NeoFronteras

Proporción significativa de planetas rocosos

Área: Espacio — lunes, 19 de abril de 2010

Calculan, a partir de datos espectrales, que la proporción de planetas de tipo terrestre orbitando estrellas similares al Sol podría ser relativamente alta.

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Interpretación artística. Fuente: NASA/JPL-Caltech/T. Pyle (SSC).

¿Estamos solos en el Universo? Puede que sí lo estemos o puede que no y que el Universo contenga muchos planetas con vida e incluso seres inteligentes. La búsqueda de respuesta a esta pregunta es una empresa noble y humana, pues cualquier hallazgo que realicemos en este campo nos define y pone en perspectiva. Porque, a veces, no hay mejor manera de conocer algo que compararlo con su equivalente.
Como el único ejemplo de vida que conocemos está en la Tierra, tratamos de buscar planetas del mismo tipo que orbiten estrellas a la distancia justa como para que haya agua líquida durante un plazo de tiempo lo suficientemente largo. Pero encontrarlos es muy difícil. Esos planetas están demasiado lejos, son demasiado pequeños y están muy cerca del brillo cegador de su estrella como para poderlos ver. Hasta hace unos pocos años ni siquiera teníamos pruebas de la existencia de cualquier tipo de planeta extrasolar. Ahora hay un listado de unos 400 exoplanetas, casi todos ellos gigantes gaseosos que hacen oscilar a su estrella.
Quizás el telescopio espacial Kepler nos dé alguna sorpresa dentro de poco y confirme la existencia de planetas de tipo terrestre gracias al método de tránsito. Y puede que algún día, si las autoridades se dignan en financiar la tecnología necesaria, podamos ver algún puntito azul pálido orbitando otra estrella. Pero de momento nos tenemos que conformar con otras medidas aún más indirectas que las usadas en los métodos de velocidad radial y tránsito.
Hace unos días se presentó en el Congreso que la Royal Astronomical Society organizó en Glasgow (RU) un trabajo que puede ayudar a calcular indirectamente el porcentaje de planetas de tipo terrestre. Jay Farihi, de the University of Leicester, y su equipo se centraron en el estudio de estrellas enanas blancas. Este tipo de cuerpos son estrellas moribundas en su última fase estelar, el último escalón de las estrellas de baja masa como el Sol. Las estrellas como nuestro Sol viven unos 10.000 millones de años, después de los cuales se transforman en gigante roja, eyectan una nebulosa (que por desgracia se llama planetaria) y al final sólo queda una estrella pequeña y blanca, objeto que se va apagando poco a poco: una enana blanca.
Pero este tipo de estrellas están rodeadas de una tenue atmósfera, y precisamente esta atmósfera puede dar pistas sobre la existencia de planetas de tipo terrestre que una vez orbitaron la estrella cuando ésta era una estrella como nuestro Sol. Esos planetas deben contaminar su estrella cuando ésta se encuentra en sus últimos estadios de evolución, dejando una firma química en el espectro.
Las enanas blancas tienen usualmente atmósferas puras dominadas por hidrógeno y helio, mientras que los elementos pesados que pueda haber tienen a hundirse rápidamente en su interior. Sin embargo, un 20% de ellas tienen trazas de ese tipo de elementos. Una posible explicación sería que se contaminan de polvo y gas interestelar, pero otra posibilidad es que fueran planetas o asteroides los que produjeran la contaminación.
Este equipo de investigadores estudió los espectros de 146 enanas blancas del Sloan Digital Sky Survey, 109 de esas estrellas tenían indicaciones de presencia de elementos pesados como calcio. Estos objetivos fueron seleccionados para el estudio por haber estado durante suficientes millones de años en regiones vacías de polvo y gas. Por tanto, la mejor explicación para la presencia de esas líneas espectrales es que los planetas rocosos fueran la fuente para estos elementos. Restos rocosos de este tipo de planetas en forma de “escombros espaciales” lloverían poco a poco sobre la enana blanca. La presencia de estos restos ha podido confirmarse en algunos casos por el telescopio espacial infrarrojo Spitzer.
Otra pista viene de la presencia del elemento más ligero: hidrógeno. Una clase de enanas blancas tienen atmósferas puras de helio, pero algunas de ellas presentan contaminación de hidrógeno. Este elemento podría venir del agua que una vez había en algún planeta. De este modo tendríamos dos de los indicadores necesarios para un planeta de tipo terrestre propicio para la vida: un planeta rocoso con agua.
Basándose en estos datos calculan que aproximadamente el 3,5% de las estrellas de nuestra galaxia similares al Sol tienen planetas de tipo terrestre. Una fracción de ellas tendría planetas similares a la Tierra orbitando dentro de la zona habitable.
El estudio apoyaría la idea de que la creación de planetas, incluso los de tipo terrestre en la zona habitable, es un subproducto común de la formación estelar. Jonathan Fortney, de University of California en Santa Cruz, sostiene que incluso esa cifra del 3,5% es una cota inferior y que la proporción sería mayor. Un sistema planetario podría ser destruido y, sin embargo, no dejar una posible contaminación detrás en la estrella. Se especula con que un alto porcentaje de las estrellas podrían tener planetas rocosos.
Como dijo Carl Sagan, tanto si estamos solos en el Universo como si no lo estamos, las implicaciones son igualmente fabulosas.

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Fuentes y referencias:
Noticia en Science.

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