Líquenes terrestres podrían vivir en Marte
Un experimento demuestra cierto líquenes antárticos pueden sobrevivir, realizar actividad metabólica activa y adaptarse a las condiciones marcianas.
Las condiciones en la superficie marciana no son adecuadas para el ser humano. Pese a las imágenes transmitidas por los rovers marcianos, lo mostrado no es el desierto de Arizona, Egipto o Australia, es infinitamente peor.
La presión es tan baja que en la Tierra a eso en general lo llamamos vacío y mataría a un ser humano en unos segundos. La temperatura es decenas de grados bajo cero, no hay agua líquida, la radiación ultravioleta es muy intensa y la radiación cósmica no encuentra el impedimento de una magnetosfera.
Un asentamiento humano en este planeta sin una previa terraformación obligaría a la creación de hábitats artificiales subterráneos y ni así estaría garantizada la seguridad de los ocupantes.
Pero otros seres terrestres sí podrían vivir en esas condiciones, por ejemplo ciertos líquenes antárticos.
En un experimento realizado por un grupo de investigadores alemanes se han reproducido las condiciones marcianas de baja presión, una temperatura de -51 grados centígrados, alto porcentaje de dióxido de carbono y alta radiación UV durante 34 días. Un liquen antártico ha conseguido sobrevivir a estas condiciones, por lo que podría sobrevivir en Marte bajo ciertas restricciones.
Recordemos que los líquenes son asociaciones simbióticas entre algas y hongos y se cree que llevan sobre la superficie terrestre desde hace cientos de millones de años, posiblemente fueran los primeros en colonizar tierra firme.
En la Antártida no hay árboles, ni plantas complejas. La vida animal no se extiende mucho más allá de la costa que unos cientos de metros. En ese desierto a bajo cero, en donde el agua es muy escasa, hay bosquecillos de líquenes. Hay que tratarlos con tanto respeto como tratamos a un bosque de coníferas, pues tardan mucho en crecer y algunos ejemplares pueden tener cientos de años. Las condiciones del lugar son tan duras que sólo pueden crecer durante unos pocos días al año. Viven, sin duda, a una escala temporal muy distinta a la humana. Pero es precisamente la resistencia a estas condiciones lo que los hace candidatos a poder vivir en Marte. Aunque según este experimentos, para poder vivir bien en Marte tendrían que buscar nichos un poco protegidos frente a la radiación, como las grietas entre las rocas.
Según Jean-Pierre de Vera no se habían realizado experimentos de adaptación a las condiciones marcianas anteriormente, pero la adaptación es muy importante porque dice mucho acerca de las interacciones de la vida en relación a su ambiente. En estudios previos sólo se medía la supervivencia del organismo al final del periodo estipulado. Por el contrario, en este experimento se ha medido la actividad del liquen a lo largo de todo el tiempo, pues se deseaba saber si el liquen continuaba su actividad normal o si pasaba a un estado de latencia esperando tiempos más propicios.
Estos investigadores recolectaron muestras de P. chlorophanum en las cumbres Black Ridge de la región norte Victoria de la Antártida, en donde hay condiciones similares a las de Marte.
Una vez de vuelta, además de preparar un grupo de control en el exterior, situaron dos grupos de muestras de líquenes en un simulador de las condiciones marcianas del tamaño de una gran olla de cocina. El simulador permitía controlar presión, humedad, temperatura e irradiación solar. La baja gravedad marciana y la radiación cósmica no se simularon. A uno de los grupos del interior se les sometió a condiciones marcianas plenas y al otro a las condiciones que habría en sitios protegidos sobre Marte.
Los dos grupos superaron la prueba, pero el sometido a las condiciones plenas prácticamente sólo consiguió sobrevivir. El otro logró prosperar y realizar sus funciones metabólicas y fotosíntesis normalmente baja esas condiciones marcianas protegidas una vez se repuso al shock inicial y se adaptó al nuevo ambiente. La fotosíntesis es posible en, por tanto, posible en micronichos marcianos.
Aunque en el experimento tampoco se simularon las tormentas de polvo que pueden cubrir grandes regiones marcianas durante meses, Vera afirma que los líquenes pueden pasar a un estado latente y resistir durante miles de años totalmente cubiertos por polvo, nieve o hielo.
Otros estudios muestran que los líquenes no serían los únicos que podrían sobrevivir en el planeta rojo. Algunas bacterias metanógenas también lo podrían hacer.
Vera afirma que la vida terrestre puede sobrevivir, realizar actividad metabólica activa y adaptarse a las condiciones marcianas.
Estos resultados tienen importancia para la visión tradicional de la exploración marciana. Así por ejemplo, una misión podría buscar vida marciana en los micronichos adecuados. Además, este resultado sugiere que se proteja mejor a Marte de la posible contaminación de muestras de vida terrestre que puedan llevar hasta allí las misiones que se envían
Pero si se piensa fuera de la visión tradicional, es decir, si se piensa, este resultado y otros similares nos dicen que la vida terrestre evolucionada en la Tierra puede vivir tal cual en Marte. ¿Por qué la supuesta vida marciana, que llevaría evolucionando en Marte miles de millones de años, se muestra tan esquiva e incapaz de adaptarse y evolucionar en su propio entorno? La mejor explicación es que tal vida marciana no existe ni ha existido nunca. En la Tierra hay bacterias que resisten la radiación de un reactor nuclear o que viven en cualquier sitio imaginable, porque la vida, una vez que aparece, evoluciona para sobrevivir a cualquier nuevo nicho.
Lo malo es caer enamorados de una idea, como la de la vida marciana, y seguir gastando recursos con la excusa de encontrarla, pero sin buscarla realmente.
Una vez descartada la vida marciana, se puede proponer un experimento a una escala sin precedentes hasta el momento. Se podría ya sembrar Marte con vida terrestre convenientemente modificada. Juntando características de varias especies se podrían crear organismos que proliferasen sobre el planeta rojo sin limitaciones. Fuera de la Tierra no habría impedimentos ecológicos o éticos para liberarlos y crear así una nueva biosfera de organismos que evolucionarían en un nuevo planeta lleno de nichos vacíos. Podría ser incluso un ensayo para hacerlo sobre lunas cercanas o sobre otros planetas mucho más lejanos. Quizás se podría en un futuro no tan distante enviar, a bordo de una vela láser, una pequeña cápsula de cianobacterias a un exoplaneta cercano. Los humanos seríamos entonces los propagadores de la vida por la galaxia. Sería un regalo precioso y una inmensa responsabilidad.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4311
Fuentes y referencias:
Nota en Astrobio.
Artículo original.
Foto: German Aerospace Center’s Institute of Planetary Research.
12 Comentarios
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sábado 18 enero, 2014 @ 6:41 pm
Por supuesto que llegar a «sembrar» vida en un sitio muy lejano como Marte sería quizá el mayor logro alcanzado por el Homo sapiens. Hasta podría llegar a convertirse con el paso del tiempo en una especie de dios marciano para sus evolucionados e «inteligentes» habitantes xD.
Me sorprende y esto no lo comprendo del todo bien que se piense que antes de «sembrar» vida en Marte se deba descartarla. Si la ciencia y la tecnología nos ofrecen una posibilidad, por muy pequeña que resulte ser, pues adelante que no hay que malgastar más tiempo y dinero del que ya han desperdiciado. De cualquier modo si la vida en Marte no existe habrá que inventarla.
Saludos.
sábado 18 enero, 2014 @ 6:51 pm
¿En el experimento han tenido en cuenta la enorme toxicidad del suelo marciano, en particular su caracter bestialmente oxidante? Porque es literalmente corrosivo (que se lo digan a las ruedas de Curiosity).
Con independencia de lo que Marte tenga que decirnos, ciertamente que la contaminación de Marte por organismos terrestres no es algo para tomar a la ligera. Las consecuencias de los actos son imprevisibles, así que lo más inteligente es prevenir todo aquello sobre lo cual no tendremos control una vez desatado. Si es posible, naturalmente.
Dicho sea de paso, se me ocurre una idea que hasta donde yo sé nadie ha tenido en cuenta. La vida en la Tierra es global, es decir, se basa en un entralazamiento de especies. Hay partes de este entramado que no son críticas, es decir, la vida puede seguir existiendo si desapareciesen y reponerse de la pérdida de alguna manera, por decir algo, si todas las hormigas desapareciesen sería una catástrofe global, que arrastraría en cadena muchísimos ecosistemas, pero no a la vida. Así que la pregunta es si tiene que existir, al menos en vida como la terrestre, un mínimo de «reparto de tareas» para sostener la vida sobre un planeta. Tendemos a pensar que podría desaparecer todo y las bacterias seguir a lo suyo, por decir igualmente algo, pero tal vez esto no sea así.
Vamos, que se pueden torpedear muchas piezas pero tal vez las haya imprescindibles.
sábado 18 enero, 2014 @ 8:28 pm
Es verdad que el suelo marciano no es muy agradable para la vida (más motivos para que la vida marciana sea improbable), pero no quizás en todos los lugares. Aunque lo de las ruedas es más bien por la erosión, igual que con el regolito lunar.
La vida terrestre está interconectada y si se derriban demasiadas fichas caen muchos dominós, pero la bacterias son casi indestructibles.
La realidad y nuestros deseos no tiene que coincidir. Todo indica que en Marte no hay vida y si la posibilidad de la misma es remota al menos hay que buscarla y no se hace.
La realidad es que se buscan otras cosas porque los de la NASA saben que si se confirma que no hay vida (algo que bajo ciertas premisas es inconfirmable pues siempre se puede decir que no se ha buscado en tal o tal lugar) entonces el entusiasmo decae y ya no hay más dinero para más rovers. Dinero ahora que, por cierto, no va a otras misiones, como una a Europa o a la construcción de telescopios que encuentren bioindicadores en exoplanetas. No es una política honesta.
Sembrar de vida un Marte muerto no es contaminar.
De todos modos la mejor política es conservar la vida en la Tierra, pues es irrepetible.
lunes 20 enero, 2014 @ 5:36 pm
Veamos: un liquen es alga y hongo, el alga produciría oxígeno y a la larga enriquecería su atmósfera con él. El hongo protegería las rocas de la erosión y tal vez se modificaría el albedo global y la temperatura. No sé con qué autoridad podemos hacer una siembra en un planeta que no es el nuestro o si violamos alguna ley cósmica no escrita aún en lenguaje terrestrial, pero si nos es lícito, creo que en estos momentos de bonanza científica en este planeta hay que aprovechar para realizar esta siembra ( como los cereales en el otoño septentrional). Si un cataclismo o una plaga o revolución hace decaer nuestras civilizaciones mil años atrás, siempre quedará Marte recorriendo un nuevo ciclo vital y así, cuando en el año 3014 se recupere nuestra capacidad científico-técnica, la nueva expedición encontrará al pequeño planeta cubierto de líquenes variados, bacterias asociadas y una fuente de oxígeno que ha trabajado durante un milenio para nuestros descendientes. Entonces levantarán , en las verdes laderas del Olimpus Mons, un monumento a los hispanos de Neofronteras que provocaron la siembra de vida en aquellas inmensas soledades.
lunes 20 enero, 2014 @ 9:54 pm
Petrus, yo lo digo porque todo lo que hemos hecho ha sido básicamente una cagada. Ese refranero tan sabio que es el castellano (como el de otras lenguas), que tiene un dicho para una cosa y su contraria (y así nunca falla), tiene para este caso: «de buenas intenciones está empedrado el camino del Infierno».
La voluntad y la sabiduría… la primera se sujeta a la segunda. No al revés. La idea no es mala, en absoluto, pero las cosas suelen no salir como prevemos. Para embarcarse en algo tan colosal como terraformar un planeta nuestros conocimientos científicos deberían ser infinitamente mayores de lo que son ahora. Por más que se diga, las consecuencias de los actos nunca están bajo control. Y no estoy diciendo que haya que ser inmovilistas, a veces hay que hacer, y no hay opción, pero detrás de nosotros vendrán otros seres humanos. Honestamente, no creo que tengamos derecho a dejarles en herencia problemas. O a fundirnos recursos que ellos pueden necesitar más desesperadamente que nosotros.
Nos cuesta asumir el tiempo, a los humanos.
martes 21 enero, 2014 @ 8:06 am
Si el coste de terraformar ha de ser altísimo, en mi humilde opinión es preferible hacerlo con la Luna; mucho más económico y casi podría asegurar que con poca diferencia de dificultades por metro cuadrado «in situ» y la descomunal ventaja para nuestro satélite de tenerlo muchísimo más cerca. Además de que, al menos sumando nuestra noche terrestre a sus noches lunares quedaría bastante más protegido de la radiación cósmica, lo que abarataría los iniciales «invernaderos».
martes 21 enero, 2014 @ 9:41 am
Marte tiene algo de agua, seguramente bastante en el permafrost cerca de los polos, CO2 abundante y, sobre todo, algo de atmósfera, mientras la Luna es un pedrusco reseco (algo de agua siempre queda) , pero sobre todo sin capacidad de retener una atmósfera. Ya no hablamos de trasladar, mediante un agujero de gusano ad hoc ( esto de los latinajos queda muy inn…) agua desde los cometas de hielo o grandes planetas hacia Marte , que quedará muy bien en el siglo XXX, tal vez, pero por ahora se trataría solo de amparar la vida incipiente de un líquen en una zanja profunda cerca del polo norte marciano, orientada al sol, justo encima de una capa con algo de humedad residual… y esperar ( el que pueda )a que haya oxígeno suficiente y el tiempo haga lo demás. Porque creo que el ser humano, si a nivel cósmico es algo, es un colonizador, extendiendo la vida a lo largo y ancho de él. Más bien El Colonizador, o así me gustaría verlo.
martes 21 enero, 2014 @ 9:54 am
Estimado Tomas:
La Luna no se puede terraformar porque su gravedad es muy baja y perdería su atmósfera. Incluso Marte terraformado sólo podría autosustentarse por unos pocos millones de años antes de correr el mismo destino. En Marte se necesita una temperatura mayor, pero esa temperatura superior y su baja gravedad facilitan la fuga de gases al espacio. También está el asunto de la fotodisociación del agua.
Sobre este asunto de los líquenes ni siquiera propongo una terraformación. Esa terraformación sería interesante en caso en el que solucionáramos los problemas que hemos provocado en la Tierra y si no se lleva muchos recursos. Siempre será más sensato, barato y ético respetar los ecosistemas y no cambiar el clima terrestre que cualquier otra opción planetaria.
Aunque se terraformara tampoco iba a ser una solución para nada. Además se necesitan miles de años, por lo que antes o hemos perecido todos o hemos solucionado muestra relación con la Tierra.
Es chocante lo cautos que somos con Marte en relación a soltar vida terrestre en él y lo terriblemente irresponsables que somos con la Tierra, cuando cada día extinguimos un montón de especies.
Parece como si no se quiera violar una inexistente ley cósmica o algo así, cuando si se nos juzgara por los que hemos hecho en la Tierra ya estaríamos condenados (de hecho lo estamos debido al «karma ecológico»). Es como si no nos gustara que parezca que queremos jugar a los dioses (¿complejo Prometeo o Pandora?)
El asunto en este caso es la realización de un experimento biológico a escala planetaria en donde se transformaría un planeta muerto en un lugar con vida. Además de líquenes habría que llevar otros tipos de organismos y posiblemente todos estarían manipulados genéticamente. Se podría estudiar la evolución a escala planetaria. Además sería muy barato.
Lo ideal sería proponerlo y que alguien con dinero lo financie incluso en contra de la opinión de NASA, ESA y demás, que pondrían el grito en el cielo sin razón alguna. Se daría un plazo para que aquellos que buscan vida nativa en Marte lo hagan un par de veces más y ya está. Se podrían hacer en 10 años.
Sería un experimento muy bonito.
martes 21 enero, 2014 @ 11:09 pm
Hombre, si estamos en contra de hacer cosas que no sabemos dónde acabarán, es como intento explicar pensando en nuestros descendientes. La bonita idea de terraformar Marte bien podría acabar en la creación de organismos que contaminasen la Tierra y causasen un daño mayor del que siquiera podamos imaginar deliberadamente. No creo estar diciendo disparates, si ponemos las condiciones para el sostén vital de organismos en Marte, rápidamente se adaptarán a las condiciones del entorno y me temo que lo harán mucho más rápido de lo que pensamos y todo eso de ninguna manera se va a poder mantener bajo control.
La idea del planeta vivo es buena. Pero se me ocurren mejores sitios y más aislados que Marte. Por ejemplo, los océanos de Europa si están estériles de vida. Es más difícil que haya una retrocontaminación allí que en Marte, que es la barriada de al lado. De todos modos, tiene que haber muchísimas cosas que desconocemos, yo particularmente estoy convencido de que existen seres vivos terrestres en la Luna, concretamente en las sondas y naves espaciales allí posadas. No creo que puedan colonizar la Luna de ninguna manera, pero seguro que seguirán viviendo una temporada en esas estructuras en las zonas que estén más resguardadas. Y seguro que habrá sorpresas si vamos por allí a tomar muestras.
Respecto a terraformar la Luna, es como todo, imposible no es. Necesitamos un gas de efecto invernadero moderado de masa molecular 180-200 g mol⁻¹ resistente a la disociación fotolítica y cinética (impactos del viento solar). El Radón sería perfecto de no ser porque no tenemos isótopos que nos sirvan xD. Pero hay alternativas moleculares. Va a salir caro de cuidado, pero imposible imposible no es. Tampoco sería recomendable el agua por problemas varios, pero sería un buen sitio para echar hidrocarburos (una vez estabilizada la atmósfera). Ahora, no le veo utilidad ninguna a todo esto (y la vida en semejante entorno sería… muy rara), claro que tampoco se la veo al AVE Villacarnero de Abajo-Zapatillas de Nuestro Señor. Ya puestos, tampoco a las Pirámides.
miércoles 22 enero, 2014 @ 12:06 am
En realidad lo que preocupa es jugar a ser dioses, la carga religiosa tiene un peso enorme.
Hacemos cosas con los ecosistemas terrestre que se sabe seguro que son un desastre por comprobación directa, además de lo que no se sabe y que tampoco será bueno. Pero parece no importarnos.
Pero si en un sitio estéril como Marte se sueltan unos organismos entonces está mal (debido a no se sabe qué ley cósmica) y además puede ser malo para la Tierra, ¿cómo? No hay ninguna lógica. En caso de retrocontaminación sólo podrían vivir en la Antártida, que es de donde proceden. Además Marte está aislado en el espacio vacío muy lejos de la Tierra.
Los experimentos más interesantes son aquellos que no se sabe cómo acaban, precisamente por eso habría que hacerlo. Lo interesante sería ver qué pasa cuando a un planeta muerto lo siembras con vida, cómo es la evolución, la velocidad de colonización, etc. Lo interesante es precisamente que se descontrole (allí). No se trata de terraformar.
En Europa es posible que sí haya vida y además no ha sido explorada aún. Todavía no es un buen candidato para un experimento así.
Por otro lado, nuestra Luna con una atmósfera no respirable y sin agua no sirve de mucho.
miércoles 22 enero, 2014 @ 8:00 am
Querido Neo:
En mi elección de la Luna, no me refiero a los líquenes del artículo, sino a la propuesta de terraformar Marte. Y prefiero la Luna porque no creo que pueda hacerse sino por partes. Se entiende cuando digo «invernaderos», porque tampoco creo que en Marte pueda hacerse si no es así. Su escasa gravedad ya ha demostrado que, a la larga, perdería toda atmósfera hasta quedar en lo que ahora hay, que podrá durar quizá millones de años, pero que también escapará al espacio. El remedio son los «invernaderos», donde tanto en el satélite como en nuestro planeta hermano se puede organizar una vida limitada a lo que se quiera obtener de allí. Y es que no creo que el propósito pueda ser solo ir para saber. Imagino que, al final, el propósito de los viajes será obtener materias que sean escasas en la Tierra.
De todas formas es vana discusión porque, como dices, primero ha de ser solucionar el problemón terrestre en el que nos hemos metido y del que aún no se tiene conciencia plena, no ya en las gentes, sino incluso entre personas cultas. Les hablas del tema y notas como su mente no desea no saber. Os recomiendo que hagáis la prueba. Evitan esa preocupación. Me parece asombroso, pero así es.
Cordial saludo.
miércoles 22 enero, 2014 @ 11:47 am
Bueno, a mí si me importa. Y desde luego no es coherente ni consistente oponerse a unas cosas y pasar de otras.
Pero un experimento por propia definición es un entorno *controlado*. Si no, no es un experimento (hay muchas palabras para esto). La leyenda, bastante universal del aprendiz de brujo, puede tener connotaciones de control por parte de grupos privilegiados, pero es innegable que también lleva una advertencia de mide tus fuerzas antes de ir a la batalla. Honestamente, no creo que sea lo mismo. Yo no sé lo que pasará dentro de 100 años, pero por ejemplo es evidente que ir de paseo a la Antártida, que sigue siendo un deporte de riesgo, no es lo mismo hoy que hace 100 años. De hecho, los primeros en llegar al polo Norte fueron los soviéticos en 1956 (ya nadie se cree los cuentos de Peary, que tuvieron de efecto colateral que nadie más intentase ir al polo), y los experimentos que hicieron allí (que tampoco fueron gran cosa) les daban sopas con honda a cualquier cosa que se hubiera podido hacer en 1910.
Entiendo que hay una remota posibilidad de que organismos *terrestres* que se adapten a vivir en Marte puedan cambiar de tal manera que se vuelvan unos competidores peligrosos de otros organismos de la Tierra. La clave está en la artificialidad del proceso. En realidad además la probabilidad de contaminación no vendría por más o menos rocambolescos vuelos de meteoritos, sino simplemente de la propia actividad humana yendo y trayendo cosas. La literatura sobre problemas iatrogénicos es bastante reveladora al respecto.
A ver, el problema radica en que *nunca* los experimentos son por la ciencia misma. Siempre existen intereses cruzados. Posiblemente la energía nuclear si no estuviera en manos de los dioses gemelos de la Defensa (de a ver quién) y la Acumulación de Capital… en cualquier caso estoy seguro de que los riesgos serían mucho más pequeños, que en mi opinión ahora mismo son altísimos (a mayores, se dedicaría a cosas realmente imprescindibles, como investigación, isótopos médicos o para RTGs, espaciales por ejemplo, desde luego haciendo bien las cuentas no es rentable para producir electricidad). He leído estudios serios que me hacen dudar que de no haber existido la URSS y el contrapeso que esto supuso se hubiera vencido la guerra contra la viruela.
Esa es otra, a ver qué aliados nos buscamos para ir al combate. A veces no vale la pena ir con determinada gente, porque la probabilidad de que se salga todo de madre es 1.
Se puede opinar bastante legítimamente que esto es una postura de cagón. Supongo que sí. Pero es que me parece honestamente un sinsentido por no esperar unas décadas, que es normalmente el plazo entre el atropello y el relleno de la laguna de ignorancia que lo causa, hacer las cosas tan mal. Creo firmemente que aplicando otras prioridades el mundo sería muy diferente, y la ciencia avanzaría incluso más rápido (porque se forzaría la investigación científica *preventiva* para poder tirar adelante).