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Clase social, experiencias, compras y felicidad

Área: Psicología — domingo, 7 de octubre de 2018

La compra de experiencias produce más felicidad que la de objetos si se pertenece a una clase relativamente alta.

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Varias investigaciones de Psicología apuntaban en el pasado que una mejor manera de conseguir la felicidad era gastar el dinero en experiencias en lugar de en objetos.

La conclusión de que la compra de experiencias produce mayor felicidad que comprar objetos tangibles es conocida por «ventaja vivencial o experiencial».

Ahora, una nueva serie de estudios sostienen que eso depende de lo rico que sea uno. Es decir, este aspecto de la felicidad dependería de clase social. Los estudios han sido realizados por Jacob C. Lee (Ulsan National Institute of Science and Technology, UNIST), Deborah Hall (Arizona State University) y Wendy Wood (University of Southern California).

En estos estudios los investigadores encontraron que sólo los individuos que pertenecían a una clase relativamente alta mostraban el conocido efecto de la obtención de una mayor felicidad a través de la compra de experiencias en comparación con la compra de bienes materiales tangibles, como puedan ser unos zapatos nuevos o un nuevo televisor.

Los individuos de una clase social relativamente baja no mostraban este patrón. En algunos casos dijeron que ambas cosas les producían el mismo nivel de felicidad, mientras que otros sostenían que la compra de objetos les producían mayor nivel de felicidad.

Según Wood, la propuesta de que es mejor gastarse el dinero en experiencias que en objetos no considera las disparidad económica de la sociedad. «Razonamos que los motivos básicos que conforma la decisiones de consumo pueden variar entre consumidores de clase alta y de clase baja. Esto es, anticipamos que el grado de felicidad obtenido por los diferentes tipos de compra también varía según la clase social», añade.

Los individuos de clase social relativamente más alta disfrutan de una abundancia de recursos, lo que significa que pueden centrarse más en el crecimiento interior y en desarrollo personal. Como la compra experiencial está más cercana a uno mismo que la compra material, estos individuos obtienen más felicidad de la inversión en experiencias.

Por otro lado, las personas con menos recursos son más propensas a preocuparse más de la administración de los recursos y a preocuparse por hacer compras sensatas. Para estos individuos, el gastar dinero en unas entradas o en un viaje de fin de semana no resulta en una mayor felicidad que comprar un nuevo par de zapatos o en una nueva televisión de pantalla plana.

«De hecho, en algunos de nuestros estudios, los consumidores de clase baja eran más felices comprando cosas, lo que tiene sentido dado que los bienes materiales tienen un beneficio práctico, se pueden revender y físicamente duran más», dice Wood.

El primer estudio que realizaron estos investigadores consistió en un meta-análisis en el que examinaron los datos de 20 estudios distintos sobre la ventaja experiencial entre estudiantes universitarios tanto de instituciones privadas como públicas.

Resultó que los jóvenes que pagaban matrículas más altas y, por consiguiente, pertenecían a una clase más alta, informaban de una mayor felicidad al comprar experiencias que los que iban a instituciones públicas más económicas.

En el segundo estudio organizaron una encuesta en la que preguntaban a los participantes qué recordaran qué compras recientes experienciales y materiales habían realizado y cuál les produjo más felicidad. Los individuos de clase social baja afirmaron que la compra material les produjo mayor felicidad.

En tercer estudio se eligió al azar unos individuos para que recordaran una compra reciente de un tipo u otro. En este caso descubrieron que los individuos con unos ingresos familiares de más de 80000 dólares, o cuya familia contara con algún graduado, informaban de una mayor felicidad de la compra de experiencias.

En algunos casos, los participantes con bajos ingresos (30000 dólares o menos) o de familias sin educación superior informaban de un nivel de felicidad similar obtenido de una fuente u otra.

Sin embargo, los participantes realmente no tienen que tener bajos ingresos para mostrar este resultado. El estudio final reveló que aquellos que imaginaron que sus ingresos mensuales decrecían en un 50% informaron de niveles de felicidad similares tanto de la compra de experiencias como de bienes materiales que hubieran realizado.

Por el contrario, los participantes que imaginaban que sus ingresos mensuales aumentaban un 50% informaban de una mayor felicidad de la compra de experiencias.

Es decir, la ventaja experiencial o vivencial era apagada o amplificada en respuesta a los cambios financieros en la mente de los voluntarios.

Este patrón en los resultados era similar independientemente de cómo los investigadores medían la clase social, si por ingresos, por educación o por la propia subjetividad de los participantes. Más aún, la relación entre clase social y compra de felicidad parece mantenerse en el tiempo, incluso después de meses de realizar la compra o del costo asociado.

Según Lee, el mensaje es que no hay una respuesta simple a lo que comprar para que te produzca felicidad y que la disponibilidad de recursos es un factor importante a la hora de tomar la decisión de si se compran bienes materiales o experiencias.

Los autores ya están trabajando en estudios adicionales que les permitan comprender mejor los motivos de consumo específico que subyacen detrás de estas diferencias dependientes de la clase social en la ventaja vivencial.

A veces, los resultados de las investigaciones en Psicología son simplemente sensatos.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Las experiencias son mejores que las posesiones.
Sobre felicidad en NeoFronteras.
Foto: Creative Commons.

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11 Comentarios

  1. Desde el sur:

    Dice el primer párrafo:
    «Varias investigaciones de Psicología apuntaban en el pasado que la mejor manera de conseguir la felicidad era gastar el dinero en experiencias, no en objetos.»

    Osea que formar una familia, tener amigos o cooperar con la comunidad están por debajo de «gastar dinero», de «comprar»… Sería muy interesante saber quienes financian estas investigaciones y a quienes les interesa que se difundan más que otras.

  2. NeoFronteras:

    Se ha reescrito esa frase para que se entienda mejor.

  3. Dr.Thriller:

    Más o menos se entiende, lo que pasa es que es más fácil hablar de física que de sociología. De hecho, de física no hace falta ni hablar, se pueden escribir fórmulas en un papel, en sociología casi se anda a nivel nomenclátor en filosofía. Experimental. Toma oxímoron.

    Por supuesto que caben matices (a Diógenes le importaba un pimiento vivir en un tonel, si es cierta la leyenda, y seguro que Trump no paga por experiencias, no siendo sexuales), pero a modo de iluminar (con luz oscura), las dos distopías aún sin reescribir del siglo XX, «Un mundo feliz» y «1984», la primera con esa intención y la segunda como una catarsis del autor, es notable percibir que se fundamentan en propiedades diferentes de los humanos (las sociedades planteadas se apoyan en impulsos bien diferentes), pero es más notable aún que la más igualitaria de ambas es la segunda, fordismo vs. stalinismo.

    De todos modos parece obvio que esta desigualdad inducida es totalmente disfuncional, y es la conclusión más importante que saco del estudio.

  4. tomás:

    O sea que, como (diría que) siempre, Dr. tiene razón. Parece que me repito. Personalmente recuerdo y añoro más algunos viajes, ratos con amigos, que compras de cosas. Solo compiten algunos libros. Por ejemplo, entre muchos otros, el que te recomendé ayer, querido amigo Miguel, la obra teatral «El diablo y el buen Dios», de Sartre.

  5. Miguel Ángel:

    Empezaré cuando acabe de leer la colección de relatos que has escrito, mi querido amigo Tomás.

    En cuanto a la noticia, dice que los ricos muestran mayor interés por adquirir experiencias de crecimiento interior y desarrollo personal. Sin embargo, ya henos visto o mencionado otros estudios en los que se mostraba que los ricos son menos empáticos, muestran comportamientos menos éticos y cometen mayor número ce infracciones cuando conducen sus automóviles y roban mayor número galletas de las máquinas espendedoras comparados con los de clase social más baja.
    Por otro lado, hay un buen puñado de estudios que relacionan un alto poder adquisitivo con una menor felicidad. De modo que la explicación que apunto (y no creo que resulte sorprendente), estaría en la línea de la psicología positiva de Seligman, que aunque no niega que también se pueda ser feliz atesorando todas las manzanas posibles, señala que el atajo hacia la felicidad no consiste en poseerlas, sino en compartirlas. Como eso no entra en los planes de muchos ricos, se dedican a hacer viajes a Kiatmandú con la esperanza de que les entre el nirvana. O a inscribirse con un «coach» que les induzca motivación.

  6. tomás:

    Es que si no robaran más galletas -o lo que se les ponga a mano- no serían tan ricos, lo que no es óbice para que cumplan con el título «Los ricos también lloran» quizá con lagrimones de oro, lo que ha de ser muy doloroso.

  7. Dr.Thriller:

    ¿Alguien ha hablado de Midas?

  8. NeoFronteras:

    En resumen es algo así:

    Muchas cosas dan felicidad.

    Otros aspectos de la felicidad pueden ser comprados. Si son objetos suelen producir más satisfacción a los de clase social baja. Si son experiencias producen más satisfacción a los ricos, porque estos no tienen que preocuparse por el día a día.

    Hay cosas que no se pueden comprar. Otras muchas sí.

    Se puede ser pobre y feliz.

    También se puede ser rico e infeliz.

    Un rico no necesariamente se gasta su dinero en experiencias.

    Un pobre tampoco se gasta necesariamente todo su dinero en cosas. E incluso ir al bar a tomarse algo con los amigos es gastar en experiencias.

    Hay experiencias que se pueden tener sin necesidad de pagar dinero.

    La gente no necesariamente busca la felicidad. Si así fuera la sociedad sería otra. Muchas de esos factores que se buscan son negativos (se subliman muchas cosas) y otros no. Un médico occidental ateo que se vaya a tratar pobres al tercer mundo puede terminar cada día agotado e infeliz, pero encuentra la satisfacción de dar sentido o significado a sus días.

    Este tipo de cosas dan mucho juego. ¿Es más feliz el tonto o el inteligente?, ¿el atractivo o el feo?, ¿el hombre o la mujer?, ¿el sano o el enfermo? ¿Quién de ellos se realiza más?

    En las gaussianas cabe de todo y encontrar correlaciones es difícil, causalidades más aún.

  9. Miguel Ángel:

    Y todo materia opinable, querido Maestro. Yo me lanzo hacia una de las explicaciones posibles.
    También se aprecian diferencias en el grado de felicidad entre los distintos colectivos laborales: a pesar de otros pesares, los profesores tienen mayores índices de satisfacción que los inversores de bolsa.

  10. tomás:

    No estoy tan seguro de eso, querido Miguel Ángel. Pero sí con el abanico que ha planteado tu-mi-nuestro admirado maestro.

  11. JavierL:

    Sin duda Miguel hay trabajos sumamente estresantes que uno no haya el momento de terminar, mientras que otros te dan una vida más relajada y feliz.

    En mi profesión por ejemplo el área de mantenimiento es para terminar loco viejo y estresada, mientras que el de diseño es un cielo, uno se siente feliz trabajando.

    Claro imagino que habrá quien opine lo contrario (aunque no conozco ningúno).

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