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El mindfulness es bueno para la Naturaleza

Área: Medio ambiente,Psicología — martes, 22 de noviembre de 2022

El medio ambiente se podría beneficiar de la práctica del mindfulness gracias a un ciclo de retroalimentación positiva.

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Aunque proviene de la antigua tradición oriental de la meditación (no siendo lo mismo), la práctica de mindfulness o atención plena ha estado integrándose en la Medicina y Psicología occidentales durante las últimas 3 décadas.

En los últimos años ha sido estudiada científicamente y reconocida como una manera efectiva de reducir el estrés y reducir los síntomas físicos y psicológicos a él asociado. Consiste en prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación.

La práctica de esta autoterapia en la Naturaleza es más fácil y puede reportar una mejora de la salud mental. ¿Podría ir en sentido opuesto?

Ahora publican un resultado que indica que las técnicas para mejorar la salud mental y el bienestar, como el mindfulness y la meditación, también pueden alentar a las personas a cuidar el medio ambiente.

El estudio, publicado en The Lancet Planetary Health por investigadores de las Universidades de York, Reading y Surrey, examina la relación entre el ego y la forma en la que las personas cuidan su entorno.

Después de recopilar estudios en una amplia gama de campos de investigación, los investigadores pudieron demostrar que la identidad propia y la salud del medio ambiente están vinculadas en un ciclo dinámico.

Descubrieron que las personas que son muy individualistas, lo que significa que tienen un fuerte sentido del ego, se ven a sí mismas más aisladas del mundo natural. Esto significa que pueden llevar a cabo menos comportamientos para cuidar el medio ambiente, como reciclar o reducir su huella de carbono.

Este comportamiento a mayor escala lleva a que las plantas y la vida silvestre desaparezcan de los pueblos y ciudades, lo que reduce aún más la conexión de las personas con la Naturaleza.

Sin embargo, este estudio mostró que las actividades tradicionalmente asociadas con la mejora de la salud mental y el bienestar, como caminar y observar aves, mejoraron la conexión con el medio ambiente, alentando a las personas a cuidarlo.

La mayor conexión con el entorno de un individuo hizo que las personas fueran menos individualistas o egoístas y más propensas a elegir comportamientos como plantar árboles, recoger basura y viajar de manera sostenible.

Según dijo Bob Doherty (Universidad de York), en un momento en el que los líderes mundiales se reúnen para la COP27, su investigación muestra la necesidad crucial de la cooperación internacional entre los gobiernos, las empresas y la sociedad civil para desarrollar nuevos programas e intervenciones ambientales para promover nuevos comportamientos y acciones.

«Este tipo de colaboración cruzada debería tener una mayor inversión en iniciativas ecológicas urbanas, por ejemplo, y nuevos enfoques sobre la alimentación y el medio ambiente dentro del sistema escolar, para aprovechar el poder de los jóvenes y crear así un cambio sostenible a largo plazo», añadió.

A medida que las personas disfrutan más de su entorno debido a la mejora del entorno, el ciclo se repite, creando lo que se conoce como un «círculo virtuoso» que vincula la identidad propia y el medio ambiente, dicen los investigadores. Por otro lado, las personas que son más individualistas desarrollan una actitud egoísta y pueden quedar atrapadas en un «círculo vicioso» de declive, sostienen.

Los investigadores encontraron que el fenómeno se puede observar a nivel de todo el gobierno y citaron las políticas de EEUU para reducir las leyes de protección ambiental, algo que conduce a un mayor aislamiento y a un mayor daño ambiental.

Los investigadores señalaron la política de «Estados Unidos primero» del expresidente Donald Trump y encontraron que los cambios en la identidad propia de los líderes nacionales podrían explicar la eliminación dañina de la protección ambiental y la reducción de la cooperación internacional, que es esencial para resolver problemas como el cambio climático.

«Expandir nuestro sentido de identidad propia el incluir a los demás y al mundo natural y crea una actitud de cuidado y responsabilidad. Las acciones que siguen conducen, por ejemplo, a la mejora de la naturaleza, la restauración de las plantas y la vida silvestre en nuestros pueblos y ciudades, lo que nos proporciona una mayor oportunidad de involucrarnos y conectarnos con la Naturaleza», dijo Tom Oliver, decano de investigación para el medio ambiente de la Universidad de Reading.

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Fuentes y referencias:
Artículo original.
Foto ilustrativa: NeoFronteras.

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6 Comentarios

  1. tomás:

    Yo me retroalimento positivamente
    tu me retroalimentas positivamente
    Neo me retroalimenta positivamente
    y así sucesivamente-mente.
    Es que esto es la repanocha-mente.
    Si los ingleses se inventan minfulness, pues nosotros nos inventamos «plenatención» y ya no tenemos que calcar; simplemente, traducir con imaginación y si no queremos inventar, cogemos «concentración» que es perfecta.
    También, como podemos hablar de identidades ajenas a la propia, nos podemos inventar la autoidentidad como sinónimo de identidad propia, que precisa de la propiocepción, cualidad a la que -cuando tenía unos 18 o 20 años y no conocía esa palabra- llamé «estesia» por contrario a anestesia.
    Ya veis que soy un poco maniático con el lenguaje. Lo reconozco y pido excusas por ello.

  2. NeoFronteras:

    Si solo fuera el mindfulness. Al menos cuando se toma un término tal cual siempre será mejor que una mala traducción, muchas debidas a la presencia de falsos amigos y a no controlar ninguno de los dos idiomas.

    Así tenemos «rango» (de range) en lugar de intervalo, horquilla o gama; «evidencia» (de evidence) en lugar de indicio o prueba; esquema (de scheme) en lugar de fraude o timo; eventualmente (de eventually) en lugar de finalmente, tributo (de tribute) en lugar de homenaje…

  3. tomás:

    Respecto a eso, una palabra que me molesta en grado sumo, por no tener una equivalente, es zeitgeist (envidia pura), porque es más rara que un pollo con cuatro patas, y mucho peor de pronunciar, que para eso es alemana. Y lo malo es que no tenemos ni siquiera un par de palabras en español que, juntas, sean lo mismo. Significa, aunque todos lo sabréis, algo así como el «ambiente cultural -diría que intelectual, pero no estoy seguro- de una época de cierta duración»; o sea, incluye cultura, espacio y tiempo. Y, desgraciadamente, en nuestro idioma no hay manera. Pero diría que ellos se la inventaron. Podríamos hacer lo propio, pero, claro, habría de ser bonita. Si alguno se atreve…

  4. tomás:

    Como nadie se atreve y tengo el precedente de haberme inventado el nombre de Rucavante (que, con gran modestia, me parece inmejorable) para el rucio de Sancho Panza, dándole una cierta catalaneidad -sabéis, supongo- que el burro para un catalán es similar al toro de Osborne para un español-, voy a intentarlo ahora mismo. No sé lo que tardaré, así que cierro y espero la inspiración o las musas -no sé decidirme- a un próximo comentario.

  5. tomás:

    Bueno, ya está: La nueva palabra es «Culgen». Mezclo «cul» de cultura con «gen» de generación, porque esta última, como mínimo, se refiere a una época y, diría que también a un espacio, porque no es lo mismo, por ejemplo, la primera mitad del siglo 20 en España que en Alemania o en la India. Tiene la ventaja de ser breve. Ya me diréis si os gusta. Admito críticas, insultos -que no sean muy gordos- y todo lo imaginable.

  6. tomás:

    Me da a la nariz, con gran pesar, que mi «culgen» no está teniendo mucho éxito, aunque menos debiera tenerlo el detestable «zeitgeist».
    Propongo que alguien lo mejore totalmente, o bien con alguna variante como «culgene» o «cultgen» -aunque este último huela a extranjero.

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