Cooperación y aprovechados de segundo orden
La forma de castigo que elige una sociedad depende de cómo esta sociedad se relaciona con los aprovechados de segundo orden.
En NeoFronteras hemos visto distintos tipos de estudios acerca de la cooperación y cómo fomentarla. Básicamente se dividen entre aquellos estudios basados en modelos matemáticos en los que se supone que la gente es racional en sus comportamientos y estudios de Psicología social en los que se estudia el comportamiento de seres humanos reales. Se intenta con estos modelos y experimentos explicar cómo funcionan las sociedades. El resultado que vamos a ver ahora es del segundo tipo.
Los comportamientos egoístas son una amenaza para la cooperación mutua entre las personas. Por encima de cierto umbral este tipo de comportamientos pueden finalmente destruir la cooperación. Así por ejemplo, cierta gente puede decidir no pagar impuestos o defraudar lo máximo posible al fisco. Si la población percibe que hay demasiada gente haciéndolo pueden decidir hacer lo mismo y que al final todos nos quedemos sin sanidad, educación o carreteras. Naturalmente presuponemos aquí que el dinero de nuestros impuestos es bien empleado, pero ese es otro tema.
El caso es que para fomentar la cooperación normalmente se instituye algún tipo de correctivo, como el castigo a los que se desvían de lo que se entiende como lo adecuado. Así por ejemplo, existe la policía para atrapar a los ladrones y un sistema judicial para encarcelar a esa gente. También hay multas para aquellos que no pagan convenientemente sus impuestos (de nuevo asumiremos que es el mejor de los mundos posibles y que no son los asalariados los que soportan el peso de la tributación mientras que los ricos no pagan casi nada).
El castigo puede ser además de dos tipos, o bien está institucionalizado como en los ejemplos anteriores o bien es administrado por pares, es decir por personas semejantes al infractor.
La pregunta es qué prefiere la gente, ¿que castigue una institución o castigar ellos mismos? Según un estudio realizado por Arne Traulsen, Torsten Röhl y Manfred Milinski, todos del Instituto Max Planck de Biología Evolutiva de Plön, la gente sólo prefiere las instituciones de castigo si aquellos que cooperan, pero no están dispuestos a castigar a los demás, pueden también ser castigados.
Gracias a los experimentos de comportamiento se ha podido demostrar que los seres humanos estamos dispuestos a castigar el comportamiento de aquellos seres egoístas que se aprovechan de un bien común en su beneficio. Vamos a llamar a estos seres “aprovechados de primer orden”. Esta acción castigadora se en pequeños grupos de laboratorio, pero se supone que también pasa en pequeñas comunidades, sobre todo primitivas. Sin embargo, en las sociedades modernas el castigo suele estar institucionalizado y la gente no suele ejercer de castigadores directamente. Digamos que la sociedades modernas han substraído este papel a la gente corriente.
Se supone que el costo del castigo debe ser inferior a los beneficios que aporta. A veces, si el peso de castigar recae sobre los individuos se torna demasiado caro (desde el punto de vista social o económico) para el individuo, por eso el castigo institucionalizado, al repartir el coste del castigo entre todos, puede ser más efectivo, porque de otro modo las malas acciones se quedarían muchas veces sin castigo. Pero una institución también puede salir cara si no se cometen crímenes, algo que puede pasar si la propia existencia de la institución lo ha fomentado. Lo lógico sería que el castigo institucional existiera sólo si se cometen muchos delitos y, por tanto, el beneficio excede el costo.
Es aquí cuando entran en escena otro tipo de individuos. Está bien claro quienes son los aprovechados de primer orden. Pero también hay aprovechados de segundo orden. Éstos cooperan con los demás y no tienen un comportamiento egoísta descarado, pero a la hora de castigar declinan su responsabilidad. Digamos que son “pecadores por omisión” que miran hacia otro lado cuando se hace una injusticia. Se ahorran el costo del castigo al ser otros los que lo realicen, así que están en ventaja sobre los demás. Seguro que en nuestra comunidad de vecinos todos conocemos a más de uno de este tipo. La forma de castigo que elige una sociedad depende de cómo esta sociedad se relaciona con los aprovechados de segundo orden.
Sin la existencia de los aprovechados de primer orden los de segundo orden pasan desapercibidos. Sin embargo, una sociedad con ambos tipos de aprovechados pierde el equilibrio de cooperación, el comportamiento egoísta de los individuos no es castigado y éstos medran por el sistema. Según Traulsen la clave para establecer el comportamiento cooperativo dentro de una sociedad es precisamente el trato que se da a los aprovechados de segundo orden, de esto depende que el sistema no se desestabilice permanentemente.
Estos investigadores establecieron un juego de bienes comunes que se ha venido usando clásicamente en economía experimental, para estudiar los efectos del castigo. Si los aprovechados de segundo orden no pueden ser castigados entonces sólo unos pocos jugadores deciden apoyar el castigo institucional. En estos casos el castigo se impone individualmente. El castigo sigue como reacción a un incidente y castiga a los “malhechores” rápida y directamente. Esto no requiere planificación ni es costoso.
Pero si se puede castigar a los aprovechados de segundo orden entonces los participantes optan en su mayoría por una “policía institucional” y unos a otros se animan para apoyar esta institución de castigo.
Por tanto, la gente prefiere la institución costosa incluso aunque sea menos eficiente. Pero el castigo institucional reduce tanto el número de “delitos” que la razón beneficio-coste rápidamente decae y hay que seguir pagando “altos impuestos” para mantener una “policía” que sólo castiga unos pocos “criminales”. Pero si unos pocos jugadores quieren pasarse al, más económico, castigo directo entonces son castigados inmediatamente. Según Milinski en su experimento se gana estabilidad a costa de la eficiencia.
Este resultado corrobora los resultados de 2010 de Karl Sigmund (Universidad de Viena) basados en teoría de juegos y proporciona un posible escenario a la aparición de las instituciones sociales de castigo.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3876
Fuentes y referencias:
Nota de prensa.
Artículo original.
Foto: freefotouk.
28 Comentarios
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martes 10 julio, 2012 @ 5:55 pm
No quiero ni pensar que pasaría si cada uno decidiera tomarse la justícia por su mano.Mejor pagar impuestos y que castiguen unos jueces en base a leyes penales democráticas y una policía que detenga a los delincuentes aunque sean de segundo orden que tener que ir por ahí denunciándose unos a otros, o peor ajusticiándose unos a otros.Al fin y al cabo los códigos penales de los países democráticos huyen del derecho talional.
Saludos.
martes 10 julio, 2012 @ 7:19 pm
Sí, parece que es parte de nuestra naturaleza tender a castigar a todo aquel que se aproveche de distintas formas de los demás. Esto es tan así que no sorprende que algunos practiquen el auto cástigo pese a que quizá resulta mucho más costoso para el individuo que ejecuta su propia sentencia.
martes 10 julio, 2012 @ 11:18 pm
Recordemos que el resultado se basa en un juego y no en circunstancia reales. Pero sirve para explicar cómo aparecieron históricamente las instituciones de justicia.
La leyes de «ojo por ojo» se daban en una época en la que se necesitaba mucha coherción para mantener el orden y se alimentaban por la sed de justicia (o venganza) del ser humano. Ahora las leyes talibanes deberían estar fuera de lugar.
El problema es cómo conseguir la cooperación sin aniquilar las libertades individuales. Llevamos varios siglos tras este objetivo. La ideología grupal puede fomentar la cooperación, pero casi siempre a costa de ahogar toda individualidad, de tal modo que incluso el que sólo es diferente en cualquier aspecto ya es sospechoso.
Cuesta mucho deshacerse de nuestros condicionantes biológicos.
miércoles 11 julio, 2012 @ 5:38 pm
En la última noticia sobre cooperación daniel le comentaba a Neo que le veía muy interesado en estos temas (aludiendo a la teoría de juegos). Bueno, la cooperación es uno de los temas «calientes» desde hace mucho tiempo y el tema del altruísmo ha sido muy pobremente abordado (y peor explicado) desde la perpectiva darwinista y ha seguido siendo un caballo de batalla para los teóricos de la evolución posteriores, la mayoría de los cuales (Maynard Smith,Gould, Dawkins, Barash, Wilson) son neodarwinistas. A algunos el tema se les ha atragantado de tal modo, que han optado por cargarse al mayordomo y hablar solamente de genes egoístas…
Tampoco me sorprende que despierte su atención la teoría de juegos, un modelo matemático gestado por talentos como von Neumann y Nash.
Y es que el fenómeno de la cooperación existe, como la gravedad,
miércoles 11 julio, 2012 @ 6:13 pm
Estimado Neo:
Hoy no me entran los mensajes e ignoro el motivo, le rogaría, si pudiese recuperar el último que he mandado en torno a las 18:09, por favor.
Abrazos
miércoles 11 julio, 2012 @ 7:09 pm
Como muy bien dice Neo se trata de juegos pues la realidad es bien distinta. Este tipo de estudios contempla condiciones igualitarias, al estilo de las tribus de cazadores recolectores. Pero en el Neolítico, con la aparición de la agricultura y la ganadería, empiezan a acumularse en unos pocos los recursos, la cooperación se va convirtiendo en explotación, el altruismo deja de ser evidente en las sociedades humanas y esos pocos privilegiados se empeñan en mantener sus privilegios. Para poder mantener este nuevo estatus quo, son necesarias nuevas normas a ser posible indiscutibles (leyes divinas), así como instituciones que las hagan cumplir y repriman convenientemente a los infractores. Y en ello estamos.
Saludos a todos.
miércoles 11 julio, 2012 @ 8:56 pm
Estimado Miguel Angel:
Dawkins le dedica varios capítulos de su libro «El gen egoísta» a la cooperación y el dilema del prisionero precisamente desde el punto de vista del gen egoísta (yo prefiero hablar de autopromoción genética en vez de gen egoísta). Pero para mí el cerebro humano y las sociedades humanas son tan complejas comparadas con los animales, que no bastan estos modelos tipo dilema del prisionero para explicar el altruísmo o el egoísmo en una situación determinada basándose en ideas genéticas, sean a favor del altruísmo o del egoísmo. Creo que habría que ver la psicología de cada persona, sus experiencias, lo que le han enseñado, la religión, en fin muchas cosas, o como decía Ortega «la circunstancia». Me parece absurdo hablar de un gen altruísta o un gen egoísta si no se tiene en cuenta el funcionamiento del cerebro, cómo opera en cada circunstancia. Si hay un gen para el egoísmo/altruísmo, ¿la conducta cómo se explica, paso a paso, desde la expresión del gen hasta las neuronas que dan lugar a la conducta?.
miércoles 11 julio, 2012 @ 9:40 pm
Estimado Miguel Ángel:
Recientemente se han podido recuperar algunos mensajes que terminaron en spam por algún motivo, pero ahora mismo la bandeja de spam está vacía. Eso quizás se deba a que su comentario tenía alguna palabra de la lista prohibida (nombres de fármacos, insultos y pornografía) y el sistema (que no es muy inteligente) lo borra directamente. A veces es complicado buscar un equilibrio. Otra posibilidad es un fallo en la base de datos.
miércoles 11 julio, 2012 @ 11:36 pm
Estimado daniel:
¡Bingo! NO podemos explicar la conducta a partir de los genes. Si partimos de dos caballos clonados, con genes totalmente idénticos podríamos pensar que la conducta de ambos caballos será muy similar…pero la realidad es muy distinta: si maltratamos a unos de los caballos, mientras damos cariño al otro vamos a obtener dos caballos con conductas muy diferentes.
Así que partiendo de los genes, no podemos explicar la conducta, como tu dices van a influir el medio y las experiencias que viva cada caballo.
También aciertas en lo que comentas sobre el «gen egoísta», a lo sumo podemos hablar de nenes realcionados con el egoísmo y con el altruísmo. Hace poco, nuestro amigo tomás nos recordaba una noticia sobre un «gen relacionado con el altruísmo», pero ese gen no está relacionado únicamente con el altruísmo porque afectaba a la secreción de vasopresina, que es una hormona con muchas funciones que no tienen nanda que ver con el altruísmo.
Lo dicho, tenemos demasiados pocos genes para explicar cosas tasnn complejas como el cerebro y las funciones superiores.
Abrazos
jueves 12 julio, 2012 @ 12:45 am
Estimado Neo:
Mi mensaje era a renglón seguido de su comentario número 3, con el que estoy fundamentalmente de acuerdo, y sin embargo quería hacer esta vez de abogado del diablo y comentarle una experiencia muy curiosa, que ha tenido lugar en una nación de esas en las que se supone que se respetan las libertades individuales (Holanda):
En los paises del primer mundo suele darse que cuando una carretera pasa por el centro de una ciudad proliferan las señales de tráfico en un intento por poner orden en las intersecciones y demás puntos conflictivos, tratando de evitar atascos y accidentes.
Pues bien, en la ciudad de Drachten han decidido eliminar casi por completo las señales de tráfico en pleno centro, en una zona por donde transitan unos 16.000 vehículos y varios centenares de bicicletas, han dejado solamente unos pasos de cebra pintados en el suelo para los peatones: Han logrado que disminuyan el número de accidentes y los excesos de velocidad de los vehículos. La explicación que dan es que al carecer de señales los conductores ya no est´ñan tan distraídos y pueden evaluar el terreno y «mirar a la cara» a los otras personas, ya sean peatones, ciclistas o conductores de vehículos.
Reciba un cordial abrazo y mi mas sincero agradecimmiento por su interés
jueves 12 julio, 2012 @ 2:05 am
Un enlace en inglés donde hablan sobre la carencia de señales de tráfico en el centro de la ciudad de Drachten que comento:
http://streetswiki.wkispces.com/Drachten,+The+Netherlands
Me parece un excelente ejemplo del modo en que la cooperación surge con mas facilidad cuándo se dan condicones mas «intuitivas» que restrictivas y cuando se apela al «corazón» de la gente. Ante de entrar en el centro de Drachten si que lo advierten con una señal que dice «Está usted entrando en el centro de Drachten», el cerebbro lo que recibe es un mensaje del tipo «¡eh! que vas a entrar en el centro de esta casa, ¡presta atención!
jueves 12 julio, 2012 @ 2:07 am
Disculpas, otra vez mal la dirección:
http://streetswiki.wikispaces.com/Drachten,+The+Netherlands
jueves 12 julio, 2012 @ 8:35 am
Me gustaría aclarar lo que creo que entiende Dawkins por “gen egoísta”: simplificando mucho, supongamos que hubiera un gen del altruismo, un gen que nos impulsase instintivamente a ayudar al prójimo, no porque nos lo hayan enseñado nuestros padres, ni lo hayamos aprendido de la religión, ni en la escuela, sino que nos saldría de dentro. Entonces si el prójimo lleva también ese gen, nos ayudará también cuando lo necesitemos. De este modo, nosotros ayudamos al prójimo a sobrevivir y él nos ayuda a nosotros, por tanto ambos tenemos descendencia y transmitimos el gen del altruismo a nuestros hijos, y así el gen se perpetúa utilizándonos a nosotros como vehículos.
En ese sentido el gen del altruismo se ha comportado egoístamente, ya que su único interés era hacer copias de sí mismo, y para ello nos ha utilizado a nosotros sin que lo sepamos. La denominación de “gen egoísta” no tiene que ver por tanto con el comportamiento egoísta, en mi opinión es un error esa denominación, y yo prefiero entender el dawkinismo como “autopromoción genética”.
El ejemplo del gen del altruismo podemos cambiarlo por el gen del egoísmo: simplificando mucho, supongamos que hubiera un gen del egoísmo, un gen que nos impulsase instintivamente a no ayudar al prójimo, no porque nos lo hayan enseñado nuestros padres, ni lo hayamos aprendido de la religión, ni en la escuela, sino que nos saldría de dentro. Entonces si el prójimo lleva también ese gen, no nos ayudará tampoco cuando lo necesitemos. De este modo, nos ayudamos a nosotros mismos a sobrevivir en lugar de ayudar al prójimo, por tanto ambos tenemos descendencia y transmitimos el gen del egoísmo a nuestros hijos, y así el gen se perpetúa utilizándonos a nosotros como vehículos.
jueves 12 julio, 2012 @ 9:56 am
Estimado Miguel Angel:
No recuerdo lo que me atribuyes en tu 9. O quizá no recuerdo haberlo olvidado. ¿?.
jueves 12 julio, 2012 @ 9:58 am
Emulando a Miguel Angel, sobra el punto final de mi 14.
jueves 12 julio, 2012 @ 10:03 am
Estimado Miguel Ángel:
Me veo obligado a comentar su 10 y 11. Ese sistema funciona en países civilizados en los que ya hay una alta tasa de cooperación, en donde se mira mal al defradador, etc. Si no hay tal nivel hay que incentivarlo antes so pena de que aparezca el caos circulatorio. El comportamiento de «tonto el último» que se ve en las rotondas españolas es muy significativo.
En muchas partes de EEUU no hay semáforos en los cruces, simplemente la prioridad es por orden de llegada y los automovilistas luchan para ser el que ceda si la situación es dudosa. Ha sido así siempre.
jueves 12 julio, 2012 @ 10:16 am
Muy estimado «daniel»:
La cuestión es saber con qué actitud se consigue más descendencia, si con ambos altruistas o con los dos egoístas. De odas formas, en los juegos suelen contemplarse todas las alternativas y así, superficialmente y a corto plazo, parece que vence el egoísta. Por tanto es preciso actuar sobre el ambiente, es decir, educar contra la eventualidad del gen egoísta.
Mi más cordial saludo.
jueves 12 julio, 2012 @ 4:13 pm
Muy apreciado tomás:
Este es el enlace:
http://neofronteras.com/?p=1049
viernes 13 julio, 2012 @ 9:24 am
Bien, querido Miguel Angel, voy a ahorrarte trabajo. Bastará que digas:
Perdón por el error, amigo tomás. El enlace es …
Porque en el que me das no he encontrado ningún comentario mío. ¡Qué satisfacción! ¡Por fin te pillé!
Un gran abrazo.
viernes 13 julio, 2012 @ 12:23 pm
Amigo tomás: he puesto el enlace a la noticia que mencionabas en este otro artículo (mensaje 20):
http://neofronteras.com/?p=3759
En vista de los halagos que me dedicas en otra noticia y de tu satisfacción me da hasta pena desengañarte, pero soy muy consciente de que no te faltarán oportunidades en el futuro, siempre que el Universo nos sea propicio.
Abrazos exponenciales.
sábado 14 julio, 2012 @ 9:32 am
Estimado Neo:
He vuelto a releer con detenimiento el artículo porque, desde luego, lo merece y encuentro problemática la cuestión del coste-beneficio. ¿Que hacer ante un linchamiento por parte de todo un pueblo -un Monteovejuna-? El castigo ha de respetar la ley, pero es costosísimo encarcelar a todo un pueblo que, además, no podrá producir: las cosechas se perderán, los niños y los ancianos padecerán hambre. Desde luego, si hay que respetar el «protocolo» -palabrita que hace las delicias de los incapaces de pensar- legal, la cosa se pone difícil. Será preciso usar la imaginación para que haya castigo proporcionado al crimen pero sin esos efectos secundarios. ¿Será bueno en este caso usar el frecuente truco de la prescripción, tan corriente para salvar a tantos personajes del choriceo nacional? Porque eso es algo más que «mirar para otro lado».
Recomiendo a todos releer el
http://neofronteras.com/?p=3759
al que me envía Miguel Angel en su 20.
Cordiales saludos.
sábado 14 julio, 2012 @ 7:33 pm
Muy buen articulo! saludos
domingo 15 julio, 2012 @ 9:44 am
“¿Quién mato al Comendador? ¿Fuenteovejuna Señor!
Estimado Tomas, aquí quien imparte justicia y castiga es el conjunto de la sociedad ”¡¡ Fuenteovejuna Señor!!”
Las instituciones de castigo estaban establecidas para mantener los privilegios de unos pocos, y en este caso pasan de actuar, pues el daño económico a los privilegiados, por castigar este acto ilegal , que no injusto, sería lo suficientemente importante como para mirar para otro lado.
No me creo que las instituciones de control y castigo hayan surgido de el beneficio- coste de la relación de la sociedades con los aprovechados de primer y segundo orden, sino de la necesidad de los privilegiados en mantener sus privilegios que no tienen nada de altruistas a ojos del resto de las sociedades.
La gran mayoría de nuestras sociedades dejaron de ser igualitarias hace unos cuantos miles de años, aunque aún queden algunas, estas son insignificantes y en serio peligro de extinción.
domingo 15 julio, 2012 @ 11:03 am
POR FAVOR, que no pase desapercibido el 16 de Neo porque es el resumen perfecto. Las dos conclusiones son obvias:
1- La cooperación es posible y muy beneficiosa.
2- Hay que promocionarla de algún modo.
Tal vez algún día dejemos de luchar entre nosotros y contra nuestro planeta, como decía Carl Sagan.
Tal vez algún día nos demos cuenta de lo flacos y mezquinos que son nuestros intereses personales, de la vacuidad de las cosas a los que nos aferramos cuando todo es efímero. En vano intentamos aferrarnos al «mío» cuando nada es para siempre en el Universo.
«Como la estrella fugaz, el espejismo, la llama, la ilusión mágica, la gota de rocío, la burbuja en el agua, como el sueño, el relámpago o la nube: considera así todas las cosas»
Siddartha Gautama
lunes 16 julio, 2012 @ 8:58 am
Gracias por tu delicadeza, amigo Pocosé. Al releer mi equivocado «Monteovejuna», te aseguro que no sé cómo pudo llegar a mi mente y de ahí a mis dedos. Igual podría haber escrito «Fuentevideo». Vaya, que esto se comienza a parecer al conocido «Blancanitos y los siete enanieves». Ha tenido que ser ese azar malévolo, amigo de Miguel Angel, que ha querido castigarme por no creer e él.
Y estoy totalmente de acuerdo contigo: es el interés de los privilegiados en mantener sus privilegios el que redacta las leyes que sirven a la justicia. Y la justicia no tiene por qué ser justa, aunque parezca una contradicción. Impartir justicia es aplicar las leyes y las leyes son redactadas por los privilegiados; ser justo es ser equitativo, verdadero, estricto, ecuánime, íntegro, objetivo, comprensivo, ético y algunos adjetivos más a los que no alcanzo.
Recibe mi más afectuoso saludo.
lunes 16 julio, 2012 @ 10:08 pm
Mi buen amigo tomás:
No te castigues por lo de «Monteovejuna» que también tiene su explicación científica: cuando tratamos de recordar algo pero tenemos alguna laguna, el cerebro la rellena a su modo aunque tenga que echar mano de la invención ( que es lo que suele ahcer en estos casos). Basta con que el relleno que se ha inventado no desencaje del todo con el «hilo» de el recuerod que estamos procesando.
Para animarte, y en vista de que andas con ganas de pillarme, te pongo el enlace a esta noticia en la que metí la pata con en un comentario acerca de la «constante cosmológica» de Einstein y Neo me lo señaló con mcuho tacto. Recordaba el hallazgo de la constante había decepcionado al propio Einstein y mi cerebro se inventó la segunda parte, que era errónea (aunque el bueno de Neo tuvo la delicadeza de considerarlo una «imprecisión»):
http://neofronteras.com/?p=3487
Abrazos chapuceros, pero no inventados.
lunes 16 julio, 2012 @ 10:13 pm
Por cierto, querido tomás: en vista de que no me ha contestado daniel te agradecería una respuesta al número 8 que planteo en la noticia «Sobre el fin del carbonífero»…aunque vaya con trampa (confió en tu valentía).
lunes 16 julio, 2012 @ 11:35 pm
Estimado Miguel Angel:
Ya te he contestado a tu 8 en “Sobre el fin del carbonífero”. Gracias por recordarlo jeje