NeoFronteras

Entornos urbanos coloridos promueven el bienestar

Área: Psicología — domingo, 19 de junio de 2022

Se puede planificar por realidad virtual la estética y la zonas verdes de las ciudades para que los urbanitas se sientan mejor.

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Los entornos urbanos monótonos tienden a aumentar nuestro estrés, mientras que la naturaleza puede calmar el alma, pero ¿cómo se obtiene lo mejor de ambos? Una opción es aumentar el color y la vegetación en las ciudades, pero encontrar el mejor enfoque puede ser complicado. Un nuevo estudio que ha empleado la realidad virtual ha demostrado los efectos positivos de la vegetación y los patrones coloridos en un entorno urbano.

El estudio encontró que la vegetación hizo que los voluntarios caminaran más lentamente, al tiempo que aumentaban su frecuencia cardíaca, lo que indica una experiencia placentera. Mientras tanto, los patrones de colores aumentaron la alerta, la fascinación y la curiosidad.

El estudio ilustra el potencial de las intervenciones simples para mejorar la vida de los urbanitas y también el poder de la realidad virtual para demostrar tales intervenciones.

Las calles llenas de gente, el ruido y los edificios grises y monótonos pueden provocar estrés y fatiga. En resumen, las ciudades pueden ser malas para su salud y bienestar emocional. Un antídoto sobre tales problemas puede estar en la naturaleza, lo que puede tener efectos calmantes y restauradores. Después de todo, los humanos evolucionaron en un entorno natural y la vida en la ciudad es un fenómeno relativamente nuevo.

Una forma de hacer que las ciudades sean más hospitalarias puede ser introducir zonas verdes o patrones coloridos. Sin embargo, instalar plantas o recubrir edificios de pintura para probar estos enfoques es costoso e inabordable. Además, estudiar estos fenómenos al aire libre puede ser complicado, ya que hay una gran variedad de factores puede afectar los resultados finales.
«Medir el placer y la motivación en entornos naturales es difícil. Las reacciones humanas son sensibles a los cambios ambientales, como el clima o el tráfico y los sesgos de medición. En consecuencia, utilizamos la realidad virtual como prueba de concepto para medir las reacciones a estas intervenciones en un espacio urbano simulado», explica Yvonne Delevoye-Turrell (Universidad de Lille), autor principal del estudio.

Utilizando la realidad virtual, el equipo creó un ambiente urbano inmersivo sin vegetación o alguna zona verde. También introdujeron patrones coloridos en una ruta en el entorno virtual.

Los investigadores invitaron a los estudiantes de su universidad a participar en el estudio. Cada uno usó el equipo de realidad virtual para «caminar» virtualmente por el lugar. Los voluntarios pasaron un tiempo explorando el entorno virtual que se les ofreció. Para determinar en qué se fijaban los voluntarios y durante cuánto tiempo cada visor incluía un rastreador ocular.

El estudio encontró que los estudiantes caminaron más lentamente cuando había vegetación verde presente en la simulación y su frecuencia cardíaca aumentaba. También pasaron menos tiempo mirando el suelo y más tiempo observando su entorno. Estos resultados, que indican una experiencia placentera, también se han encontrado cuando las personas pasan tiempo cerca de la vegetación en el mundo real.

Los patrones de color por sí solos no tenían el mismo efecto que la vegetación verde, pero estimularon el interés y la fascinación entre los voluntarios y atrajeron su mirada mientras aumentaban sus frecuencias cardíacas, lo que indica una mayor excitación fisiológica.

Este estudio muestra que la realidad virtual podría ser una herramienta muy útil para los planificadores urbanos, lo que les permitiría probar virtualmente el impacto de varias intervenciones antes de llevarlas a cabo. Los resultados también sugieren que aumentar la cantidad de vegetación y de diseños coloridos en entornos urbanos podría mejorar el bienestar en los habitantes de la ciudad.

En el futuro, los investigadores esperan hacer que la experiencia de realidad virtual sea aún más inmersiva para así obtener resultados más precisos. «Los olores y los sonidos podrían ser el siguiente paso para que la realidad virtual realmente pruebe el impacto de los colores en el placer de caminar», dice Delevoye-Turrell.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Imagen: A. Batistatou, F. Vandeville, and YN. Delevoye-Turrell

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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4 Comentarios

  1. Miguel Ángel:

    Discrepo con que dispensadores de aromas sustituyan a plantas y árboles. En los tiempos actuales, cuando nos referimos a plantas aromáticas solemos pensar en rosas, menta, tomillo, romero, albahaca, orégano o cilantro. La curiosidad es que en esas listas no suelen estar otras reinas de los aromas que eran protagonistas en los siglos pasados, en los que se daba mucha importancia a los aromas: me refiero, por ejemplo, a el alhelí, la violeta, la «dama de noche» o la madreselva.
    Estas plantas están en la literatura de esos siglos pasados, albergan microfauna, fijan CO2 y producen oxígeno.

  2. tomás:

    Claro que sí, querido amigo Miguel, pero para los urbanitas como yo, que en mi breve paseo de ayer, rodeando lo posible mi ciudad y recordando el artículo, me esforcé en mirar hacia el exterior para aumentar el verdor ante mis ojos, quizá sea bastante. No sé si le sirvió de algo a mi maltrecha salud actual. Si así fuera, agradecérselo debo a nuestra querida página.
    Un fuerte abrazo.

  3. JavierL:

    Suelo ver un aumemto de plazas de puro concreto en detrimento de las viejas plazas con muchos arboles…

    Yo personalmente odio esas plazas planas y soleadas sin vegetación.

  4. tomás:

    Tienes toda la razón, querido JavierL. Los ayuntamientos no son muy sensibles en estos aspectos. El primer lugar porque suelen proyectar las reformas desde lo despachos, muchas veces sin visitar siquiera la zona a intervenir. Otras, muchas, porque no sé si los arquitectos responsables de la ciudad puedan ser bastante catastróficos, lo que no impide que los alcaldes les acompañen en capacidad. Puedo contarte que mi calle, por ejemplo tiene dos números uno, con la consiguiente confusión que esto origina. Ayer mismo hablaba de esto con la viuda de un vecino que me recordaba la muerte de su esposo -y lo hacía sin rencor porque prefiere olvidar-, pero la ambulancia tardó más de lo debido ya que se fue al nº 1 que no era. Hablé con el alcalde para corregir el entuerto, pero fue inútil. La solución sería mantener el número antiguo, que era el 51. Repito, fue como si hablases con la pared. Tampoco logré que se plantasen más árboles en las zonas donde era posible: siempre había alguna pega insalvable.
    Reconozco que existen arquitectos geniales: basta ver las obras bellísimas que han quedado para la historia del arte; otras, para mi más obras de ingeniería que de arquitectura, salvo quizá en el diseño, tales como puentes, túneles, etc., y no digamos si nos fijamos en las catedrales góticas e incluso las casi artesanales pequeñas maravillas del románico. Otra cuestión son los enjambres de pisos en edificios mal resueltos porque aprovechan mal la orientación, por ejemplo. Parece como si un mismo proyecto se aprovechase, sin el menor retoque para un montón de edificios, sea cual sea la diferencia de ubicación, por ejemplo. He tenido bastante relación con esta profesión, con esta carrera, dado que, por la mía, tenía capacidad legal para firmar proyectos de edificios, carreteras y cosas así dentro de un recinto industrial, y me asombré cuando un arquitecto con el que me unía una relación profesional me confesó que no conocía el método de Cross. Bueno, me dijo, es que ahora todo se hace por ordenador. Hube de callar porque mi ignorancia en ese tema siempre ha sido tremenda.
    Pues ya sabes, amigo Javier, qué podemos esperar.

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