Cómo detectar vida alienígena
Un sistema micromecánico permitiría detectar vida microbiana alienígena a través de su simple movimiento.
Después de que el Big Bang diera lugar a 10.000 millones de años de evolución cósmica la vida apareció sobre la Tierra. Tuvieron que transcurrir otros cuantos miles de millones de años hasta que la vida empezó a ser compleja, hace unos 600 millones de años. Hace aproximadamente sólo un millón de años el Universo se hizo autoconsciente a través de nosotros y hace sólo 400 años que descubrimos la ciencia y que la Tierra no es el centro del Cosmos.
Pero, por alguna razón, buscamos otros ejemplos de vida que se hayan dado en otros lugares del Universo. Nunca podremos viajar a las estrellas, pero quizás algún día nuestros radiotelescopios nos den mensajes de otras civilizaciones o nuestros telescopios nos proporcionen las pruebas espectrométricas de que hay otro planeta con vida, aunque sea sólo microbiana.
Para la búsqueda directa de vida tendremos que conformarnos con Marte o los mares interiores de Europa y Encelado. Quizás podamos enviar una misión para comprobar si hay vida en esos mundos, pero, ¿cómo hacerlo?
El problema de la vida es que sólo conocemos un ejemplo: el de la Tierra. Si ha habido otras abiogénesis en nuestros Sistema Solar posiblemente usen otras bioquímicas, así que si diseñamos un sistema para detectar vida de tipo terrestre en Encelado entonces el resultado será negativo, aunque haya vida allí. No podemos presuponer que tal gas u otro va a ser desprendido cuando pase tal cosa u otra. Ni siquiera podremos tomar una muestra y ponerla en un caldo de cultivo cálido a la espera de que los supuesto microorganismos se multipliquen, pues nuestros nutrientes pueden ser incluso veneno para una vida alienígena.
Lo más probable es que el Sistema Solar sólo contenga un ejemplo de vida: el nuestro. La vida evoluciona y cambia radicalmente para siempre el lugar en el que está. Si hubiera vida en esos sitios ya la habríamos visto por ser evidente. Pero no hay que rechazar la posibilidad de que haya microbios en esos sitios. Hay que intentarlo de todos modos, si los políticos y la ignorancia permiten su financiación, claro.
Ahora Giovanni Dietler, Sandor Kasas y Giovanni Longo (todos del EPFL) han desarrollado un detector de vida que casi no considera ninguna premisa a la hora de detectarla, basta con que los supuestos microbios tengan algo de movimiento. No considera la presencia o no de ningún producto químico. El detector es además muy sencillo y puede construirse a partir de la tecnología ya existente.
El dispositivo se basa en la idea del microscopio de fuerza atómica y consiste en un micro “trampolín” (cantilever) anclado por un extremo y con una carga en el otro extremo. El tamaño es del orden de la micra y sobre él se pueden depositar 500 bacterias.
En el microscopio de fuerza atómica la punta de un cantilever es arrastrada por una superficie realizando barridos sobre la misma de tal modo que siente su orografía. El sistema es tan sensible que tiene la resolución de un átomo.
En este caso las bacterias vivas son depositadas sobre el cantilever y el movimiento de estas mueve el cantilever, movimiento este último que es registrado gracias a un láser. Cualquier mínimo movimiento, como el movimiento de un flagelo o las funciones biológicas habituales, es sentido por el sistema. Esto sería un indicador de vida en el caso de tratarse de bacterias alienígenas.
El funcionamiento del sistema ha sido ya comprobado con bacterias aisladas, levaduras y células humanas y de ratón. Incluso muestras de tierra de los alrededores del laboratorio de los investigadores dieron positivo con este sistema en la presencia de vida (terrestre). Cuando usaron tóxicos para así matar las células presentes no hubo señal de vibración alguna.
Al ser el sistema libre de todo producto químico, el dispositivo se puede emplearse en cualquier sitio, por lo que puede usarse en Marte u otros lugares del Sistema Solar. Pero también tiene aplicaciones en la Tierra. Una formación de catilevers puede ser cubierta por diversas bacterias o células cancerosas y probar distintos fármacos sobre ellos. De este modo se podría saber qué fármacos son los más efectivos a la hora de controlar esas células.
¿Sería un sistema así totalmente efectivo a la hora de detectar vida extraterrestre? Hace un tiempo se encontró una actinobacteria en el terreno congelado del permafrost siberiano. Al principio se creía que esta bacteria estaba en estado vegetativo durante su congelación a la espera de tiempos mejores, pero, sin embargo, se comprobó que en realidad tenía un metabolismo muy lento pero suficiente como para realizar reparaciones ADN, por ejemplo. Estas bacterias viven congeladas a un ritmo increíblemente lento, pero que les permite una de vida de medio millón de años. Posiblemente no hay seres más longevos en nuestro mundo, pero si hay otros microorganismo similares en otros mundos probablemente pasarían desapercibidos incluso para un microcantilever ultrasensible.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4581
Fuentes y referencias:
Artículo original
Foto: EPFL.
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martes 6 enero, 2015 @ 10:24 pm
Creo que no. Yo tengo fuertes sospechas de que debe existir un estado intermedio entre procesos químicos no autoorganizados (reacciones químicas por contacto de sustancias, sin más, por definirlo de alguna manera) y la vida tal y como la conocemos. Es posible que este estado no sea posible detectarlo en la Tierra precisamente porque está todo inundado de vida (que interacciona con absolutamente todo). O al menos, por decirlo de manera menos «mística», sería posible que existan procesos completamente inorgánicos que supongan desplazamiento/formación/alteración de estructuras relativamente complejas. De hecho conocemos unos cuantos.
Hace 10 años hubiera jurado que no podría haber vida en otro lugar en el Sistema Solar. Ya no estoy tan seguro, porque algún ruido de fondo me dice que si eso es así, entonces tenemos muchos huecos en el puzzle. Por ejemplo, estoy seguro de que en los restos de las misiones Apolo en suelo lunar hay seres vivos, los que viajaron con el LM. No creo que hayan muerto aún, debe haber muchos acantonados en determinados restos. Eventualmente morirán algún día, dada la hostilidad del entorno. O… no. Esto rige para casi todas las sondas que mandamos, que doy por hecho que su esterilización ha sido mal hecha en todos los casos (es que a ver si eso es posible al final, que esa es otra). Así que a saber si hemos sembrado de vida Marte o Venus. Vamos, la panspermia al revés. Y viendo que hay vida en este planeta a km de profundidad (a ver: literalmente la hay donde la buscan, hasta ahora no ha fallado nunca), entonces aquí hay muchas cosas que no cuadran en absoluto.
Otro argumento para una novela: la vida en realidad se forma en las profundidades de los planetas (cerca de la superficie, en función de la presión y eso), no en la superficie, y sólo prende en estos en función de las contigencias. Esto tiene pocas pruebas porque los citoplasmas suelen estar a presión atmosférica… pero hay excepciones.
sábado 10 enero, 2015 @ 8:55 am
No pretendo minimizar la importancia del «cantilever» que parece tener un gran porvenir, pero muchas funciones biológicas habituales no son otra cosa que reacciones químicas. Lo digo por la frase «Cualquier mínimo movimiento, como el movimiento de un flagelo o las funciones biológicas habituales…»
Otra cuestión es que el término «abiogénesis» con esa «a» delante significando «sin» no me parece idónea para significar lo que sabemos dice y que el DRAE admite. Para mí debiera ser «biogénesis», pero a ésta se le da el significado de «Principio según el cual un ser vivo procede siempre de otro ser vivo. Se opone a la generación espontánea». O sea que se prefiere una construcción filosófico-científica a una científica y razonable.
Bueno, pues cada loco con su tema y yo con el mío.
domingo 11 enero, 2015 @ 9:12 pm
Estimado Tomás:
El término «abiogénesis» suena mal, pero es el que se usa para designar la aparición de vida a partir de material inanimado.
lunes 12 enero, 2015 @ 9:17 am
Claro, Neo, claro. Por eso digo de la palabra en cuestión que «no me parece idónea para significar lo que sabemos dice y que el DRAE admite».
De todas formas agradezco, con total sinceridad, la intención didáctica.
Como dices, suena mal.
Un fuerte abrazo.
martes 13 enero, 2015 @ 4:50 am
Comparto tu apreciación, querido «tomás»: podría ser perfectamente «biogénesis».
Un fuerte abrazo.