Impacto evolutivo de la depredación humana
La pesca, caza y recolección realizada actualmente por el ser humano está cambiando el tamaño y reproducción de los organismos con imprevisibles consecuencias.
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Desde el bacalao del Atlántico a loto de las nieves del Himalaya, las especies naturales tratan de evolucionar a marchas forzadas para compensar su explotación por parte del ser humano. Según un estudio el ritmo de caza, pesca y recolección de especies está cambiando el tamaño y calendarios de cría de las mismas hasta tal punto que ya no se corresponden con el sistema natural. Los ecólogos dicen que esto señala claramente los errores que estamos cometiendo en la manera en que administramos las reservas pesqueras y otros recursos biológicos naturales, comprometiendo la capacidad de recuperación de poblaciones enteras.
Según Chris Darimont, de University of California en Santa Cruz, la depredación humana está acelerando el cambio en los rasgos observados en un 300% por encima de lo dado en sistema naturales y un 50% más rápido respecto a otros sistemas sujetos a otras influencias humanas como la contaminación.
Estos cambios no solamente son rápidos, sino que además son dramáticos en magnitud. Los individuos de las poblaciones recolectadas por humanos son, en promedio, un 20% más pequeños que en las generaciones previas y la edad a la que comienzan a reproducirse comienza un 25% antes.
Estos organismos son los seres que más rápidamente están cambiando en el mundo natural debido a que tomamos una alta proporción de su población y escogemos los de mayor tamaño. Es una receta perfecta para un cambio evolutivo rápido en estas especies.
Este estudio es el primero en calcular el cambio evolutivo de las especies recolectadas con fines comerciales y lo compara con el ritmo natural. Está basado en un meta-análisis de 34 estudios que analizan 29 especies en un total de 40 sistemas geográficos. La mayor parte está centrado en las poblaciones de peces, pero también se incluyen invertebrados como ciertos moluscos marinos, el caribú y algunas plantas (el loto de nieve del Himalaya y el ginseng americano). El equipo de investigadores comparó el ritmo de cambio de estas especies pescadas, cazadas o recolectadas por el ser humano con el ritmo de cambio observado en las especies de las Islas galápagos, que no están expuestas a la explotación humana.
La depredación humana, al recolectar un vasto número de individuos y centrarse en los más grandes (individuos maduros en edad reproductiva), está cambiando rápidamente las poblaciones silvestres que quedan, dejando los individuos más pequeños e inmaduros que tienen que reproducirse a edades cada vez más tempranas.
Se sabe desde hace tiempo que las reservas pesqueras están al borde del colapso, pero no se trata solamente de la cantidad de peces que pescamos, sino además, y según este estudio, de los peces que quedan, cuya esencia estamos cambiando, en algunos casos, en sólo dos décadas.
Es una pena que no sepamos o no queramos administrar nuestros recursos pesqueros. Bien administrados podrían proporcionarnos una buena cantidad de pescado de manera sostenible. Países como China han multiplicado varias veces su consumo de pescado durante los últimos años y los que tradicionalmente explotaban este recurso lo hacen todavía más, a veces con artes de pesca o sistemas de explotación del todo inmorales (redes de arrastre, cianuro, dinamita…). Por otro lado las piscifactorias consumen ingentes cantidades de harina de pescado, por lo que tampoco son la solución.
Darimont afirma que los cambios observados son de lejos mucho más importantes que los naturales, incluso en sistemas ya alterados por el ser humano. Somos el superdepredador de este planeta y la fuerza evolutiva dominante.
Estos cambios están ocurriendo en lapso de tiempo de nuestra vida.
La pesca y caza que realizamos está despertando la habilidad latente de los organismos de cambiar rápidamente. Como información positiva, y gracias a este estudio, se amplia la comprensión que tenemos sobre la capacidad de cambio de los organismos.
Algunos de estos cambios son cambios genéticos irreversibles que pasan de una generación a la siguiente. Así por ejemplo, los peces pequeños que pasen por los agujeros de la red de pesca serán seleccionados, siendo los que sobrevivirán y reproducirán, por lo que su proporción dentro de la población aumentará en el tiempo. Aunque la explotación cesara no se recuperaría el estado original.
Otros cambios son reversibles y las poblaciones, por tanto, tienen cierta plasticidad en estos aspectos. Así por ejemplo, la reproducción se puede adelantar debido a la abundancia de comida a compartir al ser los peces más pequeños. Estos otros cambios se invertirían si la explotación cesara.
Se podría mencionar como ejemplo el bacalao (Gadus morhua) de la costa atlántica canadiense, que ha sido devastado por la sobrepesca y ahora estos peces empiezan a reproducirse a una edad promedio de cinco años, cuando antes lo hacían a los seis, y tienen un tamaño mucho menor que antes. Este cambio se ha dado en solo dos décadas.
Irónicamente algunas políticas de administración de estos recursos contribuyen a estos cambios. Así por ejemplo, la masa corporal de los carneros salvajes de Alberta (Canadá) ha disminuido un 20% en los últimos 30 años, debido a que está permitido cazar los individuos de gran tamaño.
El impacto del ser humano es el más amplio porque depredamos cientos o miles de especies, a diferencia de, por ejemplo, los lobos, que cazan sólo unas 20 especies.
Darimont recuerda que el tamaño importa en términos de interacción con los depredadores naturales, aunque los investigadores no saben cómo impactarán estos cambios rápidos inducidos por el hombre en los ecosistemas.
Darimont hace un llamamiento a los administradores de estos recursos para que se imite a los depredadores naturales, que toman menos y escogen individuos más pequeños. La pesca comercial toma la mitad de la población cada año, mientras que los depredadores naturales sólo toman el 10%. También hace un llamamiento a los consumidores para que compren menos productos del mar. De otro modo pronostica que a este ritmo la industria pesquera desaparecerá por falta de peces.
Fuentes y referencias:
Nota de prensa en University of California – Santa Cruz.
Artículo original (resumen).
Foto cabecera: Andrew Hendry.
12 Comentarios
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martes 20 enero, 2009 @ 8:37 pm
Hay quien teme a los lobos con un miedo más bien irracional y producto de toda la literatura negra que se ha vertido sobre este pobre cánido. Quizás olvidan aquello de «Homo hominis lupus est». A todo esto nadie dice nada del incesante aumento de la natalidad en los países dónde menos debiera aumentar. No creo demasiado en la multiplicación de los panes y los peces, o en el maná. En fin, cuantos más seremos menos reiremos.
miércoles 21 enero, 2009 @ 12:50 am
Si nos diéramos prisa quizás todavía podríamos administrar bien los recursos, aunque quizás sea ya tarde.
En algunos lugares la tasa de crecimiento de la población es del 4%, es una receta segura para el desastre. El empeño de convertir la máxima masa planetaria en carne humana es absurdo. Al ritmo de crecimiento actual llegaríamos 10 personas por metro cuadrado en poco más de 700 años. Obviamente se parará antes.
Si pudiéramos milagrosamente controlar la población de tal modo que cada pareja sólo tenga 2,1 hijos en promedio la población mundial seguiría creciendo durante 70 años debido a la gran cantidad de gente en edad reproductiva.
No se trata tampoco de sólo un alto nivel de consumo, sino de la destrucción sistemática y permanente de la capacidad de producir recursos. Los recursos que verdaderamente importan disminuyen.
Pero no es solamente el crecimiento de población. Parte de la población mundial consume mucho. Si el tercer mundo consumiera el promedio del primer mundo harían falta 16 veces los recursos actuales. Y ya consumimos los recursos de más de un planeta Tierra.
Los habitantes de esas regiones deprimidas saben lo bien que se vive el primer mundo y buscan y desean esa misma riqueza. Cada emigrante que emigra al primer mundo consume automáticamente como cualquier habitante de ese primer mundo. Gran parte del incremento de población del primer mundo se da por la inmigración, así como también gran parte en el incremento de su consumo. Pero, ¿qué vas a hacer? ¿Negarles el derecho a mejorar su nivel de vida? En sus países es imposible elevar su nivel de vida. La situación es ciertamente insostenible.
El primer mundo debe de controlar su consumo (no lo va a hacer) y el tercer mundo su población (no lo va a hacer). Nos vamos a enfrentar, ciertamente, a grandes dilemas de todo tipo. ¿Hasta qué punto estarán dispuestos algunos a renunciar a su nivel de vida? ¿Estará ese punto por debajo del nivel para el cual preferirán romper la baraja y que todo se vaya al infierno? ¿Qué estaremos dispuestos a sacrificar? ¿A qué valores culturales renunciaremos?
En unas pocas décadas el mundo tal y como lo conocemos ya habrá desaparecido y estaremos sentados en un polvorín: un planeta ecológicamente degradado incapaz de mantener a su población. Quizás la recesión económica en la que ya estamos inmersos sea uno de los primeros indicadores.
Estamos muy acostumbrados a resolver los problemas económicos-ecológicos con guerras, con lo cual la cita de Thomas Hobbs se cumplirá probablemente una vez más. Quizás incluso terminemos cayendo en el canibalismo como los habitantes de Pascua o los Anasazi.
Sólo un control férreo del consumo y una pandemia que diezme la población nos podría salvar del fin de la civilización tal y como la conocemos. ¿Se le habrá ya ocurrido a alguien? Ciertamente, como ya pasa a pequeña escala en la sociedad actual, todo dependerá del lado que nos toque y de la capacidad que tengamos de aplacar nuestras conciencias.
miércoles 21 enero, 2009 @ 8:52 am
Precisamente Jared Diamond, habla de la disminución del tamaño de los cauris y otros caracoles consumidos en la isla de Pascua debido a la captura «abusiva de los ejemplares más grandes», siendo esta una de las señales claras de una decadencia ya avanzada.
Como dice Neo, posiblemente esta crisis, inicialmente financiera, luego económica, sea el preludio. En mi opinión, saldremos de ella a costa de un gran avance en el ineludible desastre.
Mi felicitación, no sólo por el artículo, sino por el impagable comentario.
Un agradecido saludo.
miércoles 21 enero, 2009 @ 10:55 am
El libro de Diamond debería de ser lectura obligatoria en las escuelas.
miércoles 21 enero, 2009 @ 4:00 pm
Lo del control férreo del consumo lo veo todavía más difícil que el control de la natalidad donde se debiera controlar. Lo de la pandemia no es tan difícil, siguen dándose casos de peste aviar y si se termina operando una mutación del virus que allane el camino para infectar a los humanos y dado el gran desplazamiento de masas humanas tanto vía turismo como vía inmigración, pues eso, tendremos reducción de la población humana. Aunque por mucho Obama que presida el Gobierno de EE.UU. creo que el remedio «clásico» para el control de la población humana seguirá imponiéndose.
miércoles 21 enero, 2009 @ 8:03 pm
Estimado Lluís:
A Obama se le presume buena voluntad, pero las limitaciones están ahí para amargarle el sueño y rebajar las expectativas de los creen en él. Desde aquí le podemos desear toda la suerte posible, la va a necesitar.
Por desgracia, cada individuo, grupo, región, país y comunidad cultural tiene sus intereses que tratará de defender a toda costa. Como ninguno estará dispuesto a rebajar sus exigencias hasta el punto de solucionar las cosas para todo el mundo la «solución» será probablemente bélica. Lo ideal sería la pandemia, al menos así nadie tendría la culpa.
Un par de preguntas:
Si por arte de magia desaparece la población con altas tasas de reproducción y sólo queda el primer mundo, ¿cuánto tiempo sería necesario para que bajo un esquema de crecimiento económico permanente se llegue igualmente al desastre?
Si el primer mundo disminuye su consumo, e incluso llega a tener un consumo sostenible, ¿cuanto tiempo tardaría el tercer mundo con su crecimiento desmesurado en provocar el mismo desastre?
Se parece mucho a un dilema del prisionero. Egoístamente todos quieren desertar y la cooperación ni siquiera te da lo que quieres.
jueves 22 enero, 2009 @ 4:06 pm
Interesante ese par de preguntas. Pero creo que es más básica la segunda. Al fin y al cabo las grandes oleadas migratorias que se producen en el mundo (y las que se van a producir con todo lo que se avecina derivado en gran medida del calentamiento global) lo protagonizan personas que quieren alcanzar un estatus de vida de estilo occidental y es claro que están en su derecho de querer progresar. En suma, todo este tipo de cuestiones se pueden simbolizar como el pez que se muerde la cola. Y lo peor es que tomar determinadas decisiones en esta materia no hay político que se atreva. Para completar el panorama la gente sigue comprando enormes todoterreno en ciudades que no precisan para nada tal tipo de vehículo. Esto no hay quien lo arregle.
jueves 22 enero, 2009 @ 5:13 pm
«Sólo un control férreo del consumo y una pandemia que diezme la población nos podría salvar del fin de la civilización tal y como la conocemos.»
Pues entonces debes ser optimista, pues estamos en ello.
El consumo ha sido muy elevado por la abundancia de dinero (crédito fácil) y el bajo precio de las materias primas. Parece que ahora toca pagar los prestamos y rebajar el consumo.
El mundo que quedará después de esta crisis no lo vamos a reconocer; consumo mucho mas comedido, tasas de crecimiento inferior y mucho mas eficiente en el uso de recursos.
En cuanto a la pandemia es cuestión de tiempo. Tarde o temprano algún virus sufrirá la mutación adecuada, tal y como nos demuestra la historia. En un mundo globalizado y superpoblado no habrá manera de contener el contagio.
Y no nos engañemos: Los antibióticos no curan las enfermedades víricas, y disponer de vacunas para todos (los que las puedan pagar) lleva unos 6 meses.
Solo puntualizar que estos cambios implican el fin de la civilización «tal y como la conocemos».
jueves 22 enero, 2009 @ 10:40 pm
Quizás la actual crisis económica aminore la marcha de destrucción, pero no mucho. La gente seguirá comiendo y consumiendo bienes básicos. Además, cuanto más pobre es la gente más explota el entorno cercano.
De todos modos la resolución del conflicto la veremos, de una manera u otra, en unas pocas décadas en vivo y en directo.
viernes 23 enero, 2009 @ 7:26 am
La única solución controlable por la humanidad es la reducción drástica de la población por métodos anticonceptivos. Ello lo creo todavía posible. ¿Hasta qué cifra? Calcúlese, pero no creo que pudiera superar los 3,000 mill. ¿Cómo convencer a las parejas? Pues como ni somos asesinos -o no debiéramos serlo- ni podemos ni debemos coartar su libertad directamente, prémiese generosamente a las parejas sin hijos, menos a las que tengan uno, nada a los que tengan dos y que, fiscalmente, se vean castigados los que superen esa cifra. Uno de los grandes problemas es que habría de ser de obligación universal. Sería la única medida que no se basase en una insegura pandemia o en una desastrosa guerra y no se me ocurre otra para evitar las terribles penalidades que intuyo no lejanas.
Sin embargo ¿va a tolerar la economía este tipo de medidas? Los accionistas de una gran fábrica de automóviles ¿van a admitir que la demanda se reduzca a la mitad? Otra cuestión es cómo mantener una población envejecida. Y, por último, ¿como suministrar lo indispensable a los que se llamó los condenados de la Tierra? y ¿cómo aplicar a estos esas leyes fiscales?
El reto es descomunal y la solución muy difícil.
Un saludo.
viernes 23 enero, 2009 @ 7:32 am
También el consumo individual debiera ser acotado con un máximo, ya que de no ser así, aumentaría sin cesar, que es lo que está ocurriendo. Creo que otra vez la fiscalidad sería una buena auxiliar.
Otro saludo.
domingo 17 mayo, 2009 @ 7:24 pm
¡Hola! No consigo encontrar cual es la población (más o menos actual) de gadus morhua, y tampoco cual es la tasa de natalidad, en ninguna web ni en ningún libro, si me pudieseis ayudar me sería de gran ayuda. Gracias por adelantado.