NeoFronteras

Otro contraejemplo a la radiación post-extinción

Área: Paleontología — lunes, 20 de febrero de 2012

Encuentran que justo después de la extinción masiva del Ordovícico no se produjo una súbita explosión de biodiversidad.

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Se creía que después de una extinción masiva se producía una rápida y súbita explosión de biodiversidad. Los nichos ecológicos vacíos permitirían una proliferación de las especies supervivientes que se especiarían en otras nuevas en poco tiempo. Esto se debería a una ausencia de competidores y a que se abrirían nuevos nichos antes ocupados. En los últimos años se han ido encontrando contraejemplos a esta idea, algunos de los cuales se han expuesto en NeoFronteras. Pero para poder enunciar un comportamiento general de la Naturaleza se necesitan generalmente varios casos y, al fin y al cabo, quizás las extinciones masivas pueden ser diferentes entre sí.
Ahora se presenta un contraejemplo más sobre este asunto, esta vez sobre lo acaecido después de la extinción masiva acaecida hace 445 millones de años.
El estudio se centra en los graptoloides. Éstos no empezaron a diversificarse y a producir nuevos rasgos hasta después de 2 millones de años tras la extinción que eliminó a sus competidores. Este hallazgo desafía de nuevo la idea de que una gran extinción es seguida de una evolución rápida.
Charles E. Mitchell, de la Universidad de Buffalo, dice que lo que han encontrado es una especie de periodo de calma evolutiva previa a la diversificación. Durante ese periodo los ecosistemas se reforman a sí mismos y surgen nuevas relaciones interespecíficas.
Los investigadores proporcionan pistas sobre cómo una nueva extinción masiva, esta vez causada por el ser humano debida a la deforestación y cambio climático, pueda afectar a la vida en la Tierra de hoy en día.
David W. Bapst, de la Universidad de Chicago, se pregunta qué pasaría si el plancton marino fuera afectado. ¿Cómo afectaría esto a grupos de organismos en general? Según él, la motivación detrás de este trabajo es comprender cómo la extinción y la evolución de la forma se relacionan entre sí. Añade que el registro fósil es el único lugar donde se pueden estudiar este tipo de experimentos a lo largo de muchos millones de años.

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Una colonia de Rectograptus intermedius un graptolito que prosperó antes de la extición del Ordovícico. Los graptolitos eran capaces de segregar una subsatncia simialr al colágeno con la formaban tubos (de medio milímetro de ancho) con espinas y otras formas. Los paleontólogos han venido estudiando los graptolitos (que se encuneyran por todo el munod) durante más de 150 años (Ampliar). Fuente: Charles Mitchell/University at Buffalo.

Los graptoloides fueron colonias de zooplancton que ya están extintas, pero estos animales evolucionaron rápido y estaban dispersos por una gran superficie geográfica, por lo que el registro fósil es rico en ellos. Esto permite extraer información de calidad sobre cómo estas especies se diversificarón.
Estos investigadores analizaron dos grupos diferentes de graptoloides: neograptines y diplograptines. Ambos grupos vivían durante la extinción del Ordovícico sucedida hace 445 millones de años, pero sólo el primero sobrevivió a ella. Las especies de diplograptines eran dominantes sobre las de neograptines antes de la extinción y además variaban más en morfología, construyendo colonias de muchas maneras.
Una vez desaparecieron los diplograptines por culpa de la extinción masiva, los neograptines tuvieron la oportunidad de conseguir una mejor posición una vez sus directos competidores habían desaparecido. Tenía que haberse producido un estallido rápido de radiación adaptativa y los neograptines debían de haberse diversificado rápidamente y desarrollado nuevos rasgos con nuevas arquitecturas en sus colonias al aprovecharse de los nichos ecológicos que la desaparición de los diplograptines dejó vacíos. Al menos, así dice la hipótesis tradicional.
El estudio, que cubre 9 millones de años de la historia evolutiva de estos seres y basado en 183 especies, no encontró que tal radiación adaptativa se diera.
Inmediatamente después de la extinción masiva del Ordovícico proliferaron nuevas especies de neograptine como era de esperar, pero estas nuevas especies muestran sólo pequeños cambios en su morfología no el estallido de innovación que la hipótesis predice. De hecho, los gratoloides mostraron una velocidad de cambio evolutivo en sus rasgos físicos superior en la época anterior a la gran extinción.
Esta limitada innovación se produjo durante 2 millones de años después de la extinción. Los investigadores proponen tres explicaciones. Según la primera de ellas, en este periodo se produciría un tipo de evolución en el que se establecerían las relaciones interespecíficas de especies que co-evolucionan. Como este tipo de relación necesita de un tiempo para poder establecerse se tardó todo esos dos millones de años en producirse la evolución sobre los rasgos físicos. Según la segunda explicación las nuevas especies de gratoloides que aparecieron podrían haber diferido unos de otros, pero de manera independientemente de sus rasgos físicos. Es decir, se habría producido una radiación no adaptativa. La tercera posibilidad es que los graptoloides podrían haber experimentado este lapso evolutivo por culpa de un modo de crecimiento complejo.
Además de estos aspectos los investigadores investigaron las razones por las que los neograptines escaparon a la extinción masiva mientras que los diplograptines no. Concluyen que la forma de la colonia no tuvo nada que ver con ello y sugieren que otros factores tuvieron que tener algún papel en ello, como las preferencias por distintos hábitats.

Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3743

Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.
La recuperación después de extinciones masivas puede ser caótica.
Millones de años para recuperarse de una gran extinción.
Inestabilidad después de la gran extinción.
Foto cabecera: Lloyd DeGrane

Salvo que se exprese lo contrario esta obra está bajo una licencia Creative Commons.
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2 Comentarios

  1. tomás:

    Estimado Neo:
    En el penúltimo párrafo, la primera de las tres explicaciones parece razonable. La entiendo como una evolución en la que ambas especies se necesitan. Al faltar una por extinción, la otra,en vez de verse impulsada a expandirse, se ve frenada precisamente por la falta de su compañera de evolución.
    De la segunda comprendo poco la explicación y menos la conclusión: «Es decir se habría producido una radiación no adaptativa». Porque me pregunto: ¿Es que acaso toda evolución ha de ser de rasgos físicos -supongo por fosilizables-? ¿Acaso no es posible una evolución adaptativa de los órganos blandos internos?
    En la tercera, ¿a qué clase de crecimiento complejo se refiere?

    Un cordial saludo.

  2. NeoFronteras:

    Pues el término ese lo emplean los autores del estudio y es verdad que no está claro. De todos modos, lo malo de basarse en fósiles, sobre todo de esa época y éstos en particular, es que no se pueden saber ciertas cosas. Cambios en el comportamiento, en el metabolismo o en el estilo de vida son muy difíciles de ver.
    Básicamente lo que se puede desprender de esto es que los ecosistemas están formados por el entorno abiótico y por todas las especies que lo ocupan. Tras una extinción masiva todo queda tan tocado que se necesita reestructurar todo con nuevas relaciones. Puede que la extinción haga desaparecer a un depredador dominante, pero el segundo depredador, si sobrevive, no ocupará su puesto si las presas también desaparecen.

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