NeoFronteras

Las personas y no los bots están detrás de los bulos de Internet.

Según un estudio, que es el más amplio en su campo hasta el momento, las noticias falsas se propagan en Internet más rápida y ampliamente que las noticias verdaderas.

Las noticias falsas son tan viejas como el cotilleo, pero su proliferación se ha tornado particularmente problemática en esta era de las redes sociales de Internet. Las falsas historias son amplificadas por Facebook y Twitter, como aquella que decía que el Papa apoyaba a Donald Trump como candidato a la presidencia de los EEUU.

Si algo suena locamente estúpido uno pensaría que no acaparará entonces mucha atención, pero son precisamente ese tipo de bulos los que se hacen masivamente virales.

El problema es que, a veces, los bulos pueden hacer daño a la gente o a la investigación policial. Como cuando se propagó el bulo por Internet de que un estudiante de Brown University estaba detrás del atentado a la maratón de Bostón y resultó que su suicidio nada tenía que ver con el atentado.

Se ha llegado a decir que estas noticias tuvieron cierto peso en la elección de Donald Trump y en el referéndum sobre el Brexit en RU. Incluso se ha llegado a proponer que detrás de estas noticias estaban los servicios secretos rusos usando bots (programas automáticos).

Por otro lado, se sabe que mucha gente, además de consumir bulos, también se informan por fuentes legítimas, por lo que el miedo a los bulos de Internet no estaría fundado.

Según Sinan Aral y sus colaboradores del MIT, parte del efecto que tienen estos bulos es la velocidad a la que viajan por Internet. Su estudio se basa en el análisis de 126.000 noticias que han circulado a través de 3 millones de twitteros entre 2006 y 2017 a partir de datos suministrados por la propia compañía.

El análisis muestra que las noticias verdaderas se expanden más lentamente que los bulos y llegan a menos gente.

Incluso las noticias verdaderas más populares raramente alcanzan a más de 1000 personas, mientras que el 1% de los bulos más exitosos alcanzan a entre 1000 y 100.000 personas. Además, los bulos que llegaban a 1500 personas o más lo hacen seis veces más rápido que las noticias verdaderas y son un 70% más propensos a ser retuiteados. Estos aspectos de la propagación son particularmente más evidentes en el caso de las noticias y bulos sobre política.

Una pega al estudio podría ser que una noticia verdadera que se extienda por la red puede consistir en compartir un enlace a la fuente original en lugar de consistir en retuiteos, por lo que análisis de propagación anterior que hacen los autores del estudio estaría sesgado.

Estos investigadores usaron un software especial para descubrir bots automáticos de twitter, que son sospechosos de distorsionar la manera en la que las noticias y bulos viajan por Internet a través de esa red social. Pero incluso quitando los datos referidos a esos bots, los bulos parece que se propagan a mayor velocidad y extensión que las noticias verdaderas. Esto implica que serían los humanos los culpables de propagar los bulos.

Los bots son algo tan nuevo que los expertos todavía no saben bien qué es lo que están haciendo o el impacto que tienen. Normalmente se cree que los bots distorsionan el tipo de información que llega a la gente, pero, al menos según este estudio, no parece que desplacen los titulares hacia los bulos. Parece que propagan las noticias verdaderas y los bulos por igual.

Los investigadores puntuaron la novedad de los tweets y encontraron que los bulos surgen de un corpus aleatorio de tweets. El análisis de las palabras de los mismos sugiere que los bulos destilan miedo, asco y sorpresa, mientras que las noticias verdaderas incluyen sentimientos que incluyen tristeza, confianza y disfrute. Según los investigadores, esas características de los bulos, especialmente la novedad, son de esperar que capten más atención que las otras.

Sin embargo, los expertos creen que no es fácil dar con una fórmula que explote estas características para lanzar bulos. A veces, una condición necesaria no es suficiente.

Al final, la propagación de bulos y el mal que puedan hacer, depende de nuestra responsabilidad como humanos. Se nos ha dado la posibilidad de podernos comunicar con cualquier otro habitante del globo de forma instantánea y tener al alcance de la mano todo el conocimiento humano conseguido durante siglos. Pero, no sabemos o no queremos usar esa capacidad correctamente.

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