Encuentran un bosque fosilizado que se ha preservado gracias a la ceniza volcánica que cayó en él hace 300 millones de años.
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Reconstrucción del bosque. Fuente: Ren Yugao / PNAS. |
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A no ser que descubramos una física nueva para poder viajar a las estrellas la posible vida que haya en hipotéticos exoplanetas nos será siempre una desconocida. Sólo podremos usar la imaginación.
Pero si esto nos entristece podemos consolarnos con la vida que hubo aquí en la Tierra en el pasado. Quizás haya otros mundos pero están o estuvieron en este. Gracias a la labor de los paleontólogos y a la de los artistas que nos ilustran los hallazgos de esos tiempos pretéritos podemos ver y saber cómo eran esos mundos del pasado. Son lugares fascinantes, con una flora y fauna exótica que en su inmensa mayoría ya no está en este planeta al que llamamos Tierra. Pertenecieron en su día a esta preciosa canica azul, el único mundo al que podemos llamar ahora nuestro hogar.
En tiempos recientes hemos ido descubriendo mucho sobre esos pasados, sobre esos mundos, gracias a que China, un país de tamaño inmenso, ha empezado a explorar (generalmente con la aguda de científicos occidentales) sus yacimientos paleontológicos.
Pero de toda la vida que una vez existió sólo nos ha llegado una mínima parte. Es muy difícil que un organismo fosilice y llegue a nuestros días. El registro fósil es incompleto. Hay varias maneras en las que un organismo sin partes duras puede fosilizar, modos que generalmente implican la supresión del oxígeno y la no proliferación de bacterias descomponedoras.
El último ejemplo de conservación nos llega precisamente de una localización cerca Wuda en China. Allí, hace casi 298 millones de años, a finales del Carbonífero ya casi en el Pérmico, las cenizas de un volcán sepultaron un bosque pantanoso y así se consiguió preservar, como los cuerpos de Pompeya, a las plantas que lo constituían.
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Reconstrucción del bosque. Fuente: Ren Yugao / PNAS. |
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El estudio lo ha dirigido Hermann Pfefferkorn, de la Universidad de Pennsylvania. Este paleobotánico y sus colaboradores Jun Wang, Yi Zhang y Zhuo Feng entre otros han conseguido reconstruir el bosque fosilizado de aquella época y han proporcionado pistas sobre la ecología y clima de ese momento y lugar.
Las cenizas del volcán cayeron al parecer en sólo unos pocos días conservando de manera maravillosa los troncos de caídos justo en el lugar exacto en donde creían. Las ramas fosilizadas tienen todavía las hojas adheridas. Han hallado árboles pequeños con hojas, troncos y piñas intactas en el caso de las proto-coníferas. En aquella época no existían todavía plantas con flores y algunas de las especies que crecían en aquel entonces se extinguieron para siempre sin dejar descendientes. No había aún dinosaurios y mucho menos mamíferos. No había gloria en las flores.
Los paleontólogos han analizado un total de 1000 metros cuadrados de estas regiones cubiertas por ceniza volcánica en tres diferentes localizaciones que están cerca unas de otras. La exploración de estos lugares se vio facilitada por el uso de maquinaria pesada usada en la explotación del carbón circundante, que permitió acceder a la capa inferior de ceniza. Esta superficie es suficiente como para caracterizar la paleoecología local. Estos yacimientos coexisten con yacimientos de carbón que son un legado de bosques antiguos tropicales que, bajo presión, se transformaron en depósitos de carbón, como es usual.
En la época en que este bosque estaba vivo los continentes eran diferentes a los actuales, pero el clima global de la Tierra era similar al actual. Lo que ahora son Norteamérica y Europa formaban un sólo continente y China existía como dos continentes pequeños. Estos continentes ocupaban regiones próximas al ecuador y por tanto tenían climas tropicales. Pfefferkorn está interesado en estudiar los patrones climáticos del pasado para así entender mejor el actual.
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Reconstrucción de los continentes hace 300 y 280 millones de años. Fuente: http://jan.ucc.nau.ed. |
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Estos investigadores contaron y estudiaron la distribución geográfica de los fósiles de plantas que encontraban. En total han hallado seis grupos de árboles. Los helechos arborescentes formaban la parte inferior del dosel, mientras que “árboles” mucho más altos, en concreto Sigillaria y Cordaites (una gimnosperma), se alzaban 25 metros sobre el suelo. Además encontraron un espécimen casi completo de un ejemplar perteneciente a unos árboles denominados Noeggerathiales. Estos árboles ya extintos se reproducían por esporas y están emparentados con los helechos, se han encontrado en otras localizaciones de Europa y Norteamérica, pero parecen ser que son más abundantes en Asia.
Observaron que la composición en plantas de los tres lugares estudiados difiere un poco. En uno de los lugares los Noeggerathiales eran escasos, mientras que otros eran predominantes.
Según Pfefferkorn este estudio es la primera reconstrucción de un bosque de ese tiempo en Asia, así como la primera en la que los Noeggerathiales eran el grupo dominante.
Debido a que este hallazgo captura solamente un momento de la historia de la Tierra no sirve para saber cómo los cambios climáticos han afectado la vida en la Tierra. Pfefferkorn usa Pompeya como analogía, al igual que esta ciudad nos dice muchas cosas de la cultura romana, pero no nos dice mucho de la Historia de Roma. Pero a la vez es una cápsula del tiempo que nos permite interpretar qué paso antes o después mucho mejor.
Pero no lloremos por el “esplendor en la hierba” perdido en el pasado. Todavía quedan algunos descendientes de esas plantas que una vez reinaron sobre la Tierra. Helechos arborescentes los podemos encontrar en algunos lugares todavía. Y también todavía hay licopodios, selaginellas e isoetes, que están emparentados con algunas plantas de esa época. Son más modernos, pero conservan atisbos de sus antepasados.
Por cierto, la hierba apareció mucho más tarde, cuando por primera vez había rumiantes y ningún dinosaurios sobre la Tierra. Cuesta imaginar un mundo sin hierba como el que hemos descrito.
ACTUALIZACIÓN
Galería de imágenes
Merece la pena echar un vistazo a los fósiles de estas plantas. En el artículo original (disponible en abierto) las fotos están en alta resolución y muestran unos detalles exquisitos. Sirvan estas aquí expuesta para animar al lector a descargar dicho artículo. En las notas a pie de página se ha suprimido la habitual cursiva para los nombres científicos en latín para simplificar la labor de confección.
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Sphenopsids y lycopsids: Asterophyllites longifolius (A) y la emparentada Paleostachya tipo strobili (B); Sphenophyllum oblongifolius (C) y associated strobili (D); Sigillaria cf. ichthyolepis leaf (E), tallo (F), y estróbilo (G). (Escalas, 2 cm en A, C, D, F, y G; 1 cm en B y E.). Fuente: PNAS. |
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Helechos. (A y B) Pecopteris sp. con esporangios de Asterotheca type; (C y D) Pecopteris hemitelioides con esporangios de Eoangiopteris type; (E y J–K) Sphenopteris (Oligocarpia) gothanii; (F y G) Sphenopteris cf. tenuis; (H) Sphenopteris sp. 1; (I) Sphenopteris sp. La planta podría ser una liana. (Escalas, 2 mm en A y C; 500 & mu;m en B y D; 1 cm en E–J; 1 mm en K.). Fuente: PNAS. |
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Helechos. (A) Pecopteris cf. candolleana; (B) Nemejcopteris feminaeformis; (C) Pecopteris orientalis; (D) Pecopteris sp.; (E) Pecopteris lativenosa; (F) Pecopteris arborescens. (Escalas, 2 cm en A–E; 3 cm en F.). Fuente: PNAS. |
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Noeggerathiales. (A–D); (E–H) Paratingia wudensis; (I y J) Paratingia sp. Se muestran hojas de todas ellas, estróbilos y otras estructuras vegetales. (Escalas, 3 cm en A y H; 1 cm B–D; 2 cm E–J.). Fuente: PNAS. |
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Cordaites y cycadophytes. Cordaites sp., (A) grupo de hojas y (B) órganos reproductores; (C) Pterophyllum sp.; (D) un racimo de semillas de planta similar a Samaropsis; y (E) hojas de planta similar a Taeniopteris. (Escalas, 2 cm en A y C–E; 1 cm en B.). Fuente: PNAS. |
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Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original (en abierto).
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jueves 23 febrero, 2012 @ 8:44 am
Me convence más la 2ª reconstrucción de lo que pudo ser ese bosque -porque hay «árboles» intermedios-, aunque no del todo. El que sobresalgan tanto algunas especies ha de ser consecuencia de una competencia por la luz, por lo que se formarían niveles como en la selva amazónica. Es decir que debería haber más árboles entre una y otra altura. ¿Para qué seguir creciendo una vez sobrepasado a los más altos?
sábado 25 febrero, 2012 @ 11:39 am
Se ha añadido a este artículo una galería fotográfica. Aunque son fotos que están en el artículo ya enlazado en su momento quizás merezca la pena colocarlas directamente.
domingo 26 febrero, 2012 @ 8:52 am
Muchas gracias por el regalo adicional de esas fotografías que, sin duda, perfeccionan el artículo.