos y desparasitar a los animales con los que tenemos contacto, no parece que vaya a llegar a buen puerto.
A propósito Neo, que analogía tan buena con el avión en vuelo, y que gran aclaración del sistema no lineal que funciona o no pero no medio funciona. Me quedara grabado con seguridad.
martes 17 enero, 2017 @ 8:14 pm
El cerebro inconsciente es un especie de juez déspota, que no se rige por argumentos racionales para emitir sus sentencias. La etiqueta de «antipáticos» puede parecer justificada en el caso de los parásitos, pero tenemos el caso de la cuervos, también etiquetados como aves de mal agüero, que traen mala suerte y «te sacarán los ojos». Y muy posiblemente todo venga por el color negro de los cuervos asociado a que comen cadáveres.
Del mismo modo, es perfectamente posible que le pongamos la etiqueta de indeseable a otra persona sin ni siquiera ser conscientes del motivo. Como el inconsciente maneja la información de modo intuitivo, puede que alguien te caiga mal porque el inconsciente ha detectado algun tipo de analogía con alguien que te hizo daño en el pasado (o sea, que puede que te caiga mal solo porque tienen algún parecido físico, incluso por alguna expresión facial que te ha hecho recordar a un antiguo agresor).
No son pocos los expertos que apuntan hacia un posible aspecto beneficioso de lis parásitos, fomentando un correcto desarrollo de la inmunidad. Por ejemplo, se ha sugerido que algunas enfermedades autoinmunes como la enfermedad de Crohn pueden estar en relación con la escasez de parásitos en el tubo digestivo debido a que ahora consumimos comidas y bebidas libres de ellos.
De este modo se saldrían de la definición de parásitos en el momento que provoquen algún beneficio.
miércoles 18 enero, 2017 @ 12:34 am
Estimado JavierL:
Es que casi no se han estudiado hasta ahora la función de los parásitos en los ecosistemas. Pero es seguro que forman parte de un equilibrio y quitarlos de golpe alterará esos ecosistemas.
En cuanto a los sistemas no lineales, hay de muchos tipos, algunos son biestables como lo mencionado, otros exponenciales, etc. Puede haber histéresis, transición de fase, caos determinista…
Los financiaros y muchos economistas sólo conocen los problemas lineales, se manejan bien con la regla de tres y el interés compuesto siempre les ha parecido esotérico aunque lo usen.
miércoles 18 enero, 2017 @ 12:40 am
Estimado Miguel Ángel:
Sí, incluso se han realizado experimentos con la introducción de parásitos. Pero este tipo de terapias son de ética muy discutible, pues un infectado se transforma en propagador de parásitos. Creo que se han buscados sustitutos, como ciertas proteínas de parásitos.
Un ejemplo es el microbioma intestinal. Esos microbios viven de nosotros (por lo que se considerarían parásitos), pero también los necesitamos, al menos algunos de ellos. De ahí la técnica del trasplante de heces para curar ciertas enfermedades.
miércoles 18 enero, 2017 @ 8:03 am
Por el último párrafo del 2 de Miguel Ángel y por la respuesta del 4 de Neo, «parásito», según el DRAE, es «Dicho de un organismo animal o vegetal: Que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo».
Creo que en esa definición sobra «animal o vegetal» y así cabrían las bacterias, tan importantes, y los otros reinos de los seres vivos y quizá, no sé, si virus. Lo que no cabe duda es que deberíamos tener alguna , palabra -si la hay, la desconozco- que distinguiera la simbiosis mutualista, e incluso la s. comensalista de la s. parasitaria, además añadiendo esos parásitos que acaban, o pueden acabar, con la vida del anfitrión, como creo que sucede con las garrapatas o con algunas especies de bacterias -no sé si es correcto hablar de «especies» en las bacterias, aunque se haga; ya me ilustrareis-. Y entre los peces tenemos al rape, cuyo macho acaba parasitando a la hembra en lo que sería una simbiosis mutualista con organismos de la misma especie.
Así que abrazos desparasitados.
miércoles 18 enero, 2017 @ 10:08 am
Tomás, la definición de la RAE, como casi todas las suyas, es incorrecta y bastante falsaria. Supongo que se debe a su carencia de muchos especialistas de muchísimas áreas.
La palabra original, παρασιτος, en griego significa literalmente «el que come en casa de otro», más literalmente, «en la mesa de otro». Su uso hasta su adopción al acervo académico biológico fue totalmente similar al de «gorrón». Una definición más precisa sería un individuo que vive a expensas de otro, o mejor aún, toma recursos de lo que otro produce, sin contribuir por ello de forma neta, es decir, que toma más de lo que retribuye, que me parece una forma más precisa que usar «depauperar», que aunque viene siendo similar, tiene un matiz y unas connotaciones que no necesariamente son adecuadas. «Depauperar» es «empobrecer, debilitar», y con un uso más frecuente, «extenuar». No tiene por qué ser el caso, porque hay parásitos que literalmente se alimentan de excedentes, y no dejan de serlo, y aunque cabe decir «depauperar», el matiz impropio sigue estando ahí.
Por ejemplo, literalmente, capas de población que reciben ayudas sociales son, efectivamente, parásitas, porque en recursos *físicos*, toman del sistema más de lo que retribuyen, al mismo tiempo, sobrepagados ejecutivos igualmente se «nutren» de excendentes
Tengo idea de haber leído hace tiempo que una de las primeras simulaciones que se hicieron, apuntaba a que en ausencia de parásitos, la evolución colapsaba porque había especies que tenían tal éxito evolutivo, que descoyuntaban el sistema de relaciones.
Lo cual es peculiar, porque los humanos tenemos más ideas parásitas en la cabeza que seguramente el resto de animales que puedan tenerlas juntos, y no parece que sirvan de mucho para equilibrar nuestro papel.autodestructivo.
miércoles 18 enero, 2017 @ 4:45 pm
En definitiva, podríamos decir que «el parásito» es como una superposición de estados » parásito egoísta-parásito altruísta».
En cuanto a que a los financieros el interés compuesto siempre les ha parecido esotérico, ¿por qué les parece esotérico?. Lo que les debería parecer es un chollo, dado el funcionamiento del interés compuesto, en el que se pagan intereses sobre los intereses (más el capital, claro)
viernes 20 enero, 2017 @ 7:04 am
En efecto, Dr- Thriller, el DRAE es, generalmente, una catástrofe. Pero bastaría con tener un elenco consultivo que les asesorase en cuestiones especiales, tales como astronomía, medicina, etc. Estoy seguro que, en algunos casos, unos cuantos compañeros de esta web lo harían bastante mejor que ellos. Y no perdamos de vista las reglas, diría que de todo tipo. Algunas resultan hasta contradictorias, o con tantas excepciones que no pueden llamarse reglas.
En cuanto a la afirmación de un colapso evolutivo si no hubiera parásitos, cualquiera sabe; podríamos llamarle una distopía imposible de comprobar. Ya sé que los modelos ayudan mucho, pero es difícil saber qué variables olvidamos.
Lluís, cuántico como nadie, nos da su versión «lo veo-no lo veo». Aceptada viniendo de quien viene.
Y sobre lo de esotérico, que inició Neo y sacó a colación Lluís, como tiene varias acepciones, supongo que la empleada fue la de su dificultad para ser comprendido y es que la fórmula del interés compuesto es una función exponencial, lo que parece que pocas gentes entienden -por ejemplo en aumento de la población-.
viernes 20 enero, 2017 @ 9:50 am
El tema de las academias da para largo y tendido, porque son claramente estructuras y correas de transmisión de intereses. Las lenguas se las arreglaron perfectamente sin semejantes cosas, como lo atestigua el inglés, la lengua predominante actualmente y cuya «academia», como siempre lo fue desde el Ancien Régime, es la Soberana que parece ser cada día que pasa habla más cockney (aparte que en cualquier caso, es lengua pluricéntrica). La mayoría de las occidentales, influidas por los desbarrajes de la Révolution y el emperador corso, han creado toda suerte de tinglados con mayor o menor fortuna y acierto académico, en función de las sociedades que los parieron. Lo interesante de esta reflexión es que es perfectamente transponible a otras instituciones similares de carácter más inequívocamente científico, y aquí podríamos traer a organismos conocidos de NNUU (pero muchos), incluyendo el PNUMA que hace además al caso.
Un colapso evolutivo yo lo entendí (es a mí a quien corresponde la interpretación) más o menos como lo describe Neo: una inestabilidad de ecosistemas de seres más complejos -no necesariamente en sí mismos, que también, sino en las relaciones entre ellos-, que revierte toda diversficación a mecanismos más simples (p.ej. pura y simplemente quimiótrofos comiéndose rocas). Es decir, máquinas de von Neumann sin más interacción con el entorno que comerse hasta acabar con él lo que los mantiene, caso de ser posible.
El parasitismo en realidad es un rol, permanente o transitorio. Bajo esta perspectiva queda claro que es otro subsistema de estabilización. Sería muy deseable un modelo matemático que abordase las piezas incluyendo sus flujos de masa-energía-información. Supongo que está todo muy verde.
sábado 21 enero, 2017 @ 11:05 am
En el caso de las academias, en realidad prefiero que existan, pero con una escrupulosidad y competencia extraordinaria en su labor. Bajo mi punto de vista, deberían ser menos esclavas de la etimología de las palabras y más prácticas para el común uso del idioma. También en lo que se refiere a las reglas de señalar con tilde los acentos y, por supuesto, al uso de algunos signos en sintaxis. Digamos que me acerco algo al ideal de García Márquez.
En cuanto a la interpretación del colapso evolutivo, una vez explicado, me parece muy correcto.