Datos interesantes sobre Itokawa
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El pasado noviembre la sonda japonesa Hayabusa recolectó muestras del asteroide Itokawa para intentar traerlas a la Tierra. Aunque no se sabe si al final ha habido éxito con la recogida de muestras los datos transmitidos en este encuentro han sido suficientemente interesantes como para conocer mejor este tipo de cuerpos. Varios artículos con los primeros resultados se acaban de publicar en Science.
Itokawa es el típico asteroide de los miles que pasan cerca de la Tierra y que suponen una amenaza en caso de impacto contra nuestro planeta, pero esta es la primera vez que se estudia uno de estos casos directamente.
Este asteroide, con un tamaño (sólo 500 m de largo) común entre esta clase de objetos, parece estar compuesto de un apilamiento de pequeñas piedras sueltas levemente unidas por una gravedad muy débil, siendo un 40% de él espacio vacío. Probablemente se formó a partir de los escombros producidos tras las colisiones de objetos más grandes. Las piedras que lo componen van desde pequeños granos de arena a rocas de 50 metros de diámetro. La existencia de estas últimas avala la teoría de que los progenitores de este asteroide colisionaron para reorganizarse en una pila de rocas.
La superficie es más suave de lo esperado en unas regiones, formando un mar de arena, y en otras es muy rugosa. Esto indica que el asteroide está «activo» y que de algún modo el material es movido de una parte a otra de la superficie. Tampoco hay cráteres en la superficie por lo que en caso de impacto el asteroide debe de engullir el objeto en cuestión debido su altísima «porosidad».
Como otros asteroides, su composición mineralógica ofrece pistas sobre los bloques que formaron los planetas terrestres del sistema solar interior y consiste principalmente en olivino y piroxeno, así como cierta cantidad de hierro metálico. Al menos eso es lo que mostraron los espectrómetros gamma e infrarrojo de la sonda japonesa. Saber la composición exacta de estos cuerpos nos puede suministrar información sobre el origen y formación del sistema solar.
Aunque la adquisición de datos por parte de la misión ha sido un éxito, los científicos responsables no están seguros sobre la recolección de muestras. Tal vez en el primer intento, de los dos que realizó la sonda para recolectar muestras, se haya conseguido atrapar algo de polvo que quizás se recupere una vez la sonda regrese a la Tierra.
Se perdió el contacto con la misma durante un tiempo y las baterías y los tanques de combustibles están muy bajos por lo que en lugar de regresar el verano que viene habrá que esperar hasta 2010. Si hay éxito serán las primeras muestras procedentes de un asteroide en ser recogidas y analizadas una vez caiga el portamuestras sobre el desierto australiano.
Debido a que es posible, aunque improbable, que uno de estos cuerpos colisione tarde o temprano con la Tierra, con el consiguiente riesgo de extinción que conlleva, se ha planteado seriamente la destrucción o desvío de este tipo de asteroides en una misión espacial automática o tripulada, por lo que saber su estructura y composición ayudará a descubrir la mejor estrategia en caso de que uno de esos eventos vaya suceder.
Referencia: Science, vol 312, p 1328 to 1353.
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